La evoluci¨®n de la fidelidad
La misma veintena de genes controla la monogamia en especies tan separadas como peces, ranas y mam¨ªferos
Pese a la apabullante exuberancia y diversidad de la naturaleza, lo cierto es que hay principios generales en la biolog¨ªa animal. Cada especie est¨¢ exquisitamente adaptada a su entorno, pero los mecanismos por los que se adapta son a menudo invariantes a lo largo de toda la escala evolutiva. Los genes que dise?an el coraz¨®n son los mismos en un rat¨®n y en una jirafa, y las variaciones en esos genes son responsables de que la jirafa haya desarrollado un coraz¨®n capaz de bombear sangre cuello arriba hasta alcanzar la cabeza. La pr¨®xima vez que evolucione un animal tan alto, podemos predecir que su coraz¨®n crecer¨¢ mediante variaciones similares de esos mismos genes. Como el cerebro es un trozo de cuerpo, este mecanismo dirige tambi¨¦n la evoluci¨®n del comportamiento. En un caso impactante de ello, la misma veintena de genes est¨¢ detr¨¢s de la fidelidad, y de la falta de ella, en especies tan separadas como los topillos, las ranas, los p¨¢jaros y los peces. L¨¦elo en un interesante art¨ªculo de Materia.
Cada especie est¨¢ exquisitamente adaptada a su entorno, pero los mecanismos por los que se adapta son a menudo invariantes a lo largo de toda la escala evolutiva
El ejemplo de los topillos es muy ilustrativo. Hay dos especies muy cercanas de topillos, el de la pradera, que forma parejas mon¨®gamas, duraderas y cooperativas, y el de la monta?a, cuyos dos sexos no solo son infieles y pol¨ªgamos, sino que adem¨¢s dejan abandonada a la prole al poco de nacer. Las investigaciones gen¨¦ticas de la d¨¦cada pasada mostraron que una clave de esa diferencia son los genes que fabrican los receptores de la oxitocina y la vasopresina, dos hormonas esenciales para la regulaci¨®n de los v¨ªnculos afectivos. Los psic¨®logos han mostrado que un leve rociado con un aerosol de oxitocina vuelve a la gente m¨¢s confiada en un juego de prestamistas y deudores. Cualquier variaci¨®n gen¨¦tica que haga m¨¢s abundante o activo al receptor de la oxitocina (la puerta que permite a la hormona entrar en las neuronas) tendr¨¢ el mismo efecto que el aerosol, solo que para toda la vida. La oxitocina tambi¨¦n es central para crear el v¨ªnculo afectivo entre la madre y el reci¨¦n nacido. Un pico de oxitocina dispara el parto y, de hecho, es el f¨¢rmaco que utilizan los m¨¦dicos para inducirlo, cuando la situaci¨®n lo requiere o simplemente porque es viernes. En todo caso, a los receptores de la oxitocina y la vasopresina hay que a?adir ahora los 24 genes universales de la monogamia.
La evoluci¨®n de la fidelidad (y de la infidelidad) es bastante r¨¢pida, porque las variaciones en estos genes est¨¢n surgiendo continuamente en la poblaci¨®n. Dentro de los topillos de la pradera, la especie fiel, hay individuos que llevan esas variaciones gen¨¦ticas y son tan infieles como los primos monta?osos. Basta que un cambio en el entorno lo requiera ¨Cpor ejemplo, si la poblaci¨®n es escasa y hay pocas hembras con las que aparearse¡ª para que esos individuos propaguen sus genes en unas cuantas generaciones y toda la poblaci¨®n se haga pol¨ªgama. Toda la poblaci¨®n, se entiende, salvo los individuos que llevan las mutaciones contrarias.
No est¨¢ claro si los 24 genes universales de la fidelidad tienen algo que ver con la oxitocina y la vasopresina. A primera vista parece que no. Hasta donde llega nuestra capacidad predictiva de la funci¨®n de un gen a partir de su secuencia (gatacca¡), algunos de ellos tienen relaci¨®n con el aprendizaje y la memoria. Pero es obvio que se requiere una investigaci¨®n a fondo sobre su funci¨®n en las neuronas. Sean cuales sean, los resultados merecer¨¢n la pena. Agradezco la fidelidad al lector que haya llegado hasta aqu¨ª.
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