Lo que t¨² necesites, yo te lo dar¨¦
Aunque nos gusten las plantas, y nuestras intenciones sean las mejores cuando las cuidamos, no siempre esa buena energ¨ªa es suficiente para conseguir el ¨¦xito jardinero
¡°A m¨ª se me mueren hasta los cactus¡±. Quien as¨ª se lamenta es Blanca Herv¨¢s, ¡°y todav¨ªa no le he puesto remedio¡±, remata. Esta profesional de las artes pl¨¢sticas y del dise?o ha vivido rodeada de plantas desde que era una ni?a, gracias a su abuela Amparo y a su madre Mar¨ªa Blanca. Pero parece que no ha podido lucir todav¨ªa la ¡°mano verde¡± de su familia, a pesar de ayudarlas cuando era una ni?a a regar todas las macetas de la casa del pueblo.
Aunque nos gusten las plantas, y nuestras intenciones sean las mejores cuando las cuidamos, no siempre esa buena energ¨ªa es suficiente para ...
¡°A m¨ª se me mueren hasta los cactus¡±. Quien as¨ª se lamenta es Blanca Herv¨¢s, ¡°y todav¨ªa no le he puesto remedio¡±, remata. Esta profesional de las artes pl¨¢sticas y del dise?o ha vivido rodeada de plantas desde que era una ni?a, gracias a su abuela Amparo y a su madre Mar¨ªa Blanca. Pero parece que no ha podido lucir todav¨ªa la ¡°mano verde¡± de su familia, a pesar de ayudarlas cuando era una ni?a a regar todas las macetas de la casa del pueblo.
Aunque nos gusten las plantas, y nuestras intenciones sean las mejores cuando las cuidamos, no siempre esa buena energ¨ªa es suficiente para conseguir el ¨¦xito jardinero. Una y otra vez podemos tropezar con la misma planta que se nos resiste, con esa especie que nos certifica, con su muerte, que no estamos hechos el uno para el otro.
Francisco Medina, empresario, cocinero y un gran cultivador de plantas, tiene en su casa cientos de especies, y ha convertido cada rinc¨®n en una peque?a selva. Pero no todo es de color de rosa, seg¨²n nos cuenta: ¡°mi relaci¨®n con el helecho (Nephrolepis sp.) es peculiar. Siempre he pensado que necesita una luz atenuada y mucha humedad, pero me cuesta que no se le sequen las hojas. As¨ª que lo he cambiado a una parte de la habitaci¨®n m¨¢s iluminada y lo riego por inmersi¨®n, sumergiendo la maceta en agua. Aun as¨ª, no saca nuevas hojas, y se le siguen cayendo. Despu¨¦s de un a?o de cuidados, no llega a morirse, pero tampoco termina de estar bonito¡±.
Esta frustraci¨®n se repite en muchos amantes jardineros, que no llegan a saber lo que su amor necesita. Si al menos las plantas hablaran¡ ?se lo dar¨ªamos! Bueno, es cierto que no hablan en nuestra lengua, pero s¨ª que lo hacen a trav¨¦s de su anatom¨ªa, un lenguaje que se aprende observ¨¢ndolas.
Mila Beramendi, navarra afincada en Madrid y una apasionada de las plantas, cambi¨® de sitio a su peque?o cactus (Gymnocalycium baldianum) cuando vio que su piel se aclaraba. Lo trajo hace tres a?os de Lanzarote. La planta estaba triste y con mal color, por no recibir toda la luz que necesitaba. As¨ª que lo puso en la ventana para que dispusiera de los rayos del sol y, tras unos meses, el peque?o cactus de origen argentino le regal¨® por primera vez un momento m¨¢gico: ¡°su floraci¨®n fue espectacular, nunca pens¨¦ que podr¨ªa tener esas flores tan hermosas, con un rojo intenso maravilloso¡±.
Mila est¨¢ acostumbrada a cuidar de sus plantas con esmero, y as¨ª lo hizo con su mandarino este pasado invierno, tan g¨¦lido. ¡°Luchaba contra Filomena para salvarlo. Sal¨ªa fuera a cada rato para quitarle la nieve que ten¨ªa en sus ramas, para que no se partieran. Adem¨¢s, cubr¨ª el tronco con mantas y le puse una cubierta a la copa con una tela para protegerlo. Este a?o est¨¢ precioso¡±. De esta forma pudo salvarlo, ech¨¢ndole una mano.
La climatolog¨ªa es otra de las preocupaciones de cualquiera que cultive plantas. A Gilberto Segovia, jardinero profesional con decenas de a?os de experiencia a cuestas, tiene claro que Madrid no le sienta bien ni a las azaleas (Rhododendron spp.) ni a las fucsias (Fuchsia spp.). ¡°Lo que las mata en Madrid es el verano t¨®rrido y muy seco, y he liquidado unas cuantas azaleas por esa causa. Tampoco la fucsia se adapta a los inviernos o a los veranos madrile?os¡±.
Gilberto nos advierte tambi¨¦n de las causas perdidas, como en el caso de los geranios (Pelargonium spp.) y la mariposa del geranio (Cacyreus marshalli), su enemigo mortal, que los destruye en un abrir y cerrar de ojos. ¡°Con todo el dolor de mi coraz¨®n, no planto pelargonios, para no tratar con insecticidas constantemente¡±, atestigua Gilberto. As¨ª evitamos verlas sufrir, cuando somos conscientes del origen de su penuria, y sabemos que no podremos darles todo lo que necesitan para estar bien. Pero, en ocasiones, no damos con el motivo por el que no conseguimos cultivarlas adecuadamente.
A Nacho Ramos, bi¨®logo jardinero, le ocurre con los calanchoes peludos (Kalanchoe tomentosa): ¡°los compro y los tengo dentro de casa, y se me mueren; los tengo fuera, y se me mueren; los dejo abandonados, y se me mueren; los riego, y se me mueren¡ no lo consigo¡±. Esa tozudez de algunas plantas por irse lejos de nuestro lado es inquietante.
Otra planta que cultiva Nacho en su precioso vergel, cuidado con primor en la terraza, muestra unas hojas de color amarillo. Pero, esta vez, como un proceso natural de la estaci¨®n que avanza. ¡°Me encanta la oto?ada que tiene, lo he cultivado desde la semilla¡±, nos cuenta Nacho. Es un ¨¢rbol de las pagodas (Styphnolobium japonicum) que, en estos d¨ªas, observa el esqueleto del ¨²ltimo calanchoe muerto. Siempre habr¨¢ una planta que se nos resista, y siempre surgir¨¢n nuevos retos para aprender a cultivarlas. Por eso, no hay fracaso, solo aprendizaje. A pesar de todo, con su partida, las plantas nos ense?an a darles aquello que necesitan.
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