Cuatro horas de guerrilla ¡®intelectual¡¯ en el Ateneo: ¡°?Qu¨¦ bien se vive en una dictadura!¡±
El giro emprendido por la nueva direcci¨®n de la instituci¨®n cultural privada no es comprendido por algunos socios, que boicotean las iniciativas para renovarla y salvar las cuentas
No hay tiempo que perder. La junta ordinaria del Ateneo comienza puntual. Son las 19.30 del mi¨¦rcoles. M¨¢s de un centenar de socios se sienta en las butacas rojas del majestuoso sal¨®n de actos del siglo XIX. En el pleno hay caras nuevas, viejas, largas, algunas miradas inquisitivas y cierto hast¨ªo. La tensi¨®n se palpa en esta prestigiosa instituci¨®n bicentenaria. Lo que sigue a continuaci¨®n es el relato de una grabaci¨®n de casi cuatro horas a la que ha tenido acceso este diario. Comienza la sesi¨®n. De pronto, un se?or de unos 80 a?os se levanta del asiento muy decidido. Algunos socios miran al vecino de asiento. El se?or, de barba blanca perfilada y chinos beige, desfila por el pasillo de butacas directo a un atril negro ubicado a pocos metros del escenario. Conoce muy bien los entresijos de este templo privado de la cultura fundado all¨¢ por 1820:
¨DSolicito la palabra.
El nuevo presidente del Ateneo, el conocido experto en Ciencias Pol¨ªticas y Sociolog¨ªa Luis Arroyo, suspira. Est¨¢ sentado junto al resto de 11 miembros de la Junta de Gobierno. El se?or comienza su discurso sin mucho revuelo. ¡°Solicito la lectura de los documentos para modificar el acta¡±, comienza. ¡°?No se puede aprobar el acta as¨ª!¡±. El se?or es un socio veterano. No est¨¢ c¨®modo con la llegada de la nueva Junta de Gobierno, que preside esta instituci¨®n madrile?a desde hace seis meses, tras unas convulsas elecciones. Se siente ninguneado. Cree que la nuevos mandatarios no son integradores. Que no cumplen al dedillo con el reglamento hist¨®rico de la sala. Estalla:
¨D?Aqu¨ª las cosas se hacen por orden! ?Ya est¨¢ bien!
¨DAlfonso, me corresponde a m¨ª dirigir el orden de las reuniones¨D inquiere el presidente.
¨DNo discuta con los socios. ?Esa no es su obligaci¨®n! Si quiere discutir con los socios, p¨®ngase ah¨ª delante de todos.
¨DCuando termine le responder¨¦.
Un grupo de personas aplaude. El Ateneo vive en una crisis permanente desde hace a?os, seg¨²n confirman decenas de socios. La deuda asciende a 1,5 millones de euros por una subvenci¨®n del Ministerio de Cultura que no se justific¨® lo suficiente hace m¨¢s de una d¨¦cada. El caso, cuentan fuentes de la instituci¨®n, a¨²n est¨¢ en litigios judiciales. El templo cultural que un d¨ªa fue ilustre y por el que dieron c¨¢tedra reyes, presidentes de gobierno, artistas y pensadores como Einstein, Marie Curie, Ortega y Gasset o Teresa de Calcuta, ya no ocupa titulares en la prensa nacional, se ha ido apagando con el paso del tiempo.
La nueva Junta quiere impulsarlo de nuevo. Sin embargo, ahora las reuniones mensuales se ralentizan durante horas por la actitud de un grupo de socios que no comprende el giro emprendido por estos miembros, conocidos como Grupo 1820 y en el que est¨¢n presentes: el prestigioso matem¨¢tico de la Universidad de Salamanca Jos¨¦ Pablo de Pedro, la emprendedora y consejera de Prisa (editor de este diario), Pepita Mar¨ªn, o la conocida bi¨®loga Isabel Patricia Fuentes. Este peri¨®dico ha contactado con varios de los 16 empleados que trabajan en el Ateneo. La mayor¨ªa se sorprenden con las juntas de ahora: ¡°Estos socios hacen la vida imposible. No aceptan el cambio de rumbo¡±.
La situaci¨®n ha llegado a tal punto, que desde hace muy pocas semanas algunos martes de cada mes se realizan conciertos de jazz con velas. La empresa privada que gestiona estas sesiones musicales abona 30.000 euros al Ateneo por el alquiler de su gran sala. Un alivio econ¨®mico para las maltrechas cuentas de la instituci¨®n. El grupo de socios disconformes no tolera esta cesi¨®n, como tampoco que se permita la entrada de erasmus internacionales a la biblioteca. A su juicio, son intromisiones impropias de un templo de este calibre. En el primer concierto de jazz, recuerdan dos trabajadores, uno de los miembros d¨ªscolos se present¨® en la puerta del Ateneo y llam¨® a la polic¨ªa al ver cientos y cientos de velas como attrezzo sobre el sal¨®n de actos. Supuestamente tem¨ªa por un incendio. Los agentes acudieron de inmediato ante semejante llamada de alerta. Al abrir la puerta vieron que los candelabros eran de LED. ¡°?Esto no es normal, no? As¨ª no podemos seguir¡±, opina por tel¨¦fono uno de los socios nuevos.
Para ser miembro del Ateneo es necesario abonar 300 euros anuales y ser respaldado por la mayor¨ªa de miembros en las juntas. Hasta hace seis meses, seg¨²n relatan varios socios, acud¨ªan a las sesiones mensuales alrededor de 30 o 40 de los 2.000 que albergan. Ahora, con la llegada de la nueva directiva, se alcanza el centenar y algunos d¨ªas los 200 sobre un aforo de 233. ¡°El Ateneo ha cobrado vida¡±, coinciden. ¡°El Ateneo tambi¨¦n tiene que hablar de los vivos¡±, dijo el presidente en su ¨²ltima entrevista con este diario.
Ayudas p¨²blicas
La instituci¨®n solo recibe dos subvenciones p¨²blicas. Una del Ayuntamiento, que ronda los 200.000 euros, y otra de la Comunidad, de 150.000. La nueva junta ha logrado mantener esta ayuda regional para 2021, eliminada a principios de a?o. El nuevo presidente quiere impregnar un nuevo barniz m¨¢s propio de los nuevos tiempos. Un ba?o de imagen que los m¨¢s veteranos consideran intolerable. Uno de ellos afirma por tel¨¦fono que, m¨¢s all¨¢ de eso, la cuesti¨®n es que no se respetan las normas. ¡°Nos dicen que somos mayores. El Ateneo estuvo dirigido por gente joven, como Manuel Aza?a, pero esto, no. Hay cosas que se traen sabidas de casa. Quieren desplazarnos a los viejos para que nos muramos de una pu?etera vez. ?Esto no eses serio!¡±.
Afirma que la actual junta desprecia su trabajo. Que falsean y no publican las actas para los socios. Un miembro veterano, a trav¨¦s de un correo electr¨®nico, ha enviado a este diario 15 puntos que la junta supuestamente incumple. ¡°No conceden la palabra a los socios cr¨ªticos¡±. ¡°No han inaugurado el curso con una ponencia sobre temas cient¨ªficos, literarios o art¨ªsticos¡±. ¡°Las preguntas no se contestan en el acto¡±. ¡°Imponen la votaci¨®n como les da la gana¡±. En el v¨ªdeo del mi¨¦rcoles hablan los socios cr¨ªticos, las preguntas no se contestaron en el acto porque no eran del orden d¨ªa, seg¨²n el presidente, y las votaciones se produjeron a mano alzada con cuatro observadores, incluidos dos de los socios cr¨ªticos.
Las juntas, eso s¨ª, son un aut¨¦ntico espect¨¢culo, mas propias de una comedia teatral que de una instituci¨®n por la que pasaron todos los premios Nobel espa?oles, pol¨ªticos de la Segunda Rep¨²blica y diversos integrantes de la generaci¨®n del 98, del 14 y del 27. Eran las 20.00 y la sesi¨®n plenaria del mi¨¦rcoles todav¨ªa no hab¨ªa comenzado. Un se?or vocifera:
¨D?Esto no es una junta de accionistas!
Tras la intervenci¨®n del socio veterano, sube otro, de nombre Gaspar, con un par de folios y un chaleco marr¨®n. ¡°?A qu¨¦ est¨¢ guapo el Ateneo?, ?eh?¡±, r¨ªe. ¡°Es la primera vez en casi 100 a?os que no ten¨ªamos un presidente y una vicepresidenta j¨®venes y guapos. ?Estaba yo harto!¡±. Gaspar va con todo. Apunta con el dedo al presidente: ¡°?No eres un atene¨ªsta! ?No puedes abusar del nombre!¡± Los socios de ambos bandos se hartan y comienzan a discrepar a viva voz. Una se?ora interrumpe continuamente cualquier avance: ¡°?Qu¨¦ bien se vive en una dictadura!¡±. Gaspar, mientras tanto, contin¨²a: ¡°He trabajado en muchos bancos y s¨¦ c¨®mo se comportan. Esto es una junta de accionistas¡±. De pronto, coge un folio de la mano, supuestamente de la actual junta y dice: ¡°Aqu¨ª pone domicilio social, ?pero qu¨¦ co?o domicilio social en el Ateneo! ?Me estoy cabreando!¡±. El presidente activa el micr¨®fono:
¨DVaya terminando¡
La junta todav¨ªa no hab¨ªa empezado. Estos son, simplemente, los preliminares habituales. Gaspar tambi¨¦n se queja de que los folios del orden del d¨ªa no se imprimen. Est¨¢n en la nube de la web. ¡°A la nube va ir su padre¡±. Un grupo aplaude fuerte. El presidente se harta. No puede m¨¢s. Toma la palabra: ¡°Lo de Alfonso y Gaspar no ser¨ªa preocupante, pero esto es un mal que la instituci¨®n aqueja desde hace a?os. Se ha tomado la bronca. Esto es un mal para esta casa¡±. La bancada izquierda rompe en aplausos. ¡°Solo pido que respet¨¦is, como los dem¨¢s respetamos el uso de la palabra. Gaspar comienza a hacer aspavientos desde la butaca. ¡°La m¨²sica vuelve a sonar para p¨²blicos grandes¡±, contin¨²a el presidente. ¡°Estamos trayendo talleres. Tenemos un gerente nuevo¡±, insiste. Los d¨ªscolos, alrededor de 20 personas, dicen: ¡°?D¨®nde est¨¢ ese gerente?¡± ¡°Que venga¡±. ¡°Basta ya¡±. Un hombre grita a viva voz:
¨D??chalos ya!
¡°Termino¡±, dice el presidente. Pide un voto de concordia a los veteranos y a los nuevos. ¡°No permitamos que el ego¨ªsmo y la estupidez reinen en esta casa. Basta ya de obstrucciones y filibusterismos. Quienes destruyeron el prestigito del Ateneo no pueden ganar. No nos cansemos. Es insufrible aguantar la estupidez. Esta casa merece el esfuerzo. Vengamos a votar, como estamos haciendo. Participemos. No nos cansemos y ganar¨¢ la bondad y la inteligencia¡±. La junta comienza.
El orden del d¨ªa tiene nueve asuntos. Se logran aprobar las sesiones anteriores y la entrada de nuevos socios con momentos delirantes, como la visi¨®n de miembros d¨ªscolos caminando por los pasillos y grabando con el m¨®vil todo lo que sucede alrededor. Una se?ora, incluso, se sube al escenario y arranca de cuajo el micr¨®fono al presidente. ¡°?No se puede!, ?No nos dejan hablar!¡±, vocifera. La paciencia de la nueva junta se hace infinita. Los socios nuevos se marchan conforme pasan las horas. No est¨¢n acostumbrados a semejante espect¨¢culo. Los miembros molestos piden la palabra continuamente. Interrumpen cualquier avance. La junta del mi¨¦rcoles se alarga durante horas.
A las 23.00 suena un timbre de alarma en el edificio. Es la se?al de que los trabajadores del Ateneo han terminado su jornada. La sesi¨®n concluye diez minutos despu¨¦s. ¡°Eso hoy, pero hay d¨ªas que han salido de madrugada¡±, cuenta una socia veterana. A esa hora, un miembro de la nueva junta directiva responde por WhatsApp sobre c¨®mo ha ido la sesi¨®n: ¡°El Ateneo merece la pena¡. a pesar de las penurias. Es un s¨ªmbolo y un motor de principios maravillosos. Y persistiremos¡±.
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