Tonto el que lo lea
Las palabras nos bombardean, constantemente leemos de manera involuntaria; pero cuando no podemos hacerlo, echamos de menos esa informaci¨®n que adquirimos aunque no queramos
Alimentaci¨®n. Metro a 300 metros. Se alquila plaza de garaje. No apoyarse en la barandilla. Compramos libros de texto. Publicidad. Hasta la victoria siempre - Bukaneros. MuyMona fruter¨ªa.
Nos pasamos el d¨ªa leyendo. No nos damos cuenta, pero lo hacemos, lectura involuntaria. Las palabras nos bombardean en la calle, en las pantallas, en las paredes, sobre mostradores, en el bote de gel con el que uno se ducha por la ma?ana, en los ascensores, en camisetas, en vallas publicitarias, en la piel tatuada... Somos m¨¢s conscientes si no podemos leer que cuando lo hacemos de manera inconsciente. El cerebro est¨¢ preparado para juntar letras e interpretarlas, generalizo porque la alfabetizaci¨®n en Espa?a es casi completa, los datos de la encuesta de poblaci¨®n activa de 2023 indican que solo hay un 1,3% de analfabetos.
Oficina disponible. ?Qu¨¦ tal has dormido hoy? Dentista. Pago en efectivo. Vinos, quesos, jamones. Proyecto de rehabilitaci¨®n integral. Los caseros nos roban el sueldo. 24 horas. Mundo de caprichos.
Quienes somos curiosos y ansiamos cualquier tipo de informaci¨®n echamos de menos esa lectura involuntaria cuando no se puede hacer. Llegas a un pa¨ªs donde no conoces el idioma y est¨¢s perdido, y no me refiero a lugares como aeropuertos, transporte p¨²blico, monumentos o espacios m¨¢s o menos tur¨ªsticos donde hay indicaciones en ingl¨¦s o se?al¨¦tica con s¨ªmbolos universales. Me refiero a perderte los matices, los usos y costumbres y toda la informaci¨®n que nos dan las palabras sin que la busquemos, solo con mirar. Uno entra a un portal y en un vistazo ya se hace un dibujo mental de c¨®mo fue la ¨²ltima reuni¨®n de la comunidad si en la pared hay un folio firmado por ¡°La administraci¨®n¡± en el que se ruega a los vecinos de los pisos superiores que no echen restos de ceniza ni de basura por los balcones. Imperceptible si estuviera escrito en un idioma que no se conoce. Tampoco es lo mismo que una ¨®ptica se llame Veo veo o Multi¨®pticas; ni que a la entrada de una pizzer¨ªa ponga Domino¡¯s o Casa Marco. Y as¨ª no se pasea igual sabiendo que Unter den Linden, una de las calles principales de Berl¨ªn, significa bajo los tilos. Se observan los ¨¢rboles de otra manera ¨Dconociendo lo que son¨D y se encuentra sentido a las r¨¢fagas de buen olor que llegan a las neuronas olfativas.
Se alquila plaza de garaje. Tesorer¨ªa General de la Seguridad Social. Compro metales. Pago m¨¢s que nadie. Plaza de Mariano de Cavia. Forever Young. Venta directa. Fabricaci¨®n propia. Consigue tu abono.
Toda esta informaci¨®n llega al cerebro mec¨¢nicamente, sin cribar, y cada vez es m¨¢s numerosa. Pero no es un fen¨®meno nuevo, bien lo saben los publicistas. ?Cu¨¢l ser¨ªa la manera de protegerse de ella? ?Vivir con los ojos cerrados? Con los ojos, los o¨ªdos y el resto de los sentidos cerrados deben de vivir los que se niegan a comprender las quejas de quienes no ven representado el colectivo LGTBI en el cartel del Orgullo madrile?o. Se podr¨ªa empapelar la ciudad entera con miles de p¨®steres, que si no sabes espa?ol y entiendes la palabra ¡®orgullo¡¯, el cartel falla en su intenci¨®n de comunicar la fiesta, la inclusi¨®n y la reivindicaci¨®n. O no yerra y el objetivo era comunicar, pero poquito. No s¨¦, quiz¨¢ alguno de los s¨ªmbolos universales como el arco¨ªris, o las siglas servir¨ªan para identificar a quien celebra, lucha y reclama. Y si desconoces las reivindicaciones, abre los ojos, los o¨ªdos y todos los sentidos, observa y acompa?a, ponte al lado de quien ha sufrido o sufre discriminaci¨®n e incomprensi¨®n. Lo contrario es perpetuar el da?o.
Normas de uso. Deja uno, ll¨¦vate otro. Solo turismos. Si el dinero no importa, ?qu¨¦ te gustar¨ªa ser? Acceso por ascensor. Sof¨¢s. Y cada d¨ªa al salir del portal, aunque no se quiera leer, un cartel que dice: ¡°Cerrar bien la puerta¡±, nada de Exit. As¨ª, una sale a sus lecturas involuntarias con los ojos sangrando por ese infinitivo en vez del imperativo: cerrad.
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