Dentro de la casa del matrimonio acusado de maltratar a ocho hijos: suciedad extrema y golpes de madrugada
Las pesquisas indican que el padre, que ya fue denunciado con anterioridad, manten¨ªa sometida a la familia, incluida a la madre. El despacho impoluto del hombre contrasta con el resto de la vivienda
Un minib¨²s aparca frente a un adosado del municipio madrile?o de Colmenar Viejo. La casa es f¨¢cil de reconocer porque un frondoso ¨¢rbol con flores rosas cubre parte de la fachada. Es mi¨¦rcoles, 29 de marzo y apenas faltan unos d¨ªas para el inicio de las vacaciones de Semana Santa. Ocho ni?os de entre 4 y 14 a?os van subiendo al veh¨ªculo. Los m¨¢s peque?os est¨¢n emocionados por la nueva experiencia, es la primera vez que van a subirse con sus hermanos a un autob¨²s as¨ª. Se lo toman como una especie de excursi¨®n y algunos se ponen a cantar. Sus padres, sin embargo, toman otro camino diferente. Acaban de ser detenidos por el ¡°maltrato¡± y ¡°abandono¡±, en palabras de la Guardia Civil, de su numerosa descendencia. Los vecinos de esta anodina urbanizaci¨®n de un pueblo en la periferia de la capital miran asombrados unos d¨ªas despu¨¦s la vivienda, sin poder creerse a¨²n que ese m¨¦dico de 45 a?os y su mujer, de 44, hayan sido acusados de ¡°arrinconar¡± y ¡°dejar a la intemperie y malnutridos¡± a sus hijos.
Unos d¨ªas antes de la escena de los c¨¢nticos en el autob¨²s, el entorno de una de las hijas de m¨¢s edad hab¨ªa puesto en conocimiento de la Guardia Civil que algo no iba bien en esa casa. El relato era coherente y adem¨¢s los agentes comprobaron que ya exist¨ªa una denuncia previa contra el padre de esta familia numerosa, que en su d¨ªa no sigui¨® adelante. No se sabe si no se hallaron pruebas para continuar con la investigaci¨®n o si finalmente se retir¨®. En los d¨ªas sucesivos, todo se desarroll¨® muy r¨¢pido. Los investigadores y la Fiscal¨ªa cre¨ªan contar con pruebas suficientes que demostraban las condiciones de abandono y violencia en la que viv¨ªan los ocho menores. Pero nunca se imaginaron lo que hallaron una vez que la titular del Juzgado de Instrucci¨®n de n¨²mero 1 dio permiso para la entrada y registro del adosado.
¡°Hab¨ªa una suciedad extrema, especialmente en la cocina y uno de los ba?os, todo tirado por todas partes, y los ni?os estaban muy desali?ados¡±, describe una fuente cercana al caso. El desorden reinaba en toda la vivienda, salvo en un punto muy concreto, el despacho del padre de familia, m¨¦dico en el hospital Gregorio Mara?¨®n, en Madrid. ¡°Estaba impoluto, totalmente limpio. Un contraste tremendo con el resto de la casa¡±, recalca esta misma fuente. El adosado cuenta con dos zonas exteriores, una a la entrada y otra en la parte trasera. En la primera, todav¨ªa hay una gran cantidad de ropa, sobre todo de ni?o, colgada de dos tendederos y tambi¨¦n metida en bolsas. En el patio trasero, varias bicis y patinetes, cascos, cochecitos y una canasta. Entre todos los juguetes, asoma un cart¨®n de leche. De puertas para afuera, un caos que no extra?a en una casa en la que viven ocho menores de 14 a?os. El alcance de lo que suced¨ªa dentro solo se ha conocido ahora.
¡°La polic¨ªa ha venido varias veces por la noche por los ruidos, gritos y golpes que se o¨ªan. Somos varios los vecinos que hemos llamado. Pero simplemente ven¨ªan y les dec¨ªan que no hiciesen ruido. Me s¨¦ los nombres de todos los ni?os de tanto que se los hemos o¨ªdo gritar. Tambi¨¦n ve¨ªamos a ni?os muy peque?os asomados a la ventana con medio cuerpo fuera y se quedaban jugando en el patio a veces de madrugada¡±, reconoce un residente en la zona. ¡°Me sorprende lo que han encontrado dentro, pero no que hayan encontrado algo¡±, a?ade. Desde ese 29 de marzo, el barullo ha dado paso a un silencio sepulcral y las persianas se mantienen completamente bajadas. ¡°Casi nunca las he visto subidas, esa es la verdad¡±, completa este vecino.
Cuando se llevaron a los peque?os a un centro tutelado por la Comunidad de Madrid, los primeros d¨ªas se mostraron reticentes a hablar. Pero poco a poco se fueron abriendo y poniendo un relato a los d¨ªas entre la inmundicia que retrataron las c¨¢maras de la Guardia Civil en esa vivienda. ¡°Han explicado que cuando el padre se enfadaba, los met¨ªa a todos en una especie de semis¨®tano y all¨ª permanec¨ªan horas en las que las mayores ejerc¨ªan de madres de los peque?os¡±, explica una fuente de la investigaci¨®n. Las pesquisas indican hasta este momento que era el padre el que manten¨ªa sometida a la familia y que la mujer actuaba bajo sus ¨®rdenes. A petici¨®n de la Fiscal¨ªa, el juez ha impuesto una orden de alejamiento de los progenitores con respecto a los ni?os, pero tambi¨¦n del padre hacia la madre, al considerar que ella es v¨ªctima de malos tratos. La pareja tiene otra hija mayor de edad que ya no viv¨ªa en la casa familiar.
A muchos de los vecinos este caso los ha pillado disfrutando de sus vacaciones de Semana Santa, pero los que quedan en la zona miran, algunos con m¨¢s y otros con menos disimulo, la casa del ¡°vecino m¨¦dico con muchos ni?os¡±. A ¨¦l casi nunca lo ve¨ªan, cuentan la mayor¨ªa. Casi todos describen a la madre sola con la multitud de ni?os camino al colegio, a pocos minutos de la casa, o al gimnasio para que acudieran a clases de nataci¨®n. En estos trayectos, las mayores ayudaban con los peque?os. Uno de los residentes recuerda que la primera vez que los vio por la calle y se present¨® como nuevo vecino, ella se mostr¨® a la defensiva, pensando que le estaba hablando para quejarse de los ruidos de su casa. Esos son los pocos detalles que los inquilinos de estas filas de adosados, sin espacios comunitarios y con patios interiores separados por verjas, pueden dar. La mayor¨ªa no sab¨ªa siquiera sus nombres.
En la casa, los agentes se toparon con otra sorpresa. El hombre almacenaba centenares de productos sanitarios como gasas, guantes, mascarillas, batas y ropa de quir¨®fano. Cuando los guardias civiles le interrogaron al respecto, no dio ninguna explicaci¨®n coherente, as¨ª que se sospecha que los sustrajo del centro en el que ejerce y en el que ha seguido trabajando tras su detenci¨®n y posterior puesta en libertad. Adem¨¢s del hospital p¨²blico en el que trabaja haciendo guardias, tambi¨¦n se ha desempe?ado en consultas privadas de, al menos, dos empresas. Fuentes cercanas a su entorno recalcan que siempre se lamentaba de que no llegaba a fin de mes ¡°con un solo sueldo y tantos hijos¡±. Los investigadores tambi¨¦n constataron que los ni?os faltaban a menudo a clase con los justificantes m¨¦dicos que exped¨ªa el padre, apunta la Guardia Civil.
Ambos progenitores fueron puestos en libertad al considerar que no exist¨ªa riesgo de fuga, de seguir haciendo da?o a sus hijos ni de eliminaci¨®n de pruebas. Los ni?os permanecer¨¢n bajo la guarda de la Comunidad de Madrid de forma provisional, hasta que se juzgue a los progenitores. Sobre la mesa, quedan muchos interrogantes y reflexiones sobre una situaci¨®n que durante a?os se ha mantenido oculta tras las persianas bajadas y las puertas cerradas.
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