Gu¨ªa para evaluar el cach¨¦ de las universidades
Las clasificaciones internacionales no sirven como fuente de informaci¨®n ¨²nica, sino como primera orientaci¨®n a la que ir sumando otros datos
Hace unos a?os, al catedr¨¢tico de la Universidad de Granada (UGR) Teodoro Luque lo llam¨® un alumno chileno interesado en un m¨¢ster que coordinaba. Hablaron de sus contenidos y, al final, el joven pregunt¨® por el puesto de la UGR en el ranking de Shangh¨¢i; resulta que pod¨ªa optar a una beca de su Gobierno siempre que la universidad de destino estuviera entre las 400 primeras de la susodicha lista. Clasificaciones como la de Shangh¨¢i o Times Higher Education (THE), el QS World University Rankings o el NTU Ranking se airean sobre todo en los ¨¢mbitos pol¨ªtico y empresarial, y en los titulares de prensa, seg¨²n comenta con cierta sorna Joan Gu¨¤rdia, rector de la Universidad de Barcelona (UB). Porque tienen el atractivo de la simplicidad, de convertir ecosistemas tan complejos como una instituci¨®n de educaci¨®n superior en un n¨²mero ordinal; en una posici¨®n dentro de una tabla.
Esa es la gran baza de los llamados rankings sint¨¦ticos, que eligen ciertas caracter¨ªsticas ¡ªproducci¨®n cient¨ªfica, premios Nobel y medallas Fields entre la comunidad educativa, publicaci¨®n en revistas como Science o Nature¡ª, las ponderan y transforman en una determinada puntuaci¨®n (hay otros que ofrecen datos de caracter¨ªsticas por separado, sin mezclarlas, normalmente de producci¨®n acad¨¦mica).
Otra cosa es que los aspirantes a universitarios sepan c¨®mo funcionan estas listas y, mucho menos, que las utilicen en su toma de decisi¨®n. Luque los compara con un medicamento, cuyo prospecto hay que leer con atenci¨®n ¡ªc¨®mo, qui¨¦n y para qu¨¦ se hacen; qu¨¦ tienen en cuenta; bajo qu¨¦ criterios¡ª, y que conviene tomar con precauci¨®n. ¡°Son un elemento m¨¢s, no el m¨¢s importante¡±, insiste Gu¨¤rdia, mientras pide desdramatizarlos como herramientas y no convertirlos en una obsesi¨®n.
Ojear la posici¨®n en los rankings sint¨¦ticos ser¨ªa una m¨¢s de una ristra bastante larga de caracter¨ªsticas por mirar: respecto a los requisitos de entrada, l¨¦anse notas de corte para la titulaci¨®n que interese al estudiante; durante la formaci¨®n ¡ªprograma de estudios, pr¨¢cticas, instalaciones, relaciones internacionales¡ª y sobre resultados ¡ªtasa de inserci¨®n laboral, n¨²mero de becas predoctorales y para la formaci¨®n del profesorado conseguidas por la instituci¨®n¡ª; indicadores de producci¨®n cient¨ªfica; proyectos nacionales e internacionales conseguidos, contratos de investigaci¨®n.
Cuidado con el ¡®efecto halo¡¯
¡°El peor uso que se puede hacer de un ranking es considerarlo la ¨²nica fuente de informaci¨®n; ha de ser una primera orientaci¨®n a la que a?adir otras informaciones, restricciones o preferencias¡±, insiste Joaqu¨ªn Aldas, investigador del Ivie (Instituto Valenciano de Investigaciones Econ¨®micas). Entre otras cosas, por su efecto halo o paraguas, como lo denomina Luque: una buena posici¨®n global induce a pensar que todas sus especialidades tienen el mismo nivel, aunque no sea cierto. ¡°Siempre ha de analizarse desde el conocimiento de su metodolog¨ªa y la necesidad del usuario: ?qu¨¦ necesito saber?¡±, apunta Aldas. ?Consideran caracter¨ªsticas o atributos determinantes para nuestra decisi¨®n?, plantea el investigador como clave.
Aldas recuerda adem¨¢s que la mayor¨ªa de listados internacionales se centran en la investigaci¨®n, y ¡°nada o muy poco¡± en el desempe?o docente. Tambi¨¦n penalizan a las instituciones de menor tama?o (y presupuesto), sin tener en cuenta objetivos o raz¨®n de ser, a?ade a las contraindicaciones Joan Gu¨¤rdia, muy cr¨ªtico con estas clasificaciones pese a que la UB suele ser la ¨²nica entre las universidades espa?olas que suele situarse entre las 200 primeras. En el ranking de Shangh¨¢i de 2023 hab¨ªa nueve centros nacionales entre los 500 mejores del mundo. Por tanto, su utilidad es m¨¢s bien escasa para la inmensa mayor¨ªa de alumnos patrios, que cursar¨¢ sus estudios superiores en un campus nacional. ¡°Muchas veces no se trata de elegir la mejor universidad, sino la mejor de entre las que cumplen mis necesidades; por ejemplo, que est¨¦n cerca si no quiero desplazarme, o que ofrezcan los estudios que me interesan¡±, detalla Aldas.
El experto sugiere utilizar los rankings nacionales. ?l es uno de los codirectores de U-Ranking, de Ivie y Fundaci¨®n BBVA, que valora toda la actividad de las universidades espa?olas, tanto docente como investigadora y de transferencia, a partir de una bater¨ªa de 20 indicadores cuya informaci¨®n se obtiene de fuentes p¨²blicas o p¨²blicamente accesibles (no solicita datos a las instituciones interesadas). Aldas apuesta por los que utilizan fuentes independientes de las propias universidades, y sobre todo por los que no se basan mayoritariamente en encuestas, ¡°puesto que esto convertir¨¢ en subjetivas muchas valoraciones¡±, acota.
¡°Elige una clasificaci¨®n que haga expl¨ªcita su metodolog¨ªa y ¨¦sta sea accesible y detallada¡±, pide Aldas. ¡°Ojo con su modelo de negocio; si es una instituci¨®n con ¨¢nimo de lucro, si admite publicidad, si asesora a universidades¡¡±, advierte Teodoro Luque. Ambos aconsejan decantarse por las que tengan una trayectoria dilatada, y sean transparentes y estables. ¡°No tiene sentido que una misma universidad cambie muchas posiciones de un a?o a otro, o haya grandes altibajos¡±, observa Luque, que ve interesante analizar su evoluci¨®n en el tiempo.
Term¨®metros internos para los centros
Sus responsabilidades de gestión en la UGR —primero como vicerrector y después al frente del proyecto de Campus de Excelencia Internacional— han llevado a Teodoro Luque a conocer el índice de Shanghái. Alrededor de 2009, la universidad granadina se planteó estar en su top 300, y para ello comenzó a trabajar en la mejora de los indicadores del ranking. Con todo lo criticable que sea, ocupar un buen puesto “no le desagrada a nadie”, reconoce. El espaldarazo reputacional es apetitoso. La Universidad de Barcelona, por su parte, se sumerge en los datos que manejan las clasificaciones como una suerte de termómetro interno para medir progresos y comprobar que sigue avanzando, según expresa su rector, Joan Guàrdia. Joaquín Aldas, investigador del Ivie, insiste en que el objetivo ha de ser el aumento de la calidad y, a través de él, la mejora en los parámetros. Por ese orden. “Dado que el ranking de Shanghái valora como indicador el número de premios Nobel en sus plantillas, hay universidades en Oriente Próximo que directamente han contratado a profesores”, señala como ejemplo de “actuar sobre el indicador en lugar de sobre lo que se supone que el indicador está midiendo, la calidad de la investigación en este caso”.