El aroma ¨²nico y dulce de las lilas, la flor que perfumaba las cocinas de nuestras abuelas
El lilo rara vez falta en las entradas a los pueblos, en los jardines y patios de media Espa?a, donde se esperan sus flores cada primavera si se ha tratado la planta bien durante los meses de verano
Una imagen: un par de abuelas que regresan de dar un paseo por los alrededores del pueblo en el que viven. Ambas llevan en la mano unas cuantas ramas florecidas de lilas, que es la flor del lilo (Syringa vulgaris) que comienza a dar color a estos d¨ªas de primavera. De un aroma ¨²nico, cautivador, dulce, intenso, pero delicado, en cuanto lleguen a sus respectivas casas ir¨¢n a parar a sendos jarrones de cristal. Acompa?ar¨¢n du...
Una imagen: un par de abuelas que regresan de dar un paseo por los alrededores del pueblo en el que viven. Ambas llevan en la mano unas cuantas ramas florecidas de lilas, que es la flor del lilo (Syringa vulgaris) que comienza a dar color a estos d¨ªas de primavera. De un aroma ¨²nico, cautivador, dulce, intenso, pero delicado, en cuanto lleguen a sus respectivas casas ir¨¢n a parar a sendos jarrones de cristal. Acompa?ar¨¢n durante varias jornadas los quehaceres de las abuelas, atareadas en mezclar la fragancia de las lilas con la de las rosquillas hechas a mano y con la de los guisos especiados con piment¨®n.
Este humilde ritual muestra lo unida que est¨¢ esta especie al imaginario jardinero colectivo. El lilo es una planta que rara vez puede faltar en las entradas a los pueblos, en los jardines ¡ªmuchos hist¨®ricos¡ª y patios de media Espa?a, donde se esperan con ilusi¨®n sus flores cada a?o. ?Y qu¨¦ disgusto si no llegan! Eso le ocurr¨ªa a Nin Calvo, ¡°jardinera diletante¡±, como ella misma se define. Esta gallega tiene tres lilos en su jard¨ªn de Vedra (A Coru?a) desde hace una docena de a?os, ¡°uno blanco y dos violetas¡±. Pero no le florec¨ªan. ¡°Los mimaba, no los podaba¡ Les dejaba a su aire, y cero flores¡ ?hasta los amenac¨¦ con arrancarlos!¡±. Pero eso cambi¨® esta misma primavera, donde ya apuntan varias ramas con flores que abrir¨¢n en cuesti¨®n de d¨ªas. ?Cu¨¢l fue su receta para conseguirlas? ¡°No dej¨¦ que sufrieran sed este verano pasado, ya que entonces no los regaba¡±, se sincera Nin Calvo, ¡°y les ech¨¦ compost del que hago en casa¡±.
Y es que, para que un lilo florezca, hay que atenderlo tambi¨¦n en los meses c¨¢lidos, como recuerda Gilberto Segovia, ingeniero agr¨ªcola que ha cuidado de cientos de lilos en distintos jardines: ¡°La formaci¨®n de sus yemas florales ocurre alrededor del solsticio de verano, cuando empiezan a acortar los d¨ªas¡±, explica, por lo que resulta imprescindible que entonces la planta se encuentre con fuerzas, bien hidratada y nutrida. Esto asegurar¨¢ que el lilo cuente con energ¨ªa para producir esas yemas florales. Es decir, nueve meses antes de que se puedan oler sus flores, el lilo ya prepara todo lo necesario para estallar en la primavera del a?o siguiente. A eso se le llama planificaci¨®n y antelaci¨®n, desde luego.
Aunque en los viveros se encuentran distintas especies de lilos, la m¨¢s habitual y tradicional es la mencionada Syringa vulgaris, con numerosas variedades, cerca de 800, como puntualiza la magna obra Flora ib¨¦rica, que tambi¨¦n confirma su lugar de origen, entre Rumania, Albania y el noreste de Grecia. A pesar de su espectacular floraci¨®n, este arbusto caduco no es un gran atractivo en el jard¨ªn el resto del a?o, cuando sus hojas ¡ªque tienden a ser acorazonadas¡ª lo cubren por completo. Se podr¨ªa decir que, hasta la siguiente floraci¨®n, pasar¨¢ a un discreto segundo plano en el jard¨ªn.
Despu¨¦s de florecer se puede aplicar un descabezado de sus flores marchitas, cortando solamente la inflorescencia. As¨ª evitamos que la planta destine recursos a una semilla que por lo general no querremos, a no ser que se est¨¦ intentando generar alguna nueva variedad. De todas formas, el m¨¦todo m¨¢s sencillo para reproducir el lilo es mediante la extracci¨®n de los brotes basales que produce durante la primavera. Si los sacamos con cuidado tendr¨¢n una buena cantidad de ra¨ªces que har¨¢n que crezcan muy r¨¢pido en su nuevo emplazamiento, ya sea en plena tierra o en una maceta. Porque el lilo se puede cultivar perfectamente en un buen macet¨®n, a¨²n a sabiendas de que evidentemente no se har¨¢ tan grande como en un jard¨ªn.
Gilberto Segovia da otras pinceladas que tienen que ver con su poda y mantenimiento: ¡°No hay que dejar que el lilo se haga viejo, y procurar que haya siempre algunos tallos nuevos basales¡±. Estos tallos son los que nos van a permitir ir renovando el lilo progresivamente a?o tras a?o, para quitar las ramas m¨¢s envejecidas en favor de las que tengan los tejidos m¨¢s j¨®venes. Esta poda de rejuvenecimiento se realiza en el invierno, ¡°aunque se pierda algo de flor, pero as¨ª se asegura m¨¢s vigor para la planta¡±, recalca Segovia, quien aconseja que ¡°es fundamental tener una masa clara y aireada¡±.
Con sus tallos podemos aprovechar para hacer flautas, ya que es uno de los usos tradicionales que se le daban, al igual que suced¨ªa con el sa¨²co (Sambucus nigra) y la celinda (Philadelphus coronarius). En cuanto al agua, Segovia recomienda aplicar ¡°riegos en profundidad, para despu¨¦s dejar que la tierra se seque¡±. As¨ª evitaremos peligrosos hongos como Verticillium, que pueden dejar sin lilas nuestra primavera. Otra abuela acaba de pasar andando, rumbo hacia un lilo de flores rosas.