Recuerdos del bombardeo
Resulta siniestro que los aviones militares sigan sobrevolando una ciudad que fue severamente bombardeada
El otro d¨ªa un estruendo rompi¨® el cielo, los vecinos levantaron la cabeza en la plaza Lavapi¨¦s, entrecerraron los ojos y vieron cruzar una formaci¨®n de cazas de alta tecnolog¨ªa, un bombardero barrig¨®n que parec¨ªa inviable para el vuelo, pero que aun as¨ª avanzaba como suspendido en el aire, y algunos otros aviones coloridos. Describo a boleo porque no s¨¦ de aviaci¨®n, pero eran los artefactos que estaban ensayando sus maniobras para el desfile del 12 de octubre, esa fiesta nacional donde en vez de desfilar ciudadanos, m¨¦dicas, panaderos, maestras o columnistas, desfilan soldados y una cabra, modo naci¨®n paranoide. Mi hija, que iba pl¨¢cidamente tumbada en su carricoche, como un pastel reci¨¦n hecho que transportara un rider, pareci¨® molesta por la aparici¨®n en su cielo de estos elementos ruidosos e inesperados. ?Qu¨¦ eran esas cosonas tan feas que romp¨ªan el azul?
Inciso: envidio a los beb¨¦s que viajan tumbados por la ciudad, as¨ª quisiera ir yo, observando la evoluci¨®n de las bandadas de p¨¢jaros. Es cierto que los reci¨¦n nacidos nos abren nuevas dimensiones de la existencia, sobre todo la superior. Mi peque?oide es una experta observadora de l¨¢mparas, mamposter¨ªas, nubes, ramas, chemtrails, constelaciones, artesonados y fluorescentes. Ahora yo tambi¨¦n me fijo en los techos y en los cielos, porque me interesa saber qu¨¦ paisajes le muestro a mi v¨¢staga. Cuando la introduzco en el consumismo salvaje, en los centros comerciales, flipa con los millones de luces que surgen de los techos altos y aprecio la cantidad de est¨ªmulos luminosos que se dan en esos lugares y que tambi¨¦n nos obnubilan, tal vez subconscientemente, a los adultos. Por eso ponen tantas luces en Navidad, para que compremos m¨¢s, como drogados de fotones.
No me gust¨® que los aviones militares sobrevolaran la ciudad, porque me vinieron a la cabeza el bombardeo nazi, fascista y franquista que tuvo lugar en esta urbe durante la Guerra Civil. Si a mi hija le asustaron estos ensayos festivos, no quiero imaginar el terror insoportable que causar¨ªa en miles de beb¨¦s tumbados en miles de carricoches el paso de los aviones facciosos en formaci¨®n triangular, ¡°las tres viudas¡± las llamaban, que surcaban el cielo y que iban seguidas de las explosiones que iba carcomiendo la ciudad, matando a la gente y minando la moral. V¨¦ase la investigaci¨®n Madrid bombardeado, de Enrique Bordes y Luis de Sobr¨®n. Machacaron, sobre todo, el centro, Arg¨¹elles, y algunos barrios de Vallecas y Carabanchel, all¨ª donde el frente estaba cerca. Casi no cayeron bombas en el barrio de Salamanca, por diferentes razones sobre las que hay controversia, pero que son f¨¢ciles de imaginar.
Yo a mi beibi, escrutadora de las alturas, la quiero llevar a la capilla Sixtina para que sin incorporarse, y haciendo sus movimientos espasm¨®dicos, pueda observar la belleza de los frescos de Miguel ?ngel, evitando la tort¨ªcolis de los adultos. Dios y Ad¨¢n haciendo deditos, y bombas para nadie.
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