Los hermanos Va?¨®, los reyes del aceite de alta gama que facturan 25 millones de euros
Rosa y Francisco Va?¨® dejaron sus trabajos en multinacionales para crear en 2003 la aceitera Castillo de Canena, una marca presente en 60 pa¨ªses
¡°Esta noche ha llovido seis litros¡±, anuncia en el desayuno Paqui Campos, quien desde hace una d¨¦cada cuida del castillo de la familia Va?¨®. Cada gota cuenta. Por eso en los meses cruciales miran al cielo en busca de esa nube oscura que vaticina lluvia. ¡°El agua es oro l¨ªquido en Ja¨¦n y el aceite es el resultado de que caiga ese oro l¨ªquido¡±, celebra Rosa Va?¨®, propietaria de la aceitera Castillo de Canena. La construcci¨®n, una imponente edificaci¨®n renacentista, sirve de punto de encuentro a esta familia ligada al olivar desde 1780. Pero no fue hasta 2003 cuando decidieron dar un giro de volante a la que hasta entonces era una discreta empresa familiar dedicada a la producci¨®n de aceite a granel.
La idea de dar el salto y convertirla en una gran marca, ligada a la excelencia, la rumiaban dos hermanos. Solo ten¨ªan que tomar una decisi¨®n atrevida. Francisco Va?¨®, de 64 a?os, abogado de profesi¨®n, abandon¨® su puesto en Banco Santander. Y Rosa Va?¨®, de 60, dej¨® atr¨¢s una exitosa carrera en el mundo del marketing en distintas multinacionales. En Coca-Cola, donde trabaj¨® nueve a?os, aprendi¨® la importancia de la cadena de valor y a crear una marca. En las discogr¨¢ficas Warner y Universal se faj¨® gestionando egos. Trabaj¨® en las promociones de AC/DC, Natalie Cole, Luis Miguel, Richard Clayderman o Albano y Romina Power. Ah¨ª perdi¨® muchos miedos. Hoy ejerce tambi¨¦n como tesorera de la Real Academia de Gastronom¨ªa.
Con estos mimbres decidieron montar su propia empresa, aprovechando el olivar y el bagaje aceitero de la familia. ¡°Comenzamos de cero, vivimos momentos dur¨ªsimos porque no ten¨ªamos dinero, pero s¨ª capacidad de trabajo, optimismo y fuerza¡±, recuerda Rosa Va?¨® en el sal¨®n del castillo, bajo el elegante gesto del retrato del progenitor, Luis Va?¨®, oriundo de Baeza. A lo largo del d¨ªa llamar¨¢ varias veces desde Madrid para ver c¨®mo va todo. Sin ¨¦l esta historia tampoco ser¨ªa posible: hered¨® las tierras, y aunque se dedicaba a la banca, decidi¨® ocuparse del olivar. Compr¨® al conde de Guadiana cinco fincas, con cortijo incluido.
¡°Para nuestro padre el aceite era una afici¨®n. Nosotros damos empleo a 90 familias¡±, a?ade. El miedo estaba ah¨ª. ¡°Pod¨ªamos perder hasta la camisa. Por eso pusimos una fecha tope, por si no funcionaba. No pod¨ªamos perseverar en el error¡±, explica Francisco Va?¨®. ¡°Si no cumplimos, nos vamos¡±, apunta Rosa. Solo el primer a?o lo acabaron en n¨²meros rojos.
En 2023 la empresa factur¨® 25 millones de euros, el peor ejercicio que recuerdan. El motivo fue la ca¨ªda de la producci¨®n debido a la sequ¨ªa. ¡°Somos agricultores, el aceite se hace en el campo, y empresarios porque luego hay que venderlo [lo hacen en 60 pa¨ªses, donde exportan el 70% de los 400.000 litros que producen, de los cuales alrededor de un 15% lo comercializan con las marcas Palacio Marqu¨¦s de Viana y Palacio de Viana; el resto con Castillo de Canena, la marca de alta gama], pero tambi¨¦n somos familia¡±. Y aunque vengan mal dadas, celebran cada cosecha, que recogen entre octubre y noviembre, y juntan a los del campo, a los de la almazara y a los de ventas para brindar como un equipo.
La apuesta, recuerdan, fue osada: irrumpir en el mercado con un aceite de alta gama. ¡°Luego hemos ido sacando aceites m¨¢s gastron¨®micos, como el ahumado, con harissa o el amontillado¡±. Detr¨¢s hay un trabajo de innovaci¨®n, de valor a?adido, de prueba y error. Y una ense?anza importante que Rosa aprendi¨® trabajando en multinacionales: ¡°Si un producto no funciona, no pasa nada, se retira¡±.
Otro hito importante fue la renovaci¨®n en 2020 de la almazara, a la que han dotado de tecnolog¨ªa puntera y en la que han invertido cerca de cuatro millones de euros, cuentan mientras enfilan la autov¨ªa del Olivar camino de la moderna instalaci¨®n ubicada en Baeza. Advierten de una m¨¢xima que debe cumplirse en un centro de producci¨®n aceitero: no puede oler a nada, solo a limpio, porque los grandes males del aceite son la luz, el calor y el ox¨ªgeno, que acaban oxid¨¢ndolo, ranci¨¢ndolo y haciendo que pierda sus propiedades. La temperatura no debe sobrepasar los 22 grados.
Ya en la almazara explican las fases por las que pasa una aceituna, del verde, al entreverado y al negro. La primera es con la que se elabora el aceite de primera cosecha, el m¨¢s temprano y preciado, que se extrae de las microceldas del fruto, de las que se exprimen unas microgotas. De la aceituna aprovechan todo: venden los restos para hacer aceite de orujo y biomasa para combustible.
Envasan unas 5.000 botellas al d¨ªa de aceite procedente de su olivar. Dividido en 47 pagos, tiene una extensi¨®n de 1.500 hect¨¢reas y 285.000 olivos de la variedad arbequino, royal y picual. Esta ¨²ltima es la reina del terreno: ocupa 1.300 hect¨¢reas.
En los ¨²ltimos tiempos, han plantado seis variedades m¨¢s: dos italianas, dos sirias y dos espa?olas, ocal y pico de lim¨®n. En el campo tambi¨¦n han hecho mejoras, como el riego automatizado por goteo. Cuentan con una planta fotovoltaica flotante, ubicada sobre la balsa de riego del Cortijo Conde de Guadiana de ?beda. Un paso m¨¢s en el ejercicio de sostenibilidad medioambiental, descarbonizaci¨®n y autonom¨ªa energ¨¦tica. Algo que es motivo de orgullo para los hermanos, que entre los dos juntan siete hijos, dos de ellos ya incorporados a la empresa. Les tranquiliza tener asegurado el relevo generacional. Ellos seguir¨¢n. Fieles al pacto que acordaron hace 21 a?os: tomar las decisiones conjuntamente, contarse siempre la verdad y jam¨¢s dudar del error del otro. De lo contrario, saben que trabajar en familia puede llegar a ser un infierno.