Cuando los Estopa indultaban caracoles
Un libro escrito con las aportaciones de los rumberos de Cornell¨¢ de Llobregat, desvela su vida despu¨¦s de m¨¢s de 20 a?os de exitosa carrera musical
Iban a hacer la prueba definitiva y les dijeron que igual ven¨ªa C¨¢mara. Ellos no pensaron en Jos¨¦ Mar¨ªa C¨¢mara, el hist¨®rico director de la discogr¨¢fica que les abrir¨ªa sus puertas, sino en un camar¨®grafo. Cuando C¨¢mara, impresionado por la espontaneidad y qu¨ªmica rumbera de los hermanos Mu?oz, les dijo ¡°bueno chicos, ya ten¨¦is casa¡±, David recuerda ¡°mi hermano comenz¨® a flipar pensando que nos iban a regalar una casa¡±. Siendo ya famosos coincidieron con Bono y The Edge, que les fueron a saludar. Ellos pasaron de los irlandeses, descritos llanamente como ¡°el de las gafas¡± y ¡°el del gorro¡±, y se fueron flechados a saludar a Los Chichos, tambi¨¦n all¨ª presentes. No lo hicieron por estirados, sino porque ¡°no ten¨ªamos controlados sus caretos¡±, cosa que despu¨¦s les hizo sentirse fatal. Se enteraron del significado del adjetivo ¡°leonino¡± cuando un m¨¢nager describi¨® as¨ª el contrato que les vinculaba con la editorial de EMI, y no tuvieron dudas en firmar como representantes con la empresa familiar Heredia, en cuyo curr¨ªculo figura, entre otros hechos, producir el programa ¡°Murcia, qu¨¦ hermosa eres¡±, activo que otras estrellas hubiesen considerado ro?oso. Ellos no. Y acertaron.
Son los hermanos Mu?oz, coautores junto con el periodista musical Jordi Bianciotto del reciente El libro de Estopa, un t¨ªtulo muy Mu?oz, una suerte de selfi oral en el que David, expansivo y locuaz, y Jose, parco y asertivo, han contado a su interlocutor detalles sobre su vida p¨²blica y musical, recogidos por Bianciotto en m¨¢s de 300 p¨¢ginas en las que ha encajado conversaciones no ya torrenciales, sino oce¨¢nicas. Como meter el mar en una botella. Y nada de aspectos ¨ªntimos no revelables, a no ser que este apartado incluya lo que les ayud¨® a acercarse a su admirado Serrat: ¡°Rompimos el hielo¡±, cuenta David, ¡°porque result¨® que compart¨ªamos proct¨®logo. Fue una manera como otra de compartir algo. Luego, mi hermano Jose tiene una relaci¨®n curiosa con Serrat, y es que cuando ¨¦l se come un huevo frito s¨®lo se come la yema, y Serrat, en cambio, se come la clara¡±.
Cosas as¨ª fueron explicadas, seg¨²n cuenta Bianciotto, en las terrazas de sus bares favoritos ¡°a la vista de otros clientes y con sillas disponibles para que en cualquier momento alg¨²n espont¨¢neo se sumase a la conversaci¨®n.¡± ?Resultado? ¡°David nos advierte¡±, escribe Bianciotto, ¡°que una mujer se dirige hacia nosotros. Ya ver¨¢s, es encantadora, dice. Sonr¨ªe y saluda. Es su amiga y me cuenta que hay un hospital psiqui¨¢trico cerca y que a los pacientes que est¨¢n mejor les permiten salir a dar una vuelta por el barrio. David se ha hecho amigo de varios. Regala pulseras y es muy simp¨¢tica, asegura¡±. La vida es divina, ellos no.
El libro, al margen de cuestiones musicales, descubre que los hermanos Mu?oz indultaban caracoles, ¡°porque nuestra madre los coc¨ªa vivos, y siempre nos lo mont¨¢bamos para salvar algunos¡±; que Jose no soporta los aviones; que su trenza es un amuleto de la suerte, o que la fecha l¨ªmite para acabar el ¨¢lbum ?La calle es tuya?¡±, siendo ya padres, era ¡°antes de que se acabe el curso y terminen los colegios de los ni?os¡±. En todo se percibe que crecieron en un hogar con cari?o, del que recuerdan una foto de su abuelo dedicada a su abuela Juliana en cuyo reverso dec¨ªa ¡°cuando esta foto hable, dejar¨¦ de amarte¡±. Pero tambi¨¦n la casa de los Mu?oz es de orden y respeto, y su padre Pablo dice ¡°si ellos se han querido fumar un porro, se han ido fuera, porque saben que delante de m¨ª, nunca en la vida¡±. La norma sigue vigente.
Pero que nadie se lleve a enga?o, los Mu?oz no son s¨®lo majetes obsesionados por las patatas bravas. Piensa David del ascensor social ¡°es un clich¨¦, historias para justificar un modelo de sociedad en la que si te lo curras mucho y eres muy listo, puedes llegar a la cumbre. Yo creo que hay m¨¢s gente a la que le toca la loter¨ªa que beneficiada por ese ascensor social. S¨ª, nos molesta que nos usen para ejemplificarlo¡±. Como hijos de emigrantes dicen a quienes se quejan de la emigraci¨®n: ¡°parece mentira que no sepan de d¨®nde vienen¡±. Y saben d¨®nde est¨¢n por su origen: ¡°estar aqu¨ª hablando para hacer este libro no es trabajo. Es una falta de respeto llamar trabajo a seg¨²n qu¨¦ cosas¡±. Y siguen con los pies en el barrio. Su padre le dijo a un ejecutivo desconfiado ¡°mira, no te preocupes, ellos est¨¢n acostumbrados a comer huevos fritos con patatas, y con lo que han ganado ya tienen para comer huevos fritos y patatas toda la vida; no les hace falta nada m¨¢s¡±. Son los hermanos Mu?oz: ¡°No hemos cambiado ni de m¨¢nager, ni de compa?¨ªa, ni de parejas, ni de padres, ni de hermano¡±. Pegados a su ra¨ªz como la rumba a la vida.
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