Los 90 a?os del Pato Donald: por qu¨¦ el personaje m¨¢s gru?¨®n y malencarado de Disney ha sobrevivido con ¨¦xito
Entramos en los estudios de Walt Disney para bucear en los archivos donde se guardan millones de guiones, carteles y objetos de sus pel¨ªculas y personajes, y en concreto del c¨¦lebre pato, que celebra nueve d¨¦cadas desde su primera aparici¨®n
La primera vez que en Disney pensaron en un tal Donald, la hoy casa de animaci¨®n y fantas¨ªa m¨¢s famosa del mundo era apenas un peque?o taller de creaci¨®n de dibujos. Era 1931 y el nombre de Donald se mencionaba en un libro ilustrado llamado Las aventuras de Mickey Mouse; tambi¨¦n hab¨ªa un pato en su contraportada. Pasaron tres a?os hasta que, ya convertido en un personaje, Donald apareci¨® en un cortometraje titulado The Wise Little Hen...
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La primera vez que en Disney pensaron en un tal Donald, la hoy casa de animaci¨®n y fantas¨ªa m¨¢s famosa del mundo era apenas un peque?o taller de creaci¨®n de dibujos. Era 1931 y el nombre de Donald se mencionaba en un libro ilustrado llamado Las aventuras de Mickey Mouse; tambi¨¦n hab¨ªa un pato en su contraportada. Pasaron tres a?os hasta que, ya convertido en un personaje, Donald apareci¨® en un cortometraje titulado The Wise Little Hen (La gallinita sabia). Iba a ser un secundario, pero pronto se vio que su vis c¨®mica le convert¨ªa en protagonista. A partir de ah¨ª, llegaron m¨¢s cortos, apariciones, libros, vi?etas... y el resto es historia. Pese a que Mickey Mouse es el indiscutible rey de la por algo denominada casa del rat¨®n, Disney, convertida en un conglomerado internacional con decenas de marcas que cotiza en Bolsa y vale alrededor de 200.000 millones de d¨®lares, tiene al pato blanco como a un pr¨ªncipe, segundo de a bordo. Ahora que cumple 90 a?os, han decidido celebrar los muchos ¨¦xitos que les ha brindado abriendo a EL PA?S sus estudios de Burbank (al norte de Los ?ngeles, en California) y explicando los secretos de su longevo triunfo.
?C¨®mo se ha convertido un pato vestido con chaquetilla azul, pajarita roja y siempre sin pantalones en un s¨ªmbolo de la casa de las princesas, los h¨¦roes y los villanos? Quienes llevan a?os en Disney, observ¨¢ndolo, lo tienen claro. La personalidad del mu?eco ha creado grandes adeptos. Mientras que Mickey, Minnie, Daisy, Pluto, Goofy... son afables, bienhumorados, cari?osos, Donald es gru?¨®n. Se enfada, grita, patalea, se sube literalmente por las paredes. Es decir: es humano. Y eso, en un mundo de perfecci¨®n animada, es algo a destacar. Quienes observan a estos mu?equitos desde hace a?os, algunos d¨¦cadas, conocen los secretos de su ¨¦xito.
Las anta?o oficinitas de Walt y Roy Disney han crecido mucho en estos 101 a?os: en personal (tienen m¨¢s de 200.000 empleados), tama?o y popularidad. En 1937, cuando Blancanieves y los siete enanitos se convirti¨® en un ¨¦xito inigualable de taquilla (con una recaudaci¨®n superior a los ocho millones de d¨®lares; hoy, con la inflaci¨®n, ser¨ªan m¨¢s de 173 millones), los hermanos compraron un inmenso terreno en el norte de una ciudad entonces en expansi¨®n, cerca de donde tambi¨¦n los adquirieron por entonces los hermanos Warner o la ya por entonces exitosa Universal. Esa zona se ha convertido hoy en los Walt Disney Studios ¡ªque no est¨¢n abiertos a visitas del p¨²blico¡ª, con una docena de edificios como las oficinas de animaci¨®n, dibujo y administrativas, el antiguo despacho de Walt ¡ªque est¨¢ tal cual qued¨® cuando muri¨®, en 1966¡ª, una cantina, un cine... y, por supuesto, unos enormes archivos.
Becky Cline, de 64 a?os, es la responsable de los mismos. Lleva casi 15 dirigi¨¦ndolos ¡ªcon 42 personas a su cargo¡ª y 35 en la compa?¨ªa. Es tambi¨¦n, como ella misma dice, experta en la historia de Disney, y conoce a fondo a los personajes, especialmente a los cl¨¢sicos. ¡°Desde el principio al p¨²blico le encant¨®¡±, repasa sobre Donald. ¡°Es adorable, pero tambi¨¦n irascible, travieso, chiflado¡±, r¨ªe esta mujer, apasionada del mundo en el que se mueve. ¡°?l solito se busca los problemas; creo que, muchas veces, nos gustar¨ªa ser capaces de perder la cabeza como ¨¦l lo hace¡±, analiza Cline.
El pato ha cambiado muy poco estos a?os; al principio ten¨ªa el pico m¨¢s alargado y los colores eran algo distintos, pero poco m¨¢s. Eso tambi¨¦n ha hecho que su imagen sea casi perenne. Adem¨¢s de las muchas labores a las que se ha dedicado. ¡°En los a?os treinta y cuarenta fue muy popular en vi?etas y c¨®mics... sobre todo hasta que lleg¨® el T¨ªo Gilito¡±, recuerda, algo que ocurri¨® en 1952. ¡°En los a?os cuarenta fue un personaje muy importante en Estados Unidos porque se dedic¨® a hacer propaganda positiva durante la guerra. Lleg¨® a ganar hasta 400 insignias militares¡±, explica Cline, mostrando una figura del Admiral Donald Duck, el almirante Donald, ¡°ya mucho m¨¢s que un simple marinero¡±, r¨ªe de nuevo. ¡°Representaba al Gobierno y a Defensa, y en 1943 protagoniz¨® una campa?a para animar a pagar impuestos, un esfuerzo de guerra. En los cincuenta estuvo dedicado al servicio p¨²blico, ense?aba seguridad a los ni?os¡±, cuenta la experta en historia de Disney.
Los archivos de Disney guardan ¡°millones y millones de documentos¡±, explica Cline, que prefiere no dar cifras concretas, pero relata que, por ejemplo, hay unos ¡°25 millones de fotos¡±. Se fundaron en junio de 1970, aunque el edificio donde est¨¢n ubicados data de 1997. ¡°En 1934 ya hab¨ªa productos del pato Donald. Es un tipo de producto dif¨ªcil de encontrar, raro y altamente coleccionable¡±, explica. Por entonces, adem¨¢s, no se guardaban copias de todo. ¡°Solo de cosas extremadamente valiosas: guiones, storyboards...¡±. Conservan objetos y, m¨¢s que comprar, algo que solo hacen en contadas ocasiones, aceptan donaciones.
Donald tuvo algunas particularidades al ser el ¡°hijo peque?o¡± de la compa?¨ªa, como m¨¢s libertad a la hora de dar licencias. Por ejemplo, en 1947 se convirti¨® en la mascota de la Universidad de Oreg¨®n. El animal del centro educativo era un pato, pero ¡°gracias a la benevolencia de Walt Disney¡±, como explica la propia universidad, llegaron a un acuerdo y se convirti¨® en su imagen, ¡°siempre que fuera retratado con buen gusto¡±. Donald estuvo presente desde siempre en montones de objetos curiosos que guarda Cline en los archivos: desde calcamon¨ªas hasta botellas de refresco, latas de zumo, de jud¨ªas o de salsa de tomate. Lleg¨® a haber helados, filetes de pescado congelado y todo tipo de productos de mercado. ¡°A m¨ª me encantan las fan cards¡±, reconoce. Son unas tarjetas, una especia de l¨¢minas o postales, con un dibujo del pato que el propio Walt Disney firmaba y enviaba a los fans cuando le escrib¨ªan cont¨¢ndole cu¨¢nto les gustaba el personaje.
El vicepresidente creativo de personajes para productos de consumo, St¨¦phane Kardos, con 27 a?os de trayectoria en la casa, explica que Donald es un personaje ¡°extremadamente popular en Europa, y lo es por su personalidad: es divertido, ic¨®nico, verdaderamente aut¨¦ntico¡±. De ah¨ª que de cara a su 90? cumplea?os hayan decidido volver a darle protagonismo asoci¨¢ndose con decenas de marcas (Kardos no especifica exactamente cu¨¢ntas) para volver a esa esencia y hacer desde sudaderas o mu?ecos Funko hasta joyas, maletas, relojes, gafas de sol, ropa... ¡°Sus seguidores podr¨¢n conectar con ¨¦l y tambi¨¦n habr¨¢ objetos especiales para coleccionistas¡±, explica.
El nonagenario Donald ha participado en 11 pel¨ªculas nominadas al Oscar. Y m¨¢s all¨¢ de su imagen y su mal genio, lo que muchos recuerdan es su voz. ¡°Es muy dif¨ªcil de imitar¡±, reconoce Becky Cline. Hoy, en EE UU, es Tony Anselmo quien le presta su garganta. Fue aprendiz de Clarence Nash, la voz original de Donald, que le ense?¨® en los ochenta. Nash muri¨® en 1985 y ¨¦l lleva desde entonces siendo la ¨²nica voz oficial del pato y considerado ¡°una leyenda de Disney¡± por la propia casa de animaci¨®n. Ahora mismo, Anselmo no entrena a nadie. Tampoco est¨¢ dispuesto a contar sus secretos: ¡°Si te lo cuento, tendr¨ªa que matarte¡±, r¨ªe. ¡°Es un secreto empresarial. Todo est¨¢ en la boca¡±. S¨ª reconoce que el modo de colocarse al hablar ¡°no es una voz como tal¡±: ¡°No uso las cuerdas vocales, puedo hacerlo incluso con faringitis¡±, reconoce. Y adora lo que lleva haciendo desde hace 40 a?os. ¡°Es algo con lo que soy muy protector, porque viene de Walt, y le respecto. Quiero mantener esa tradici¨®n, ese legado, no cambiarlo. No est¨¢ roto, as¨ª que no tenemos por qu¨¦ cambiar nada, ?no?¡±.