Barilla, la pasta hom¨®foba
"?Qui¨¦n me mandar¨ªa conceder esta entrevista?". Supongo que esto es lo que lleva dici¨¦ndose a s¨ª mismo desde esta ma?ana Guido Barilla, presidente del grupo que fabrica la pasta que lleva su apellido. Gracias a unas palabras pronunciadas por ¨¦l en la italiana Radio24, su marca se ha visto envuelta en una importante pol¨¦mica que puede perjudicar sus ventas. Y con raz¨®n, porque lo que ha dicho no deber¨ªa tener pase en ninguna sociedad democr¨¢tica moderna.
Cuando le han preguntado por qu¨¦ Barilla no incluye parejas homosexuales en sus anuncios, el empresario ha contestado: "No haremos publicidad con homosexuales porque nos gusta la familia tradicional. Si los gays no est¨¢n de acuerdo, siempre pueden comer pasta de otra marca. Todos son libres de hacer lo que quieran porque no molestamos a nadie".
?No molestamos a nadie? Pues parece que sus declaraciones, signore Guido, S? han molestado a mucha gente. A casi todos los grupos de defensa de los derechos de los gays en Italia. Y a miles de ciudadanos de toda orientaci¨®n sexual que muestran su desagrado con ellas en las redes sociales, y que llaman a dejar de comprar sus productos bajo la etiqueta #boicottabarilla.
Seguramente habr¨¢ quien no entienda tanta pol¨¦mica, y que defienda el derecho del magnate a mantener esta postura. Bien, a estas personas les sugiero que hagan el siguiente ejercicio: sustituir "gays" por "negros" en las declaraciones de Barilla. "No haremos publicidad con negros porque nos gusta la familia blanca. Si los negros no est¨¢n de acuerdo, siempre pueden comer pasta de otra marca. Todos son libres de hacer lo que quieran porque no molestamos a nadie".
?A que suena heavy? Pues igual de intolerable es discriminar a un colectivo por el color de su piel que por sus preferencias amatorias. De hecho, esa coletilla final de "no molestamos a nadie" me ha recordado mucho a los defensores del apartheid en Sur¨¢frica, cuando dec¨ªan que ellos no ten¨ªan nada contra los negros y que simplemente quer¨ªan vivir separados de ellos. O peor a¨²n, a los que se manifiestan en contra del matrimonio o la adopci¨®n igualitaria pero luego dicen que no son hom¨®fobos "porque tiene muchos amigos gays".
Justamente va por ah¨ª la "aclaraci¨®n" -es un decir- que ha tenido que hacer Guido Barilla al comprobar el pollo que hab¨ªa montado con sus afirmaciones. Atentos a sus palabras: "En la entrevista simplente quer¨ªa subrayar la centralidad del papel de la mujer en el interior de la familia. Tengo el m¨¢ximo respeto por los gays y por la libertad de expresi¨®n de cualquiera. Lo he dicho antes y repito que respeto el matrimonio entre gays. Barilla en su publicidad representa la familia porque ¨¦sta acoge a cualquiera y desde siempre se identifica con nuestra marca".
Tras leer la primera frase, creo que alguien deber¨ªa informar a este hombre de que existen ciertos seres humanos llamados "lesbianas". Al parecer ignora que los homosexuales no son s¨®lo hombres, porque si no no entiendo a qu¨¦ viene meter a "la mujer" en este ajo. En cuanto al "respeto", si de verdad lo tuviera no habr¨ªa enfrentado como opuestos los conceptos "pareja gay" y "familia". Quiz¨¢ esa misma persona que le explique al se?or Barilla en qu¨¦ consiste el lesbianismo le podr¨ªa contar tambi¨¦n que hay familias formadas por dos hombres o dos mujeres, y que muchas de ellas tienen hijos. Y que los gays tambi¨¦n cuentan con hermanos, t¨ªas, primos y suegras. De hecho, apuesto a que en la suya hay uno o m¨¢s de uno, por pura estad¨ªstica.
Guido Barilla tiene todo el derecho del mundo a pensar que los gays no pueden formar una familia "tradicional" y que por eso no deben aparecer en los anuncios de su marca. El mismo derecho que tenemos los que pensamos que su opini¨®n es impresentable a no comprar sus productos como muestra de disgusto ante una empresa que practica la discriminaci¨®n.
Elige el tipo de familia que m¨¢s te gusta.
Aunque al compartir la noticia en las redes sociales todas las reacciones han ido m¨¢s bien por el lado de la indignaci¨®n, ha habido alguna voz disonante que se preguntaba si ese es un criterio para comprar o no comprar pasta. Pues bien: para m¨ª lo es. Todo lo que hacemos conlleva alg¨²n tipo de responsabilidad social, porque nos guste o no los humanos somos seres pol¨ªticos. Podemos (?debemos?) usar nuestro poder como consumidores para apoyar o rechazar pr¨¢cticas o ideas.
Parece bastante sensato que en una misma gama de precios sea m¨¢s apetecible consumir el producto de una marca que, por ejemplo, favorece la conciliaci¨®n familiar o trabaja con discapacitados que de otra que se posiciona abiertamente en contra de los gays. Desde luego que no podemos saberlo todo, y seguro que muchas otras marcas mantienen l¨ªneas de actuaci¨®n parecidas a las de Barilla sin decirlo p¨²blicamente. Pero si alguien es suficientemente bocazas y hom¨®fobo para poner esta informaci¨®n a nuestro alcance, siempre podemos reaccionar, aunque sea con una pataleta unipersonal.
Otro argumento posible en contra del boicot a Barilla es que "hay compa?¨ªas que hacen cosas mucho peores¡±. No tengo la menor duda de que es as¨ª, pero este tipo de justificaciones no llevan m¨¢s que a una aceptaci¨®n entre fatalista y borreguil de cualquier mal. Si el presidente de una empresa dedicada, por ejemplo, a la elaboraci¨®n de chocolate, saliera por la tele diciendo que sus trabajadores curran 18 horas al d¨ªa en condiciones infrahumanas y que ¡°a quien no le guste que no lo consuma¡±, lo dejar¨ªamos de tomar ipso facto. Por ese mismo motivo, a m¨ª no me quedan muchas ganas de comprar la pasta de Guido, al menos hasta que no cambie su pol¨ªtica.
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