Volvamos un momento a la notar¨ªa de Fuenlabrada, al momento en el que el ciudadano, feliz con la idea de ser propietario, sellaba con su r¨²brica un contrato que lo vincular¨ªa durante los siguientes 20, 30 o 40 a?os:
Cuando los compradores se presentaban ante Jos¨¦ Ignacio Navas, muy pocos ten¨ªan un conocimiento cabal de lo que estaban firmando. Se trataba de decenas de folios con cl¨¢usulas incomprensibles para la mayor¨ªa de los clientes, que se fijaban sobre todo en una cuesti¨®n: la cuota y los intereses que iban a pagar. Pero incluso estos ¨²ltimos puntos solo pasaban un an¨¢lisis de brocha gorda. En plena burbuja inmobiliaria, en un pa¨ªs euf¨®rico que ve¨ªa c¨®mo crec¨ªan el empleo y los ingresos, no muchos se deten¨ªan en las p¨¢ginas de Econom¨ªa de los diarios. El ciudadano medio, incluso con estudios universitarios, no sab¨ªa lo que era una cl¨¢usula suelo ni una cl¨¢usula techo.
Muchos no fueron conscientes de las consecuencias que tendr¨ªa para sus avalistas ¨C padres, hermanos, t¨ªos... Un posible impago
Cuando, a?os despu¨¦s, comenzaron los problemas, los propietarios no solo empezaron a ser desalojados de sus casas. Ese pod¨ªa ser, al fin y al cabo, el menor de sus problemas. Lo que realmente supon¨ªa un lastre imposible de superar para algunos era la deuda que a¨²n segu¨ªan debiendo al banco: 100.000, 200.000, 300.000 euros¡ Los compradores perd¨ªan su vivienda. Los padres de los compradores, si les hab¨ªan avalado, en algunos casos tambi¨¦n se quedaban en la calle. Y ambos ten¨ªan a¨²n que hacerse cargo de inmensas deudas de por vida.
Muchos ciudadanos se quedaron at¨®nitos. No sab¨ªan a lo que se hab¨ªan obligado a?os atr¨¢s, aquel d¨ªa en el que fueron a la notar¨ªa tan ilusionados ante el prometedor futuro. Entonces surg¨ªa la gran pregunta:
La respuesta no es f¨¢cil. El banco dir¨¢ que s¨ª. Si el que debe responder es un desahuciado, opinar¨¢ lo contrario. Pero, dejando de lado a estos ¨²ltimos por un instante, no solo ellos defienden que esa decena de folios que rubricaron consagraba una situaci¨®n de desequilibrio entre la entidad financiera y el comprador. Los jueces tambi¨¦n han alzado sus voces ¨Cy sus sentencias- contra distintos aspectos de los pr¨¦stamos hipotecarios.
Resulta dif¨ªcil hablar con los bancos sobre desahucios. La Asociaci¨®n Espa?ola de Banca ha concedido entrevistas a pocos medios. Se les invit¨® a participar en este reportaje, pero no quisieron. S¨ª accedi¨® Santos Gonz¨¢lez, el presidente de la Asociaci¨®n Hipotecaria Espa?ola, organizaci¨®n que agrupa a bancos, cajas de ahorro y cooperativas de cr¨¦dito. Al lobby hipotecario se le recuerda en los tiempos de la burbuja por algunas de sus pol¨¦micas recomendaciones; trataron de atajar las voces cr¨ªticas que ped¨ªan un pinchazo de la burbuja, pidieron que no se interviniera en el mercado porque se dar¨ªa menos cr¨¦dito y celebraron el endeudamiento como un s¨ªntoma de la riqueza del pa¨ªs.
Santos Gonz¨¢lez fue nombrado en 2009, en plena crisis. Desde entonces, no se ha escondido. Ha concedido muchas entrevistas. El presidente de la asociaci¨®n alterna la amabilidad con un lenguaje que a veces puede resultar duro pero responde a todo lo que se le plantea con una excepci¨®n: no desciende a los casos personales.
Las entidades financieras saben que su ¨²nica posibilidad de argumentar es mantenerse dentro del ¨¢mbito de lo abstracto, los n¨²meros, los ciclos econ¨®micos, los ¨ªndices; saben que si bajan a pie de calle, a hablar de ciudadanos concretos que se obligaron a mucho m¨¢s de lo que pod¨ªan, o a familias que han perdido sus viviendas y que no tienen ninguna esperanza de salir adelante mientras sigan debiendo centenares de miles de euros, tienen la batalla perdida.:
¡°A m¨ª nadie me va a dar lecciones de moralidad¡±, dice Gonz¨¢lez en distintos momentos de la conversaci¨®n. ¡°Todos los casos de desahucios son luctuosos. Si hablamos de las familias, yo me callo. A m¨ª, que echen a una familia de su casa me parte el alma igual que a cualquiera. Pero aqu¨ª estamos hablando del mercado, de finanzas, de que el mercado inmobiliario debe 50.000 millones en Europa y hay que pagarlo. Esto no puede resolverse con la daci¨®n en pago y ?viva Cartagena! El acreedor tiene que pagar. Pero claro, hay que ayudar a las familias que lo necesitan. Y probablemente el sistema financiero pueda hacer m¨¢s, no digo que no. Pero ya estamos haciendo algo. Las ¨²nicas viviendas que est¨¢n alimentando eso que llamamos vivienda social, por ejemplo, son nuestras. Me preocupa que se trate de reformar desde la moralidad el mercado financiero, que es complej¨ªsimo, en el que influyen las relaciones nacionales e internacionales y en el que las relaciones jur¨ªdicas afectan a m¨¢s personas que al deudor y al banco. Cuidado con arreglar el mercado hipotecario desde la emotividad, desde la justicia justiciera, porque no es el camino¡±.
Santos Gonz¨¢lez es el presidente de la
Asociaci¨®n Hipotecaria Espa?ola Cuidado con arreglar el mercado desde la emotividad
No es la primera vez que uno de los entrevistados alerta contra eso de legislar desde las emociones, pero ya iremos a eso m¨¢s adelante. Aceptemos por ahora, por un instante, como m¨¦todo de trabajo, las reglas del representante de la Asociaci¨®n Hipotecaria Espa?ola: no descender a los casos personales. Desde el punto de vista de las reglas del Estado de Derecho, ?planteaba o no problemas jur¨ªdicos concretos el contrato de pr¨¦stamo hipotecario?, ?era un contrato justo o los bancos aprovecharon la euforia para introducir cl¨¢usulas abusivas cuando nadie perd¨ªa el tiempo en leer la letra peque?a del contrato?
Sinceramente, creo que no hubo un desequilibrio a la hora de firmar estos contratos, defiende Gonz¨¢lez.
?Qu¨¦ ha pasado entonces? Muchas de esas cl¨¢usulas hoy se consideran abusivas o poco transparentes.
Pues que tenemos contratos que duran 20, 30 o 40 a?os. Y que la percepci¨®n de lo que es m¨¢s transparente cambia. Pero la idea de que t¨² llegabas al banco, te ibas con el dinero en el bolsillo y no te hab¨ªas enterado de que hab¨ªas firmado una hipoteca no es cierta. Nuestro sistema, que est¨¢ entre los mejores del mundo, est¨¢ acorazado por la ley y el proceso es seguido por los fedatarios p¨²blicos.
Pero lo cierto es que muchos compradores no sab¨ªan lo que firmaban.
Se habla mucho de la letra peque?a. Ser¨¢ porque los notarios la hacen peque?a. ?Que la hagan m¨¢s grande! Lo importante es si ha habido oscurantismo, si no se han cumplido los mecanismos de informaci¨®n legalmente establecidos. ?Has tenido todos los medios para poderte enterar de los que estabas firmando? Si los has tenido y no te has enterado, la actividad docente no corresponde al sistema financiero. La cuesti¨®n importante es si yo no me he enterado o a m¨ª me han impedido que me entere. Estoy convencido de que los contratos eran justos. Mejorables, como todo. Pero tenemos uno de los mejores mercados hipotecarios en t¨¦rminos de transparencia, legitimidad y legalidad.
El notario Jos¨¦ Ignacio Navas y el juez Manuel Almenar, vocal del Consejo General del Poder Judicial a propuesta del PP y de la conservadora Asociaci¨®n Profesional de la Magistratura, discrepan de este an¨¢lisis. Lo hacen desde la racionalidad. El equilibrio negocial, seg¨²n su parecer jur¨ªdico, no era tal.
¡°La realidad ha puesto de relieve, y la justicia ha constatado que no hab¨ªa una situaci¨®n de equilibrio real entre bancos y clientes que firmaban un pr¨¦stamo hipotecario¡±, opina el juez Almenar. ¡°La inferioridad del consumidor se refleja tanto en su capacidad de negociaci¨®n ¨Cque es pr¨¢cticamente nula y uno se limita a firmar lo que le ponen delante- como en la informaci¨®n de que dispone¡±.
¡°En el contrato de pr¨¦stamo hipotecario hay una parte, el banco, que cumple entregando el dinero y otra, el cliente, que debe devolverlo seg¨²n lo acordado. Es lo justo, seg¨²n el argumento de las entidades financieras¡±. Santos Gonz¨¢lez asegura: ¡°Te dicen: ¡®Hombre, encima de que la gente no puede pagar su hipoteca, la ejecutas y les echas¡ pero es que no hay m¨¢s remedio. Si en esa familia concurren determinadas circunstancias y necesitan ayuda, pues habr¨¢ que ayudarles. Pero no se puede decir que las hipotecas en Espa?a no se ejecutan¡±.
El juez Almenar responde: ¡°El banco ha anticipado un dinero y la obligaci¨®n del deudor es devolverlo. Ahora bien, en el caso concreto encontramos que el banco ha introducido cl¨¢usulas que romp¨ªan el equilibrio entre las partes. Le¨ªdas con detenimiento y por alguien debidamente informado, impon¨ªan al deudor obligaciones mayores de las que podr¨ªamos considerar proporcionadas con la prestaci¨®n del banco. Por otra parte, nos encontramos con que no hay situaci¨®n de igualdad. Elementos esenciales para la elaboraci¨®n de ese contrato se perfilaban exclusivamente por el banco¡±.
... la parte contratante de la primera parte ser¨¢ considerada como la parte contratante de la primera parte...
Vayamos a un contrato tipo de los que se firmaban en plena burbuja inmobiliaria. Tras leer los 42 folios uno tiene ahora la sensaci¨®n de estar viendo a Groucho Marx leer aquello de que la parte contratante de la primera parte ser¨¢ considerada como la parte contratante de la primera parte. Pero eso parec¨ªa tener sentido entonces. Los contratos inclu¨ªan algunos conceptos con los que muchas personas no estaban familiarizados, pero tambi¨¦n conten¨ªan cl¨¢usulas que ahora son ilegales o que est¨¢n en v¨ªas de extinci¨®n. Nada hab¨ªa de sorprendente, por ejemplo, en unos intereses de demora del 29%. Si uno no pagaba a tiempo su cuota mensual, el banco pod¨ªa exigirle, ¡°por los da?os y perjuicios ocasionados¡±, un tipo de inter¨¦s del 29%, adem¨¢s de los intereses ordinarios. Otra cl¨¢usula habitual era que el banco entendiera que el contrato quedaba extinguido si el deudor dejaba de pagar tan solo dos cuotas.
"No obstante lo anterior, se pacta asimismo que el tipo de inter¨¦s que resulte de aplicaci¨®n en cada momento no podr¨¢ ser superior al 15%". No, esto no es otra escena de los hermanos Marx, sino un ejemplo de las llamadas cl¨¢usulas techo y cl¨¢usulas suelo. Le¨ªdas de forma aislada y con previo aviso, se pueden entender, pero normalmente esas dos condiciones aparec¨ªan casi siempre camufladas entre p¨¢rrafos escritos de forma farragosa. La cl¨¢usula techo beneficiaba supuestamente al deudor. Era un tope m¨¢ximo: los intereses de su cr¨¦dito no subir¨ªan m¨¢s del 15% -que, por otro lado, era un l¨ªmite muy amplio y dif¨ªcil de superar-. La cl¨¢usula suelo beneficiaba al banco: bajaran lo que bajaran los tipos de inter¨¦s, hab¨ªa un tope m¨ªnimo (el 6%) que siempre pagar¨ªa el deudor.
Los jueces han determinado que cuando ese tipo de cl¨¢usulas se incluyen de pasada y sin m¨¢s aviso al cliente, sin advertir de la importancia que va a tener esa frase en los pr¨®ximos 30 a?os del deudor, la entidad financiera no est¨¢ cumpliendo con sus obligaciones de informaci¨®n y transparencia. Por este motivo, y tras las ¨²ltimas decisiones judiciales, est¨¢n en v¨ªas de ser expulsadas del sistema por las propias entidades financieras.
Los intereses son uno de los elementos esenciales de un contrato hipotecario, pero no los ¨²nicos que han planteado problemas. Otra de las cuestiones b¨¢sicas es la cuant¨ªa del pr¨¦stamo¡ que viene determinada por la tasaci¨®n de la vivienda. En funci¨®n de la tasaci¨®n, el importe puede ser mayor o menor. Se trata de uno de los elementos m¨¢s pol¨¦micos de las hipotecas que se firmaron en plena burbuja inmobiliaria. Una vez m¨¢s, si se acerca el microscopio, lo que ven unos y otros tiene poco que ver. Para las entidades financieras, se trat¨® de operaciones inmaculadas. Pero es una opini¨®n discutida.
¡°La realidad ha puesto de relieve, y la justicia ha constatado, que no hab¨ªa una situaci¨®n de equilibrio real entre los bancos y los clientes que firmaban un pr¨¦stamo hipotecario¡±, opina Manuel Almenar, juez y en estos momentos vocal del Consejo General del Poder Judicial a propuesta de la Asociaci¨®n Profesional de la Magistratura, de perfil conservador, y del Partido Popular. ¡°La inferioridad del consumidor se refleja tanto en su capacidad de negociaci¨®n -que es pr¨¢cticamente nula y uno se limita a firmar lo que le ponen delante- como en el nivel de informaci¨®n de que dispone¡±.
El notario Navas: ¡°La banca, asociada ya en plena burbuja a constructores y promotores, daba pr¨¦stamos, financiaba la compra de suelo y la construcci¨®n. Pero se encontr¨® con que el pr¨¦stamo no pod¨ªa ser superior al 80% del valor de tasaci¨®n de la vivienda. El valor de tasaci¨®n es el valor hipotecario, de esa vivienda estable en el tiempo. ?Qu¨¦ hacen? Aparentar que se cumple con todo. Las tasadoras dejaron de ser independientes y comenzaron a tasar los inmuebles a la carta, de una forma ¡®conveniente¡¯. Los bancos pensaban: si hay alguien que compra un piso por 100.000 euros, vamos a decir que vale 140.000. El comprador piensa que va a hacer una gran compra. Ese valor nos permite darle un 80% de los 140.000 y as¨ª le damos al cliente m¨¢s de lo que ha pagado por la casa para que la reforme. Puede comprar la casa, el coche, los muebles, el viaje de bodas, y es un hombre feliz. Ha habido tasadores que han hecho directamente lo que les ped¨ªan los bancos¡±.
El juez Almenar: ¡°Cuando se comprueba que la realidad de la tasaci¨®n eran 100.000, no 140.000, y la evoluci¨®n de los precios provoca que ahora sea de 80.000, ?el banco puede imputar esas p¨¦rdidas al deudor? No. Habr¨ªa que hablar de dos responsables. Los tasadores debieron prever estas fluctuaciones. Se dedican a ello. Las crisis econ¨®micas se producen c¨ªclicamente. Estas situaciones, sobre todo cuando ya se empezaba a hablar de burbuja econ¨®mica o financiera, debieron ser tenidas en cuenta por alguien a quien se le paga por sus conocimientos¡±.
Santos Gonz¨¢lez dice que no hubo tasaciones infladas. ¡°Yo no digo que esos casos no se hayan producido, pero en un porcentaje anecd¨®tico. El tasador hace una toma de datos que luego se revisan con bases de datos, se homologan con respecto a un valor razonablemente estabilizado¡ Ha ocurrido lo contrario. La pelea del banco con la tasadora era que se tasaba a menos de lo que se pod¨ªa vender. Hacer valoraciones sobre el precio de la vivienda a largo plazo es complicado. A la luz de lo que ha pasado, es probable que a esto haya que darle una vuelta para ver como se traslada a la tasaci¨®n lo que pueda ocurrir en el mercado¡±.
Pero las tasadoras, seg¨²n el notario Navas, demostraron que eran poco independientes incluso cuando lleg¨® la crisis. ¡°?Qu¨¦ paso entonces?¡±, se?ala. ¡°Que, casualmente, todas bajaron un 30% las tasaciones. ?Por qu¨¦ un 30%? Los pisos no son un 30% m¨¢s baratos as¨ª en general. Eso demuestra que es un mercado cogido por los bancos; dislocado por completo. La crisis no surgi¨® por una conjunci¨®n astral. Hab¨ªa mucha gente interesada en crearla¡±.
Cuando llegaron las vacas flacas, muchos perdieron su empleo y dejaron de pagar la casa. Iban al banco a tratar de entregar las llaves y constataban que no era suficiente; que a¨²n deb¨ªan decenas o centenares de miles de euros. Todo esto sucedi¨® cuando a¨²n nadie hablaba de ello; cuando a¨²n no se hab¨ªan constituido plataformas de afectados; cuando cada desahuciado se enfrentaba solo a una situaci¨®n que no acababa de comprender y que no ve¨ªa reflejada en los medios de comunicaci¨®n. Hasta que, en 2008, el problema social emergi¨®.