?Por qu¨¦ comemos palomitas en el cine?
La historia de las palomitas de ma¨ªz empieza hace aproximadamente 10.000 a?os en Mesoam¨¦rica, actual M¨¦xico, donde el cultivo del ma¨ªz se domestic¨® por primera vez
?El mundo es un lugar extraordinario! No hay d¨ªa que pase que no nos regale un motivo u otro para repanchingarnos en el sof¨¢, armarnos con un buen cubo de palomitas y gozar del espect¨¢culo.
El folclore de algunas tribus nativas americanas cuenta historias acerca de los esp¨ªritus que habitan el coraz¨®n de los granos de ma¨ªz. Estos seres bonachones viven felices y contentos en soledad, pero se enojan terriblemente al sentir calor. Cualquier modo de calefacci¨®n los altera. Cuanto m¨¢s sube la temperatura en sus hogares, m¨¢s se enfadan, y pueden llegar a cabrearse hasta el punto de montar en c¨®lera, sacudir con violencia las paredes de los granos de cereal en el que moran, a modo de protesta, y hacer estallar sus propias casas por los aires. As¨ª es como se hacen las palomitas de ma¨ªz.
Mucho menos interesante es la versi¨®n de los hechos que define un grano de ma¨ªz como un 4% de agua encerrado en un armario forrado de almohadones de almid¨®n y sellado herm¨¦ticamente por fuera por una coraza dura. Cuando esta agua se calienta, se expande y ejerce presi¨®n contra las paredes del armario, hasta que la cubierta exterior no lo puede soportar y estalla, volviendo el grano de ma¨ªz del rev¨¦s como un calcet¨ªn, y dejando al descubierto una masa esponjosa de almid¨®n hinchado con apariencia de peque?a paloma blanca.
La historia de las palomitas de ma¨ªz empieza hace aproximadamente 10.000 a?os en Mesoam¨¦rica, actual M¨¦xico, donde el cultivo del ma¨ªz se domestic¨® por primera vez. Las mazorcas de palomitas de ma¨ªz m¨¢s antiguas jam¨¢s encontradas se descubrieron en la Cueva de los Murci¨¦lagos en el centro oeste de Nuevo M¨¦xico en 1948 y 1950, y tienen unos 5.600 a?os de edad. En tumbas de la costa este de Per¨², se han hallado granos de palomitas de cerca de 1.000 a?os de antig¨¹edad, tan bien conservados que a¨²n hoy reventar¨ªan.
Pero, ?de d¨®nde viene el matrimonio entre palomitas y espect¨¢culo?
De entrada, hay que partir de la importancia del cultivo del ma¨ªz en Am¨¦rica. Cuando un alimento est¨¢ tan bien adaptado al medio y se da de forma abundante y barata, es f¨¢cil que asome aqu¨ª y all¨¢ en cualquier situaci¨®n y contexto para ser consumido y convertirse en fuente de nutrientes y de negocio. El ma¨ªz era el carbohidrato en torno al que giraba el recetario tradicional all¨ª donde su cultivo fuese importante, pero su auge como snack en forma de palomitas arranca en la d¨¦cada de 1890 con vendedores ambulantes empujando carritos persiguiendo a las multitudes en ferias, parques, exposiciones o eventos deportivos, y estalla con la Edad de Oro de Hollywood, en las d¨¦cadas de los a?os veinte y treinta, del siglo pasado.
Por aquel entonces, estaba prohibido comer nada en las salas, que eran teatros lujosos, tapizados y acolchados, destinados a p¨²blico refinado. Ahora bien, con la llegada del cine sonoro en 1927, por un lado, que hizo posible poder disfrutar del cine sin tener estudios y ni saber leer subt¨ªtulos, y la venida de la Gran Depresi¨®n despu¨¦s del crack de 1929, que dej¨® grandes masas de gente en paro, el cine se convirti¨® en una opci¨®n de entretenimiento de masas asequible para todos los p¨²blicos.
Pasar una sesi¨®n entera con el est¨®mago vac¨ªo se hac¨ªa cuesta arriba, y los espectadores compraban bolsas de palomitas por cinco o diez centavos a los vendedores ambulantes en la calle antes de entrar en la sala y las escabull¨ªan en el interior debajo del abrigo. R¨¢pidamente, los empresarios de las salas de cine entendieron que posicionarse en contra de las palomitas era una batalla perdida, y se dieron cuenta de que, si en lugar de observar c¨®mo los clientes les hac¨ªan trampas, dejaban a los vendedores ambulantes colocarse en el vest¨ªbulo del cine y cobraban una comisi¨®n sobre las ventas, ten¨ªan un negocio redondo.
Esta semana, lo que nos ha tenido a unos cuantos comiendo palomitas ha sido el espect¨¢culo que ha dado Greenpeace con su campa?a de promoci¨®n del consumo de aguacate en plena sequ¨ªa. Lo que vendr¨ªa siendo una organizaci¨®n autoproclamada ecologista fomentando el uso de un ingrediente no aut¨®ctono cuyo cultivo requiere cantidades ingentes de agua y es responsable, en Am¨¦rica Latina, de graves conflictos relacionados con el tr¨¢fico de armas, el narcotr¨¢fico, la miseria y la deforestaci¨®n, y en Espa?a, de llevar a la comarca malague?a de la Axarqu¨ªa al borde de la desertificaci¨®n.
¡°Ahora, cuando vayas a hacer tu lista de la compra, sabr¨¢s c¨®mo escoger lo que es mejor para tu salud, tu bolsillo y para el planeta. Atr¨¢s quedar¨¢n las frutas y verduras cuya procedencia est¨¢ a miles de kil¨®metros y que tienen un alto coste para el medio ambiente y las personas¡±, nos anima Greenpeace, en el art¨ªculo que acompa?a el anuncio.
Ante tales cotas de irresponsabilidad y de cinismo, me caliento. Los peque?os esp¨ªritus bondadosos que habitan en mi interior se rebelan contra mi cambio de temperatura, se agitan, se encabritan, empujan mis paredes y ?pof! as¨ª es como salen mis columnas.
Por cierto, ?feliz d¨ªa mundial de las palomitas de ma¨ªz!