El Marraquech de Yves Saint Laurent
Del barrio de Gu¨¦liz al Jard¨ªn Majorelle, donde se ubicar¨¢ el museo dedicado al dise?ador franc¨¦s, un paseo por el distrito colonial de la capital marroqu¨ª
No todo en Marraquech son zocos, riads y callejones ex¨®ticos. A un paso del laberinto de la Medina y de la imprescindible plaza de Jemaa el Fna se encuentra la llamada Ville Nouvelle, la zona colonial de la capital marroqu¨ª, con sus calles anchas y rectil¨ªneas, y sus edificios art d¨¦co. Un descanso para el visitante tras callejear por el laber¨ªntico centro hist¨®rico de la ciudad.
Disfrutaremos de parques frondosos, cafeter¨ªas, un circuito creciente de arte contempor¨¢neo y los mejores bares y restaurantes gourmet de Marraquech. El barrio de Gu¨¦liz es el n¨²cleo central de compras, mientras que Hivernage es una zona residencial rodeada de jardines con vestigios de arquitectura art d¨¦co. El nuevo museo de Yves Saint Laurent que se inaugurar¨¢ pr¨®ximamente, volver¨¢ todas las miradas hacia la Ville Nouvelle.
Arte, caf¨¦ y pasteles en Gu¨¦liz
Paseando por el coraz¨®n de la Ville Nouvelle, se descubre otro Marraquech diferente, al margen de clich¨¦s orientalistas. En Gu¨¦liz hay una nueva generaci¨®n de artistas locales, originales y con talento. Hay que explorar el circuito de arte contempor¨¢neo para descubrir c¨®mo Marraquech se est¨¢ adaptando a los nuevos tiempos.
Podemos comenzar en el Passage Ghandouri, donde hay varias galer¨ªas de arte privadas, como la Matisse Art Gallery, y muy cerca, la Galerie Noir sur Blanc, muestra talento marroqu¨ª con una exposici¨®n permanente y exposiciones temporales.
Los amantes de la fotograf¨ªa pueden visitar la Gallery 127, un encantador espacio de aire industrial que exhibe obras nuevas e im¨¢genes de ¨¦poca; desde fotograf¨ªas de viaje a obras m¨¢s interpretativas de fot¨®grafos internacionales a precios razonables. Cerca se encuentra el bulevar Mohamed Zerktouni, donde empaparnos de la escena moderna de Marraquech, que parece encontrarse a mil a?os de la vida en la Medina.
Y para adentrarnos en el mundo del arte abstracto, tenemos muy pr¨®xima la David Bloch Gallery, con exposiciones de artistas emergentes procedentes de ambas orillas del Mediterr¨¢neo, e incursiones en la caligraf¨ªa tradicional y el grafiti urbano. Este mini tour de arte puede culminarse descubriendo nuevos creadores de todo el norte de ?frica en la Galerie R¨º, algo m¨¢s alejada de las anteriores.
Y si entre tanto arte queremos tomarnos un descanso, hay dos sitios muy recomendables: una dulce pausa en la Patisserie Al-Jawda, en la Rue de la Libert¨¦, toda una instituci¨®n de Gu¨¦liz para degustar dulces tradicionales con higos, agua de azahar y miel del desierto, as¨ª como Kechmara, punto de encuentro de los m¨¢s modernos de Gu¨¦liz, donde podemos tomar un caf¨¦ a ritmo de jazz, una hamburguesa o una ensalada entre las exposiciones de arte moderno de sus paredes.
El triunfo del ¡®art d¨¦co¡¯
Cuando Marruecos pas¨® a estar bajo control colonial, se construyeron las villes nouvelles (ciudades nuevas) fuera de las murallas de las viajes medinas, con urbanismo y estilos arquitect¨®nicos modernos para establecer un orden estricto. Las fachadas neocl¨¢sicas, los techos con mansarda y los edificios altos generaron conmoci¨®n en Marruecos cuando fueron introducidos por los franceses. Pero hab¨ªa un estilo que aparentemente alzaba un puente entre la geometr¨ªa local isl¨¢mica y el aerodin¨¢mico modernismo europeo: el art d¨¦co.
El pintor Jacques Majorelle le aport¨® la sensibilidad crom¨¢tica marroqu¨ª al art d¨¦co en 1924, a?adiendo toques de azul, verde y amarillo a su villa y al Jard¨ªn Majorelle, uno de los s¨ªmbolos de la Ville Nouvelle. En los a?os treinta, los arquitectos empezaron a hacer injertos geom¨¦tricos marroqu¨ªes en los edificios encalados europeos, creando as¨ª una variante pas¨® a conocerse como estilo mauresque, del que pueden contemplarse muchos elementos en los edificios m¨¢s antiguos de la Ville Nouvelle de Marraquech.
MACMA, el museo del orientalismo
Para los amantes del orientalismo, el MACMA (Museo de Arte y de Cultura de Marraquech) es visita obligada desde su inauguraci¨®n en el 2016. Este centro re¨²ne a los principales nombres de la pintura orientalista, artistas europeos de los siglos XIX y XX que se enamoraron de los paisajes y las gentes de Marruecos, como Henri Le Riche, Edy Legrand, Roger Marcel Limouse y, sobre todo, Jacques Majorelle, famoso por su jard¨ªn, que tambi¨¦n puede verse no muy lejos de aqu¨ª.
El inacabado Teatro Real
Un majestuoso edificio sorprende en medio del barrio del Gu¨¦liz. El proyectado Teatro Real comenz¨® a construirse en los a?os setenta bajo la direcci¨®n del arquitecto tunecino Charles Boccara, pero a¨²n est¨¢ inacabado. Si la puerta est¨¢ abierta, el viajero puede asomar la cabeza y tal vez le permitan acceder a esta ¨®pera inacabada a cambio de una propina. Destacan su techo abovedado, los detalles de enladrillado, el trabajo de la madera, en una combinaci¨®n de estilo europeo y marroqu¨ª.
Entre los rosales de la Mamounia
Si algo caracteriza esta zona de Marraquech, m¨¢s all¨¢ de la Medina, son los inmensos y ex¨®ticos jardines. En sus viajes a Marraquech, Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt pasaban sus ratos libres entre los rosales y arbustos del hotel La Mamounia. Actualmente, estos jardines del hotel de lujo m¨¢s famoso del pa¨ªs siguen ofreciendo un aut¨¦ntico oasis para dar un paseo, entre sus m¨¢s de dos mil rosales, olivos, jacarandas, buganvillas, naranjos y limoneros. Un t¨¦ en el Pabell¨®n Menzeh, en medio del jard¨ªn, puede ser el broche final del paseo.
Mucho m¨¢s modesto es el Jard¨ªn Harti, un parque en pleno centro del barrio de Gu¨¦liz, con bancos, palmeras y parterres que florecen en verano.
De Majorelle a Yves Saint Laurent
La verdadera joya de este barrio es el Jard¨ªn Majorelle, regalo del dise?ador de moda Yves Saint Laurent a la ciudad de Marraquech, de la que se enamor¨® en 1966. Saint Laurent y su compa?ero, Pierre Berg¨¦, compraron el jard¨ªn en 1980 para preservar la visi¨®n de su propietario original, el pintor Jacques Majorelle. Hoy conserva su psicod¨¦lica colecci¨®n de 300 especies vegetales procedentes de los cinco continentes y en sus jardines se esparcieron las cenizas del modisto tras su muerte en 2008.
El estudio de Majorelle, de color azul el¨¦ctrico y estilo art d¨¦co, alberga el Mus¨¦e Berb¨¨re, el centro expositivo m¨¢s cuidado de la ciudad, dedicado a los habitantes ind¨ªgenas de Marruecos. En la sala de los espejos se puede contemplar una colecci¨®n de joyas cinceladas, esmaltadas y cubiertas de filigranas.
Sus jardines son uno de los lugares m¨¢s serenos de la ciudad. Nos invitan a dar un paseo entre plantas de bamb¨², palmeras, cactus y estanques, dominados por un pabell¨®n profusamente decorado. El color m¨¢s utilizado es el azul Majorelle, un color que contrasta con el verde de la vegetaci¨®n. Se dice que Majorelle cre¨® este tono inspir¨¢ndose en los monos azules de los trabajadores franceses, aunque nadie recuerda a un operario con un color azul tan deslumbrante.
En octubre de 2017 est¨¢ prevista la inauguraci¨®n de la gran novedad que se est¨¢ construyendo en el jard¨ªn: el museo dedicado al dise?ador franc¨¦s, con forma de prisma rectangular de terracota y ecos magreb¨ªes. Tendr¨¢ 4.000 metros y, en realidad, ser¨¢ un centro cultural que contar¨¢ con salas de exposiciones, una biblioteca sobre moda y cultura bereber, una librer¨ªa, un auditorio y un caf¨¦. Adem¨¢s, se exhibir¨¢n m¨¢s de un millar de trajes y objetos del dise?ador.
Comer en la Ville Nouvelle
Si por algo se caracteriza el barrio colonial de Marraquech es por su amplia oferta para comer y cenar. Hay cocina local, como la que se sirve en muchos locales sin pretensiones, como el Amal Center, que ayuda a mujeres marroqu¨ªes necesitadas: se forman en el sector de la restauraci¨®n y ofrecen verdadera comida casera, como un magn¨ªfico taj¨ªn de pescado.
Podemos probar exquisiteces en Al Fassia, un cl¨¢sico inaugurado en 1987 que sigue siendo uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Los platos principales, como taj¨ªn de pollo con calabaza caramelizada o taj¨ªn de cordero con almendras y huevos, demuestran c¨®mo deben hacerse los cl¨¢sicos marroqu¨ªes.
En la Pattiserie Amandine, podemos hartarnos de mille-feuille de crema, macarons, tartas de im¨®n o panna cotta de frambuesa.
Para comer pescado en medio del desierto podemos ir a la Rue Mauritaine, toda ella repleta de puestos de comida callejera y restaurantes de pescado con terrazas que los fines de semana se llenan de familias. Y si hau preferencia por la cocina francesa, herencia de otra ¨¦poca, podemos ir a L'Annexe, un bistr¨® lleno de espejos cerca de la zona de tiendas de la Ville Nouveau. Despu¨¦s de tanto taj¨ªn y platos bereberes, aqu¨ª podemos probar alternativas con aromas m¨¢s ligeros, como la sopa de pescado provenzal o el confit de pato.
Tambi¨¦n proliferan otras especialidades, en particular las libanesas. Hay que pasar por Azar, que parece un sal¨®n de Beirut teletrasportado a Marraquech, con una decoraci¨®n sorprendente. La comida es t¨ªpicamente libanesa, con sus batata harra y chankliche.
La nota colonial la pondremos tom¨¢ndonos algo en el Grand Caf¨¦ de la Poste, un bistr¨® que tras su restauraci¨®n conserva la gloria de los a?os 20 del siglo pasado. Rodeado de madera oscura, macetas con palmeras y ambiente del viejo mundo, puede ser un aut¨¦ntico descanso tomar un caf¨¦, un t¨¦ de Darjeeling o una copa de vino.
M¨¢s informaci¨®n en la nueva gu¨ªa Marraquech de Cerca de Lonely Planet y en www.lonelyplanet.es
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