M¨¢s de cien entrevistas con pandilleros: ¡°Sus valores se basan en la supervivencia, viven en ¡®Juego de Tronos¡±
Simon Harding es crimin¨®logo y el director del Centro Nacional de Investigaci¨®n sobre Bandas de Reino Unido, donde las autoridades tratan de atajar los ataques con cuchillo de estos grupos violentos
Un viernes por la tarde de finales de enero en la bulliciosa calle de Oxford Street, la Gran V¨ªa londinense. No es el escenario en el que uno pensar¨ªa para un crimen. Pero a los pandilleros eso les da igual. Dos adolescentes son acuchillados en unos grandes almacenes. La descripci¨®n de este ataque es muy similar al que se vivi¨® en Madrid el primer fin de semana de febrero, cuando un chico de 15 a?os muri¨® a machetazos en plena calle Atocha rodeado de gente. Simon Harding (Escocia, 61 a?os) conoce muy bien la mente de estos j¨®venes, a los que no les importa embarcarse en una guerra a veces letal con tal de defender su reputaci¨®n y su territorio. Es crimin¨®logo y director del Centro Nacional de Investigaci¨®n sobre Bandas de Reino Unido, creado en 2019 en la West London University para analizar este fen¨®meno violento. Compara ambos homicidios y detecta sin dudarlo las semejanzas. ¡°S¨ª tienen valores, pero no los que maneja la sociedad, son valores de supervivencia, viven en Juego de Tronos¡±, afirma sobre los pandilleros.
En la serie de HBO, nadie puede confiar en nadie, los personajes luchan de forma despiadada por su honor, por el poder y por dominar territorios que creen que les pertenecen y por los que est¨¢n dispuestos a matar. La comparaci¨®n se ajusta mucho a la din¨¢mica de las bandas urbanas. Reino Unido lleva una d¨¦cada tratando de lidiar con las alarmantes agresiones que protagonizan estas pandillas con cuchillos. En el caso de Madrid, los pandilleros suman los machetes a su arsenal de armas fetiche. Harding puntualiza que el fen¨®meno es global: ¡°Las bandas se alimentan de la pobreza, de las privaciones. Esto es as¨ª en Londres, Manchester, Madrid, Barcelona, Chicago o R¨ªo de Janeiro. La austeridad significa que no hay inversiones en los j¨®venes, as¨ª que eligen unirse a las bandas que les dan el respeto, el honor y el estatus que no encuentran en un futuro sin oportunidades¡±.
Lo que m¨¢s asusta es que v¨ªctimas y agresores cada vez son m¨¢s j¨®venes: ¡°Hablamos a veces de chicos de 13 o 14 a?os¡±. Es la misma preocupaci¨®n que expres¨® despu¨¦s de aquel fin de semana tr¨¢gico la delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes Gonz¨¢lez.
Habla con tanta asertividad porque lleva a?os escuchando a miembros de estas bandas. Harding se ha sentado a hablar con m¨¢s de un centenar. Es muy dif¨ªcil acceder a ellos y que conf¨ªen en un acad¨¦mico pero, cuando lo ha logrado, ha encontrado que estos chicos tienen algo que decir, que tienen sus motivos para tomar este camino equivocado. ¡°Casi todos cuentan que es imposible para ellos conseguir un trabajo porque vienen de un entorno de pobreza y por el racismo, as¨ª que lo ¨²nico que acaba resultando atractivo para ellos es la banda¡±, asegura.
Sus palabras se corresponden con los datos objetivos. La mayor¨ªa de los miembros de estos grupos en Madrid proviene de las zonas con menos renta: del barrio San Crist¨®bal de los ?ngeles de Villaverde o de los distritos de Usera o Ciudad Lineal. Estos pandilleros no viven aislados del mundo, comparten el barrio y el colegio con decenas de adolescentes que no pertenecen a esas bolsas de pobreza: ¡°Los j¨®venes de clase media tambi¨¦n sienten esa fascinaci¨®n, el mundo g¨¢nster que ven en pel¨ªculas y en redes les parece muy guay. Y, adem¨¢s, para ellos es un modo de rebeld¨ªa contra el sistema, contra la polic¨ªa¡±.
Como experto en la materia, las autoridades p¨²blicas de su pa¨ªs solicitan su asesoramiento. A veces lo escuchan, otras no. ¡°Si no hacen inversiones para reducir la desigualdad, no hay mucho que hacer¡±, lamenta. El centro que dirige sostiene que se est¨¢n usando herramientas del siglo XX para combatir un problema del XXI. ¡°El mundo que conocimos nosotros de adolescentes no es el de estos j¨®venes. El suyo es mucho m¨¢s amenazador y lleno de violencia, no solo en las calles, tambi¨¦n en lo que les llega por redes¡±, se?ala.
Hace cuatro a?os, Reino Unido anunci¨® el inicio de una nueva estrategia contra la violencia de las bandas, con un enfoque policial, que no ha logrado reducir los ¨ªndices de violencia de estos grupos juveniles. Las medidas parecen no funcionar. Seg¨²n un informe del Parlamento brit¨¢nico, entre marzo de 2020 y el mismo mes de 2021 se registraron 41.000 delitos con armas blancas, un 27% m¨¢s que hace 10 a?os, cuando salt¨® la alarma por estos ataques. De los casi 19.000 casos que llegaron a juicio, el 19% involucr¨® a menores. Para Harding, el enfoque es equivocado: ¡°Estamos tratando de arreglar algo que ya est¨¢ roto, cuando hay que poner el foco en la prevenci¨®n¡±.
El a?o pasado, el Gobierno conservador de Boris Johnson aprob¨® unas restrictivas medidas que daban a la polic¨ªa la potestad de imponer toques de queda a aquellos que portaran cuchillos. ¡°Es absurdo¡±, opina Harding sin contemplaciones. ¡°Hace 20 a?os ten¨ªas que estar f¨ªsicamente en una zona, en Lavapi¨¦s o donde sea, para pertenecer a una banda, ahora te basta con estar en redes sociales para pertenecer a ella¡±, sentencia. El profesor habla con tanta exactitud de Madrid porque fue uno de esos extranjeros que vivi¨® con emoci¨®n La Movida y a¨²n chapurrea palabras en espa?ol.
El fen¨®meno de las pandillas une ahora a la ciudad de los excesos y la libertad que ¨¦l recuerda y a Londres, a la que se mud¨® cuando acab¨® la carrera y donde vio por primera vez los enfrentamientos entre grupos rivales. ¡°Es normal que estas pandillas existan en las grandes ciudades, donde hay una mayor desigualdad¡±, reconoce.
El territorio ya no es solo el barrio, tambi¨¦n es Instagram y Tik Tok. Basta con poner un par de hashtags (etiquetas) en estas redes para ser testigo de c¨®mo la batalla entre bandas rivales se extiende a las redes sociales con impunidad. Tambi¨¦n son un arma importante para la polic¨ªa a la hora de identificar a los miembros de las pandillas y las conexiones entre ellos. Pertenecen a la generaci¨®n que expone cada uno de sus pasos a ojos de todos. Estas publicaciones son las que aumentan la paranoia de los pandilleros, o de aquellos que est¨¢n a un paso de serlo.
Una de las preguntas que Harding hace a los j¨®venes a los que entrevista es que por qu¨¦ van siempre armados. Y la respuesta es que ¡°las redes hacen que aumente el sentimiento de estos chicos de que algo va a ocurrir en cualquier momento, as¨ª que es mejor estar preparado¡±.
Harding habla de una narrativa que contribuye a fortalecer la ¡°cultura del cuchillo¡± y habla de la ¡°mitolog¨ªa¡± que existe en torno a llevarlo. ¡°Estos j¨®venes piensan que todo el mundo los lleva encima¡±, apunta. Esto es lo que aumenta el riesgo de que haya muertos y heridos. Como ha descrito muchas veces la polic¨ªa, los miembros de las bandas frecuentan los mismos parques, bares o incluso van al mismo instituto. Si llevan un arma encima y, adem¨¢s, hay alcohol de por medio, se juntan todos los ingredientes para un desenlace fatal.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.