Belleza, inv¨¢deme
Meghan deslumbr¨® en su diagn¨®stico apostando por una duquesa glamurosa para formalizar su despedida del protocolo real y contener su contagio
Mi primer contacto con el coronavirus fue este lunes en mi junta de vecinos. No hab¨ªa nadie enfermo pero el protocolo de nuevas maneras de saludarse, evitando el contacto con la mano, me revel¨® que el virus ya se ha convertido en un nuevo tipo de vida. Un cambio. Los vecinos disfrutaban de esa nueva distancia obligatoria porque les permit¨ªa expresar sus diversos antagonismos entre...
Mi primer contacto con el coronavirus fue este lunes en mi junta de vecinos. No hab¨ªa nadie enfermo pero el protocolo de nuevas maneras de saludarse, evitando el contacto con la mano, me revel¨® que el virus ya se ha convertido en un nuevo tipo de vida. Un cambio. Los vecinos disfrutaban de esa nueva distancia obligatoria porque les permit¨ªa expresar sus diversos antagonismos entre ellos, con un poquito de humor. ¡°Que hay que saludarse con los codos¡±, dec¨ªa uno. Y otro le respondi¨®: ¡°No, querido, ?es con un puntapi¨¦!¡° ?No hay nada como ser latino para sacarle punta a la cosa m¨¢s peliaguda!
La reuni¨®n se complic¨® igual que la gesti¨®n de un virus. Si resulta complicado gestionar una junta de vecinos, imag¨ªnate un pa¨ªs, imag¨ªnate una pandemia. Pero debo confesar que ese d¨ªa el verdadero momento de crisis lleg¨® con la cancelaci¨®n del Baile de la Rosa en Montecarlo. No estaba invitado pero es igual, ese baile es un poco como de familia para los de mi edad. Crecimos vi¨¦ndolo y yo incluso asist¨ª al dedicado a La Movida con Almod¨®var, bailando con Carolina de M¨®naco y compartiendo brebajes contra la resaca con Ernesto de Hannover. La cancelaci¨®n a causa del coronavirus acaba con el estreno como director art¨ªstico de Christian Louboutin, sustituyendo a Karl Lagerfeld. Sent¨ª que definitivamente abandonaba la juventud y entraba en otra edad.
Y tras esta cancelaci¨®n lleg¨® el test del coronavirus a la corona. Y anulaci¨®n tras anulaci¨®n: la fiesta de aniversario de Harper?s Bazaar en Madrid dedicada a Naty Abascal; la presentaci¨®n de la nueva novela de Eduardo Mendicutti; el desfile de Vicky Mart¨ªn Berrocal; la despedida del embajador de Italia. Todas agendadas en las mismas fechas, una costumbre agobiante y exigente a la que nos hab¨ªamos acostumbrado. De un solo golpe, paf, nada. La desoladora realidad: sin fiestas ?no eres nada!
Mientras atend¨ªa una entrevista en el C¨ªrculo de Bellas Artes, me asom¨¦ a uno de sus ventanales y contuve la respiraci¨®n ante la visi¨®n de la calle de Alcal¨¢ pavorosamente desierta a las cinco de la tarde. Otro 11 de marzo escalofriante. De all¨ª me acerqu¨¦ al supermercado de El Corte Ingl¨¦s y observ¨¦ las estanter¨ªas vac¨ªas en la zona del papel higi¨¦nico, la escasez de pasta y tomate frito. Una de las cosas que te ense?an las llamadas compras nerviosas, frecuentes en zonas de huracanes como Miami o de desequilibrios pol¨ªticos y sociales como Caracas, es que puedes hacer una radiograf¨ªa de qu¨¦ consumen y comen los ciudadanos por lo que se llevan precipitadamente de los supermercados. Al tel¨¦fono, el decorador Lorenzo Castillo me pregunta: ¡°?Por qu¨¦ tanto papel higi¨¦nico? ?Qu¨¦ pasa con el bidet?¡± Puede parecer una curiosidad absurda pero es cierto que el bidet pueda vivir un regreso importante a causa de la pandemia. Garantiza m¨¢s higiene y que las manos est¨¦n m¨¢s limpias y pasadas por agua.
A veces la forma del bidet recuerda a la de esos sombreros inquietantes que las duquesas visten como coronas en eventos aparatosos. Como los que llevaron tanto Kate como Meghan esta semana en la celebraci¨®n del d¨ªa de la Commonwealth.
Algo que tambi¨¦n ofreci¨® muestras de c¨®mo el virus afecta y transforma. Por ejemplo, el nuevo saludo que us¨® el pr¨ªncipe Carlos, juntando las palmas de las manos e inclin¨¢ndose un poquito budista sin tocar a nadie. Y el espectacular traje verde penicilina de Meghan, inspirado en Dolores del R¨ªo, la diva hollywoodense de origen mexicano. Mientras Kate iba vestida de baronesa austroh¨²ngara en plena actividad castrense y con cara de menos sonrisas que l¨¢grimas, Meghan deslumbr¨® en su diagn¨®stico apostando por una duquesa glamurosa para formalizar su despedida del protocolo real y contener su contagio.
El gui?o a Dolores del R¨ªo tiene sentido. Es otra actriz pero tambi¨¦n una mujer c¨¦lebre por su inteligencia y, aunque no se deba decir, exotismo. Se cas¨® con Cedric Gibbons, el director art¨ªstico responsable de todas las pel¨ªculas de la MGM desde los a?os treinta a los cincuenta. Y contagi¨® al mundo entero de un virus que sigue vigente: el glamour. En estos d¨ªas de prudente encierro y mientras Meghan y Enrique consiguen volar a Norteam¨¦rica, me propongo revisar a la gran Dolores y reiterar, como un mantra, uno de los consejos que ofrec¨ªa en su libro sobre la belleza. Cada ma?ana, apenas despunte el sol, hay que extender los brazos y exclamar: ¡°Belleza, inv¨¢deme¡±. Como un virus.