La reinvenci¨®n de Amarna Miller: del porno al activismo
Tras encumbrarse como cotizada actriz de pel¨ªculas para adultos, est¨¢ centrada en defender los derechos de la mujer y publica el libro ¡®V¨ªrgenes, esposas, amantes y putas¡¯
Amarna Miller (Madrid, 30 a?os) asegura que dej¨® el porno de manera paulatina, casi como un proceso evolutivo natural. ¡°No fue una epifan¨ªa ni nada parecido¡±, explica al otro lado del tel¨¦fono con una voz tan angelical que contrasta con la firmeza de su discurso y la procacidad de su pensamiento cr¨ªtico. Ella no tiene ¡°miedo a cuestionarse¡± su entorno. Quiz¨¢s por eso esta joven acumula un bagaje profesional tan dilatado para su edad como sorprendente en su contenido. Comenz¨® como ¡°trabajadora sexual¡±, seg¨²n su propia denominaci¨®n, y ha continuado como colaboradora en diversos medios de comunicaci¨®n, conferenciante, creadora de contenidos de g¨¦nero para diferentes plataformas digitales, artista pl¨¢stica (es licenciada en Bellas Artes) y ahora, escritora de ensayos relacionados con el empoderamiento femenino. Su ¨²ltima aventura es V¨ªrgenes, esposas, amantes y putas (Espasa), una suerte de exorcismo personal escrito en primera persona que le ha servido de terapia y donde da las claves de este proceso de reconstrucci¨®n de su imagen que la ha convertido, en los ¨²ltimos a?os, en una de las voces m¨¢s autorizadas en la defensa de los derechos de la mujer y el colectivo LGTBI.
A todo ello se enfrenta libre de prejuicios y convencida de que ¡°no hay nada malo en asumir ciertas etiquetas, siempre que se construyan desde dentro hacia fuera y no al rev¨¦s¡±, explica. Su teor¨ªa es la siguiente: ¡°Las mujeres siempre hemos tenido una identidad construida por las miradas ajenas, por eso hemos sido siempre vistas como esposas, v¨ªrgenes, amantes o putas. Son palabras que han limitado nuestra identidad, pero que las mujeres podemos y debemos usarlas ahora de otra manera, reivindicar esas categor¨ªas que tambi¨¦n nos pertenecen pero resignificadas y reapropiarnos de ellas de una manera empoderante¡±. Es por esto que Amarna Miller habla sin tapujos de sus comienzos como actriz pornogr¨¢fica como un trabajo sexual que asume con todas sus etiquetas: ¡°En m¨¢s de una ocasi¨®n me han querido ¡®defender¡¯ p¨²blicamente afirmando que yo trabaj¨¦ en el porno, pero nunca fui puta. Como si de alguna manera esta diferencia me colocase en un escal¨®n superior a la hora de medir mi val¨ªa social¡±. Cuenta que tambi¨¦n han intentado insultarla argumentando que durante su paso por la industria del cine X ten¨ªa relaciones sexuales a cambio de dinero. ¡°Mira la definici¨®n en la RAE, ?ves? Eres una puta. No intentes negarlo¡¯, me han llegado a decir. Y no pretendo negarlo, el estigma de la etiqueta ¡®puta¡¯ lo hemos sufrido todas aquellas que nos hemos manifestado como sujetos sexuales activos, independientemente de que nos hayamos dedicado o no al trabajo sexual¡±, admite en su libro, donde valora que colectivos vulnerables como el LGTBI se han empoderado apropi¨¢ndose de los t¨¦rminos ajenos con los que han querido hist¨®ricamente humillarlos (¡°maric¨®n y bollera es un ejemplo perfecto¡±, asegura).
Sobre pornograf¨ªa ¨¦tica, feminismo y nuevas masculinidades, el porno como educador sexual y la tiran¨ªa de la belleza basculan las teor¨ªas con las que Amarna Miller arrasa en las redes sociales y acumula cientos de miles de seguidores ¡°que no tienen miedo a cuestionarse su entorno y a construir un pensamiento cr¨ªtico alejado de dogmas y convencionalismos¡±, asegura.
Bautizada al nacer como Marina, su nombre art¨ªstico es una combinaci¨®n entre una regi¨®n oriental del r¨ªo Nilo llamada Amarna y el apellido que ha tomado prestado del escritor Henry Miller. Se crio en el barrio madrile?o de Vallecas y debut¨® en la industria del cine porno a los 19 a?os, con una determinaci¨®n tan sorprendente como para hacerlo en una pel¨ªcula dirigida y producida por ella misma (durante cinco a?os trabaj¨® con su propia productora, Omnia-X).
Aunque asegura que no ha dicho un adi¨®s definitivo a la pornograf¨ªa, en 2017 dej¨® de rodar voluntariamente porque ya no le supone ¡°un reto¡±. ¡°Digamos que empez¨® a dejarme de interesar¡±, explica con una naturalidad aplastante. Igualmente, como defensora de la pornograf¨ªa ¨¦tica, es consciente de que la industria del porno es ¡°muy precaria¡±, un segmento productivo donde no existen convenios laborales ni se respetan muchos derechos. ¡°As¨ª lo he vivido y as¨ª lo critico, pero antes me compensaba trabajar de esta forma y ahora ya no¡±.
Con la misma naturalidad se enfrenta a las posibles dificultades de este nuevo rumbo profesional debido a los prejuicios que pueda sufrir por haberse dedicado al trabajo sexual: ¡°Lo peor del porno no tiene que ver con el porno sino con c¨®mo la sociedad entiende el sexo y el estigma constante al que tienes que enfrentarte¡±, sentencia. Su casi medio mill¨®n de suscriptores a su canal de YouTube parece no pensar lo mismo.
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