Crema de coliflor, cerveza y lim¨®n

Tendr¨¢ muchas virtudes y todo lo que quieras, pero la coliflor huele un poco a pedo. Es as¨ª, y todos lo hemos pensado aunque rara vez nos hayamos atrevido a decirlo en p¨²blico. No pasa nada, es mejor afrontar la realidad que rehuir el problema y hacer como que no existe.

Hay unos 250 trucos para evitar que, cuando cocinas coliflor, parezca que F¨¦tido Addams ha pasado por tu casa. Yo me quedo con el m¨¢s l¨®gico: cocerla al vapor o en agua el m¨ªnimo tiempo posible. En caso de que vayas a hacer una crema, tambi¨¦n puedes desechar el l¨ªquido de la primera cocci¨®n. Ambas t¨¦cnicas tienen la virtud de limitar el aroma a ventosidad de la verdura cuando llega a la mesa, transform¨¢ndola en una delicia incluso para los m¨¢s ped¨®fobos.

Inspirado de alguna forma en la crema du Barry de Mercado Calabaj¨ªo, el otro d¨ªa me lanc¨¦ a hacer una sopa de coliflor un poco distinta de lo normal. Como no ten¨ªa a mano una vaporera, primero coc¨ª la verdura en agua para aligerarla de azufres. Despu¨¦s, como buscaba un sabor tostado y adem¨¢s quer¨ªa que fuera r¨¢pida en su ejecuci¨®n, dor¨¦ la cebolla y la coliflor. Moj¨¦ todo con la cerveza, di un hervor con un poco de caldo a todo, tritur¨¦ -no mucho, para conservar la textura- y la serv¨ª con el lim¨®n y la crema de avena. Y a correr.

La sopa que sali¨® era diferente: ten¨ªa puntillos amargos y ¨¢cidos que la alejaban de lo convencional, pero al vez estaba muy suave, y sin rastro de los matices de cuesco habituales en nuestra querida coliflor.