Gila, Broncano y tus vecinos madrile?os
La ciudad se empieza a reencontrar con las carcajadas y con su humor m¨¢s ¨¢cido con las butacas llenas
Y, de repente, nos re¨ªmos. A carcajadas. Sin butacas intermedias vac¨ªas. Eso s¨ª, todav¨ªa con mascarilla. Pero volvemos a sonre¨ªr y dar palmadas. Nos hac¨ªa falta ya el humor, que llevamos mucho pasado. Aunque sea un rato de noche fr¨ªa de noviembre, pero al calor del tel¨®n rojo del Nuevo Teatro Alcal¨¢. El motivo: los veinte a?os de la muerte de Gila. Pero como dice la funci¨®n todav¨ªa hoy en d¨ªa ¡®Todo es Gila¡¯.
La vida vuelve alrededor de un tel¨¦fono fijo, exotismo para la generaci¨®n Z. Sobre el escenario en la calle de Jorge Juan aparecen los disc¨ªpulos del maestro, criados entre locales de monologuistas con ofertas en cerveza, Youtube, teatros de s¨®tano, podcasts y plat¨®s adictos a Instagram. Ahora a honrar a Gila, ese ni?o ¡°n¨®mada¡± en Madrid, como ¨¦l mismo dec¨ªa, que se mov¨ªa entre Chamber¨ª, Chamart¨ªn o Canillejas. Aquel joven del n¨²mero 84 de la calle Zurbano que har¨ªa luego re¨ªr a toda Espa?a.
Por all¨ª anda David Broncano inspir¨¢ndose en las porter¨ªas de Gila. Que Madrid tiene ahora mucha guasa, siempre ¨¢cida y puntiaguda de capital. El esp¨ªritu de Gila est¨¢ asimismo en Pantomima Full, Dani Rovira, Carlina Iglesias, Victoria Mart¨ªn, Arturo Valls y Juan Carlos Ortega. Tambi¨¦n se sube Ignatius Farray. Confesiones de columna: el canario fue vecino al otro lado de la calle durante unos a?os en Malasa?a. A la misma altura, pero n¨²mero impar.
El tema vecinal de Madrid siempre es fascinante, sobre todo cuando llega el buen tiempo y se abren las ventanas en las min¨²sculas v¨ªas de los barrios del centro. Uno se puede aprender de memoria los mon¨®logos que ensayan a escasos metros y los otros se empapan de tu vida al tel¨¦fono. Con una obsesi¨®n. ?Se han dado cuenta de c¨®mo entra en las otras casas el ruido de los platos chocando en el fregadero? Pongan el o¨ªdo en la sobremesa en Lavapi¨¦s o en La Latina.
Las historias de vecinos siempre cotizan al alza en las cenas. Las hay de todo tipo, de ligues en la escalera a espionajes por la mirilla para evitar el ataque de quien ha sufrido la derrama pasando hasta por sospechas de que el apartamento vac¨ªo de al lado es un piso franco de la CIA. El otro d¨ªa ganaba una que contaba una pareja reci¨¦n mudada a Chueca. Comparten rellano con un famoso cantante (no se dan nombres, secretos de comunidad).
Todo era perfecto hasta la maldici¨®n del kilovatio hora. El vecino ha decidido programar la lavadora en mitad de la madrugada para ahorrar un poco y el artefacto est¨¢ en la pared que da a su mism¨ªsimo cabecero. Lo que tiene la factura de la luz. Ya lo dir¨ªa Gila al tel¨¦fono: ¡°?Es el enemigo? Que se ponga¡±. Habr¨¢ que re¨ªrse un rato, incluso a carcajadas. Es bueno para la salud. Pero no hagan mucho ruido, por si molestan en el sal¨®n contiguo.
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