Petra Mart¨ªnez y Juan Margallo, arriba el tel¨®n: ¡°La vida cambia, el mundo cambia. Lo absurdo es pensar que el amor no lo hace¡±
Confesiones sobre la guerra, el sexo y la familia del matrimonio m¨¢s longevo del teatro espa?ol. ¡°No he hecho ninguna escena de besarme o de acostarme con nadie. Y Juan, tampoco. No creo que me gustase verlo bes¨¢ndose con otra¡±, dice la actriz de ¡®La que se avecina¡¯
Un d¨ªa de 1964, Petra Mart¨ªnez, que quer¨ªa ser actriz, fue con su novio a ver Cal¨ªgula al teatro Bellas Artes de Madrid. All¨ª, la chica, de 20 a?os, no le quit¨® ojo a Escipi¨®n, el papel que interpretaba Juan Margallo, de 24 a?os. ¡°Yo siempre me he fijado mucho en las piernas de los hombres, me gustan mucho. Y al verlas pens¨¦: ?qu¨¦ piernas tan bonitas! Claro, iba con esas faldas de romano¡±, dice Petra Mart¨ªnez (Lina...
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Un d¨ªa de 1964, Petra Mart¨ªnez, que quer¨ªa ser actriz, fue con su novio a ver Cal¨ªgula al teatro Bellas Artes de Madrid. All¨ª, la chica, de 20 a?os, no le quit¨® ojo a Escipi¨®n, el papel que interpretaba Juan Margallo, de 24 a?os. ¡°Yo siempre me he fijado mucho en las piernas de los hombres, me gustan mucho. Y al verlas pens¨¦: ?qu¨¦ piernas tan bonitas! Claro, iba con esas faldas de romano¡±, dice Petra Mart¨ªnez (Linares, Ja¨¦n, 78 a?os) delante de un caf¨¦ en una terraza de Madrid. ¡°Pero t¨² no llevabas mucho tiempo con ese chico¡±, sigue Juan Margallo (C¨¢ceres, 81 a?os). ¡°No, era un novio del trabajo. Yo ya estaba aburrida de ¨¦l y ¨¦l de m¨ª. Los novios, cuando eres joven, aburren¡±, responde ella. A las pocas semanas, ella le pidi¨® a ese chico que comprase entradas para ver Cleopatra en el cine. ¡°Me llam¨® para decirme que no quedaban, y le dije ¡®pues mira, ya no quiero verte m¨¢s¡±.
Le¨ªda, en la ¨²ltima respuesta de Petra Mart¨ªnez hay ecos de Fina Palomares, la retorcid¨ªsima y temida propietaria de La que se avecina, la famosa serie de los hermanos Caballero, pero el gesto la desmiente: cuando habla, tambi¨¦n cuando pronuncia la frase m¨¢s inopinada, sonr¨ªe siempre. Rueda ahora una nueva temporada de la ficci¨®n. Margallo, por su lado, prepara la segunda parte de Campeones, la premiada pel¨ªcula de Javier Fesser por la que el actor fue candidato al Goya. Pese a esta ruidosa incursi¨®n en el cine, ¨¦l es una leyenda del teatro espa?ol (dos veces ganador del MAX, Medalla de Oro al M¨¦rito de las Bellas Artes). Petra Mart¨ªnez, que tambi¨¦n ha hecho much¨ªsimo teatro, ha aparecido m¨¢s en la televisi¨®n y en el cine. Su ¨²ltima pel¨ªcula, La vida era eso, le ha dado nominaciones (entre ellas al Goya) y premios; en ella interpreta a una mujer que ense?a, dijo, que ¡°no hay edad para cambiar, encontrarse, enamorarse y empezar de nuevo¡±.
Para la entrega del premio a la mejor actriz en los Feroz, hace unos meses, no prepar¨® discurso. ¡°Yo le dije: Petra, prepara algo por si ganas, pero ella no prepara nunca nada. As¨ª que sali¨® al escenario y dijo que se masturbaba cinco veces al d¨ªa¡±, dice Juan, resignado. Ella suelta una carcajada. ¡°Mira, yo no quer¨ªa ese papel precisamente porque no me ve¨ªa en determinadas escenas, como esa en la que me masturbaba. Pero luego pens¨¦: hay que normalizar esto. Hice el papel, y encantada. Y mientras sub¨ªa al escenario pensaba en qu¨¦ cerca estuve de rechazarlo por el tema del sexo, y cuando me puse a hablar ya solo ten¨ªa la masturbaci¨®n en la cabeza¡±. Y dijo, frente a un p¨²blico entregado: ¡°Lo m¨¢s importante es haberme masturbado delante de mucha gente, porque yo pienso que la masturbaci¨®n est¨¢ totalmente silenciada, y yo ahora me masturbo como tres o cuatro veces al d¨ªa porque he cogido la man¨ªa, y Juan me dice: ¡®Vamos a la cama¡¯. Y le digo: ¡®No, prefiero en el sof¨¢, viendo la tele, y as¨ª me masturbo viendo a Javier [C¨¢mara]¡±.
Llevan 54 a?os casados. Tienen dos hijos, Juan y Olga; tienen nietos. Trabajaron juntos siempre o casi siempre: en grupos de teatro como T¨¢bano, El B¨²ho o El Gayo Vallecano, hasta fundar, juntos, la compa?¨ªa Uroc Teatro. Presentaron programas juntos (por ejemplo, el Barrio S¨¦samo de la Gallina Caponata). Desayunan juntos cada d¨ªa, viven juntos. ?Y celos? ?C¨®mo se viven en dos actores que se enamoran y se desenamoran de otros en la ficci¨®n? ¡°Te voy a decir una cosa¡±, suelta Petra: ¡°Yo he sido actriz toda mi vida, pero no he hecho ninguna escena de besarme o de acostarme con nadie. Nunca, nunca. Y Juan, tampoco. No creo que me gustase verlo bes¨¢ndose con otra¡±.
Petra Mart¨ªnez volvi¨® a ver a Juan Margallo en los a?os sesenta en las clases de interpretaci¨®n que ella tomaba con William Layton. ¡°Lo vi y pens¨¦: ¡®Co?o, el de Cal¨ªgula. Yo entonces viv¨ªa con mis padres en un chal¨¦ en la colonia del Retiro, y me gustaban mucho los guateques: era ni?a de guateque. As¨ª que lo invit¨¦ a uno y vino. Ni bailamos ni nada¡±. Despu¨¦s, Juan se fue a Londres (donde trabaj¨® de camarero, lavaplatos y cantante de cuatro boleros) y, al volver, se encontr¨® con que Petra estaba ensayando una obra, Cuento para la hora de acostarse, en el Teatro Beatriz. Fue a verla un mes seguido. Al acabar, iba a verla al camerino, donde un d¨ªa se besaron por primera vez. ¡°Sal¨ª euf¨®rica del teatro¡±. Decidieron comprar en una joyer¨ªa dos sortijas. Petra la ense?a en su dedo m¨¢s de medio siglo despu¨¦s, Juan la perdi¨® hace tiempo.
Un d¨ªa, Petra se qued¨® embarazada. Decidieron irse a vivir juntos. Todo ello, a finales de los sesenta y sin casarse. Como no quer¨ªan hacerlo por la Iglesia, decidieron que la boda se har¨ªa fuera de Espa?a: en Gibraltar. Pero la valla en aquel momento estaba cerrada. ¡°Mi hermano, que viv¨ªa en La L¨ªnea, no pudo venir a la boda: tuvimos que vernos a trav¨¦s de la verja¡±, recuerda Juan. Ellos tuvieron que viajar primero a T¨¢nger, y de ah¨ª a Gibraltar. Quien lo pas¨® regular en la frontera fue la madre de Petra, Luisa P¨¦rez Matamoros. Para evitar conflictos, falsific¨® el pasaporte: Luisa P¨¦rez Matamaras. ¡°Si la encuentran con el documento falsificado a saber qu¨¦ le pasa, pero la cosa funcion¨®¡±, dice Juan.
El padre de la actriz, la menor de siete hermanos (¡°la peque?a de la casa, la protegida, por eso fue tan dif¨ªcil irme¡±), era telegrafista; su madre, una mujer imparable en todo lo que abordaba (¡°si hubiera nacido m¨¢s tarde, habr¨ªa inventado Amazon¡±). Cuando estaba acabando la guerra, salieron de Espa?a a pie cruzando Behobia para llegar a Francia. Su padre pudo huir a Rusia o M¨¦xico, pero quiso volver enga?ado por la oferta del franquismo: a todos los que no hayan cometido delitos de sangre, no les pasar¨¢ nada.
¡ª?l dijo que no quer¨ªa que sus hijos fuesen extranjeros, que es una frase un poco tonta porque a m¨ª me hubiera encantado nacer en Par¨ªs ¡ªdice Petra¡ª. Volvi¨® y lo encerraron en un campo de concentraci¨®n improvisado en la Tabacalera de Bilbao. Mi madre consigui¨®, a trav¨¦s de la mujer de un teniente coronel que iba al mismo parque que ella con sus ni?os, que se interesara por mi padre. Le hicieron un juicio. Sali¨® en libertad, pero sin poder subir de escalaf¨®n y desterrado a Linares, donde nac¨ª yo. Pudo volver a Madrid despu¨¦s.
El padre de Juan Margallo, militar que hizo la guerra en el bando franquista; su madre, maestra. ¡°Ejerc¨ªa cuando estall¨® la guerra, dej¨® de trabajar, tuvo nueve hijos ¡ªestamos todos vivos¡ª y los crio; cuando termin¨®, volvi¨® a dar clases¡±. Cuando Petra y Juan ya ten¨ªan un hijo, y no se hab¨ªan casado, el padre de Juan no la pod¨ªa ver. Literalmente, no en el sentido de que ella le cayese mal. ¡°Era acojonante¡±, dice Juan. ¡°Petra ven¨ªa a casa con el ni?o ya nacido y a ¨¦l lo encerraba mi familia en una habitaci¨®n. No sab¨ªa qu¨¦ hacer con esto nuestro. Un d¨ªa se la encontr¨® de golpe en el pasillo, a Petra. Y le dijo muy serio, porque era un militar muy serio: ¡®Yo contra ti no tengo nada¡¯. Y yo pensaba: pero si le habla, ?por qu¨¦ no la puede ver?¡±. Petra: ¡°Le superaba aquello, hay que entenderlo¡±. Las hermanas de Juan forman parte del grupo de mejores amigas de Petra. ¡°Ya me dir¨¢s: llevo 54 a?os con ellas, el mismo tiempo que casada con Juan¡±.
En Vivir del aire, sus memorias, Margallo recuerda que naci¨® gracias a las Brigadas Internacionales. Su padre cay¨® prisionero del Ej¨¦rcito republicano en la Guerra Civil: ¡°Fue en el Cerro de los ?ngeles, y ten¨ªan en un hoyo a los mandos. Creo que mi padre era sargento en aquel entonces. Mandaron fusilar al comandante, despu¨¦s al capit¨¢n, al teniente y, cuando iban a fusilar a mi padre, un mexicano de las Brigadas Internacionales dijo: ¡®?Por qu¨¦ no le dej¨¢is? ?Qui¨¦n te dice que no quiera tener m¨¢s chamacos, cuando todo esto haya terminado?¡±. Nueve, tuvo. Por eso a Margallo se le escapa de vez en cuando, a modo de homenaje, decir chamacos en vez de ni?os.
Cuando supo que su peque?a se iba de casa con un beb¨¦, y en medio del jaleo familiar, con gritos por todas partes, el padre de Petra, Manolo Mart¨ªnez, se meti¨® en cama siete d¨ªas sin hablar con nadie y casi sin probar bocado. ¡°No hablaba. Ni con mi madre, ni conmigo, ni con nadie. Siete d¨ªas¡±, cuenta ella. Al cabo de una semana, el padre dijo la primera palabra, luego la segunda, y hasta se levant¨® de cama. La madre de Petra telefone¨® a su hija: ¡°Pap¨¢ est¨¢ bien, ?ya habla!¡±. La hija le pregunt¨® al padre qu¨¦ le hab¨ªa ocurrido. ?l contest¨® con sinceridad: ¡°Que ten¨ªa la cabeza loca. Necesitaba recapacitar, y ya he recapacitado: haz lo que quieras¡±. Le volvi¨® a pasar cuando quiso suicidarse, tras morir su madre. Se meti¨® en cama de nuevo sin hablar con nadie y sin comer. Petra, su hija peque?a, le llev¨® a una doctora que hab¨ªa asistido a unos presos en huelga de hambre en la c¨¢rcel madrile?a de Yeser¨ªas. La mujer le dijo: ¡°Manolo, la muerte por huelga de hambre es espantosa¡±, y le relat¨® en qu¨¦ consist¨ªa. Esa noche el hombre llam¨® a Petra a su cuarto. ¡°Vete corriendo a por dos hamburguesas y una cerveza¡±.
Las familias, salvo esas primeras horas de peculiaridades, se volcaron con ellos. Y sus amigos, y sus compa?eros de teatro: ayudando con los beb¨¦s (Olga y Juan), permiti¨¦ndoles seguir trabajando y viajando, busc¨¢ndose la vida en los teatros y fuera de ellos. Es entonces, al recordarlo, cuando Petra Mart¨ªnez hace esta reflexi¨®n:
¡ªSe dice que el amor es cosa de dos. Puede ser, pero casi nunca lo es. Es important¨ªsimo lo que te rodea. Si una de las dos familias no se vuelca (o si no se vuelcan las dos, mira lo que les pas¨® a Romeo y Julieta), o si los amigos no empujan, puede salir adelante, pero es m¨¢s dif¨ªcil. Nosotros hemos tenido much¨ªsima suerte. Con la familia de Juan y con la m¨ªa, que apostaron todo por nuestro amor. Con nuestros amigos, que se conjuraron para que esto funcionase. Hemos tenido siempre a nuestro alrededor cosas que nos favorecieron llegar hasta aqu¨ª. No lo hemos hecho solos.
¡ªHa sido fundamental, dice Juan.
¡ªDiscutimos para llegar a un acuerdo o acercarnos a ¨¦l, no para distanciarnos y hacernos da?o. ?Claro que discutimos! Pero no para ser yo la lista y t¨² el tonto, o al rev¨¦s. Discutimos para acercarnos, para intentar entender al otro (¡). La vida va cambiando, el mundo va cambiando. Lo absurdo es pensar que t¨² no cambias el amor que tienes por tu pareja y el que tiene tu pareja por ti. Mira, es muy trabajoso llegar juntos a nuestros a?os, tienes que pasar por momentos malos, pero merece la pena. Aunque solo sea por ver, despu¨¦s de tanto tiempo, c¨®mo consigues tener en casa un cuarto propio, por si quieres dormir a gusto.
Se echan a re¨ªr y piden la cuenta.