No son tascas, son furanchos
Vino excedente de una cosecha servido en jarras y cuencos, deliciosas viandas para acompa?arlo y una rama de laurel para indicar su presencia: el secreto gastron¨®mico mejor guardado de Galicia son los furanchos.
Cuando se conduce por las carreteras secundarias de Galicia en invierno, primavera y principio de verano hay que estar atento por si se divisa una rama de laurel colgada en la verja o el muro de una casa. Es la se?al: ah¨ª hay un furancho.
Si uno tiene estima por el vino, la comida casera y el ambiente enxebre -o sea, por las buenas cosas de la vida-, har¨¢ bien en pararse. A los furanchos o loureiros (laurel en gallego) se les ha llamado ¡°el secreto gastron¨®mico mejor guardado de Galicia¡±, ¡°experiencia tradicional definitiva¡± y han sido objeto de disputas por su supuesta competencia con la hosteler¨ªa. Pero vamos a ver¡
?Qu¨¦ demonios es un furancho?
En esencia, son casas particulares que habilitan una zona como comedor al p¨²blico, ya sea un bajo, un garaje o un galp¨®n en la eira -patio-, para servir el vino excedente de su propia cosecha, acompa?ados de comida casera. O, si preferimos la definici¨®n oficial del decreto de la Xunta de Galicia de 2012 que regula su actividad, ¡°se consideran furanchos los locales utilizados principalmente como vivienda privada pero donde sus propietarios/as venden el excedente del vino de la cosecha propia, elaborado en casa para su consumo particular, junto con las tapas que, como productos alimenticios preparados regularmente por ellos/ellas, sirvan de acompa?amiento¡±.
Como muchas cosas de Galicia, cuentan con una historia centenaria. ¡°Hay tradici¨®n desde hace m¨¢s de 300 a?os", explica Jos¨¦ Luis Videira, furancheiro y ex presidente de la Federaci¨®n Provincial de Furanchos de Pontevedra. "El vino apto para consumo que le sobraba a un colleiterio -cosechero- particular, o bien lo vend¨ªa en las tabernas o bien lo despachaba a trav¨¦s de su bodega a los vecinos que iban a buscarlo, y hab¨ªa qui¨¦n lo beb¨ªa all¨ª. ?C¨®mo lo anunciaban? Cuando abillaban, -abillar es meterle la billa, el grifo, al barril- colgaban una rama de laurel en un lugar visible, la se?al convenida de que ya estaba abillado el vino y ya se pod¨ªa vender. Al ser una pr¨¢ctica muy antigua, la gente de la zona la entend¨ªa¡±.
?Qu¨¦ se toma en un furancho?
La oferta es reducida pero suficiente: el vino en taza (cunca), o servido en jarra, pero nunca en botella; vino cosechado por la propia familia que regenta el furancho y se sirve directamente del barril. Tambi¨¦n hay agua pero nada m¨¢s: ni refrescos ni cerveza. Adem¨¢s, ofrecer¨¢n cinco tapas a elegir entre las once de esta lista. Salivemos: tabla de embutidos o quesos, pimientos de Padr¨®n, oreja o chorizo, zorza o lomo, costilla, huevos fritos, sardinas o jureles a la brasa, callos con garbanzos o alubias, tortilla de patatas, empanada o empanadillas y croquetas. Ojo, tambi¨¦n puede uno llevarse su comida ya preparada y consumirla all¨ª, pagando s¨®lo la bebida. Ning¨²n furancheiro puede negarse.
?C¨®mo se regulan?
Al ser un negocio popular, se manten¨ªan en una alegalidad que produc¨ªa roces con la hosteler¨ªa cl¨¢sica, que les acusaba de ser bares o restaurantes encubiertos que no pagaban los mismos impuestos que ellos. Hubo un primer conato de regulaci¨®n en 2008, que ¡°castigaba el furancho tradicional y lo condenaba a desaparecer¡±, seg¨²n explica Jos¨¦ Luis. ¡°En el furancho tradicional se sirve una tapa de oreja o un chorizo frito; el decreto que hab¨ªa antes no dejaba transformar ni cocinar los alimentos pero s¨ª permit¨ªa suministrar al cliente productos etiquetados o con procedencia de establecimientos autorizados. Podr¨ªa irme a una tahona, encargar unas comidas y servirlas. Les hicimos ver que eso no era lo t¨ªpico del furancho, y que ah¨ª s¨ª pod¨ªa haber competencia con la hosteler¨ªa. Adem¨¢s nos exig¨ªan normativas que se le piden a bares o restaurantes, como acceso a minusv¨¢lidos, ac¨²stica, ba?os adaptados, alturas m¨ªnimas¡ tuvimos que hacerles entender que estaban en el entorno rural, en casas antiguas que son como son, con caminos que a veces incluso tienen mal acceso para un coche¡±.
Hoy la normativa los diferencia de forma clara, para tranquilizar a aquellos que ve¨ªan en ellos verdaderos restaurantes clandestinos. ¡°El furancho de verdad tiene que cumplir los requisitos que exige el decreto¡±, desarrolla Jos¨¦ Luis. ¡°Tener vi?as propias, que est¨¦n registradas y que se haga una declaraci¨®n de la uva y el mosto que se recogen en cada cosecha. Despu¨¦s hay que presentar varios documentos como una memoria de los alimentos en venta en el Concello -Ayuntamiento- correspondiente. ?ste da una placa con un n¨²mero de actividad y el furancheiro pone la rama de laurel en la puerta. Ese es el aut¨¦ntico furancho, con la placa identificativa y la licencia a la vista¡±.
?Cu¨¢ndo abren?
Un furancho puede estar abierto un m¨¢ximo de 3 meses durante la temporada, que empieza el 1 de diciembre y acaba el 30 de junio. Cada Ayuntamiento puede de forma excepcional conceder que abra un mes m¨¢s, el de julio, en caso de fuerza mayor.
¡°En la pr¨¢ctica muchos estamos abiertos mes y medio o dos meses, porque se nos acaba el vino¡±, apunta Jos¨¦ Luis. ¡°Nos movemos en cuotas de unos 1000 o1000 y pico litros. Hay grandes cosecheros por el Saln¨¦s que tienen mayor producci¨®n, e igual les compensa convertirse en restaurantes, pero como m¨¢ximo hablamos de una producci¨®n de 2000 litros¡±. De hecho su furancho, Os Carballos en H¨ªo, cierra el s¨¢bado 6 de mayo tras abrir el 6 de marzo.
?En qu¨¦ zonas est¨¢n?
No se encuentran por toda Galicia, aunque su fama est¨¢ haciendo que se abran en sitios en los que no hab¨ªa tradici¨®n, como Lugo o zonas del interior. Lo habitual es que se encuentren en Betanzos (Coru?a) y en el sur de la Provincia de Pontevedra, en zonas como O Saln¨¦s u O Morrazo. Son especialmente famosas por la abundancia y calidad de sus furanchos las zonas de Cobas, en Mea?o, o?Bembrive en Vigo.
En realidad no se sabe cu¨¢ntos furanchos hay en Galicia. En la zona de las R¨ªas Baixas, sin contar con los de Vigo y Meis, hab¨ªa unos 300 federados. Al tener que estar registrados todos en su Ayuntamiento, podr¨ªa hacerse la cuenta llamando uno a uno, pero no existe una lista oficial. Adem¨¢s hay que tener en cuenta que, aunque mantengan la apariencia de furancho en lo superficial -aspecto informal, aleda?os de una vivienda privada-, algunos son ya bares aut¨¦nticos o tabernas rurales que abren de forma habitual y ofrecen m¨¢s cosas que vino y las cinco tapas correspondientes, porque debido a la afluencia de p¨²blico les compens¨® cambiar de licencia.
?C¨®mo los localizo?
Llegamos al quid de la cuesti¨®n. B¨¢sicamente se encuentran por el boca oreja y estando ojo avizor a localizar laureles (que suelen venir acompa?ados de alguna peque?a aglomeraci¨®n de coches cerca). Siempre est¨¢ el socorrido recurso de preguntar a alg¨²n vecino en una zona furancheira si hay alguno por los alrededores que merezca la pena, y encomendarse a la buena orientaci¨®n y a la suerte para dar con ellos.
Para los que est¨¦n pensando en un m¨¦todo m¨¢s contempor¨¢neo y que incluya coordenadas del GPS, un buen recurso es la p¨¢gina Defuranchos.com. Fue creada hace a?os por un grupo de amigos de la zona del Saln¨¦s, como plataforma para que cualquiera pudiera subir informaci¨®n y datos sobre el furancho que desee: no es una web oficial ni cuenta con el respaldo de ninguna instituci¨®n, pero supone un buen punto de partida para conocer nuevos lugares e ir a tiro fijo. Hay que recordar que al ser establecimientos ef¨ªmeros, conviene siempre llamar por tel¨¦fono para asegurarse de que est¨¦n abiertos.
?Por qu¨¦ merecen la pena?
Como nos explicaba Fernando Portome?e, creador de Defuranchos.com, ¡°ir de furanchos es un plan en s¨ª mismo¡±. Supone la oportunidad de disfrutar de una atm¨®sfera ¨²nica, informal y festiva, a medias casi entre invitado y cliente. No se puede obviar que son establecimientos muy econ¨®micos (una jarra de vino puede costar unos seis euros, una cunca 1 euro, las tapas de forma habitual pueden estar entre los 3 y los 5 euros). Adem¨¢s, al estar situados en zonas rurales, los pimientos, los huevos o las patatas pueden ser ¡®de casa¡¯, no de grandes explotaciones agrarias, y las tapas o raciones son caseras (y cualquiera que haya tomado una tortilla de patatas gallega sabr¨¢ apreciar esto en su justa medida).
Aunque puede que el verdadero secreto de su ¨¦xito est¨¦ en lo que nos cuenta Jos¨¦ Luis Videira: ¡°Ya no es s¨®lo la comida, es que se crea un ambiente de amistad. Al ser mesas compartidas, siempre se entra en di¨¢logo, termina uno invitando a otro al vino, si alguien trae un pastel invita al resto de la mesa, al que le gusta cantar canta sin problema ninguno, cosas y costumbres que no se dejan hacer ya en las cafeter¨ªas, aunque ahora haya iniciativas para que vuelvan. Durante muchos a?os se prohibi¨® cantar, como se prohibieron las mismas tabernas del rural. Primero quemamos la tradici¨®n, ahora gastamos dinero en rescatarla¡±.
Nota: en Italia -zona de Trieste y la Eslovenia fronteriza- hay algo muy similar, las osmizze. Mediante un arduo proceso de investigaci¨®n consistente en entrar en Google, encontramos los heuriger austr¨ªacos, t¨ªpicos de Viena y el sur de Austria. Nos cuenta Fabi¨¢n Sanabria que en canarias tambi¨¦n existen los guachinches. El sistema es el mismo: venta del vino excedente, comida casera y ambiente ¨²nico.
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