La lucha contra la droga en Lavapi¨¦s: 14 narcopisos desmantelados y una ¡°ventana¡± de ayuda a pie de calle
La acci¨®n policial en este c¨¦ntrico barrio de Madrid va acompa?ada de un intervenci¨®n social con hasta 10 mediadores que van en busca de los toxic¨®manos
Medianoche de un martes de julio. Una mujer de mediana edad muy deteriorada busca un recoveco de la plaza Nelson Mandela, en el barrio madrile?o de Lavapi¨¦s, que a estas horas est¨¢ llena de gente que busca escapar del calor veraniego. Cuando lo ha encontrado, da unas caladas a su pipa. Lo que fuma es la conocida como coca base, una sustancia muy barata y que deteriora r¨¢pidamente al consumidor. Escenas como esta son las que comenzaron a impactar a los vecinos poco despu¨¦s del fin de las restricciones por la pandemia. Para evitar que Lavapi¨¦s se convierta en un basti¨®n de la droga, la batalla se juega en distintos niveles. Mientras que la acci¨®n de la Polic¨ªa Nacional ha conseguido el desmantelamiento de 14 narcopisos en el primer semestre del a?o, los vecinos trabajan con un servicio de mediaci¨®n municipal que trata de acercarse a los consumidores de sustancias.
¡°Es un hecho objetivo que hay m¨¢s consumo en la calle, y por eso nos estamos centrando en estar presentes las plazas¡±, afirma Julio Marcos, inspector jefe de la comisar¨ªa del distrito Centro. Tambi¨¦n en los pisos en los que se venden estupefacientes. Los vecinos son unos centinelas perfectos para detectar nuevos puntos de distribuci¨®n, adem¨¢s de las propias investigaciones policiales. ¡°El contacto con la polic¨ªa es casi diario, si vemos algo raro, avisamos r¨¢pidamente y se nota que la presi¨®n sobre estos pisos es importante¡±, confirma Manuel Osuna, portavoz de la asociaci¨®n vecinal La Corrala.
No hay una explicaci¨®n clara sobre el aumento de consumo en las calles. Osuna lo achaca al desmantelamiento de los puntos de venta en la Ca?ada Real. Pero los responsables policiales no han detectado este traspaso ni tampoco han identificado clanes que dominen el mercado en Lavapi¨¦s. ¡°Es casi todo menudeo. Hemos salido de una ¨¦poca valle y ahora vemos un crecimiento en la v¨ªa p¨²blica, pero no hay una causa concreta¡±, apunta el inspector jefe Marcos.
Aunque pueda parecer sencillo desmantelar uno de los llamados narcopisos, no lo es tanto. Es necesario reunir pruebas suficientes para justificar la entrada a una casa y el asunto se complica si no existe una denuncia por parte del propietario de la vivienda. Uno de los estandartes de la preocupaci¨®n vecinal es el edificio conocido como La Quimera, donde se calcula que vive un centenar de personas. Es un inmenso inmueble que en el pasado ya estuvo ocupado por personas que llevaban a cabo actividades sociales y culturales, que lo abandonaron con la pandemia. Desde uno de sus balcones lleg¨® a leerse el preg¨®n de las fiestas del barrio en 2016. Hoy, muchos de los residentes son simplemente personas sin hogar, pero tambi¨¦n se sospecha que es un foco de menudeo de drogas. Lo cierto es que en sus alrededores es donde los residentes en la zona han detectado m¨¢s consumidores. Algunos de los vecinos los fotograf¨ªa mientras preparan las dosis y lo suben a las redes a modo de denuncia. ¡°Claro que nos preocupa la situaci¨®n y vemos m¨¢s consumidores, pero esto no se arregla montando jaleo, sino trabajando todos juntos¡±, comenta Osuna.
Una de las estrategias por las que se ha optado para combatir esta lacra ha sido la de salir a la calle a por los ciudadanos con adicciones. A trav¨¦s de la Direcci¨®n General de Adicciones de Madrid Salud, un organismo aut¨®nomo encargado de la salud p¨²blica en la capital, y en coordinaci¨®n con asociaciones vecinales, se impuls¨® un programa de mediaci¨®n comunitaria que se implant¨® en Lavapi¨¦s en 2019. Un local a pie de calle abri¨® sus puertas no solo para recibir a los ciudadanos con problemas de adicciones, sino tambi¨¦n para salir a por ellos. Se trata de un programa hecho a medida para cada barrio, que anteriormente se hab¨ªa puesto en marcha en San Blas y que ya funciona en Villa de Vallecas, Latina y pr¨®ximamente en Villaverde. El que se ubica en Lavapi¨¦s cuenta con diez trabajadores entre los que se incluyen dos mediadores culturales, uno para la cultura ¨¢rabe y otro para la subsahariana. Est¨¢ abierto de lunes a domingo y en estos momentos atiende a 150 usuarios.
Paloma Bravo y Omar Cosana son empleados de este servicio. Aunque la coca base es el que m¨¢s preocupa a los vecinos porque es el que m¨¢s deterioro causa en el consumidor, los trabajadores de este servicio aseguran que no es la droga mayoritaria. ¡°El consumo m¨¢s habitual entre j¨®venes de 18 a 25 a?os es la marihuana y las benzodiacepinas, mientras que entre los mayores es el alcohol y algo de coca¨ªna y hero¨ªna¡±, especifica Bravo. Madrid Salud trata actualmente a unas 2.000 personas con metadona en la capital y registra 150 nuevos casos cada a?o, una cifra que desciende en cada estad¨ªstica, seg¨²n detallan. Mientras que con los usuarios m¨¢s j¨®venes se centran en actividades de ocio y de ayuda con la burocracia para poder acceder a oportunidades laborales y de vivienda, con los mayores, con un consumo mucho m¨¢s prolongado, el objetivo es la mejora de las condiciones de vida. ¡°No te imaginas lo importante que es para ellos tener un referente de confianza. Es que se sorprenden de que te aprendas su nombre, porque no es algo que les pase normalmente¡±, incide Cosana.
Despu¨¦s de cuatro a?os de actividad, son muchos los usuarios que se acercan por su propio pie o que llevan a otros con problemas de adicci¨®n al local, pero sus trabajadores tambi¨¦n realizan rutas para acercarse a otros nuevos. ¡°Muchos de ellos son personas sin hogar, chicos que han vivido hasta los 18 en centros de menores y cuando cumplen la mayor¨ªa de edad se quedan desprotegidos y sin recursos¡±, comenta Bravo. Este servicio es una ¡°ventana, un paso intermedio¡±, como definen ellos mismos, entre la calle y los recursos de la red municipal, como los servicios sociales o los centros de tratamiento de adicciones. ¡°Tambi¨¦n trabajamos con vecinos y comerciantes para tratar de reducir el estigma de las personas adictas e intentamos reducir la percepci¨®n del miedo¡±, indica Maite Abad, coordinadora del programa.
¡°Nosotros apostamos mucho por este plan¡±, apunta el l¨ªder vecinal Osuna, ¡°no vamos a acabar con la droga, pero al menos tenemos que intentar que el problema no vaya a m¨¢s¡±. Osuna puntualiza que desde su asociaci¨®n han tratado en el pasado de poner en marcha cursos de fomento del trabajo para personas vulnerables, pero muchas veces se topaban con el problema de que carec¨ªan de permiso de trabajo. Unos problemas burocr¨¢ticos a los que este servicio de mediaci¨®n trata de poner fin. ¡°La adicci¨®n normalmente es la punta del iceberg de un problema general de vulnerabilidad¡±, asegura Beatriz Mes¨ªas, subdirectora general de Adicciones de Madrid Salud, del que depende este programa. Trabajan con lo que denominan el esquema ¡°protag¨®nico¡±. ¡°En los 80 y 90 se pon¨ªa el foco en el tipo de droga que se consum¨ªa, eso hace mucho que qued¨® atr¨¢s y ahora apostamos por centrarnos en que la persona sea la que protagonice su proceso de recuperaci¨®n¡±, puntualiza Mes¨ªas.
Mat¨ªas Fuentes es el intendente de la Polic¨ªa Municipal en el distrito Centro. Como alguien que vivi¨® la ¨¦poca de la hero¨ªna en Madrid como patrullero entre finales de los 80 y principios de los 90 puede asegurar con conocimiento de causa que ¡°no es ni de lejos la misma situaci¨®n¡±, pero tambi¨¦n admite que el consumo en las calles del barrio es m¨¢s visible que en a?os anteriores. ¡°Lo que podemos hacer es establecer un dispositivo 24 horas que garantice la seguridad y eso es lo que hicimos desde finales de mayo¡±, explica. En efecto, el trasiego de patrullas tanto de la Polic¨ªa Nacional como de la Municipal es constante en las calles y plazas del barrio: ¡°Estoy convencido de que entre todos conseguiremos que este no sea un basti¨®n de la droga¡±.
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