Storific: pedir con el m¨®vil
Al sentarse o entrar en el local, el cliente recibe un c¨®digo que corresponde a su mesa, y que debe teclear en el tel¨¦fono. La aplicaci¨®n le muestra entonces el men¨² completo del restaurante, con fotos, descripci¨®n y precios de cada uno de sus platos. Al hacer las peticiones se pueden incluir comentarios, por si se quiere la carne poco hecha o la ensalada sin pimiento. Las tareas del camarero quedan as¨ª reducidas a resolver dudas, servir la comida, cobrar y limpiar las mesas. Las esperas para pedir o a?adir nuevos platos a lo ya pedido, y los tiempos muertos entre que se toma la nota y ¨¦sta llega a la cocina desaparecen para siempre.
Storific naci¨® como aplicaci¨®n en diciembre de 2010, aunque sus creadores, los j¨®venes parisinos Michael Cohen y Andr¨¦s Mej¨ªa, llevan perfeccionando su operatividad en negocios de hosteler¨ªa desde 2009. En estos momentos, s¨®lo unos pocos restaurantes en Francia, Canad¨¢, Italia, Reino Unido, Estados Unidos o China funcionan con ella en pruebas, aunque sus promotores conf¨ªan en que la facilidad de manejo tanto para los propietarios de locales como para los clientes facilite su implantaci¨®n.
"La preocupaci¨®n m¨¢s importante de los hosteleros era que el uso de la herramienta fuera demasiado dif¨ªcil de aprender para los empleados", ha declarado Michael Cohen al blog franc¨¦s Mod¨¦rateur. "Est¨¢n acostumbrados a complicadas herramientas de software que requieren semanas de entrenamiento. Nosotros quisimos hacer algo f¨¢cil desde el principio, y por eso recibir comandas con Storific es tan simple como leer un e-mail".
La aplicaci¨®n no s¨®lo pretende ser ¨²til en lugares en los que se sirve comida, sino tambi¨¦n en bares de copas o discotecas, donde podr¨ªa ahorrarnos la habitual pelea por pedir un gin-tonic en una barra atestada de gente y con la m¨²sica a todo volumen. Los hoteles y sus distintos servicios en la habitaci¨®n son otros recintos potenciales donde la herramienta podr¨ªa funcionar con ¨¦xito.
Storific es gratuito para los clientes, mientras que los locales pagan una cuota mensual proporcional a los pedidos que se hayan recibido a trav¨¦s de este sistema. ?Acabar¨¢ siendo habitual el uso de esta clase de aplicaciones? Por ahora, parece dif¨ªcil que renunciemos al contacto humano para solicitar nuestra comida. Pero si los hosteleros mejoran la productividad de sus establecimientos con la app, y ¨¦sta se acaba adaptando a otros tipos de tel¨¦fonos, quiz¨¢ todo sea cuesti¨®n de tiempo.
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