Diez intrahistorias de la boda de Felipe y Letizia
El enlace de los entonces pr¨ªncipes de Asturias se celebr¨® hace hoy 16 a?os ante representantes de todas las casas reales que protagonizaron situaciones que entonces no trascendieron
Millones de personas de todo el mundo presenciaron a trav¨¦s de la televisi¨®n el 22 de marzo de 2004 la boda del entonces pr¨ªncipe de Asturias con la periodista Letizia Ortiz en una ceremonia que congreg¨® en la catedral de la Almudena a representantes de todas las casas reales. El d¨ªa comenz¨® con una gran tormenta que condicion¨® en algunos momentos el protocolo. La novia, por ejemplo, tuvo que llegar al templo en coche aunque estaba previsto que lo hiciera a pie desde el Palacio Real, donde se visti¨® y donde m¨¢s tarde se celebr¨® el almuerzo nupcial. Hubo muchas im¨¢genes pero se dieron situaciones que entonces no trascendieron. Estas son diez de ellas.
La cola del cuarto de ba?o. Por razones de seguridad, los invitados a la boda deb¨ªan estar dos horas antes del inicio de la ceremonia en la catedral de La Almudena. Esta larga espera y la posterior ceremonia provoc¨® largas colas en los cuartos de ba?os habilitados. Miembros de familias reales, pol¨ªticos y empresarios aguardaban su turno. El entonces presidente de Colombia, ?lvaro Uribe, no quiso esperar y uno de sus ayudantes hizo saber a los presentes que deb¨ªan colar al mandatario. Las protestas, comandadas por la princesa Magdalena de Suecia con una espectacular pamela, no sirvieron de nada. Eso s¨ª, Uribe dio las gracias al terminar.
El trato deferente a Nelson Mandela. Por razones de seguridad y log¨ªstica la mayor¨ªa de los asistentes al enlace llegaron a la iglesia en autobuses que los recog¨ªan en sus hoteles. Una de las excepciones fue Nelson Mandela, que acudi¨® en un coche oficial acompa?ado por su esposa. El motivo era su ya d¨¦bil salud y sus problemas de movilidad. Por eso Mandela fue uno de los ¨²ltimos en dejar La Almudena, que abandon¨® por la misma puerta por la que sal¨ªan los pocos periodistas que tuvieron acceso al templo. El l¨ªder sudafricano fue uno de los m¨¢s celebrados.
Rania de Jordania y los periodistas. La reina de Jordania fue una de las m¨¢s elegantes de la boda de los entonces pr¨ªncipes de Asturias y tambi¨¦n una de las m¨¢s accesibles. Pese a su imagen distante, Rania fue la ¨²nica invitada que la noche anterior al enlace en la cena que se ofreci¨® en el Palacio del Pardo se acerc¨® a los periodistas para saludar.
El pesado vestido de Pertegaz. Letizia Ortiz eligi¨® a Manuel Pertegaz como dise?ador de su traje de novia, un homenaje a uno de los grandes de la moda espa?ola. El creador confeccion¨® un traje con mucha tela, tanta que la ahora reina de Espa?a confes¨® que pesaba tanto que en alguna ocasi¨®n tuvo problemas para caminar con ¨¦l.
Una novia con fiebre. El gesto serio, emocionado y algo nervioso de Letizia durante la ceremonia en la catedral de La Almudena escond¨ªa un secreto: la novia se hab¨ªa levantado el d¨ªa de su boda con fiebre.
La lectura de la abuela de la novia. Menchu ?lvarez del Valle, abuela de la novia, con su voz radiof¨®nica, ley¨® la Carta de San Pablo a los Corintios. Un texto que son¨® rotundo en el templo, casi como un mon¨®logo de radionovela, y que cont¨® con un efecto esta vez no especial: un trueno que retumb¨® y avis¨® de la tormenta que se hab¨ªa desatado en el exterior.
El reciclado de la boda. Madrid aspiraba en 2004 a ser sede en 2012 de los Juegos Ol¨ªmpicos y la sostenibilidad era una de las se?as de identidad de la candidatura. Por ello las lonas que adornaron el recorrido de los novios por las calles de la capital fueron reutilizadas para fabricar las bolsas de viaje con la que la expedici¨®n viaj¨® a pasar el examen a Singapur dos meses despu¨¦s.
El viaje de novios. El destino de la luna de miel era todo un secreto. Los paparazis buscaban al nuevo matrimonio en alg¨²n destino paradis¨ªaco, pero aparecieron en Cuenca. La pareja decidi¨® primero pasearse por Espa?a y dejarse ver para luego viajar al extranjero en una ruta que confeccionaron con la ayuda de Corinna Larsen, entonces ya entra?able amiga de don Juan Carlos.
El deb¨² de Felipe Marichalar. El tiempo ha convertido al nieto mayor de los reyes em¨¦ritos en uno de los miembros m¨¢s populares de la familia real. En la boda de su t¨ªo, a quien debe su nombre, ya destac¨®. Durante la ceremonia se enzarz¨® en una pelea a patadas con otros de los pajes que como ¨¦l formaron parte del cortejo nupcial.
La soledad de Carolina de M¨®naco. La princesa lleg¨® sola a la boda, aunque a Madrid viaj¨® con su marido, Ernesto de Hannover. El pr¨ªncipe alem¨¢n se tuvo que quedar en el hotel intentando superar las consecuencias de una larga noche previa de fiesta en la que hubo alcohol y una pelea que requiri¨® la presencia del Summa. Carolina apareci¨® en el templo muy seria y con el pelo sin arreglar bajo su sombrero. El matrimonio poco despu¨¦s entr¨® en crisis.
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