La terraza del finde: Bar do Porto, la taberna que volvi¨® a la vida
Seguimos nuestra serie de terrazas veraniegas con la historia de una taberna cerrada hace 30 a?os, de un pueblo en un cabo entre dos r¨ªas y del arquitecto que se enamor¨® de ambos.
?Es posible a¨²n encontrar lugares de la costa que, incluso en lo m¨¢s alto de la temporada, sean relativamente tranquilos y hayan sido capaces de mantener una personalidad propia? S¨ª, por suerte ese tipo de localizaciones todav¨ªa existen; y a veces, como en este caso, guardan sorpresas que vale la pena descubrir. Corrubedo es uno de esos sitios un poco en el fin del mundo que a¨²n se pueden encontrar con cierta frecuencia en Galicia. No es un lugar remoto: desde Santiago de Compostela o desde Pontevedra se tarda una hora en llegar, pero a¨²n as¨ª mantiene ese aire un tanto al margen que empieza a ser una rareza en zonas tur¨ªsticas de la costa.
Corrubedo est¨¢ en un cabo, al margen de las carreteras principales, en uno de esos lugares por los que solamente pasas si quieres ir hasta all¨ª; un sitio de inviernos duros que, desde que el peque?o puerto dej¨® de operar y la actividad se traslad¨® a la vecina Ribeira, ha quedado un poco a un lado. En alg¨²n momento lleg¨® a tener 2.500 habitantes, aunque hoy ronda los 600 en temporada baja. Eso es algo que se nota en el ambiente, incluso en un fin de semana de verano, cuando llegan hasta el puerto unos cuantos visitantes que llenan las terrazas. El pueblo hoy es un destino tur¨ªstico de cierta importancia, aunque la actividad se concentra en las pocas semanas que dura aqu¨ª el verano y no ha cambiado la esencia del lugar. Sigue habiendo un ¨²nico supermercado, cuatro o cinco bares, una farmacia y un ritmo que es dif¨ªcil encontrar en puntos m¨¢s tur¨ªsticos.
A finales de los a?os 80 la oferta hostelera de Corrubedo era m¨¢s escueta de lo que es hoy, poco m¨¢s de tres o cuatro bares. El Stop, que era la casa de comidas, el Nuevo, con sus calamares encebollados, O Secreto y una peque?a taberna, el Bar do Porto, con suelo de piedra y una ventana abierta al mar. M¨¢s o menos por aquella ¨¦poca lleg¨® al pueblo con su familia el arquitecto David Chipperfield, que desde entonces pasa all¨ª largas temporadas, como atestigua su perfil de Instagram. Hacia 1990 el bar cerr¨® y nadie volvi¨® a acordarse de ¨¦l.
?Qu¨¦ se come?
Tres d¨¦cadas y un cambio de siglo m¨¢s tarde, el Bar do Porto vuelve a servir caf¨¦s, ca?as y vermuts, acompa?ados por su tapa de cortes¨ªa, como siempre se ha hecho aqu¨ª: puede que una porci¨®n de empanada, un pescadito frito o un trozo de bizcocho casero con el caf¨¦. La cuberter¨ªa, sin embargo, es la Santiago de la que habl¨¢bamos m¨¢s arriba y el pescado llega a diario de las lonjas vecinas. Todo ha cambiado para que todo siga igual.
Con la carta ocurre algo similar. Las raciones suenan familiares, como las de cualquier bar tradicional de la costa gallega. Pero el origen de la materia prima se cuida mucho, las tartas y bizcochos se elaboran en el local e incluso el vino de la casa, que llega a la mesa etiquetado con el nombre del local, lo produce Dominio do Bibei, una de las bodegas con m¨¢s reputaci¨®n del interior gallego.
La pizarra en la que se escriben platos del d¨ªa te deja claro que est¨¢s en la costa, en ese punto en el que las R¨ªas Baixas empiezan a parecerse a la Costa da Morte, y que esto es una taberna. Ahora, en verano, puede haber sardinas, quiz¨¢s jurelitos reci¨¦n fritos; hay berberechos, navajas, calamar o sargo a la plancha, salpic¨®n de pulpo, la empanada del d¨ªa y una peque?a selecci¨®n de platos principales.
Los mejillones, abiertos al vapor, llegan a la mesa en un cuenco humeante. Estando donde est¨¢ el bar, a las puertas de la R¨ªa de Arousa, sabes que van a ser estupendos. Vienen con un poco de lim¨®n, por si quieres a?adirle unas gotas, pero no les hace falta, porque estallan en la boca con todo el sabor del mar. La empanada del d¨ªa, de esas de masa fina y el¨¢stica, con el aroma del pan reci¨¦n horneado, es de carne. Las dos cosas, juntas, suman 10 euros a la cuenta.
Las sardinas, enteras, sin limpiar, como es tradicional aqu¨ª, est¨¢n en esa ¨¦poca en las que rebosan de esa grasa tan especial que las convierte en el sabor del verano. Y el chopo en su tinta, servido con cachelos, es uno de aquellos guisotes marineros que hacen que pienses en la cocina de tu abuela. El godello de la casa, servido en vaso de chato, va estupendamente con todo. Para los postres tienes dos opciones: una peque?a carta con cl¨¢sicos tabernarios como el arroz con leche, las natillas o el queso con membrillo o decantarte por los dulces que elaboran, seguramente pensados m¨¢s para desayunos y meriendas, para acompa?ar el caf¨¦. Los merengues tienen el tama?o justo para dejarte contento; el bizcocho es sencillo y result¨®n. No hace falta m¨¢s.
Un nuevo bar de toda la vida
Chipperfield es un arquitecto con estudio en Londres, Berl¨ªn, Mil¨¢n y Shanghai (pr¨®ximamente tambi¨¦n en Santiago de Compostela) y obra repartida por todo el mundo. Poco a poco, su relaci¨®n con Galicia se fue haciendo m¨¢s intensa. Primero fue su residencia, luego la creaci¨®n de la Fundaci¨®n RIA. A continuaci¨®n el dise?o de la Cuberter¨ªa Santiago, comercializada por la marca Alessi, y m¨¢s recientemente la serie Rede para la hist¨®rica f¨¢brica de cer¨¢mica de Sargadelos. Y de pronto todo eso se encontr¨® con el Bar do Porto, que hab¨ªa permanecido ah¨ª, como congelado en el tiempo, durante 30 a?os. La familia Chipperfield consigui¨® hacerse con el antiguo local, y ah¨ª empieza otra historia.
¡°Aunque no ten¨ªamos ninguna ambici¨®n hostelera, nos motiv¨® la idea de dar continuidad a un bar de siempre que al mismo tiempo fuese un lugar contempor¨¢neo¡±, explica Celeste Chipperfield, responsable del Bar do Porto. Lo han logrado: cuando entras en el local tienes la sensaci¨®n de entrar en un bar con historia. El suelo de losas de granito, la carpinter¨ªa pintada con los mismos tonos vivos con los que tradicionalmente se pintaban los barcos, la barra alta, los azulejos de otra ¨¦poca de la cocina.
El espacio y las mesas de dise?o limpio te dejan claro al mismo tiempo que ha habido una intervenci¨®n. Una intervenci¨®n que ha sabido mantener la esencia tradicional de la taberna. ¡°Quer¨ªamos que el bar fuese un normalisimo bar del puerto de antes, manteniendo su esp¨ªritu pero integrando ideas nuevas. Otro motivo fue promover el producto local que es el ¨²nico que trabajamos, y proponer oportunidades a j¨®venes con los cuales hemos formado una familia extendida¡±, explica la hostelera.
Unas vistas privilegiadas
Bueno, s¨ª, hay algo m¨¢s que puede redondear la experiencia. Si¨¦ntate, si puedes, en la barra que se asoma a la ventana. La terraza tiene tambi¨¦n un ¨¦xito enorme, sobre todo en los d¨ªas soleados. Corrubedo es un sitio en el que casi siempre corre la brisa, as¨ª que puedes disfrutarla sin miedo a pasar calor. De todos modos, al menos para una primera visita, yo optar¨ªa por acodarme en esa ventana desde el interior. Lo har¨ªa, sobre todo, por esa conjunci¨®n de lo nuevo y lo viejo que te rodea all¨ª dentro; por esa mezcla de bar con solera, con los trofeos del club deportivo local expuestos en la pared, mesas de l¨ªneas puras, tapas del d¨ªa y cubiertos de autor.
Vuelve si puedes en invierno, porque aunque el Bar do Porto est¨¢ ahora de moda entre los for¨¢neos es entonces cuando respirar¨¢s su verdadera atm¨®sfera: ¡°Nuestra intenci¨®n desde el principio fue que nuestros hu¨¦spedes VIP fueran primeramente los vecinos¡±, cuenta Celeste. ¡°Y nos han honrado con su amistad y acogi¨¦ndonos en su ruta diaria. Tanto a ellos como a nosotros por otro lado nos enriquecen la mezcla interesante de clientes que vienen a veces de lejos y se convierten en clientes fieles. Siempre fue importante para nosotros que el bar estuviese abierto todo el a?o para el pueblo.¡±
En cuanto a precios, el Bar do Porto no se diferencia mucho de otros locales de la zona. Si picas algo ligero, tres o cuatro cosas para compartir, probablemente no llegues a los 20 euros por persona; si te sientas a comer, con varios entrantes al centro y un principal para cada uno, quiz¨¢s estar¨¢s m¨¢s cerca de los 30. Si te vas a los mariscos y las botellas de la peque?a pero cuidada selecci¨®n que presentan a trav¨¦s de la pizarra, la cosa subir¨¢ algo, pero seguir¨¢ siendo muy razonable. Mira esas vistas, piensa en la procedencia de lo que tienes en el plato.
Si tienes en cuenta el local, el puerto que se cuela por la ventana, la mesa a la que te has sentado, la vajilla y los cubiertos y esa sensaci¨®n de haber estado un rato en un lugar que, sin dejar de ser un bar de puerto, no se parece a ning¨²n otro, es m¨¢s que probable que te marches contento con lo que hayas pagado. Para eso es para lo que renaci¨® este local hist¨®rico: larga vida al Bar do Porto.
Bar do Porto: R¨²a Torreiro, 4. Corrubedo (Ribeira, A Coru?a). Tel.?981 865 370. Mapa. Abierto de martes a domingo de 9:00 a 1:00.?
Tres planes para antes y despu¨¦s
Empanadas: ?Quieres llevarte la cena? No dejes de encargar una de las empanadas de Sieira Charl¨ªn, una panader¨ªa a la entrada de Ribeira, a 5 km de Corrubedo, que lleva funcionando desde 1806. En el jard¨ªn tienen un food truck y una peque?a terraza en los que probar sus especialidades.
Playa: La playa de Ladeira est¨¢ justo en el l¨ªmite del Parque Nacional del consejo de Corrubedo, es la segunda m¨¢s larga de Galicia con m¨¢s de seis kil¨®metros y tiene la duna m¨®vil m¨¢s grande del norte de Espa?a. ?Necesitas m¨¢s motivos para visitarla? Se llega andando desde el centro del pueblo, y es un planazo para echarse una siesta.
Pulpo: No muy lejos de Corrubedo, en A Pobra do Carami?al, hay que parar para tomar el bocadillo de pulpo y queso San Sim¨®n da Costa del Bar Nuevo.
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