La semana de la moda de Par¨ªs reflexiona sobre la relaci¨®n (tormentosa) entre moda, poder y cuerpo femenino
Del imponente desfile de Saint Laurent al experimento deportivo de Dior, las primeras jornadas de desfiles subrayan c¨®mo ciertas prendas afectan a la percepci¨®n del cuerpo de las mujeres
La relaci¨®n de la moda con el cuerpo femenino tiene infinitas capas, algunas conflictivas, otras horribles y otras (a¨²n pocas) positivas. Y aunque desgraciadamente a¨²n persiste la idea en algunos ¨¢mbitos de que este negocio sirve para embellecer y realzar a las mujeres (signifique eso lo que signifique), lo cierto es que de un tiempo a esta parte cada vez m¨¢s dise?adores ...
La relaci¨®n de la moda con el cuerpo femenino tiene infinitas capas, algunas conflictivas, otras horribles y otras (a¨²n pocas) positivas. Y aunque desgraciadamente a¨²n persiste la idea en algunos ¨¢mbitos de que este negocio sirve para embellecer y realzar a las mujeres (signifique eso lo que signifique), lo cierto es que de un tiempo a esta parte cada vez m¨¢s dise?adores hablan de sus colecciones en t¨¦rminos de poder, comodidad, diversi¨®n o incluso de identidad.
La relaci¨®n de Yves Saint Laurent con la idea de poder es la que, a grandes rasgos, le convirti¨® en el gran dise?ador de la segunda mitad del siglo XX. Cuando todos hablaban de belleza o sofisticaci¨®n, ¨¦l narraba visualmente el erotismo, la independencia e incluso la perversi¨®n de la burgues¨ªa. En los ocho a?os que lleva al frente de la casa, Anthony Vaccarello se ha basado en esas ideas para actualizar y redefinir el ingente archivo de la firma, con desfiles monumentales al pie de la Torre Eiffel cuyo decorado y ambiente destilan precisamente eso: poder. Esta vez las obras de los Juegos Ol¨ªmpicos de Par¨ªs (la capital francesa sigue siendo una jungla de tr¨¢fico, ahora en proceso de desmontaje) han hecho que el desfile se traslade al patio de las oficinas, en la Rue de Bellechasse. All¨ª, entre sus ya cl¨¢sicos sillones de cuero y con un suelo de azulejos azules como un gui?o a la casa de Yves y Pierre en Marraquech, el p¨²blico ¡ªen dos turnos dadas las peque?as dimensiones de espacio¡ª pudo presenciar una de las mejores colecciones que ha firmado el dise?ador belga (y una de las mejores de la temporada hasta la fecha).
En el primer tercio, las modelos luc¨ªan trajes de chaqueta holgados similares a los que luc¨ªa el propio Yves. En el segundo, chaquetas de cuero con volumen sobre largos vestidos de gasa (como si la modelo Betty Catroux y Loulou de la Falaise, quien fue mano derecha de Yves, se hubieran fundido en una sola persona). Y en el ¨²ltimo, chaquetas armadas brocadas sobre vestidos de encaje de colores ¨¢cidos, un gui?o al Yves de los a?os ochenta traducido al presente. As¨ª descrito, podr¨ªa parecer un homenaje muy literal, pero Vaccarello y su don para la sastrer¨ªa cambian la historia, porque el corte de sus chaquetas y vestidos es funcional pero igualmente trabajado, y es ¡ªy he aqu¨ª la magia del dise?ador¡ª un trasunto de las siluetas de los setenta o los ochenta con las de 2020 que lo convierte en absolutamente deseable, por encima de lo vintage o de la actualizaci¨®n del archivo. Aunque por encima de todo propone una idea de poder que, por suerte, va m¨¢s all¨¢ de la muy manida (y poco realista) traslaci¨®n del armario masculino al femenino como herramienta de falso empoderamiento. Las modelos llevaban trajes y corbata, s¨ª, pero no hab¨ªa nada de binarismo arcaico en los cortes de sus trajes ni en su actitud. Es agradable darse cuenta de que Vaccarello, tras una colecci¨®n anterior centrada en las curvas y en las transparencias, es un dise?ador complejo, capaz de verle la polisemia a la idea de poder y de concretarla en prendas que, pese a ser comerciales, hacen que su audiencia contenga el aliento.
La relaci¨®n entre moda, cuerpo y poder era expl¨ªcitamente el punto de partida de la nueva colecci¨®n de Dior. Maria Grazia Chiuri lleva a?os convirtiendo una marca muy ligada a esa idea de embellecer (complacer la mirada masculina) en una firma con un discurso feminista, algo que se traduce en prendas realistas y llevables en el d¨ªa a d¨ªa, algo que por extra?o que pueda parecer no abunda en las pasarelas. En esta ocasi¨®n, la artista encargada del escenario del desfile fue Sagg Napoli, profesional del tiro con arco; una especie de Katniss Everdeen (qu¨¦ pena que Jennifer Lawrence no sea ya embajadora de la firma) que con su obra rompe convenciones sobre el cuerpo de la mujer y sobre esa idea tan agotada llamada empoderamiento.
Mientras Sagg Napoli tiraba flechas a una diana, las modelos luc¨ªan m¨²ltiples interpretaciones del traje de amazona creado por Christian Dior en los cincuenta, pero todas ellas con el deporte como com¨²n denominador. La amazona como s¨ªmbolo absoluto de poder y el deporte femenino como herramienta para derribar prejuicios patriarcales, como la delicadeza o la fragilidad. La f¨®rmula maestra de la dise?adora italiana siempre ha consistido en bajar estos discursos elevados (y necesarios) a prendas comerciales y deseables por las clientas del lujo. En esta ocasi¨®n, los pantalones de ch¨¢ndal con el s¨ªmbolo Miss Dior alargado para parecerse al de Adidas, las chaquetas y, sobre todo, los ba?adores, hablaban expl¨ªcitamente de la frontera entre el cuerpo femenino vestido y el cuerpo sin vestir y, por extensi¨®n, del poder social e identitario de la moda, pero a efectos comerciales resultaban escasos y muy pobres para lo que se espera de una pasarela y de una gran firma de lujo. Que se haya atrevido a hacerlo es un acto casi revolucionario, eso s¨ª.
El poder, esta vez como algo feroz y amenazante, se respiraba en el primer desfile Luis de Javier en Par¨ªs. Apadrinado por el dise?ador Riccardo Tisci y tras alcanzar la viralidad con su primer desfile en Nueva York, el espa?ol present¨® su colecci¨®n para la pr¨®xima primavera en el imponente Espacio Niemeyer ante los editores de moda m¨¢s importantes del mundo. Sonaba Camar¨®n, las monteras de torero se convirtieron en gorros deportivos y el encaje de las mantillas daba forma a vestidos y faldas que dejaban ver los tangas. Las modelos caminaban lentas y desafiantes luciendo, en la segunda parte, vestidos blancos y negros con hombros puntiagudos, colas y detalles que simulaban una serpiente enroscada. Es decir, con piezas que hablaban de pecado, religi¨®n y tradiciones reinventadas, pero que ten¨ªan una referencia est¨¦tica demasiado obvia: se pod¨ªa ver la influencia de Rick Owens desde el inicio del proceso creativo al final. Y solo Rick Owens puede ser Rick Owens.
Como Luis de Javier, Nicolas di Felice solo utiliz¨® dos colores: el negro y el nude. Es la forma de dar todo el protagonismo a la silueta y al cuerpo vestido y, en este caso, la forma que tiene el creador belga, director creativo de Courr¨¨ges, de mantener el legado del fundador de la marca para la que trabaja sin ser una copia del pasado, sino una evoluci¨®n hacia el presente. Andr¨¦ Courr¨¨ges liber¨® el cuerpo de las mujeres con prendas de corte geom¨¦trico y Di Felice rescata esa liberaci¨®n y su gusto por lo tecnol¨®gico recre¨¢ndose en una especie de uniforme minimalista que evoca el futurismo sin necesidad de estereotipos (es decir, ni brillos, ni bloques de color, ni siluetas irreales): es capaz de recrear modernidad con ese tipo de prendas aparentemente simples, pero con cortes y estructuras muy complejos que parecen acompa?ar al propio cuerpo, sin moldearlo ni ocultarlo.
Sin embargo, y salvo honrosas excepciones, Dries van Noten es uno de los pocos dise?adores hombre que ha entendido desde el principio que las mujeres no lucen los vestidos, los viven y los habitan en su d¨ªa a d¨ªa. Por eso es de los pocos que contin¨²a con una clientela fiel y diversa. Era la primera colecci¨®n creada por el equipo de dise?o de la marca. El belga, que anunci¨® su retirada la pasada primavera, presenciaba por primera vez su desfile y aplaud¨ªa emocionado a sus empleados, que sal¨ªan a saludar tras un show basado ¡°en el respeto, la redefinici¨®n y la admiraci¨®n¡±, como explicaban las notas de la colecci¨®n. Menos imponente que en otras ocasiones, el primer desfile de Dries sin Dries fue, sin embargo, un juego sosegado de estampados de archivo combinados de forma audaz con ese don que solo los que han trabajado junto a ¨¦l poseen. Por momentos, parec¨ªa un autohomenaje no solo a su mentor, sino a la identidad creativa de la marca; en otros se intu¨ªan patrones y prendas m¨¢s sensuales (que en 2024 ser¨ªan sin¨®nimo de juveniles) que los que el belga sol¨ªa utilizar. Dries van Noten es una ense?a tan personalista que es literalmente imposible pensar que la primera colecci¨®n sin ¨¦l es buena, aunque realmente lo sea, porque hace falta tiempo para asimilar su ausencia. Lo importante es que esa atm¨®sfera de respeto, calidez y calma, casi de intimidad, que se desprenden de sus desfiles (y lleva 40 a?os haci¨¦ndolos) sigue ah¨ª. Dries van Noten sigue siendo un lugar feliz en mitad de la vor¨¢gine de estas semanas.
Pero aunque la semana de la moda de Par¨ªs ya no hable de belleza, sino de cuerpo y poder, la diversidad sigue brillando por su ausencia, m¨¢s, si cabe, en tiempos en los que el Ozempic ha barrido cualquier alegato sobre body positivity en la moda. Tampoco hay, a excepci¨®n de Maria Grazia Chiuri, Miuccia Prada o Donatella Versace, una representaci¨®n real de dise?adoras en grandes marcas. ?Es realista hablar de cuerpo femenino y poder cuando se vuelve a abogar silenciosamente por el canon ¨²nico y cuando este relato no lo escriben las propias mujeres?