As¨ª se vivi¨® la Nochevieja en la Puerta del Sol en el primer a?o sin restricciones, pero con obras: ¡°Que nada nos separe¡±
Es la primera nochevieja sin restricciones por la covid-19 desde hace dos a?os, aunque el aforo en la plaza ha vuelto a estar limitado: 7.500 personas, medio millar m¨¢s que el a?o pasado y un 60% menos de asistentes que antes de la pandemia
¡°Mucha suerte¡±. ¡°Que este sea igual de bueno¡±. ¡°Salud¡±. ¡°Te quiero¡±. ¡°Ha merecido la pena¡±. ¡°Dame un beso¡±. ¡°Feliz a?o nuevo¡±. Miles de personas, lloraban, saltaban o brindaban esta noche en la Puerta del Sol para darle la bienvenida a 2023. Es la primera nochevieja sin restricciones por la covid-19 desde hace dos a?os, aunque el aforo en la plaza ha vuelto a estar limitado: 7.500 personas, medio millar m¨¢s que el a?o pasado y un 60% menos de asistentes que antes de la pandemia, cuando se llegaban a congregar hasta 20.000 personas en la plaza. El motivo han sido las obras que el Ayuntamiento est¨¢ realizando en el recinto, donde algunas zonas estaban valladas por la reforma. ¡°La superficie no es la misma que cuando las obras concluyan¡±, aclar¨® la portavoz del Gobierno municipal y delegada de Seguridad y Emergencias, Inmaculada Sanz, esta semana. Pero eso no ha impedido que grupos de amigos, familias, parejas y desconocidos de distintos puntos de Espa?a y del mundo se abrazaran despu¨¦s de las doce campanadas.
Poco antes de la cuenta atr¨¢s casi todos ten¨ªan las uvas listas. Algunos repasaban la lecci¨®n con familia y amigos: ¡°Primero baja la bola [por el carrill¨®n], luego los cuartos y ya despu¨¦s empieza lo bueno¡±. Hay quienes han compartido el momento por videollamada con los que tienen lejos. Y otros han recordado a sus seres queridos con amuletos o pancartas, como Luc¨ªa Cabeza, de 20 a?os, y su hermana mayor, de 23. Han viajado desde Toledo con un cartel blanco bajo el brazo: ¡°Para mi madre, que est¨¢ en el hospital trabajando¡±. Es auxiliar de enfermer¨ªa y sus hijas quer¨ªan que formara parte de la noche. ¡°Esperamos que una c¨¢mara nos enfoque y salga. O al menos esto¡±, dice mientras se?ala un globo de helio con forma de cohete. ¡°Es para luego, para felicitar el a?o¡±, a?ade Rosana Rodr¨ªguez, amiga de las hermanas. Han esperado hora y media para entrar en la plaza y tienen un prop¨®sito claro para 2023: ¡°Que nada nos separe¡±.
Espumillones, pelucas, guirnaldas de todos los colores, arbolitos de navidad pegados a la cabeza, pancartas de cart¨®n con ¡°2023¡å escrito a rotulador, sombreros con forma de reno y hasta disfraces de pulpo de color morado. Todos quer¨ªan llevar algo especial para celebrar el nuevo a?o. El hijo de Teresa Rubio ha escogido una bufanda de Gryffindor y un collar de espumill¨®n dorado. Su hija una diadema con dos relojes. Ella lleva una bolsa con el resto de ¡°pijadas¡± dentro: ¡°Era el sue?o de mi hermana venir, desde hace a?os, y este por fin se cumple¡±. La familia ha llegado esta ma?ana a Madrid desde Granada. ¡°Siempre diciendo ¡®venga, vamos¡¯ y hace tres d¨ªas, de locura, lo decidimos¡±, cuenta la mujer, de 59 a?os.
Otros llegaban con las manos vac¨ªas, pero muy ilusionados por contar las doce campanadas juntos, como Eira Colmenares y su pareja. ¡°?l vive en Londres y yo en M¨¦xico. Vamos y venimos para vernos¡±, explica. No es su primera vez en Madrid, pero s¨ª su primera nochevieja. Se han olvidado las uvas, aunque no mes importa, y hecho varias fotos con el ic¨®nico cartel de T¨ªo Pepe. Las miradas de muchos de los presentes se dirigen constantemente al edificio, y quienes est¨¢n debajo gritan cada pocos minutos. Un ni?o con un gorro de cumplea?os da la pista a los que no saben qu¨¦ pasa: ¡°?Es Ibai! ?Es ¨¦l! No me lo creo¡±. Habla de Ibai Llanos, el famoso streamer vasco que ha retransmitido las campanadas en la plataforma Twitch con Anne Igartiburu y Ram¨®n Garc¨ªa. ¡°Vamos, vamos m¨¢s cerca. Por si se asoma de nuevo¡±, insiste el ni?o a su madre.
Los primeros en entrar a las diez y cuarto corr¨ªan para conseguir el mejor sitio. Parte de la explanada frente a la Real Casa de Correos estaba ocupada por una excavadora y materiales de construcci¨®n, y hab¨ªa algunos puntos desde los que no se ve¨ªa bien la fachada. ¡°Reanudamos las obras despu¨¦s de reyes¡±, indicaban varios carteles. Javier Arcil y su familia han tenido suerte, vista completa del reloj y sentados en un banco justo en mitad de la plaza. Han venido de Alicante y eran los segundos en la cola de la calle de Alcal¨¢, uno de los cuatro puntos de acceso. ¡°Hemos corrido porque no vaya a ser que entremos los primeros y encima nos quedemos en un mal hueco¡±, ha dicho nada m¨¢s sentarse junto a su hijo. La espera ha merecido la pena, pero se ha hecho larga, al menos para el ni?o: ¡°Fatal, quince minutos se sent¨ªan como una hora¡±.
¡°Beben y beben y vuelven a beber. ?Vamos!¡±, cantaban en la calle Mayor una hora antes de que dejaran entrar a quienes llevaban horas esperando. Desde la cl¨¢sica Un a?o m¨¢s de Mecano a los ¨¦xitos de 2023, como Qu¨¦date de Quevedo o Despech¨¢ de Rosal¨ªa, cualquier canci¨®n serv¨ªa para que el ¨¢nimo en la cola no decayera. Miguel Lozano, su mujer y su hija se han plantado en la calle del Arenal a las seis menos cuarto de la tarde, cuatro horas y media antes de que abrieran los accesos. ¡°Estuvimos hasta en las pre¨²vas [que se celebran a modo de ensayo el d¨ªa 30] y venimos a darlo todo¡±, cuenta mientras se?ala la corbata de papel plateada que lleva al cuello, un gran gorro dorado y varias estrellitas que tiene pegadas por la cara. Son de Tarragona y han decidido viajar a Madrid porque estaban hartos ¡°de ver siempre la nochevieja de Sol por la tele¡±. Una vez dentro, espera poder brindar con el cava que han tra¨ªdo en una botella de pl¨¢stico y pedir ¡°cosas buenas¡± para el a?o que entra. ¡°Que se acabe la guerra, por ejemplo¡±, dice.
A las nueve, una hora m¨¢s tarde que el a?o pasado, ya empezaban a desalojar la plaza, mientras la gente esperaba en las calles aleda?as, algunas hasta los topes. De camino a la calle de Postas iba Sonia Dom¨ªnguez, de 47 a?os, con sus dos hijos y su marido. Han llegado desde Australia, donde viven, y no ten¨ªan claro si arriesgarse a hacer la cola o ver la fiesta tranquilos desde el hotel. Iban vestidos para lo primero: un enorme gorro de mago plateado y una corona de luces de colores. ¡°Levamos tres a?os sin poder venir por la pandemia y quer¨ªamos ver a la familia ya. Hemos aprovechado¡±, dice ella.
Alrededor del recinto, de casi 10.000 metros cuadrados, se han distribuido 250 agentes de la Polic¨ªa Municipal, en coordinaci¨®n con la Polic¨ªa Nacional, para controlar los accesos. Los asistentes han tenido que pasar un doble filtro policial antes de conseguir llegar al kil¨®metro cero, a fin de evitar la entrada de elementos peligrosos, como botellas de cristal o bengalas. ¡°?Champ¨ªn [una bebida infantil que simula el champ¨¢n] me dejar¨¢n meter?¡±, preguntaba un hombre que llevaba una c¨¢mara al hombro, para grabar toda su noche en directo y retransmitirlo por YouTube. Los efectivos de Protecci¨®n Civil han estado a cargo del conteo del aforo, y han utilizado drones para grabar la plaza desde lo alto y asegurarse de que no se superaba el l¨ªmite.
Esta noche, en cuanto ha sonado la duod¨¦cima campanada, los fuegos artificiales han invadido el cielo. M¨®viles en mano, los asistentes grababan y gritaban ¡°?oh!¡± con cada nuevo fogonazo. El espect¨¢culo pirot¨¦cnico ha durado apenas cuatro minutos y para las doce y media la mayor¨ªa de personas han abandonado la plaza, aunque el desalojo estaba previsto a partir de la una. Las banderas de Espa?a y de la Comunidad de Madrid se han proyectado una ¨²ltima vez sobre la facha de la Real Casa de Correos. Y los m¨¢s rezagados silbaban y se reun¨ªan en corro para decidir qu¨¦ ven¨ªa despu¨¦s: fiesta o a casa. En el suelo los restos de una celebraci¨®n breve e intensa. Botellas, bolsas y vasos de pl¨¢stico, serpentinas y uvas espachurradas.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.