El % justo: un juego que revela lo peor de la industria alimentaria

La periodista especializada en nutrici¨®n, salud y alimentaci¨®n Laura Caorsi estaba en el supermercado cuando vio en uno de los estantes un paquete de minitortitas de arroz. En el envase pon¨ªa bien grande ¡®jam¨®n ib¨¦rico¡¯, y adem¨¢s luc¨ªa ¡ªtambi¨¦n en un tama?o generoso¡ª el dibujo de unas inequ¨ªvocas lonchas de ese ingrediente, ondeantes y seductoras, que parec¨ªan banderas al viento. Casi pod¨ªa intuir su carne marmoleada, su arom¨¢tica grasa y una D.O. que le pon¨ªa ojitos; pero ¡ªcomo tantas veces, ay¡ª las promesas resultaron ser un fraude.?

¡°Por mi trabajo suelo fijarme en los productos, sus envases, sus mensajes y sus etiquetas. Me gusta analizar lo que pasa ah¨ª en t¨¦rminos de comunicaci¨®n; comprender las estrategias que utilizan los fabricantes para que compremos¡±, cuenta Caorsi. Su romance ib¨¦rico termin¨® cuando le dio la vuelta al paquete para leer la lista de ingredientes y descubri¨® que, de jam¨®n, solo hab¨ªa aromas. Fue entonces cuando Caorsi, que tambi¨¦n es editora y docente del m¨¢ster en Nutrici¨®n cl¨ªnica de la Universidad Cat¨®lica de Valencia, decidi¨® darle la vuelta al asunto y convertir su enfado en algo con lo que pudiera divulgar desde un punto de vista l¨²dico.

¡°Me pareci¨® indignante, as¨ª que al d¨ªa siguiente lo puse en un tuit, pero no en tono bronco, sino plante¨¢ndolo como un juego. Una versi¨®n sui generis de El precio justo, que presentaba Joaqu¨ªn Prat¡±, apunta la autora. As¨ª naci¨® El Porcentaje Justo, un divertimento con esp¨ªritu did¨¢ctico y fresco ¡ªsobre todo en esa red social con tendencia a la bronca que es Twitter¡ª que se ha convertido para muchos en una cita donde la informaci¨®n y las risas van de la mano.

El juego

El % Justo tiene una mec¨¢nica muy sencilla: consiste en observar el envase de un alimento, ver qu¨¦ ingrediente se destaca all¨ª y adivinar qu¨¦ cantidad de ese ingrediente contiene el producto. ¡°Como en el cl¨¢sico televisivo, gana quien m¨¢s se acerque sin pasarse. Aqu¨ª solo miramos la parte frontal del envase: la misma que vemos en las estanter¨ªas del supermercado¡±, resume su creadora.

Cualquiera puede participar, pero sin hacer trampas: no vale buscar informaci¨®n extra antes de hacerlo (lo que equivaldr¨ªa a mirar la letra peque?a, la informaci¨®n nutricional). ¡°En otras palabras: la idea es cuantificar qu¨¦ nos transmite el envoltorio¡±, apunta Caorsi. Los distintos productos que han ido pasando por su escaparate tienen algo en com¨²n: destacan con grandes im¨¢genes o palabras un ingrediente que contienen en proporciones muy peque?as. ¡°O que, directamente, no contienen: el caso de las palomitas fue especialmente sangrante: a pesar de poner ¡®MANTEQUILLA¡¯ (as¨ª, en tipograf¨ªa M¨ªrameMucho24), no la ten¨ªan¡±, apunta la periodista. Lo que ten¨ªan ¡ªy tienen¡ª es grasa de palma.

?A jugar!

La sorpresa y la indignaci¨®n no se hicieron esperar; la f¨®rmula funcion¨® y en seis meses pas¨® de ser una cosa puntual, que la periodista hac¨ªa en su propia cuenta de Twitter, a ser algo m¨¢s regular con cuenta y entidad propia. ¡°Las tortitas de jam¨®n sin jam¨®n dieron bastante que hablar, y ni te cuento las palomitas de mantequilla sin mantequilla que le siguieron. Esos dos tuits iniciales tuvieron cierta repercusi¨®n en la misma red social, pero tambi¨¦n aparecieron en algunos medios¡±: en ese momento Caorsi empez¨® a pensar que, quiz¨¢s, hab¨ªa encontrado un modo amigable y simp¨¢tico para se?alar las jugarretas.

Gestiona este proyecto sola, pero bien acompa?ada: le ayudan mucho algunos divulgadores, nutricionistas y tecn¨®logos de los alimentos, ¡°profesionales como Beatriz Robles, Juan Revenga, Gemma Del Ca?o, Miguel A. Lurue?a o Julio Basulto. Ellos, entre otros, son cruciales para resolver dudas, se?alar errores, apuntar detalles relevantes y darle difusi¨®n al juego¡±, comenta con agradecimiento. Para escoger los productos que protagonizar¨¢n el concurso, va al supermercado, lee todas etiquetas que encuentra y, si ve algo que le llama la atenci¨®n, lo anota. ¡°Pero tambi¨¦n hay una direcci¨®n de e-mail para que cualquier persona pueda hacer lo mismo: elporcentajejusto@gmail.com¡±, aclara la creadora de este juego, que tambi¨¦n sirve para afinar el esp¨ªritu cr¨ªtico, ya que para ella ¡°eso de buscar y cazar ejemplos es casi un juego en s¨ª mismo; me gustar¨ªa pensar que fomenta la curiosidad y el h¨¢bito de leer la letra peque?a antes de comprar cualquier cosa¡±.

Los jugadores

Entre los participantes podemos encontrar perfiles de lo m¨¢s dispar ¡ªentre los que se pueden reconocer f¨¢cilmente, ya que Twitter permite el anonimato¡ª: Caorsi dir¨ªa que hay de todo, y de distintas edades. ¡°Reconozco muchos profesionales de la alimentaci¨®n y la gastronom¨ªa, estudiantes y profesores de nutrici¨®n, y tambi¨¦n personas que no tienen nada que ver con estos mundos, pero que hacen la compra y se lo pasan bien descubriendo curiosidades sobre productos cotidianos¡±.

Son una comunidad que incluso tiene ya chistes, bromas privadas e incluso asociaciones ¡ªcon una cierta guasa¡ª: el Club del 0,7%. ¡°Desde que empezamos a jugar llevamos casi 30 escaparates y, por alguna raz¨®n que desconozco, esa cifra ha salido varias veces. No s¨¦ si es un fetiche de la industria o qu¨¦; tengo pendiente indagar en ello¡±. El caso es que, por repetici¨®n, algunas personas han montado un grupito propio y apuestan siempre por esa cantidad, pase lo que pase. ¡°Algunos hasta lo han puesto en su bio de Twitter (como ¡®socio al 0,7%¡¯ o ¡®con un 0,7% de mamarracho¡¯), sonr¨ªe Caorsi.

El resultado

Por eso cuando se descubren los resultados las reacciones son de sorpresa, incredulidad, indignaci¨®n e incluso cabreo. ¡°Lo mismo que podr¨ªa sentir cualquiera que haya comprado algo creyendo que tiene carne para luego descubrir que el producto tiene menos carne que rodilla de pajarito. Hay muchas risas, s¨ª, pero en el fondo a nadie le gusta sentirse enga?ado¡±, reflexiona la periodista.

Algunos de los casos que m¨¢s han hecho enfadar a los concursantes han sido, adem¨¢s de las tortitas y las palomitas ya mencionadas; el chili con carne que, adem¨¢s de muy, muy poca carne, ten¨ªa coraz¨®n de vacuno ¡ªun tema que caus¨® tanta controversia que Caorsi ya ha escrito un art¨ªculo espec¨ªfico sobre ¨¦l¡ª; el pastel de cabracho que solo ten¨ªa un 1% de cabracho y una bebida de leche desnatada y nueces que solo ten¨ªa un 0,04% de nuez. ¡°La industria tiene un manejo soberbio del lenguaje y lo aplica siempre que puede a su favor. Esto lo vemos en los nombres que se eligen para algunos productos, capaces de sugerirte cosas que no son (Digestive, Ligeresa, BienStar¡­).¡±, apunta de nuevo la periodista.

La manipulaci¨®n tambi¨¦n pasa por el tipo de ingredientes que se destacan y se ocultan; por ejemplo, poner bien grande la avena que lleva un yogur, aunque solo tenga un 1,5%, y no mencionar el az¨²car, aunque sea m¨¢s del 13% de la composici¨®n total. El uso de preposiciones, o su ausencia, tambi¨¦n da pistas. ¡°Cuando lees algo como ¡®turr¨®n trufa¡¯ o ¡®palomitas mantequilla¡¯ y notas que falta un ¡®de¡¯ o un ¡®con¡¯ en el medio, malo. No es que est¨¦n ahorrando tinta en el envase; es que est¨¢n ahorrando ingrediente en el producto¡±.

Es inevitable que pique la curiosidad, y preguntar si alguno de los fabricantes que ¡ªinvoluntariamente¡ª han formado parte de este juego se ha manifestado de alguna manera despu¨¦s de verse expuesto. ¡°No, nunca. Y tampoco creo que lo hagan. El juego es, en el fondo, una campa?a de fomento de la lectura¡±, reflexiona Caorsi. ¡°Con cada ejemplo, aprendemos a leer: solo podr¨ªa molestarse quien nos prefiera analfabetos¡±.

Los ganadores

Posiblemente sea el juego con m¨¢s ganadores de la historia: cualquiera que aprenda a evitar este tipo de coladeros cuando se acerca al supermercado, se lleva mucho m¨¢s que un premio de consolaci¨®n. Para Caorsi la manera m¨¢s sencilla de hacerlo es tambi¨¦n la m¨¢s constante: hay que acostumbrarse a leer. ¡°Tenemos que pensar que los envases de comida son, sobre todo, anuncios publicitarios, y que la informaci¨®n de verdad, la que nos interesa, queda muchas veces relegada a un costado, a un pliegue, a la parte de atr¨¢s. Hay que leer siempre la letra peque?a y las listas de ingredientes, y si no entendemos algo, preguntar hasta entenderlo¡±.

Lo m¨¢s gracioso ¡ªo tragic¨®mico, seg¨²n se mire¡ª es que en el proceso Laura ha descubierto que ¡°los envases enga?an a todo el mundo, sin excepci¨®n. Es muy dif¨ªcil juzgar bien un producto fi¨¢ndote solo por los reclamos de su envase¡±. La laxitud de las medidas sobre lo permitido o no en el etiquetado y la publicidad ¡ªespecialmente flagrante en snacks y aperitivos, comida "para ni?os" y dem¨¢s festivales del ultraprocesado con piel de oveja¡ª, sumados a los conocimientos de la industria para jugar al l¨ªmite, no ponen precisamente dif¨ªciles este tipo de enga?os.

Lo resume as¨ª Caorsi: ¡°Lo hacen porque pueden, porque les sale barato, porque se aprovechan de nuestra buena fe y porque tienen una estrategia de venta a corto plazo. Ahora bien, quienes compramos tenemos un enorme poder, aunque no lo estamos usando: nuestras elecciones inciden en el mercado, no somos elementos pasivos¡±. Por eso nos invita a no olvidar que ¡°las elecciones son realmente libres cuando se toman de manera informada; tambi¨¦n en alimentaci¨®n¡±.