Illa de Buda, la marca de arroz que quiere salvar este humedal del Delta de l¡¯Ebre
Estos arrozales producen un mill¨®n de kilos de cereal al a?o en una zona en riesgo de desaparici¨®n
Guillermo Bores, propietario de la Illa de Buda, no respira tranquilo despu¨¦s del paso de la ¨²ltima dana por el Delta de l¡¯Ebre. Calcula que el mar se habr¨¢ tragado entre 30 y 40 metros de arenal, y lamenta que, con la siguiente tormenta, volver¨¢ a pasar. Pero la isla sigue all¨ª. Por ahora. Se trata del segundo humedal m¨¢s importante de Espa?a, despu¨¦s de Do?ana, seg¨²n cuenta el propietario de este singular terreno en el extremo oriental del delta que compr¨® su abuelo hace justo 100 a?os. ?l es pesimista, cree que si no se act¨²a le quedan entre 10 y 15 a?os. Hasta que sea engullida por el mar, que con cada temporal se come un pedazo. Su ¨²nica defensa es una marca de arroz con el nombre de la isla, Illa de Buda, que cosecha en estas tierras. Toda su historia se cuenta en los paquetes, convertidos en la mejor carta de presentaci¨®n de un producto aut¨®ctono de origen ¨²nico.
La historia del Delta se remonta hace unos 6.000 a?os y su origen es aluvial. Se form¨® por los sedimentos que deja el r¨ªo Ebro en su desembocadura. Sus zonas m¨¢s expuestas al vaiv¨¦n del mar son la Illa de Buda y la Punta de la Banya, que pertenecen al municipio de Sant Jaume d¡¯Enveja, en la comarca del Montsi¨¤. Esta isla, de 1.200 hect¨¢reas actualmente, resguarda dos lagunas, llamadas Calaix Gran y Calaix de Mar, que son refugio del 50% de las aves que sobrevuelan el delta, y son de titularidad p¨²blica. Adem¨¢s, unas 180 hect¨¢reas son campos de arroz. El lugar tambi¨¦n se explota a nivel cineg¨¦tico y pesquero (aunque la anguila hace a?os que no se puede pescar).
Con varios sellos de protecci¨®n ambiental desde 1983, entre los cuales PEIN y Xarxa Natura 2000, se trata de un ecosistema ¨²nico que, como todo el Delta, est¨¢ en riesgo de desaparecer por la crisis clim¨¢tica. Las causas son el aumento del nivel del mar y la p¨¦rdida de acumulaci¨®n de sedimentos del r¨ªo Ebro, que ponen en peligro la continuidad de este ecosistema, que necesita incorporar agua dulce para mantener su rica biodiversidad y alejar el agua salada para no destruir toda la vida animal y vegetal.
De modo resumido, esta historia se cuenta en los paquetes de Illa de Buda. Guillermo Bores explica que la marca de arroz es su mensaje en una botella, que env¨ªa a la poblaci¨®n para intentar salvar este lugar. Aqu¨ª se cultivan un mill¨®n de kilos de este cereal al a?o, que en blanco suponen unas 600 toneladas. Un 80% corresponde a arroz bomba, ideal para paellas y arroces secos, mientras que el resto est¨¢ dedicado a la variedad marisma, muy utilizada para cocinar arroces caldosos y melosos.
Adem¨¢s de todo tipo de aves, que la convierten en un para¨ªso para los ornit¨®logos, por este humedal campan libres caballos de la regi¨®n francesa de la Camarga, habituados a vivir en este h¨¢bitat. En la isla tambi¨¦n se conserva una casa se?orial, que se ha convertido en un alojamiento rural que se puede alquilar. De hecho, una visita privada o reservar esta casa son las ¨²nicas maneras de acceder a la Illa de Buda, una condici¨®n que facilita su protecci¨®n ambiental, pero no su conocimiento.
Para su propietario, el faro es el vivo ejemplo de la situaci¨®n alarmante que vive la zona. Construido en 1864, estaba situado en el cabo de Tortosa para alertar a los navegantes del riesgo de embarrancar de la zona. En su d¨ªa, fue el faro m¨¢s alto del mundo de estructura met¨¢lica, con 51,5 metros y un alcance de veinte millas. Un temporal se lo llev¨® en 1961. Pero como todo aqu¨ª, se alz¨® otro y es este el que da cuenta de la regresi¨®n del lugar, ya que actualmente se ha alejado unas dos millas de la costa de la isla.
El propietario asegura que por sus tierras han pasado presidentes y pol¨ªticos de todos los colores, pero que ninguno hace nada para frenar el avance del mar. ?l est¨¢ convencido de que la soluci¨®n es el ¡°modelo holand¨¦s¡±. Defiende el uso de dragas marinas para volver a llenar las playas de arena de forma masiva y recuperar el ancho que ten¨ªan hace setenta a?os. Son m¨¦todos que se han utilizado en la costa catalana, pero el mar siempre ha vuelto a ganar la batalla. Ante el desamparo que siente, cree que contar la historia de la Illa de Buda a trav¨¦s de sus paquetes de arroz puede ser su salvaci¨®n.
Con este empe?¨® registr¨® la marca hace nueve a?os. Para ello pidi¨® ayuda a un amigo de la infancia, Luis Nomen, que curiosamente dirigi¨® durante a?os la empresa de arroz Nomen de su familia, creada en 1935, y que hace a?os adquiri¨® la cooperativa Arrossaires del Delta. Juntos han creado esta marca, Illa de Buda, y se est¨¢n aliando con restauradores como el Grupo Sagardi, que lo cocina en sus restaurantes Cadaqu¨¦s de Madrid y Barcelona, d¨¢ndole visibilidad en la carta. En la hosteler¨ªa venden el 40% de su producci¨®n y en la gran distribuci¨®n va el 60% restante.
El tercer productor de arroz de Espa?a
Despu¨¦s de Andaluc¨ªa y Extremadura, el Delta de l¡¯Ebre es el tercer productor de arroz de Espa?a, al que le sigue Valencia. Pero sus producciones no suponen ni el 30% del arroz que se compra aqu¨ª, donde el 70% procede de otros pa¨ªses. La marca de Guillermo Bores y Luis Nomen no tiene la Denominaci¨®n de Origen Protegida Arr¨°s del Delta de l¡¯Ebre, que se encargan de certificar las entidades Cambra Arrossera del Montsi¨¤ y Arrossaires del Delta de l¡¯Ebre. Guillermo Bores cuenta que se trata de un sello ¡°caro y dise?ado por las grandes cooperativas¡±, de modo que prefiere apostar por su ¡°DO Illa de Buda¡±, que responde a su objetivo: ¡°comunicar lo que est¨¢ pasando en la Illa de Buda¡±.
Despu¨¦s de la siega de septiembre, los campos est¨¢n ahora inundados de agua dulce. Esta es el agua que equilibra un ecosistema que navega entre el mar salado y los r¨ªos dulces. El riesgo est¨¢ en que un temporal rompa su estabilidad para siempre, y la Illa de Buda sea un recuerdo en los ¨²ltimos paquetes de arroz. Un lugar lleno de vida que lleg¨® a ser la aldea de 500 buderos, como se les llamaba a los oriundos. Ya no queda ninguno, pero la isla sigue en pie, contra viento y mareas.
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