¡®This is a column¡¯
La intervenci¨®n de Toni Cant¨® es necesaria: en Madrid ya no se abre una panader¨ªa, se abre una ¡®bakery¡¯
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And¨¢bamos buscando una ocupaci¨®n para Toni Cant¨® en su herc¨²lea misi¨®n de promocionar el espa?ol en la ¨²nica capital de Europa donde se habla espa?ol, y desde aqu¨ª, con toda la modestia y con todo el af¨¢n constructivo, nos permitimos elevar una sugerencia que tal vez a algunos les suene inoportuna, pero que no deja de tener su importancia: si Cant¨® conserva todav¨ªa alg¨²n hueco en esa agenda suya que se presume tan apretada, no estar¨ªa de m¨¢s una intervenci¨®n en defensa de las panader¨ªas.
?Qu¨¦ tiene que ver el pan con la promoci¨®n del espa?ol? Mucho m¨¢s de lo que parece en el caso de nuestra capital. No es que aqu¨ª falten dispensadores del alimento b¨¢sico, cualquiera tiene varios a pocos centenares de metros de casa. Lo que ocurre es que se ha puesto en riesgo de desaparici¨®n la tan espa?ola palabra panader¨ªa. Las evidencias emp¨ªricas se acumulan desde hace tiempo. En Madrid ya no se abre una panader¨ªa, se abre una bakery.
Las razones me resultan del todo insondables. Es cierto que Madrid se ha convertido en una ciudad gozosamente multicultural y multiling¨¹¨ªstica. Un peque?o paseo por el centro te sirve para o¨ªr no s¨¦ cu¨¢ntas lenguas, algunas incluso dif¨ªciles de identificar. Lo de las bakery, por tanto, podr¨ªa ser un gesto hospitalario para con nuestros visitantes y residentes internacionales. El argumento no me acaba de convencer porque lo l¨®gico es que entre el peque?o vocabulario de emergencia que uno recolecta cuando acude a un pa¨ªs con una lengua que no conoce figure una palabra tan b¨¢sica como pan. Y, adem¨¢s, al viajar al extranjero es habitual que se busque en primer lugar lo aut¨®ctono, y en Par¨ªs, por ejemplo, prefiramos el aroma local de una boulangerie a la impersonal universalidad de una bakery.
El uso de una palabra de otro idioma en el r¨®tulo de un establecimiento puede funcionar como reclamo si lo que all¨ª se ofrecen son productos del pa¨ªs donde se habla esa lengua. Que un restaurante italiano pregone su cucina es tan comprensible como que los locales de comida espa?ola en el extranjero introduzcan en su denominaci¨®n el inevitable t¨¦rmino tapas. Pero eso a¨²n hace m¨¢s hondo el misterio que supone para m¨ª la proliferaci¨®n de bakery en Madrid. Tal vez es que me flaquee la memoria y que yo sea gallego ¡ªlos gallegos adolecemos de cierto supremacismo gastron¨®mico¡ª pero, por mucho que rebusco en mis recuerdos alimenticios de tierras anglosajonas, no encuentro nada que se asemeje a lo que en mi pueblo llamamos pan.
Desgranadas y descartadas todas esas razones, solo me queda concluir que la invasi¨®n de las bakery en la ciudad es algo parecido a lo de ese antiguo gur¨² de La Moncloa ca¨ªdo en desgracia que en una reciente entrevista televisiva completaba sus frases con la locuci¨®n ¡°in my opinion¡±. Seguramente ¨¦l se sent¨ªa muy cosmopolita hablando as¨ª. A los que somos de pueblo nos suena m¨¢s a cosmopaletismo.
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