El ¡®divorcio¡¯ obligado de los Estopa
David y Jos¨¦ Mu?oz, 21 a?os despu¨¦s de su primer ¨¦xito, llevan una vida corriente y gozan de un s¨®lido patrimonio que gestiona su padre
Viven en el d¨ªa de la marmota, y tanto es as¨ª que al despertarse a eso de las once, David piensa cada d¨ªa en la frase ¡°bienvenidos excursionistas¡± con la que inicia jornada Bill Murray en la pel¨ªcula. Jos¨¦ se despierta m¨¢s o menos a la misma hora y tiene similares rutinas de confinamiento: ambos desayunan, hacen algo de ejercicio. ¡°Estoy haciendo un surco en el jardincillo¡±, dice Jos¨¦, y llega el mejor momento del d¨ªa. ¡°Es cuando antes de comer nos tomamos una cervecita y videollamamos a alg¨²n colega. El otro d¨ªa charlamos con Albert Pla, por ejemplo¡±, recuerda David. Por lo general el invitado es un colega del barrio, como el Jandy, grafista, Pepito Grillo de la pareja y amigo desde que en los noventa, los hermanos Mu?oz no eran Estopa, sino los Urbans, unos aprendices de grafiteros. S¨ª, ya hay alguna cana, han vendido millones de discos, no viven en pisos sino en casas ¡ªuna cada uno en Cornell¨¤, otras dos en la costa y otra en Madrid para trabajar¡ª, su padre ya no regenta el bar La Espa?ola, sino sus ahorros. ¡°Usa la cuenta de la vieja y no hay quien le enga?e¡±, dice Jos¨¦, pero contin¨²an siendo m¨¢s transparentes que la muselina. Son Estopa, ahora confinados cada uno en su casa.
Para romper esta rutina, no olvidarse de su p¨²blico y brindar apoyo a todo el personal que est¨¢ ayudando en la pandemia, Estopa colg¨® en marzo un concierto ¡°que fue un poco precario¡±, recuerda David, ya que por la latencia de la se?al no pod¨ªan cantar ni tocar a la vez, pues de lo contrario, como cuenta en la grabaci¨®n ¡°eso ser¨ªa como el shosho de la Bernarda¡±. Para quitarse la espinita, han lanzado tambi¨¦n a la red Coraz¨®n sin salida, un clip dom¨¦stico ya con postproducci¨®n de audio y v¨ªdeo que les permite instrumentaci¨®n, simultaneidad y efectos de v¨ªdeo. De paso este Coraz¨®n sin salida recuerda que tienen un disco nuevo, Fuego, que ahora deber¨ªan estar presentando en concierto. David reconoce su preocupaci¨®n, en especial por el personal de gira. ¡°Son chavales que trabajan a tope en verano para vivir el resto del a?o, y si no hay gira no tienen ning¨²n ingreso. Suelo llamarles para ver c¨®mo est¨¢n, aunque no les puedo decir nada porque nadie ha dicho c¨®mo saldr¨¢ de esto la m¨²sica¡±. De momento han anulado la gira en mayo.
En su encierro dom¨¦stico algo ha cambiado en relaci¨®n a sus a?os j¨®venes: ¡°Durante el d¨ªa la consola es de los ni?os y no podemos jugar. A veces, cuando se han acostado ellos y nuestras mujeres ¡ªsus novias de chavales¡ª, Jos¨¦ y yo echamos una partidita de f¨²tbol¡±, confirma un David al que su hijo, m¨¢s bien sus deberes que afrontan cada tarde, le traen por la calle de la amargura: ¡°Se pasan un huevo con ellos, les ponen cantidad de cosas que no les han explicado y que han de ver en un v¨ªdeo y adem¨¢s hay que usar aplicaciones, contrase?as, subirlos al Google y yo qu¨¦ s¨¦ m¨¢s, es una mierda, ponlo, por favor¡±. Jos¨¦, con otro hijo y que de chaval no era de estudiar, r¨ªe respondiendo a David: ¡°Hombre, es que los deberes no son los de nuestra ¨¦poca¡±, una evidencia que no tranquiliza a su hermano. Tanto es as¨ª que asegura orgulloso: ¡°Ahora siempre me toca fregar los platos, y tras cargarme un par de sartenes he aprendido a usar la parte suave del estropajo para no desgastar la capa adherente. Soy un experto¡±, suelta antes de apurar su cervecita. No es extra?o que sus letras a¨²n no se hayan despegado de una cotidianeidad que fue su vida hasta 1999, cuando publicaron Estopa.
De aquella ¨¦poca, adem¨¢s de con El Jandy, mantienen bastante contacto con Queco, a quien llevaban en su abollado Ford Escort a la f¨¢brica, que a¨²n contin¨²a abierta. ¡°L¨¢stima que ahora tiene una lesi¨®n en la rodilla y no nos vemos tanto¡±, lamenta David. Igualmente ven a su primo mayor, ?scar, que tambi¨¦n dej¨® la f¨¢brica y ahora, como corredor de seguros, les lleva estos temas. Han perdido contacto con Mart¨ªnez, el encargado diurno, currante humano y paternal que llamaba a David "El Loco¡± porque garabateaba sus letras en las hojas de producci¨®n. ¡°Pero aunque no le vemos seguro que vive. En Cornell¨¤ solo hay un tanatorio y nos hubi¨¦semos enterado¡±, asegura David. Con quien no tienen contacto es con El Bosnio, que sirvi¨® en la aerotransportada en Bosnia, claro, y cazaba pajarillos con ballesta ?glups!; ni con El Tortuga, poseedor de un cuello merecedor del mote.
Y si el nexo con la calle de Cornell¨¤ sigue vivo, tambi¨¦n se mantiene con Zarza Capilla (Badajoz), pueblo de su padre, Pablo, donde cada verano van con sus hijos ¡°para que vivan lo que nosotros vivimos y el pueblo no muera¡±. All¨ª no son Estopa, son Los Sardinas, pues su abuelo vend¨ªa este pescado ¡°primero en bici¡±, recuerda Jos¨¦, ¡°y luego en una moto, que como no sab¨ªa c¨®mo parar, la primera vez, dio vueltas hasta quedarse sin gasolina¡±. Son millonarios en chancletas, y como dice Jos¨¦ ¡°muy amarrateguis. Nos han propuesto abrir bares, geri¨¢tricos, lanzar marcas de ropa, pero siempre hemos dicho no, no nos gustan los l¨ªos. Ni a nosotros ni a nuestro padre, responsable de nuestros ahorros, en el que confiamos plenamente. ?Es nuestro padre!¡±. Genio y figura.
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