Muy Mata Mua
El esp¨ªritu Gauguin est¨¢ m¨¢s vibrante que nunca, ese sue?o de libertad que el hombre blanco europeo confiere a los mares del sur
Hay dos cosas que pueden agitarme el sue?o: los ¨ªndices de audiencia de mi programa de televisi¨®n y Mata Mua. Mata Mua es m¨¢s que una formidable obra de Paul Gauguin propiedad de Carmen Cervera: es una causa y un efecto. Incluso una cuesti¨®n de fe para muchos que no queremos que el cuadro abandone Espa?a. Mata Mua en tahitiano significa ¡°¨¦rase una vez¡±, ese momento indefinido donde muchos deseamos que comience nuestro relato de vida.
En esa atm¨®sfera reside la fascinaci¨®n por la obra y su influencia llega hasta los rincones est¨¦ticos m¨¢s inesperados, como ese estilo pac¨ªfico, que no pacifista, compartido por el matrimonio Aznar Botella. Aparecieron caminando por las playas de Guadalmina baja (nuestra Baja California), entre palmeras, con pareo y collares artesanales que los retrataban como progres acomodados disfrutando de la desescalada. Aznar, bronceado y fibroso, sin grasa, con pareo morado, mocas¨ªn, camiseta blanca y h¨²meda, tan jovial y desenfadado como Hugo Sierra, el finalista m¨¢s cincelado de Supervivientes. Muy Mata Mua.
Es probable que ni Hugo sepa qui¨¦n es Aznar ni Jos¨¦ Mar¨ªa qui¨¦n es Sierra, pero les une ese ¨¢nimo, entre metrosexual y ex¨®tico, de enrollarse una tela a modo de falda en plena naturaleza. Y sin renunciar a los complementos. Hugo, exfavorito del reality, se pone un largo collar de cuentas beige y el expresidente se deja tentar por un reloj de gran cilindrada. Pero est¨¢ claro que el esp¨ªritu Gauguin est¨¢ m¨¢s vibrante que nunca, ese sue?o de libertad que el hombre blanco europeo confiere a los mares del sur. La inocencia salvaje. Esa inocencia explica la fascinaci¨®n de Carmen Cervera por Polinesia, siendo tan mediterr¨¢nea. Como si ese mar y el Pac¨ªfico se conectaran por alguna corriente sumergida. Que es la misma que hay entre Aznar y Sierra, modernos y desenfadados en el vestir pero ?cuidadito con las corrientes pol¨ªticas!
Con Cervera, de un tiempo a esta parte, m¨¢s que corrientes submarinas hay remolinos. En su vida familiar, como con los otros herederos de su marido, el bar¨®n Thyssen, y con los distintos gobiernos. Sin olvidar Hacienda. Tita intercedi¨® en su momento para que la fabulosa colecci¨®n de pintura de su marido se quedara en Espa?a. Pero muchos flecos quedaron sueltos. Por eso, mientras en los peri¨®dicos serios los exministros de Cultura defend¨ªan sus posiciones, la baronesa conced¨ªa una entrevista a todo color en ?Hola! donde asegura que Mata Mua ¡°es el amor de mi vida¡±. Tita, ligeramente decepcionada, nos regala confidencias sobre su confinamiento en Andorra, donde est¨¢ escribiendo sus memorias y removiendo la tierra del jard¨ªn, intentando esquivar un tema espinoso, que le acusan de exigir sin piedad al Estado una renta anual por su colecci¨®n. Es el meollo de la desavenencia y la raz¨®n por la cual Mata Mua ya est¨¢ en Suiza. ¡°Pido ese alquiler por mis herederos. No puedo pretender que ellos hagan el mismo sacrificio que yo¡±.
Pero su estrat¨¦gica decepci¨®n no es tan real como la que siente do?a Sof¨ªa por su rey em¨¦rito y esposo, que con sus continuos esc¨¢ndalos empa?a su colecci¨®n de esfuerzos por la familia real. Carmen y Sof¨ªa han descubierto que por m¨¢s que eduques a tu familia en amar el arte y tambi¨¦n en el arte de la generosidad y el compromiso ejemplar, no tienes la garant¨ªa de que vayan a entenderlo o a ejercerlo. Como defensor de los finales felices, me gustar¨ªa sugerir trasladar estas negociaciones de Tita con el ministro de Cultura a la redacci¨®n de ?Hola! Estoy convencido de que all¨ª, exclusiva, aunar¨¢n las sinergias para conseguir lo mejor para Mata Mua y para todos. Sin decepciones.
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