?Y si valor¨¢semos la lealtad, y no tanto la fidelidad, en las relaciones de pareja?
Cada vez menos rupturas tienen como ¨²nico motivo las aventuras extraconyugales. El encuentro sexual ha perdido significado, por lo que se da menos importancia a la monogamia en aras de primar el v¨ªnculo afectivo y el compromiso
El matrimonio naci¨® como un contrato con una serie de cl¨¢usulas en las que la fidelidad, pilar fundamental, controlaba la paternidad de los hijos para asegurarse as¨ª una herencia gen¨¦tica y patrimonial. M¨¢s tarde, cuando la gente empez¨® a unirse por amor, la fidelidad pas¨® a garantizar esa posesi¨®n personal del otro, basada, te¨®ricamente, en el respeto y la confianza.
Pero parece que la lealtad sexual no es un rasgo muy habitual...
El matrimonio naci¨® como un contrato con una serie de cl¨¢usulas en las que la fidelidad, pilar fundamental, controlaba la paternidad de los hijos para asegurarse as¨ª una herencia gen¨¦tica y patrimonial. M¨¢s tarde, cuando la gente empez¨® a unirse por amor, la fidelidad pas¨® a garantizar esa posesi¨®n personal del otro, basada, te¨®ricamente, en el respeto y la confianza.
Pero parece que la lealtad sexual no es un rasgo muy habitual en la naturaleza. Incluso las especies que siempre nos vendieron como modelo de fidelidad se las apa?an divinamente para poner los cuernos a su partenaire, a poco que este se descuide. El mito de la monogamia: la fidelidad y la infidelidad en los animales y en las personas (Siglo XXI), escrito por el zo¨®logo David P. Barash y la psiquiatra Judith Eve Lipton, utiliza diferentes saberes (biolog¨ªa, fisiolog¨ªa, antropolog¨ªa) para demostrar lo irreal de esta idea y lo poco conectada que est¨¢ con el instinto animal. Las nuevas t¨¦cnicas de determinaci¨®n del ADN han permitido descubrir c¨®mo la informaci¨®n gen¨¦tica de polluelos de ¨¢guilas, gansos, cisnes y otras aves, hasta ahora libres de toda sospecha, no correspond¨ªa con la de sus supuestos padres.
Como tantas otras cosas, el concepto de fidelidad sufre una revisi¨®n de un tiempo a esta parte. ¡°Los cuernos ya no son una causa grave de ruptura en la pareja. El encuentro sexual ha perdido significado y, por lo tanto, tambi¨¦n sus interpretaciones m¨¢s dram¨¢ticas. La diferencia entre la lealtad y la fidelidad es que la primera est¨¢ relacionada con el v¨ªnculo afectivo de la relaci¨®n; mientras que la segunda se centra en la exclusividad de la misma¡±, explica Santiago Frago, sex¨®logo y codirector de Amaltea, Instituto de Sexolog¨ªa y Psicoterapia, en Zaragoza.
¡°Hubo una ¨¦poca en la que el concepto de lealtad ven¨ªa muy a cuento para quitarle hierro al asunto de la infidelidad (¡®te he sido infiel, pero sigo siendo leal¡¯), para atenuar la culpa del que incumpl¨ªa este compromiso moral, que ten¨ªa que ver con la monogamia exclusiva de no compartir ning¨²n encuentro er¨®tico con otra persona¡±, se?ala Guillermo Gonz¨¢lez Ant¨®n, m¨¦dico, sex¨®logo, especialista en bio¨¦tica y derecho y vicepresidente de la Federaci¨®n Espa?ola de Sociedades de Sexolog¨ªa (FESS). ¡°Pero ahora mismo hay un cambio de paradigma y la gente est¨¢ entendiendo que con la infidelidad se rompen aspectos como la confianza, la seguridad o la tranquilidad; mientras que si se preserva la lealtad, que tiene que ver m¨¢s con la ¨¦tica, lo que estamos es respetando un proyecto de vida, un compromiso¡±, a?ade.
?Somos m¨¢s comprensivos con los deslices y las canas al aire del otro? Los sex¨®logos y terapeutas de pareja afirman, sin lugar a dudas, que s¨ª; que muy pocas rupturas tienen ya como ¨²nico motivo las aventuras extraconyugales. Miren Larrazabal, psic¨®loga cl¨ªnica y presidenta de la Sociedad Internacional de Especialistas en Sexolog¨ªa (S?SEX), puntualiza algunos matices: ¡°Todav¨ªa hay parte de ese miedo a la infidelidad, patente en las pruebas de ADN para confirmar la paternidad de los hijos, porque est¨¢ en la base del ser humano. Es el mandato biol¨®gico de expansi¨®n de los propios genes; pero generalmente los cuernos ya no son el precipitante de la separaci¨®n, si exceptuamos los casos en los que la infidelidad haya supuesto un enga?o muy prolongado en el tiempo o haya sido p¨²blica, v¨¦ase el ejemplo de Piqu¨¦ y Shakira. Es decir, que familiares, amigos y colegas se hayan enterado o haya salido a la luz informaci¨®n privada e ¨ªntima. En estos casos, el perd¨®n es m¨¢s complicado porque, adem¨¢s, hay que soportar el juicio social y, curiosamente, la sociedad ridiculiza m¨¢s a la v¨ªctima que al perpetrador de la traici¨®n¡±, se?ala la tambi¨¦n sex¨®loga.
Hasta hace poco hab¨ªa dos maneras de salir de un episodio de cuernos: separaci¨®n o perd¨®n; y, en ambos casos, la tragedia y el sufrimiento estaban garantizados. Hoy hay una tercera v¨ªa: plantearse transitar a otros modelos de pareja: la monogamia fluida o la no monogamia de acuerdo mutuo, que absuelven del pecado de la carne. En palabras de Gonz¨¢lez Ant¨®n: ¡°La gente va gestion¨¢ndolo mejor y va poniendo en la balanza cosas como la intimidad, el amor, el compromiso; al mismo tiempo que se abre un poco la mano en la cuesti¨®n pasional, que es lo que primero que se debilita en la pareja con el paso del tiempo¡±.
?Estamos asistiendo a una revoluci¨®n emocional, con una gesti¨®n m¨¢s sosegada de las emociones? ?Vivimos un remake de la exaltaci¨®n del amor libre, que ya vivieron nuestros padres o abuelos? Aqu¨ª tambi¨¦n cabe una tercera argumentaci¨®n que no hay que menospreciar: la crisis econ¨®mica, el estado del malestar, han vuelto inviable, en muchos casos, la separaci¨®n (hipotecas, hijos, nuevos alquileres). As¨ª que por las dos partes hay un sincero af¨¢n de convivencia pac¨ªfica. Un ejemplo palpable del gran poder de la econom¨ªa para moldear el pensamiento, establecer nuevas conexiones neuronales y desterrar traumas e ideas paralizantes, que ya quisieran muchos psic¨®logos.
El fantasma del otro
¡°La pareja siempre ha estado en crisis¡±, sostiene Larrazabal, ¡°porque el ser humano se mueve entre su necesidad de apego y su enorme curiosidad. Porque nos gusta estar en casa y, al mismo tiempo, tener medio cuerpo asomado a la ventana¡±. Ante este dilema, los m¨¢s aventureros toman la senda del poliamor; pero, como afirma Guillermo Gonz¨¢lez, ¡°cuando no te ves bien en una relaci¨®n mon¨®gama y abres las ventanas a una relaci¨®n abierta o poliamorosa, en principio entra aire fresco, pero luego llega el invierno y, para algunas personas, empieza a hacer demasiado fr¨ªo. Necesitan una estructura un poco s¨®lida que les d¨¦ cierto calorcito y tranquilidad, y aqu¨ª es donde tiene valor la lealtad. Sentir la lealtad con alguien con quien compartes un mont¨®n de cosas (intimidad, deseo, compromiso) aunque la fidelidad no sea tan transcendente¡±.
Si se tiene claro que amor y deseo son cosas distintas y que, como dice la canci¨®n, ¡°se puede querer dos mujeres (o dos personas) a la vez y no estar loco¡±, algunas personas distinguen ya entre lealtad emocional y exclusividad sexual. ¡°Las relaciones abiertas y el poliamor siempre han existido¡±, se?ala Miren Larrazabal, ¡°por supuesto, con determinadas reglas y bajo el consenso. Lo que ocurre es que antes esto solo pasaba en las clases altas y ahora empieza a democratizarse¡±.
Valorar la pareja en la lealtad y no en la fidelidad implica tambi¨¦n, como cuenta Esther Perel en su libro Inteligencia er¨®tica (Temas de hoy, 2007), integrar el fantasma del otro, siempre al acecho y que puede aparecer en cualquier momento y arrebatarnos al ser querido. Pero no hay que huir de los fantasmas, sino aceptarlos, hacerlos nuestros amigos e invitarles a cenar. ¡°En mi experiencia¡±, dice Perel en su libro, ¡°las parejas que negocian los l¨ªmites sexuales no est¨¢n menos comprometidas que aquellas que mantienen cerradas las compuertas. De hecho, es el deseo de fortalecer la relaci¨®n el que los lleva a explorar otros modelos de amor de larga duraci¨®n. En lugar de deportar al tercero lejos de la provincia del matrimonio, le conceden un visado de turista. Para estas parejas, la fidelidad no se define por la exclusividad sino por el compromiso. Los l¨ªmites no son f¨ªsicos sino emocionales y la primac¨ªa de la pareja sigue siendo lo m¨¢s importante¡±.
¡°En las terapias conductuales de tercera generaci¨®n, que utilizamos mucho en terapia de pareja, damos mucha importancia a los valores, que son entendidos como las grandes gu¨ªas que dirigen el comportamiento¡±, indica Larrazabal. Y prosigue: ¡°Dentro de esos valores, cobra cada vez m¨¢s fuerza la lealtad. Pero, claro, hay que definir qu¨¦ entendemos por ella, porque demandamos cosas que no siempre tenemos muy claras. La pareja debe definir qu¨¦ es para ellos ser leal. Por ejemplo, puede ser algo as¨ª como: ¡®que me digas la verdad¡¯, ¡®que me apoyes cuando estoy en situaciones dif¨ªciles¡¯, ¡®que tenga prioridad en determinados aspectos, respecto a otras personas¡¯... Mientras que, generalmente, la fidelidad se entiende por exclusividad sexual y afectiva¡±.
Basar la pareja en la lealtad es algo m¨¢s complicado, ya que esta conlleva una implicaci¨®n moral, una valent¨ªa, una renuncia al enga?o, un compromiso. Est¨¢ m¨¢s relacionada con una causa que con una persona, implica acuerdos, y no promesas, asentimiento, y no imposici¨®n, respeto, comunicaci¨®n y apoyo.
¡°Los latinos somos mucho de la fidelidad; pero si apostamos m¨¢s por la lealtad, veremos que la exclusividad sexual no es la viga maestra del edificio de la pareja¡±, apunta Guillermo Gonz¨¢lez. ¡°Yo le dir¨ªa a mi consorte: ¡®Si has encontrado a alguien que te ha atra¨ªdo, pero yo sigo siendo la persona con la que quieres compartir tu proyecto de vida, ni me lo digas, porque quiz¨¢s vas a poner en cuesti¨®n mi seguridad, mi confianza. Pero si un d¨ªa te cuesta volver a casa porque est¨¢s con alguien con quien te lo pasas mejor, aunque no hayas tenido nada con ¨¦l, d¨ªmelo; porque ah¨ª s¨ª que peligra la lealtad¡¯. Yo dir¨ªa que la lealtad es el elemento integrante de la pareja, aunque no menosprecio la fidelidad, porque ser infiel ocasiona dolor en ambas direcciones. A veces, m¨¢s en el que ha perpetrado el desliz que en el que lo ha sufrido, porque el complejo de culpa puede ser muy duro¡±.