Las colas del hambre en San Sebasti¨¢n: ¡°Aqu¨ª recibo la ayuda que no tuve en mi pa¨ªs¡±
Decenas de personas acuden a diario a los locales de asociaciones para recoger un lote de alimentos porque no tienen recursos para llegar a fin de mes
Lo que m¨¢s se escucha este mi¨¦rcoles por la tarde en el local de la asociaci¨®n Esperanza Latina de San Sebasti¨¢n es ¡°gracias¡±. Dan las gracias todos y cada uno de los que acuden a recibir un paquete de alimentos para subsistir. ¡°Gracias¡± con una sonrisa; ¡°gracias¡± agachando ligeramente la cabeza; ¡°gracias¡± cruzando los brazos en el pecho. Una larga fila de personas espera turno para recoger un lote de comida a base de leche, pasta, legumbres, algunas verduras, fruta, arroz¡ Es el sustento semanal de varias decenas de familias sin recursos, la mayor¨ªa extranjeros. Cony Platero, de 46 a?os, huy¨® de El Salvador en octubre de 2021 por miedo a caer secuestrada por las maras: ¡°Espa?a nos ha acogido con los brazos abiertos y si no es por esta ayuda no podr¨ªa llegar a fin de mes¡±.
Mientras todos los focos est¨¢n puestos estos d¨ªas en el brillo que desprenden las estrellas del Festival Internacional de Cine de San Sebasti¨¢n, a poca distancia del lujoso hotel Mar¨ªa Cristina y del Kursaal, los voluntarios de Esperanza Latina se afanan repartiendo comida a cerca de 100 familias. As¨ª todos los meses. La mayor¨ªa son latinoamericanos y magreb¨ªes, aunque tambi¨¦n familias nacidas en Euskadi. El caso de Cony es similar al de muchos extranjeros que residen en la capital guipuzcoana sin permiso de trabajo y viven con bienes p¨ªrricos que obtienen realizando labores por horas que casi nadie quiere. Cony estaba a falta de aprobar dos asignaturas para lograr la licenciatura en Trabajo Social, pero decidi¨® ¡°escapar¡± de su pa¨ªs al verse ¡°vulnerable¡± tras divorciarse: ¡°Quer¨ªan secuestrarme y decid¨ª salir de El Salvador porque la polic¨ªa tampoco me quiso ayudar. Aqu¨ª he encontrado la ayuda que no me daban en mi pa¨ªs¡±.
¡°Ahorita solo tengo para pagarme la habitaci¨®n donde vivo. Trabajo unas horas, lo justo para pagarme el celular y el transporte. Esta asociaci¨®n me ayuda a conseguir los alimentos que no puedo comprar¡±, afirma la salvadore?a mientras ayuda a otros beneficiarios a cargar en un carro el pack de comida.
Mar¨ªa Auxiliadora vive con su pareja y tres hijos con enfermedades graves en Renter¨ªa. Acude cada 15 d¨ªas a la asociaci¨®n Adra de Intxaurrondo (San Sebasti¨¢n) porque su salario (1.037 euros mensuales), el ¨²nico que entra en casa, no da para llenar la cesta de la compra. La subida de precios est¨¢ haciendo mella en la econom¨ªa dom¨¦stica de esta familia oriunda de Nicaragua. ¡°Pasamos muchas dificultades. No ten¨ªamos aceite, arroz o leche para todo el mes. Por eso decid¨ª pedir ayuda a Adra. Lo pas¨¢bamos muy mal. Con lo que yo ganaba, solo me daba para comprar un poco de pollo y recargar la tarjeta de transporte¡±, afirma.
La familia de Mar¨ªa Auxiliadora lleva tres a?os yendo al centro de reparto de comida. Ahora ha encontrado un trabajo mejor en una empresa de limpieza, pero a¨²n as¨ª, no le alcanza para sostener econ¨®micamente a los suyos. Como agradecimiento a la ayuda que recibe, suele ayudar como voluntaria a la ONG Adra en el reparto de comida. Su marido est¨¢ desempleado, tiene dos hijas gemelas de 17 a?os, una con sordera y otra con discapacidad intelectual y ataques de epilepsia. El hijo menor, de seis a?os, padece acondroplasia y necesita una atenci¨®n continua. ¡°No me importa decir que hago fila para pedir alimentos. De esta forma, con el dinero que gano puedo pagar lo fundamental, el alquiler del piso y hacer frente a los gastos del instituto de mis hijas¡±.
Los testimonios de Cony y Mar¨ªa Auxiliadora se repiten en los centros de entrega de comida, adonde van normalmente con cita previa. Son asociaciones que acuden al Banco de Alimentos de Gipuzkoa para retirar las provisiones que despu¨¦s ofrecen en sus locales a las familias necesitadas. Es el caso de Driss, un marroqu¨ª de 34 a?os, padre de dos hijos, que no tienen trabajo, o de Diego, un peruano de 33 a?os, buzo profesional, que tambi¨¦n est¨¢ tratando de lograr un permiso de trabajo para salir de la situaci¨®n en la que vive.
El s¨¢bado se apagar¨¢n las luces del Zinemaldia, ya no quedar¨¢n en San Sebasti¨¢n figuras del celuloide. Al d¨ªa siguiente, como todos los domingos a las 7.00, los miembros de la asociaci¨®n Adra, asegura su responsable, I?aki Arbiza, recorrer¨¢n las calles de esta ciudad para ofrecer el desayuno (un caf¨¦ y un kit b¨¢sico de comida), a las personas sin techo que duermen en la calle.
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