Julita Salmer¨®n y Antonio Garc¨ªa, 23.000 d¨ªas de amor y locuras
Plantaron a Dios hace 63 a?os para enamorarse. Tuvieron seis hijos, un mono, un castillo y su historia gan¨® un Goya. Hoy siguen sorprendi¨¦ndose
Una mujer bell¨ªsima, disparatada y genial conoci¨® hace una vida entera, en 1957, a un hombre de n¨²meros, tranquilo y tambi¨¦n muy guapo. Ella, que entonces cre¨ªa que quer¨ªa ser monja ¡ªincluso hab¨ªa visitado un convento de clausura¡ª se llama Julita Salmer¨®n y en 2018, a los 83 a?os, recogi¨® un Goya por la pel¨ªcula documental que cuenta su vida con ese ingeniero industrial con el que finalmente tuvo Muchos hijos, un mono y un castillo. ?l, que termin¨® escribi¨¦ndole un libro de poemas, se llama Antonio Garc¨ªa Cabanes y resume: ¡°Yo he sido actor secundario, pero feliz¡±.
Se conocieron en Requena (Valencia), durante una excursi¨®n al campo. Hab¨ªa otras chicas, pero Antonio se peg¨® a una de ellas: ¡±Fue una especie de atracci¨®n magn¨¦tica¡±, explica en t¨¦rminos cient¨ªficos. Al d¨ªa siguiente ella se fue y hasta dos a?os despu¨¦s no volvieron a verse. ¡°Yo ya no me acordaba de ti¡±, le confiesa Julita, intentando provocarlo, un ejercicio que ha perfeccionado durante 63 a?os. La vocaci¨®n salt¨® pronto por los aires. ¡°Era elegante, muy educado, ten¨ªa el pelo negr¨ªsimo y me miraba de una manera diferente. Se me quitaron de golpe las ganas de ser monja¡±. Estaban charlando, conoci¨¦ndose, cuando sonaron unos tambores. ¡°Antonio dijo, de repente: ¡®?Me tengo que ir!¡¯ porque era Semana Santa y participaba en la procesi¨®n. Yo le pregunt¨¦, muy triste, trist¨ªsima: ¡®Vaya, ?y ahora te vas a ir?¡±. Dejaron plantado a Dios por una misi¨®n mucho m¨¢s importante: enamorarse.
Julita cuenta que la noche en que ¨¦l le pregunt¨® si quer¨ªa ser su novia, en la calle Virgen de los Desamparados, no durmi¨® ¡°de la emoci¨®n¡±. Antonio trae, orgulloso, sus primeras fotos, ¨¦l colocado siempre junto a ella, ya hubiera tres o 20 personas posando. ¡°Al d¨ªa siguiente, en cuanto llegu¨¦ a Barcelona, donde estaba estudiando, le escrib¨ª una carta¡±. Durante el noviazgo se vieron poco ¡ªsolo en vacaciones¡ª y se escribieron mucho ¡ªcada d¨ªa¡ª. Las cartas se quemaron en un incendio, pero s¨ª se conservan 81 ¨¢lbumes que recogen las muchas aventuras que vinieron despu¨¦s, porque cuando se conocieron no solo se conjuraron para quererse, sino para tratar de cumplir todos los deseos del otro. Empezaron de atr¨¢s hacia adelante, por los caprichos m¨¢s antiguos y sencillos, incluyendo excentricidades como colocar un tobog¨¢n junto a una piscina del tama?o de una ba?era o celebrar un funeral con mantilla negra por su cerda Lupita tras convertirla en longanizas. Y terminaron a lo grande, en un impresionante castillo a 100 kil¨®metros de Barcelona.
¨DAntonio me cont¨® que una vez, siendo ni?o, le dieron chocolate con magdalenas y ¨¦l dijo: ?Me comer¨ªa 40! Su madre le contest¨® que eso no pod¨ªa ser, que eran muy caras, as¨ª que un d¨ªa fui a un horno, encargu¨¦ 40 magdalenas, ni 39 ni 41, y se las mand¨¦ a Castillejos, que era donde estaba haciendo la mili. Todos los d¨ªas de su vida este hombre desayuna una magdalena.
¨DM¨¢s magdalena que ella no hay.
¨DEsta barriga es de los hijos. Tuve seis y me hubiera gustado tener m¨¢s, pero sufr¨ª dos abortos. He hecho todas las dietas, he visitado a todos los m¨¦dicos... pero no se quita.
Hab¨ªa sue?os ef¨ªmeros, como esas magdalenas proustianas del inicio del noviazgo, y otros que llevaron sangre, sudor y l¨¢grimas.
¨DAntonio me ha seguido en todas mis locuras.
¨DBueno, en todas no.
¨DA ver, di una que no.
¨DNo me acuerdo.
¡°Lo del castillo fue una aut¨¦ntica locura¡±, recuerda ella, refiri¨¦ndose al momento en que, cumpliendo uno de sus sue?os de ni?a y aprovechando una herencia, el matrimonio compr¨® el Castell de Perafita. Adem¨¢s de muchos desperfectos, que Antonio fue arreglando poco a poco ¡ª¡°me lo pas¨¦ en grande con las reparaciones¡±¡ª, el castillo ten¨ªa hasta su propio fantasma.
¨DResulta que su due?o se hab¨ªa ido de viaje y al volver unos d¨ªas antes de lo previsto se encontr¨® a su mujer con otro¡
¨DY lo mat¨®. Era el siglo XIX.
¨DLo mat¨® en las escaleras y claro, a m¨ª me daba mucho miedo pasar por ah¨ª, pero a pesar de todo yo me levantaba de noche para ir a la cocina a hacerme un bocadillo.
Los m¨¦dicos no lograron quitarle una barriga que pasa totalmente desapercibida entre sus ojazos y su locuacidad, pero Julita s¨ª consigui¨® quitarse el h¨¢bito del bocadillo de madrugada gracias a unas sesiones de hipnosis.
Se reparten tan bien el relato de las an¨¦cdotas que parece que hayan ensayado. Pero no les hace falta. Tampoco lo necesitaron cuando el m¨¢s peque?o de sus hijos, cineasta, los convirti¨® en pel¨ªcula tras grabarlos durante 14 a?os. Gustavo Salmer¨®n se dio cuenta de que la mejor historia la ten¨ªa en su propia casa; que no hab¨ªa pareja con m¨¢s qu¨ªmica en la pantalla y que su madre en voz alta era un guion extraordinario. El documental, que se llev¨® una decena de premios a la autenticidad, muestra tambi¨¦n el desalojo del castillo, que tuvieron que abandonar por la crisis. Es el desahucio m¨¢s divertido de la historia: entre conversaciones y recuerdos surrealistas, una familia largu¨ªsima ¨Dseis hijos y 13 nietos¨D empaqueta armaduras, esqueletos ¡ªel que bautizaron como Pepito preside ahora el sal¨®n de la casa madrile?a de Julita y Antonio¡ª, unas v¨¦rtebras de la abuela asesinada en la Guerra Civil guardadas en una cajita de laxantes y todo tipo de cachivaches.
¨DLo del mono tampoco estuvo mal.
¨DBueno, ese sue?o tuyo de tener un mono me pareci¨® m¨¢s razonable que otros, como el de Jos¨¦ Antonio.
¡°Jos¨¦ Antonio¡± es Primo de Rivera, del que Julita, nacida en 1935, estuvo enamorada plat¨®nicamente en su ni?ez, cuando la llevaban a la Secci¨®n Femenina y fue falangista coyuntural. ¡°Su retrato estaba por todas partes y a m¨ª me parec¨ªa guap¨ªsimo. Una noche so?¨¦ que hac¨ªa croquetas con ¨¦l y me lo com¨ªa¡±, explica con naturalidad. El mono se llamaba ?scar. Les prometieron, al recogerlo, que era muy d¨®cil y que Julita podr¨ªa ponerle los 125 vestidos de Mariquita P¨¦rez que ten¨ªa, pero result¨® ser agresivo y mis¨®gino. Ella ense?a la cicatriz de un mordisco ¡ª¡±aun as¨ª, dar¨ªa cualquier cosa por volverlo a ver¡±¡ª y Antonio cuenta sus trastadas: ¡°A veces lo ten¨ªamos atado a un ¨¢rbol con una cuerda, pero se estiraba y agarraba el mo?o de las se?oras que pasaban¡±.
Preguntado por si alg¨²n d¨ªa de los casi 23.000 que llevan juntos Julita ha dejado de sorprenderlo, Antonio responde:
¨DLa verdad es que no. Aqu¨ª nunca nos aburrimos.
¨DAhora est¨¢ horrorizado conmigo porque le he confesado que soy lesbiana. Me ha pedido que no lo diga, pero es que me he dado cuenta de que me gustan m¨¢s las mujeres que los hombres: el culote de una mujer, el pecho¡ todo es bonito, pero un hombre ?qu¨¦ tiene? ?Unas piernas horribles! ?Y qu¨¦ tripas!
¨D(Antonio suspira) ?Yo no tengo tripa!
¨DNo, t¨² est¨¢s perfecto. Por eso me gustas.
Antes de dormir, cada noche, Julita mira una fotograf¨ªa antigua del pelo negr¨ªsimo de Antonio y lo trincha desde la otra cama con un tenedor extensible que invent¨® ella misma para comprobar, sin moverse del sitio, que siguen juntos.
¨DEs que de repente no le oigo respirar y me da miedo. Ahora tengo un miedo terrible a la muerte, a la suya. No me imagino la vida sin ¨¦l. Los hijos me sacan los defectos, pero Antonio no. Yo creo que hemos aguantado tanto porque somos muy diferentes: ¨¦l es lento, tranquilo, prudente... como habla poco, comete pocos errores. Yo soy espont¨¢nea y cometo muchos.
¨DElla es muy r¨¢pida, no piensa lo que dice. Luego le pregunto: Julita, ?por qu¨¦ has dicho que te comiste a Jos¨¦ Antonio?
¨D?Sabes? San juan de la Cruz dice: ¡°Al final de la vida nos examinaremos en el amor¡±. Yo, Antonio, te voy a dar un 9 en algunas cosas y en otras un 10. Es cult¨ªsimo. Cuando le pregunto d¨®nde est¨¢ cualquier sitio me saca el globo terr¨¢queo y me lo ense?a todo.
¨DPues yo te pongo un 10 menos 0,5, porque a veces metes la pata.
¨DTodo el mundo se equivoca.
¨DT¨² muchas veces.
Parece que discuten, pero durante toda la charla han aprovechado cualquier excusa ¡ªun mech¨®n descolocado, un reposabrazos compartido¡¡ª para hacerse caricias. Del mismo modo, en el coche, parece que pelean cuando Antonio se pierde conduciendo y, al principio, se niega a preguntar el camino, pero si uno se fija bien ve que mientras Julita le ri?e le va cortando trozos de pera desde el asiento del copiloto.
En la repisa del comedor queda una de las botellas con las que acaban de festejar 60 a?os de casados, es decir, las bodas de diamante, el mineral m¨¢s duro. La etiqueta de ¡°matrimonio gran reserva¡± muestra una imagen de la pareja durante su noviazgo, ella vestida con la gorra del uniforme de la mili de ¨¦l.
Durante la fiesta se proyect¨® un v¨ªdeo par¨®dico en el que Michelle y Barack Obama, la reina de Inglaterra y el Papa les felicitan por haber llegado hasta aqu¨ª.
¨DEl Papa hasta lo beatifica. Y a m¨ª nada.
¡°Aguanta, Antonio¡±, se despide el expresidente de EE UU.
¨DAnda, que menuda suerte has tenido en encontrarme.
¨DY t¨², que cuando Obama dice ¡°aguanta, Antonio¡± es por algo.
Julita vuelve a peinarle con la mano.
¨DQu¨¦ divertido ha sido. No me he despegado de ella ni lo har¨¦.
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