Algo viejo, algo nuevo o algo prestado: la semana de la moda de Par¨ªs busca formas alternativas de definir el lujo
Balenciaga reflexiona sobre la creatividad en tiempos de uniformes homog¨¦neos y Herm¨¨s prioriza la actitud de quien viste las prendas por encima de las propias prendas. El proceso importa tanto como el resultado y el paso del tiempo m¨¢s que la novedad constante
En un audio enviado v¨ªa Instagram esta ma?ana, Demna se preguntaba a s¨ª mismo qu¨¦ era el lujo hoy. ¡°Lo escaso. Y creo que la creatividad escasea¡±, narraba. Dos d¨ªas antes, los invitados al desfile de este domingo recib¨ªan en sus hoteles o en sus casas una caja de eBay. Cada uno era obsequiado con un objeto raro encontrado en la plataforma: jarrones, pa?uelos, cajas antiguas, pisapapeles, burbujas de nieve... ¡°Cosas que pertenecieron a alguien y que por eso resaltan el valor emocional que hay en ellas. En nuestro mundo digital, esto nos recuerda la emoci¨®n, lo que nos hace humanos¡± escrib¨ªa la marca al final de la factura que certificaba la compra de cada objeto.
Lo cierto es que para los que asisten habitualmente a las semanas de la moda por trabajo, periodistas, compradores o clientes, Balenciaga representa esa emoci¨®n; nadie sabe lo que va a pasar en el desfile, y la invitaci¨®n o los contenidos los d¨ªas previos en redes sociales funcionan como pistas para elucubrar lo que se va a ver. Pocos, por no decir nadie, consiguen actualmente generar esa magia previa; no es tanto la expectaci¨®n como la elucubraci¨®n, algo mucho m¨¢s profundo que luego, adem¨¢s, se traslada a la colecci¨®n, llena de referencias y s¨ªmbolos que hace falta ver varias veces para entender en su conjunto.
En esta ocasi¨®n el escenario, en Los Inv¨¢lidos, se compon¨ªa de unas pantallas, tambi¨¦n en el suelo y en el techo, que reproduc¨ªan un d¨ªa y una noche cotidianos en la monta?a, en la ciudad y, por supuesto, en lo m¨¢s rutinario que existe, las pantallas de los tel¨¦fonos. El d¨ªa daba paso a la noche y la noche al d¨ªa, con escenas y luces hipn¨®ticas acompa?adas de una m¨²sica, realizada siempre por Bfrnd, la pareja de Demna, que ten¨ªa la capacidad de sumergir a los invitados en una especie de trance. El georgiano empezaba por el final, es decir, por los imponentes trajes de lentejuelas y las piezas, hechas a mano, que se inspiraban en el trabajo de Crist¨®bal. Lo continuaba con abrigos de pelo tratados para que parecieran envejecidos (una de sus obsesiones es la impronta que el tiempo y el uso dejan en las prendas), continuaba con piezas r¨ªgidas hechas a partir de un molde, con ch¨¢ndales, con prendas de cuero reciclado con la etiqueta puesta, con mochilas que se convert¨ªan en tops, con piezas hechas a partir de la acumulaci¨®n de capuchas, de medias, con un traje de noche hecho a base de sujetadores. Este es el lujo de Balenciaga. Un lujo en el que un ch¨¢ndal puede llevar tanta experimentaci¨®n artesanal y casi tantas horas de trabajo como un vestido en el que cada lentejuela se pega a mano. Un lujo en el que la ropa cuenta la historia de quien la lleva, algo que por desgracia cada vez es menos habitual en este negocio. Un lujo en el que lo reciclado, lo usado o lo desechado importan m¨¢s que lo nuevo. Demna contaba en su audio que este desfile era ¡°su forma de aproximarse a la moda durante estos a?os¡±. Y, sin embargo, ninguna de las muchas salidas de este desfile ten¨ªa esa silueta de hombros puntiagudos y cuerpo sobredimensionado a la que tanto ha recurrido. No ha hecho falta. Su identidad sigue siendo reconocible en sus juegos de dimensiones, en esos ready made al estilo Duchamp que elevan a exclusivo lo cotidiano, en la experimentaci¨®n con los materiales, del celo a la resina, de la seda al denim.
Curiosamente el viernes por la tarde, su hermano Guram, ahora al frente de Vetements, s¨ª convert¨ªa la influyente silueta de Demna en una especie de disfraz, en un clich¨¦ demasiado grande como para ser llevado e incluso para ser analizado detenidamente. Un show cuajado de celebridades y pensado (camisetas con pullas incluidas) para hablar de la reciente enemistad, real o marketiniana, da igual, de los dos hermanos que hace poco m¨¢s de una d¨¦cada devolvieron la emoci¨®n a la moda con la marca m¨¢s ir¨®nica de lo que va de siglo.
El lujo, para la marca m¨¢s asociada al lujo en el imaginario popular, Herm¨¨s, tampoco es una cuesti¨®n de objetos virales o productos limitados, sino una cuesti¨®n de actitud. As¨ª lo contaba la directora creativa de la casa, Nad¨¦ge Vanhee, en las notas que acompa?aban al desfile del s¨¢bado. Hablaba de una mujer a la que nada le frena, ni siquiera la lluvia que ca¨ªa del escenario. Una mujer que viste abrigos, cazadoras, vestidos, pantalones y botas pr¨¢cticos, visualmente perfectos, pensados para ser tocados y mirados de cerca: el cuero se ensambla con el punto, las tachuelas y las piedras se cosen formando un puzzle perfecto. Contaba la dise?adora en una entrevista reciente en ¡®S Moda¡¯ que lo que m¨¢s feliz le hac¨ªa era comentar con otras mujeres la ropa que vest¨ªan y con la que viv¨ªan a diario. ¡°A m¨ª ya no me pertenece, es suya, es su historia¡±, dec¨ªa. Y lo cierto es que con esta colecci¨®n sus palabras cobran sentido. Pocas cosas hay m¨¢s revolucionarias (y m¨¢s dif¨ªciles) que dise?ar ropa para ser vivida y disfrutada, ese tipo de prendas que ganan con el paso del tiempo y del uso. Puede parecer que Herm¨¨s es una casa cl¨¢sica, pero su modo de aproximarse al dise?o la convierte en una de las m¨¢s contempor¨¢neas. De hecho, si Demna no estuviera en Balenciaga y Nad¨¦ge no estuviera haciendo un trabajo impecable desde hace una d¨¦cada, el georgiano ser¨ªa un candidato perfecto para Herm¨¨s.
En las inmediaciones del desfile de Ann Demeulemeester del s¨¢bado se reun¨ªan bajo una lluvia torrencial los fans de la marca invitados al desfile. La ense?a belga, ahora en manos de Stefano Gallici, es una de las pocas que tienen una tribu propia de seguidores fieles, que visten casi uniformados con esa est¨¦tica g¨®tica y estudiadamente desarrapada. Despu¨¦s de la salida de Ludovic de Saint Sernin tras una ¨²nica colecci¨®n que no supo captar ese esp¨ªritu casi de culto que mantiene la marca a flote, Gallici, encargado desde 2019 de la l¨ªnea masculina, ha sabido rescatar el aura de su fundadora. Esta colecci¨®n es quiz¨¢ m¨¢s comercial que la anterior, con piezas m¨¢s b¨¢sicas, pero Ann, entre el p¨²blico, aplaud¨ªa y sonre¨ªa complacida. El dise?ador hab¨ªa captado la actitud.
Del pol¨¦mico debut de Se¨¢n McGirr en Alexander McQueen, que ha enfrentado opiniones, tambi¨¦n se rescata la actitud de las modelos, desafiantes, violentas, que casi inspiran temor, la misma actitud con la que el venerad¨ªsimo Lee McQueen cambi¨® la historia de la moda, rechazando la cl¨¢sica figura de la mujer bella y complaciente. M¨¢s all¨¢ de las referencias de McGirr, m¨¢s o menos literales, es esa actitud lo que prevalece. M¨¢s en una colecci¨®n debut, que dice a¨²n poco de la evoluci¨®n de un director art¨ªstico en la que quiz¨¢ sea la casa de moda m¨¢s dif¨ªcil dado el peso de su legado. Quiz¨¢, como dice Demna, el lujo en estos tiempos sea eso, lo diferente en tiempos donde prima lo homog¨¦neo, algo que no se puede explicar pero que se reconoce en cuanto se ve.
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