Alquilar es tirar el dinero. La idea empez¨® a ser repetida a principios de la d¨¦cada de 2000 hasta convertirse en una verdad absoluta. En una especie de locura, decenas de miles de espa?oles se lo creyeron. ¡°?Para qu¨¦ vas a pagar a un casero cuando por el mismo precio pagas una hipoteca?¡±, dec¨ªan los padres a los hijos. ¡°En el peor de los casos, y si te quedas sin trabajo, vendes y algo habr¨¢s ganado por el camino. Los precios de las casas no bajan nunca¡±.
Era la ¨¦poca del llamado milagro econ¨®mico espa?ol: tipos de inter¨¦s muy bajos tras la entrada en el euro, desregulaci¨®n del mercado hipotecario, la ley del suelo. El vecino vend¨ªa la casa por 120.000 euros m¨¢s de lo que hab¨ªa pagado y ocupaba una nueva, m¨¢s grande y m¨¢s cara, y volv¨ªa a hipotecarse. Si el vecino pod¨ªa, uno tambi¨¦n. Desde el ciudadano de a pie al economista, se lanzaban a comprar pisos y a firmar hipotecas, a veces sin leer los contratos, con la certeza de que se trataba de un negocio seguro. Como si les fuera la vida en ello. Y en cierto modo les iba. Poseer una casa era s¨ªmbolo de estabilidad. El sue?o de una vida sin riesgos.
La burbuja estalla en 2008. Decenas de miles de personas se quedan sin trabajo, no pueden pagar la hipoteca y acaban en la calle. Engullidas por el sistema. Sin casa y con cuantiosas deudas. Cinco a?os despu¨¦s, ni siquiera se conoce la magnitud del trauma. A¨²n no hay datos definitivos sobre el n¨²mero de desahucios. Las cifras m¨¢s fiables, las del Colegio de Registradores, hablan de 30.034 en el 2012. Un desahucio cada 15 minutos.
Esta es la historia de c¨®mo un pa¨ªs dej¨® a decenas de miles de ciudadanos en la calle.
Cuando la burbuja estall¨®, en 2008, ni los m¨¢s pesimistas hab¨ªan imaginado el escenario en el que Espa?a se encuentra ahora: recesi¨®n, recortes, m¨¢s de seis millones de parados y una deuda en los hogares de m¨¢s de 820.000 millones
de euros
La notar¨ªa de Jos¨¦ Ignacio Navas se llenaba de gente desde primera hora de la ma?ana. Si llegaba pasadas las 9.00, ni siquiera le daba tiempo a llegar al despacho. Dejaba la cartera en la recepci¨®n y comenzaba a atender a los clientes que se agolpaban en el pasillo. Eran parejas j¨®venes, trabajadores sin muchos ahorros pero con un salario fijo. Ven¨ªan acompa?ados de sus familias, padres, abuelos y hermanos, cualquiera que pudiera avalar la compra de la preciada vivienda.
As¨ª era la vida a finales de los 90 en esta notar¨ªa del municipio madrile?o de Fuenlabrada, y as¨ª continu¨® durante buena parte de los a?os 2000. Los clientes entraban sin nada y se iban con una casa y una deuda de m¨¢s de 30 a?os. La habitaci¨®n tiene unos enormes ventanales desde los que se divisa una silueta reconocible en muchos otros municipios de Madrid: edificios de ladrillo visto, toldos verdes, plazas de granito sin muchos ¨¢rboles y urbanizaciones a las que se accede tras pasar por decenas de rotondas. Esos lugares, a veces demasiado impersonales, eran hasta hace poco el sue?o de miles de espa?oles.
La firma de una hipoteca en una notar¨ªa es un acto de cierta tensi¨®n. Navas procuraba romper un poco el hielo con alg¨²n comentario y luego trataba de ser did¨¢ctico. No le¨ªa el contrato, prefer¨ªa explicarlo. Les miraba a los ojos y trataba de poner a sus clientes en lo peor. ¡°Podr¨ªas quedarte sin trabajo. Le pasa a cualquiera¡±, les dec¨ªa. ¡°?Y qu¨¦ haces entonces?¡±. Navas les aconsejaba que informaran cuanto antes a los fiadores, normalmente los padres. El banco no sol¨ªa avisar cuando el deudor empezaba a ser moroso, y los tr¨¢mites de embargo se iniciaban r¨¢pidamente. Pod¨ªan quedarse sin casa ellos y sus padres.
Les aconsejaba tambi¨¦n que, si aquello llegaba a ocurrir, era mejor malvender la casa. "Antes de que os ejecuten", les dec¨ªa yo. ¡°Si no malvendes se va a quedar el banco con el 50% del valor de la casa y vas a deber dinero. Y eso supone la muerte civil porque nadie te va a querer dar un cr¨¦dito, ni un tel¨¦fono, ni vas a poder abrir una cuenta...¡±.
Era tremendo.
A veces ven¨ªan los padres
de la novia, los del novio, los
abuelos... 20 o 30 personas
para avalar la casa Recuerda el notario Navas en su despacho
Los consejos no serv¨ªan de mucho. Era como preguntar
en una boda si alguien tiene algo en contra del enlace
Para entonces ya hab¨ªa demasiados acuerdos previos. No se iban a romper porque un notario manifestara sus dudas. Y eso que Navas era una excepci¨®n. Muchos compradores recuerdan que su notario jam¨¢s les advirti¨® de nada. Otros incluso toleraban las ilegalidades que se comet¨ªan en su notar¨ªa. No hace falta poner ejemplos con nombres y apellidos; era una pr¨¢ctica habitual que en un momento de la transacci¨®n, los notarios se ausentaran durante unos minutos y que los compradores dieran en un sobre con dinero en negro parte del precio del piso. Navas censura esas pr¨¢cticas e insiste en las advertencias que hac¨ªa a los compradores. ¡°Sinceramente, creo que yo s¨ª lo hac¨ªa. Pero la gente solo dec¨ªa gracias. Es usted muy simp¨¢tico. Y firmaban. Es normal¡±, dice Navas. ¡°Ya estaba todo hecho. Su sue?o de una casa, al alcance de una firma¡±.
?Qu¨¦ pas¨® para que millones de personas pensaran que no estaban arriesg¨¢ndose demasiado al endeudarse de por vida? ?Para que no pensaran en lo que pod¨ªa pasar si se quedaban sin trabajo? ?Por qu¨¦ se firmaban documentos sin ni siquiera entender lo que estos dec¨ªan?
Muchos expertos han situado en 1997 el comienzo de la ecuaci¨®n que acab¨® por convertir Espa?a en un pa¨ªs de propietarios. Y no parece que sea as¨ª. Hoy todav¨ªa se repite como un mantra que el principio del desastre fue la Ley del Suelo del Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. El 14 de abril de ese a?o se aprueban una serie de medidas para liberalizar el suelo. Es caro y el Gobierno pretende incrementar la oferta simplificando los tr¨¢mites y acortando los plazos. Para conseguir que un terreno se convierta en urbanizable. Esas medidas se ampl¨ªan un a?o m¨¢s tarde con la nueva legislaci¨®n, la Ley de R¨¦gimen del suelo y valoraciones, vigente hasta 2007. La estricta regulaci¨®n anterior se hace m¨¢s sencilla y los tipos de suelo se reducen a tres: urbano, urbanizable y no urbanizable.
¡°El precio de la vivienda entre 2000 y 2006 se fij¨® en funci¨®n de la capacidad de pago de las familias dado el tipo de inter¨¦s, la extensi¨®n del cr¨¦dito hipotecario y la renta¡±, afirma el economista Jos¨¦ Garc¨ªa Montalvo, de la Universidad Pompeu Fabra. ¡°No tiene sentido culpar a la ley del suelo. Un aumento de la oferta genera una bajada del precio, no una subida. Si subi¨® el precio del suelo fue por el alto precio de las viviendas que se iban a construir en ellas¡±.
La ley del suelo parece solo el terreno sobre el que germina la burbuja con un fertilizante desconocido hasta entonces: el euro. La implantaci¨®n de la nueva moneda com¨²n en Espa?a trajo consigo tambi¨¦n la llegada de unos tipos de inter¨¦s a la alemana, por debajo del 5%. El cr¨¦dito empez¨® a fluir y los bancos espa?oles vieron el negocio. Ya no hab¨ªa que acudir trajeado al banco para pedir dinero. El banco acud¨ªa a uno para convencerle de que lo mejor que se pod¨ªa hacer con los ahorros era comprarse una casa.
Aunque la ley del suelo no fuera determinante en la creaci¨®n de la burbuja, el Gobierno de Aznar s¨ª ayud¨® a crear la burbuja. En 1999 se eleva la deducci¨®n por compra de vivienda habitual. Los propietarios pueden desgravarse m¨¢s en la declaraci¨®n de la renta. La cantidad total se duplica y los espa?oles se desgravan ese a?o 3.488 millones de euros, duplicando as¨ª la cantidad del a?o anterior.
Hay liquidez y los bancos quieren prestar para ganar m¨¢s. El supercr¨¦dito vivienda, la hipoteca remunerada, la hipoteca abierta. Surgen multitud de productos que venden felicidad, bienestar y lujo para todos. ¡°El dinero nos hace libres, construye sue?os, te hace estar donde est¨¢ el dinero, te ayuda a ser lo que quieras ser, nos hace j¨®venes, guapos, el dinero no da la felicidad pero ayuda¡±. Eran los mensajes que lanzaba en un anuncio la caja de ahorros Caja Madrid. ¡°La aut¨¦ntica crisis fue del 97 al 2007, una crisis de valores, el inicio de la opulencia y de la tragedia de muchas familias¡±, comenta Navas.
Los bancos hicieron algo m¨¢s que dar pr¨¦stamos a familias. Se asociaron con los constructores y los promotores inmobiliarios y comenzaron a financiar la compra de suelo y la construcci¨®n de viviendas a gran escala. Cualquier sitio era bueno, daba lo mismo que fuese una promoci¨®n de viviendas en Madrid o una nueva ciudad de miles de viviendas en un erial cerca de Sese?a.
A principios de los 2000, la construcci¨®n supon¨ªa ya el 10% del PIB del pa¨ªs. La locomotora espa?ola era de ladrillo
Unos a?os antes, Esteban Callejo Castro hab¨ªa decidido dejar los estudios y empezar a trabajar en la construcci¨®n. Ten¨ªa entonces 17 a?os. Sus padres, amigos y la gente de su entorno le aconsejaron que siguiera estudiando pero Esteban estaba ya decidido a emplearse en la constructora de su t¨ªo como pe¨®n de alba?il. ¡°Mis padres me compraron los libros en un intento de quitarme la idea de la cabeza, pero les dije que solo iba a ser para pasearlos. Cuando eres joven eres inmaduro y no te gusta que nadie te ponga normas. Y un chaval joven se vuelve loco con cuatro perras¡±, comenta Esteban junto a su mujer.
Poner tejas de sol a sol era un trabajo duro, pero a los 17 a?os ten¨ªa su recompensa. Esteban se vio con dinero; fue el primero de sus amigos que se compr¨® una moto, el primero que se compr¨® el coche, y tambi¨¦n el primero que adquiri¨® una vivienda, en el a?o 2003. Hab¨ªa ascendido y llegado a ser oficial de segunda. Ganaba unos 1.500 euros. ¡°Viv¨ªamos muy bien¡±, dice su mujer, ¡°entonces parec¨ªa un trabajo seguro. Aunque a veces pens¨¢bamos que no era l¨®gico lo que pasaba. Las casas se vend¨ªan todas antes de estar construidas; 80 millones por un piso en cualquier zona. No pod¨ªa ser".
GARCIA CORDERO
TOLO RAMON
ULY MART?N
ULY MART?N
RICARDO GUTI?RREZ
JON NAZCA (REUTERS)
CARLES FRANCESC
TEJEDERAS
JULI?N ROJAS
LUIS SEVILLANO
RA?L CANCIO
CRIST?BAL MANUEL
MANOLO S. URBANO
JON NAZCA (REUTERS)
En esos a?os, empezaron a llegarle a Esteban las primeras propuestas para que dejara de ser alba?il y se convirtiera en empresario de la construcci¨®n. Esta vez fue mucho m¨¢s cauto y no acept¨®. ¡°No s¨¦ muy bien por qu¨¦. Estaba bien con mi trabajo, mis pagas extras y mis 30 d¨ªas de vacaciones. Pens¨¦ que meterme yo en los negocios solo iba a darme quebraderos de cabeza¡±, recuerda. Otros s¨ª lo hicieron.
Algunos compa?eros suyos se hicieron empresarios.
Les fue bien durante un tiempo. Se compraron chal¨¦s lujosos, cochazos. Hasta que la burbuja estall¨®. ¡°Esos fueron los primeros en perderlo todo, estaban entrampados¡±, dice Esteban.
Miriam y ¨¦l relatan lo duro que ha sido ir viendo c¨®mo todo se ven¨ªa abajo. Primero Esteban perdi¨® 200 euros en su salario, luego lleg¨® otra bajada, luego otra. En 2011, los jefes les reunieron para decirles una de esas frases que se han quedado en el archivo colectivo de la crisis: hay que hacer m¨¢s con menos. ¡°Hab¨ªa mucha competencia. Te dec¨ªan: tienes que terminar este tejado en un mes. Y si ven¨ªa otro y lo hac¨ªa en 23 d¨ªas te quitaba el trabajo¡±, recuerda.
¡°Hay que hacer m¨¢s con menos¡±
"Hab¨ªa mucha competencia.
Te dec¨ªan: tienes que terminar este tejado en un mes.
Y si ven¨ªa otro y lo hac¨ªa en 23 d¨ªas te quitaba el trabajo"
Esteban est¨¢ ahora en el paro. Tuvo que terminar los dos cursos que le faltaban, 3? y 4? de ESO acudiendo a un colegio por las noches. Este a?o estudia auxiliar de enfermer¨ªa. ¡°Me cuesta. No tengo el h¨¢bito y es duro. Tengo que pasar muchas horas estudiando¡±. Esteban no usa con demasiada frecuencia la palabra arrepentirse pero s¨ª reconoce que fue un error no hacer caso a sus padres y amigos: ¡°A veces hay que darse contra el muro para cambiar de camino¡±.
Aunque la mayor¨ªa de los bancos han abandonado Madrid y han instalado sus cuarteles generales en otros municipios, el Paseo de la Castellana sigue concentrando el poder econ¨®mico, la mayor parte de la actividad empresarial de la capital y a algunos actores de la burbuja inmobiliaria. All¨ª est¨¢, cerca de la plaza de Cuzco, la Asociaci¨®n Espa?ola de Promotoras Inmobiliarias. Y no muy lejos, el Ministerio de Econom¨ªa, regentado entonces por el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, cuyas ministras de vivienda se hab¨ªan sumado a los mensajes optimistas que promov¨ªan la compra de pisos. En algunos de esos rascacielos que emergen a lo largo de la calle, los tel¨¦fonos empezaron a sonar con m¨¢s frecuencia en alg¨²n momento de 2007. La mayor¨ªa para preguntar qu¨¦ estaba pasando.
Lo que estaba ocurriendo era que todo se estaba desmoronando. Varios expertos hab¨ªan avisado, pero las reacciones a sus consejos eran cortoplacistas y casi nadie quiso verlo. Espa?a jugaba a ese juego del globo que va hinch¨¢ndose mientras los jugadores se lo van pasando. Cada vez que alguien se pasaba el globo, ganaba m¨¢s dinero. Todo el mundo sab¨ªa que al final el globo acaba explotando, pero el globo no para de dar vueltas mientras se hincha y se hincha.
En uno de esos edificios de Castellana se encuentra el cuartel de la consultora inmobiliaria Savills. Sus trabajadores eran los especialistas del mercado de la venta y alquiler de inmuebles, oficinas y viviendas. Sus clientes eran empresarios que quer¨ªan asesoramiento para llevar a cabo operaciones. En una de las salas de reuniones de la compa?¨ªa, el consultor Nicol¨¢s Llari de Sangenis recuerda un art¨ªculo escrito por la revista The Economist, la biblia de los medios de comunicaci¨®n econ¨®micos, publicado en 2003. En ¨¦l se dec¨ªa que la mayor¨ªa de los pa¨ªses avanzados padec¨ªa una burbuja inmobiliaria. La revista auguraba para los a?os siguientes una correcci¨®n que afectar¨ªa al gasto de las familias y que podr¨ªa da?ar la solvencia de los bancos. Llari tuvo presente ese art¨ªculo hasta que la revista volvi¨® a la carga en 2006. ¡°Hice caso al primero. Pero entre ese y el segundo, el precio de la vivienda hab¨ªa subido. Era dif¨ªcil hacer caso a esas advertencias cuando el sector no paraba de ganar dinero¡±.
-?Hubo avaricia en el sector?
- S¨ª, claro. Aunque en realidad la avaricia lleg¨® a todo el mundo. A las grandes empresas, las peque?as y tambi¨¦n a las familias que ve¨ªan c¨®mo su casa multiplicaba su valor y trataban de sacarle el m¨¢ximo partido. Muchas veces hipotec¨¢ndose nuevamente para conseguir una vivienda m¨¢s grande.
Muchas otras advertencias fueron deso¨ªdas. El economista Jos¨¦ Garc¨ªa Montalvo recuerda los a?os en los que su trabajo era desmentido continuamente por gente del sector inmobiliario, gobernantes y colegas. ¡°Estaban los aterricistas y los burbujistas, como se hablaba entonces en Internet. Estos ¨¦ramos pocos. Lo ten¨ªamos todo en contra, porque pese a nuestras advertencias, el precio de la vivienda segu¨ªa subiendo y generando beneficios¡±.
A Montalvo le preocupaba especialmente un indicador, el precio de la vivienda sobre la renta disponible (PRD). Ese indicador se mide en a?os, el tiempo que tardar¨ªa una familia en pagar la casa si dedicara toda su renta exclusivamente a ello, y suele moverse lentamente. ¡°Lo normal es que est¨¦ entre 3,5 o 4 a?os. De repente en Espa?a subi¨® a 7,8 a?os. Era absurdo¡±.
Otro economista, Emilio Ontiveros, consejero delegado de la AFI (Analistas Financieros Internacionales) escribi¨® varios art¨ªculos en los que, aunque no auguraba el desastre, s¨ª se?alaba los peligros de que toda la inversi¨®n se estuviera colocando en un solo sector, el del ladrillo.
Para 2007, cuando comienza a hablarse de la necesidad de un aterrizaje suave, la nave est¨¢ ya descontrolada y perdiendo altura. El aterrizaje solo puede ser forzoso. En agosto hab¨ªa estallado la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos. Inversores de todo el mundo se dieron cuenta en esas fechas de que ten¨ªan puesto el dinero en unos activos muy sofisticados, pero de alto riesgo. En realidad esos activos nunca hab¨ªan dejado de ser hipotecas basura de estadounidenses con muchas probabilidades de no poder pagarlas. Desatado el p¨¢nico, los bancos dejaron de conceder cr¨¦ditos. La falta de liquidez acab¨® contagi¨¢ndose a pr¨¢cticamente todo el planeta y los bancos dejaron de beber en los fondos en los que buscaban el dinero.
Pero antes de eso, en Espa?a ya hab¨ªa signos de que el mercado inmobiliario empezaba a desfallecer. A finales de 2006, los grandes bancos espa?oles, Santander y BBVA, empezaron a deshacerse de los inmuebles que pose¨ªan en Espa?a.
El 24 de abril de 2007 el sector inmobiliario vivi¨® una de las jornadas m¨¢s negras que se recuerdan, con ca¨ªdas en Bolsa del 20%. Algunas empresas llegaron a perder un 60%
Ya se sab¨ªa que se estaban vendiendo menos pisos, que estaba subiendo la morosidad levemente e incluso se ten¨ªan las primeras noticias de agencias inmobiliarias que se hab¨ªan visto obligadas a cerrar. Aun as¨ª, la Asociaci¨®n de Promotores de Madrid public¨® un informe en junio de 2007 en el que se admit¨ªa un cambio de ciclo pero se relativizaba el peso del sector en el PIB y en la deuda familiar. ¡°El sector inmobiliario seguir¨¢ muy fuerte¡±, dijo ese mismo mes su presidente, Jos¨¦ Manuel Galindo, en una entrevista con los lectores de EL PA?S.
El Banco de Espa?a, el ¨®rgano supuestamente independiente que ten¨ªa que tomar cartas en el asunto, opt¨® entonces por hacer solo advertencias. Ni los bancos ni los gobiernos hicieron caso a los informes que publicaba; a veces incluso los desmintieron. El Banco de Espa?a se dobleg¨®. No pudo o no quiso usar todo su poder para poner orden en el sector. Los sucesivos gobernadores del ¨®rgano avisaron de que hab¨ªa que apagar la m¨²sica de la fiesta, de que esta sonaba demasiado estridente. Pero ellos, que eran los que ten¨ªan la mano en el interruptor, se quedaron quietos.
Nadie quiso cre¨¦rselo, pero antes de las peores noticias ya hab¨ªan llegado las malas. La Red de Inmobiliarias Don Piso ech¨® el cierre en mayo de 2008. Poco despu¨¦s, en julio de ese mismo a?o, la empresa Martinsa present¨® el mayor concurso de acreedores de la historia con una deuda de 7.000 millones de euros. Pero todav¨ªa hab¨ªa datos que sosten¨ªan la idea de un aterrizaje suave: en 2007, el precio de los pisos a¨²n subi¨® un 10% y se inici¨® la construcci¨®n de 617.000 viviendas.
Todo eso pas¨® en Espa?a meses antes de que el banco Lehman Brothers se declarase en bancarrota en Estados Unidos dando inicio a la crisis financiera y econ¨®mica mundial que se ha dado en llamar la Gran Recesi¨®n. Y, sin embargo, a veces se piensa que no fue as¨ª; que todo estaba bien hasta ese mes de septiembre de 2008 en el que Estados Unidos se neg¨® a rescatar al banco endeudado.
El sector
inmobiliario
seguir¨¢ muy fuerte
"Lehman Brothers. Para m¨ª es el momento que se?ala lo que viene despu¨¦s", dice Jos¨¦ Manuel Galindo, tambi¨¦n presidente de la Asociaci¨®n de Promotores y Constructores de Espa?a y presidente de los promotores europeos
Cuando se le recuerda que otras torres hab¨ªan ca¨ªdo antes, Galindo considera que hab¨ªan sido hechos puntuales y que no fue hasta la ca¨ªda de Lehman cuando el sector le vio las orejas al lobo. Es l¨®gico que las promotoras sostengan esta tesis: la crisis internacional, de alguna forma, exonera a todos de culpa. A¨²n as¨ª, Galindo reconoce algunos pecados en el sector: ¡°Nuestra escasa percepci¨®n del riesgo y haber cre¨ªdo que todo se ajustar¨ªa con autorregulaci¨®n y que ser¨ªa m¨¢s suave. En eso nos equivocamos¡±.
Galindo tambi¨¦n habla de la falta de profesionalidad de algunos que han dado mala imagen a los promotores. ¡°En Espa?a todo el mundo pod¨ªa ponerse a construir casas. Unos cuantos, sin tener conocimiento de un sector en el que hay riesgo, empezaron sin m¨¢s a construir y a vender. Se convirtieron de la noche a la ma?ana en millonarios. Salieron personajes que hicieron mucho da?o al sector¡±. En cualquier caso, Galindo se alegra de que las culpas ya est¨¦n m¨¢s repartidas. ¡°Al principio solo ¨¦ramos nosotros los causantes de la burbuja. Despu¨¦s se ha demostrado que aqu¨ª todos cometimos errores¡±.
Un error ha sido para muchos comprar una casa. Miles de personas se hipotecaron y miles de personas se arrepintieron despu¨¦s. Los expertos se?alan c¨®mo no pagar la hipoteca es algo que se vive como un trauma; a veces con la sensaci¨®n de haber fracasado como ciudadano. El paro puso a mucha gente en esa situaci¨®n y los primeros desahucios colocaron en el ideario colectivo el alcance que ten¨ªa la crisis en Espa?a.
Los desalojos sirvieron tambi¨¦n para destapar que muchas de aquellas hipotecas se hab¨ªan firmado con cl¨¢usulas abusivas y que hab¨ªa un gran desequilibrio en los contratos entre el banco y el comprador de la casa; que muchos de los precios se hab¨ªan ama?ado, que las sociedades de tasaci¨®n estaban compinchadas con los bancos y que las sobretasaciones tambi¨¦n influyeron en el precio de la vivienda. Cuando la burbuja pinch¨®, nadie sab¨ªa que lo peor tardar¨ªa todav¨ªa alg¨²n tiempo en llegar.