Las hojas fenestradas de la costilla de Ad¨¢n
La ¡®monstera¡¯ es la reina casi indiscutible entre las plantas de interior, a juzgar por el gran n¨²mero de apariciones en fotos de las redes sociales
Hay una reina casi indiscutible entre las plantas de interior, a juzgar por el gran n¨²mero de apariciones en fotos de las redes sociales. Puede que no encontremos a una sola persona amante de las plantas caseras que no haya deseado poseer una costilla de Ad¨¢n (Monstera deliciosa). Muchas de ellas, cuando la consiguen, han de dejar retratado ese momento en sus perfiles virtuales, para perpetuar el embrujo que esta especie nos produce. De origen tropical, ocupa las selvas h¨²medas del sur de M¨¦xico y de Guatemala, vegetando a altitudes en torno a los 1.000 metros. Lo curioso es su h¨¢bito de crecimiento, al tratarse de una planta trepadora que puede ascender por troncos y ramas de los ¨¢rboles, para alcanzar los 20 metros de longitud sin mayor problema.
Para conseguirlo, emite unas ra¨ªces a¨¦reas muy potentes y largas, que ayudan a la planta a fijarse a su soporte. Estas ra¨ªces han asustado a m¨¢s de una persona incauta en su casa, cuando un buen d¨ªa se dan cuenta de su elongaci¨®n exacerbada, de su crecimiento impasible a la b¨²squeda de un lugar donde amarrarse. Lo m¨¢s sensato en estos casos es ayudar a la ra¨ªz a hincarse en el sustrato de la maceta, o mejor a¨²n, procurarle un tutor de musgo para que se sujete a ¨¦l.
La interiorista y paisajista Christophe Gillain luce fotos de impresionantes monsteras en su cuenta de Truequedeplantas en Instagram, acompa?adas de otras especies: ¡°Lo que la hace muy diferente es la fenestraci¨®n de sus hojas, que le confieren much¨ªsima personalidad¡±. Esos agujeros que menciona Gillain es su caracter¨ªstica m¨¢s llamativa, junto al gran tama?o que adquieren las hojas adultas de la planta con unas buenas condiciones de cultivo, que llegan a tener casi un metro de largo.
Para Mari Carmen Quintana, el encanto de la planta proviene de ¡°la variedad de formas que tienen sus hojas¡±, ya que cada una muestra un patr¨®n distinto, en especial en su etapa juvenil. Es entonces cuando muchas de sus hojas j¨®venes exhiben solo unos pocos agujeros, o incluso ninguno. Ver c¨®mo nace y se desenrolla una nueva hoja guarda para nosotros una belleza un tanto misteriosa y arcaica, al igual que observar el extra?o fen¨®meno de la gutaci¨®n. Por este, las hojas gotean agua por sus bordes. No es algo tan habitual, pero que s¨ª se produce a veces en aquellas m¨¢s j¨®venes y en condiciones de riegos m¨¢s intensos. Y ese riego es con el que tenemos que tener cuidado, como nos asegura de nuevo Gillain: ¡°Ser¨ªa uno de los consejos que dar¨ªa para mantener esta planta, el dejar secar el sustrato, al menos su capa superficial, antes de volver a regar¡±.
Un exceso de agua es quiz¨¢s lo que m¨¢s teme esta especie, que por otro lado es extremadamente resistente y perfecta para principiantes, como recomienda Teresa Pe?a, responsable de Viveros Pe?a. ¡°Se ha convertido en una planta de colecci¨®n, y cada vez m¨¢s gente quiere cultivarla en casa¡±. Resiste bien en zonas con luminosidad baja, sin llegar, eso s¨ª, a vivir en la penumbra, que la debilitar¨ªa en exceso.
Una se?al de que estamos cuid¨¢ndola de forma correcta ser¨ªa el color de sus hojas, de un verde profundo, y que la planta sea capaz de crear nuevas hojas de un tama?o igual o superior al de las hojas m¨¢s viejas, nunca inferior. Por su gran masa, y por su tasa de crecimiento relativamente r¨¢pido, podemos imaginar que le gusta contar con un abono org¨¢nico a su disposici¨®n en el sustrato. ¡°Es una especie que combina muy bien con otras¡±, contin¨²a Gillain. ¡°Y que puede ocupar mucho espacio en la casa¡±.
Por ser tan agradecida, no ha sido raro encontrarla en cultivo desde siempre, ajena al ¨¦xito de estos ¨²ltimos a?os, fiel compa?era de portales y escaleras, de salones y de estancias de todo tipo. De hecho, Pe?a rememora una an¨¦cdota llena de ternura en una de esas habitaciones: ¡°En Berzocana, en la provincia de C¨¢ceres, viv¨ªa la abuela de mi marido, Natalia. En su casa estaba el tel¨¦fono p¨²blico del pueblo, al que todo el mundo acud¨ªa. En la peque?a salita blanca hab¨ªa tan solo una silla y tambi¨¦n una costilla de Ad¨¢n, que trepaba por una esquina y cubr¨ªa todo el techo del cuarto. La luz entraba ¨²nicamente por el cristal de la puerta de madera. La t¨ªa Natalia, como era conocida, contabilizaba los pasos que hab¨ªa marcado el tel¨¦fono al t¨¦rmino de la llamada, y la persona pagaba entonces la tarifa¡±. Esa monstera sab¨ªa de todas las alegr¨ªas y penas, deseos y sucesos del pueblo. Sus ra¨ªces beb¨ªan de la risa y del llanto. Cada nueva hoja que formaba llevaba inserta la savia de las palabras, la esperanza del reencuentro, el siseo de los secretos.
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