?Estamos a Rolex o estamos a pisos?
Hay gente que entra en Idealista todos los d¨ªas en busca de un piso de 40 metros cuadrados y gente que entra en Subdial 50 para ver c¨®mo fluct¨²a el precio de los Rolex
El otro d¨ªa me enter¨¦ de que un se?or muy rico posee un apartamento frente al madrile?o parque del Retiro exclusivamente destinado a almacenar su colecci¨®n de Rolex nuevos y vintage. Ese mismo d¨ªa me enter¨¦ tambi¨¦n de que hay un modelo de Rolex, el GMT, cuyas variantes se conocen como Pepsi, Coke y Sprite (esta ¨²ltima a veces tambi¨¦n llamada Starbucks) porque su caracter¨ªstica principal es que la corona que rodea a la esfera es de dos colores. La del Pepsi es roja y azul; la del Coke, negra y roja; la del Sprite, verde y negra.
Estos c¨®digos jocosos los usan a veces quienes se pueden permitir pujar por estas chucher¨ªas, aunque sobre todo los emplean los que simplemente observan subir y bajar las cotizaciones en un mercado con un indicador propio. Lo que oye: de la misma forma que existen el Dow Jones o el Ibex 35, hay un Subdial 50 donde se puede consultar la fluctuaci¨®n de los precios de los cron¨®grafos porque desde hace ya unos a?os un Rolex de segunda mano puede valer en el mercado mucho m¨¢s que uno nuevo.
La paradoja aqu¨ª es que una inmensa mayor¨ªa de los ¡°expertos¡± en horolog¨ªa, es decir, personas (normalmente se?ores) que pueden distinguir un calendario perpetuo de uno anual tienen que conformarse con presumir de erudici¨®n porque jam¨¢s podr¨¢n llevar uno de esos relojes en sus mu?ecas, ni nuevo ni viejo. Miran el Subdial 50 con la ilusi¨®n rid¨ªcula de los que aspiran no solo a ser ricos sino a parecerlo.
Yo no me meto cada ma?ana en Subdial 50 para comprobar c¨®mo fluct¨²an los precios de los relojes, pero admito que no hay un solo d¨ªa que no entre en Idealista atra¨ªda por las alertas que tengo activadas en las dos zonas de Madrid que me interesan. Vivo de alquiler y me atormenta la idea de que cualquier d¨ªa me van a echar de casa as¨ª que, como tengo una cierta edad, digo: a ver qu¨¦ podr¨ªa comprar si llegado el caso tuviese que.
No se crean que me centro en zonas residenciales lujosas con piscinas de ensue?o, eh. Hablo de distritos donde todav¨ªa hay pisos disponibles por menos de 200.000 euros, es decir, zonas donde en los a?os cincuenta, sesenta y setenta constructores muy espabilados, de esos de relojazo y puro en ristre que Forges dibujaba gordos, con gafas oscuras y bigotillo fascista, elevaron colonias de infraviviendas para que los obreros las comprasen en c¨®modos plazos sin pensar que alg¨²n d¨ªa, despu¨¦s de dejarse el lomo en el tajo durante a?os, necesitar¨ªan ponerles ascensor. Esos obreros no sab¨ªan tampoco que aquellas colmenas infames se acabar¨ªan convirtiendo en un verdadero patrimonio millonario. Iron¨ªas de la vida, este mercado de segunda mano, igual que el de los pelucos, est¨¢ alcanzando precios absurdos.
Algunos d¨ªas entro en Idealista desde la redacci¨®n y mis compa?eros, cuando pasan por delante de mi pantalla, me preguntan qu¨¦ hago. ¡°Nada, aqu¨ª mirando pisos, a ver qu¨¦ hay¡±. Me encanta hacer creer con esa respuesta que estoy pensando en serio en comprar, es decir, hacer creer -a ellos y a m¨ª- que despu¨¦s de 25 a?os de trabajo he conseguido ahorrar para una entrada. No solo eso, a veces intuyo que piensan que si miro en barrios obreros ser¨¢ porque estoy pensando en ¡°invertir¡±. Me entra una risa p¨ªcara as¨ª por dentro porque ahora mismo no s¨¦ cu¨¢l es la diferencia entre los imb¨¦ciles que se dan tono hablando de un Rolex Sprite y yo.
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