Las dos pulseras de diamantes que Mar¨ªa Antonieta puso a salvo cuando se acercaba su fin se venden por siete millones
Las piezas casi duplican el precio que Christie¡¯s hab¨ªa estimado para ellas. La reina se las encarg¨® al joyero real Charles Boehmer hacia 1776 y las puso a salvo de la Revoluci¨®n Francesa en el extranjero. Su hija, Madame Royale, las hered¨®
En el Museo Nacional de Estocolmo, entre obras de Goya, Rembrandt y Gauguin, puede verse un lienzo pintado por Adolf Ulrik Wertm¨¹ller en 1785. Este artista sueco fue por aquella ¨¦poca uno de los retratistas de Mar¨ªa Antonieta, a quien capt¨® en los jardines del Peque?o Trian¨®n de Versalles junto con su primog¨¦nita, Mar¨ªa Teresa de Francia, conocida como Madame Royale, y el Delf¨ªn, Luis Jos¨¦. La entonces reina francesa aparece en el cuadro como una aut¨¦ntica prescriptora de moda del siglo XVIII: luce un elaborado peinado de Monsieur L¨¦onard, su peluquero favorito; vestido de seda y encajes; zapatos de tac¨®n y un buen despliegue de joyas. Entre ellas llama la atenci¨®n la chatelaine, o castellana, un adorno con tres filas de diamantes que cuelga de su cors¨¦. Esa pieza para decorar el cintur¨®n est¨¢ en realidad formada por dos pulseras de diamantes encargadas por la reina hacia 1776, las mismas que el 9 de noviembre fueron vendidas por Christie¡¯s en Ginebra a un ¡°comprador an¨®nimo¡±, seg¨²n comunic¨® la casa de subastas. La cifra alcanzada, siete millones de euros, super¨® las expectativas de la compa?¨ªa, que hab¨ªa estimado conseguir un precio de venta de entre 1,9 y 3,8 millones de euros.
Como la influencer primigenia que fue, Mar¨ªa Antonieta siempre dej¨® claro su gusto por lo exclusivo. Ella marcaba qu¨¦ estaba a la moda en la corte de Luis XVI y las joyas fueron una de sus pasiones reconocidas. Y uno de los lujos excesivos que indignaron al pueblo franc¨¦s y acabaron llev¨¢ndola a la guillotina en 1793, con solo 37 a?os: en 1785 estall¨® el conocido como caso del collar, cuando los joyeros reales Charles Boehmer y Marc Bassenge le reclamaron a la reina 1,5 millones de libras por un collar con m¨¢s de 600 diamantes que ella negaba haber encargado. El esc¨¢ndalo estaba servido y aunque se demostr¨® que Mar¨ªa Antonieta no ten¨ªa nada que ver en el asunto, una estafa urdida por la condesa de La Motte, la opini¨®n p¨²blica la sentenci¨®. Alejandro Dumas narr¨® lo ocurrido en El collar de la reina (1849) y su eco sigue inspirando historias hoy en d¨ªa: la imponente pieza de joyer¨ªa es uno de los ejes de la serie de Netflix Lupin.
¡°David Rockefeller dec¨ªa que los objetos art¨ªsticos, y para m¨ª estas joyas lo son, no nos pertenecen: nos acompa?an un tiempo y luego contin¨²an su camino. El 50% del valor de piezas como estos brazaletes es todo lo que han vivido antes y lo que va a continuar despu¨¦s¡±, asegura por tel¨¦fono Mar¨ªa Garc¨ªa Yelo, delegada de Christie¡¯s en Espa?a. El hecho de haber estado ligadas a una figura tan carism¨¢tica como Mar¨ªa Antonieta multiplica su atractivo, a?ade: ¡°Ella tiene una historia fascinante, llena de mitos, romanticismo y drama, y esos elementos determinan que los objetos que le pertenecieron tengan una carga espec¨ªfica que los haga m¨¢s deseables¡±. Precisamente las dos pulseras subastadas esta semana est¨¢n cargadas de an¨¦cdotas hist¨®ricas, puesto que formaron parte de la colecci¨®n particular de joyas que Mar¨ªa Antonieta puso a salvo cuando vio acercarse su fin. ¡°Est¨¢ bien documentado que la reina envolvi¨® cuidadosamente sus joyas en algod¨®n para enviarlas fuera de la Francia revolucionaria y preservarlas. Muchas de ellas no salieron a la luz hasta siglos despu¨¦s. Esta pareja de brazaletes de diamantes maravillosamente bellos fue conservada por sus descendientes durante 200 a?os¡±, explic¨® en un comunicado Fran?ois Curiel, presidente de Christie¡¯s Europa.
Esas dos pulseras de diamantes de talla antigua engastados en oro blanco y dorado encargadas por la reina hacia 1776 y readaptadas en el siglo XIX fueron un empe?o personal de la consorte de Luis XVI. Las investigaciones realizadas por Christie¡¯s revelan que el embajador austriaco en Francia, el conde de Mercy Argenteau, menciona estos complementos en una de sus cartas a la emperatriz Mar¨ªa Teresa de Austria, madre de Mar¨ªa Antonieta. En ella, el diplom¨¢tico comenta que la reina tuvo que vender algunos diamantes de su posesi¨®n a un precio muy bajo para poder afrontar el primer pago de estos brazaletes creados por Boehmer y valorados entonces en una peque?a fortuna, 250.000 libras.
Madame Royale, la hija de la reina que aparece con ella en el retrato de Wertm¨¹ller, hered¨® todas esas joyas que se pudieron salvar de la Revoluci¨®n Francesa y, cuando muri¨® sin descendencia, estos bienes se dividieron en tres lotes que leg¨® sus sobrinos: el conde y la condesa de Chambord y la duquesa de Parma. Las pulseras de diamantes ahora subastadas le correspondieron a la duquesa de Parma y Piacenza, Louise de Artois (1819-1864), y luego pasaron a manos de Robert I, duque de Parma (1848-1907), y sus descendientes. Hasta 2018, cuando gran parte de las joyas pertenecientes a Mar¨ªa Antonieta ¨Chasta entonces en poder de la familia Borb¨®n-Parma¨C fueron subastadas por Sotheby¡¯s en Ginebra, muchas de estas alhajas hab¨ªan permanecido en distintas colecciones privadas. En esa puja de 2018 hubo un lote que bati¨® r¨¦cords: el del colgante de diamantes que inclu¨ªa la gran perla de Mar¨ªa Antonieta, que fue vendido por 31,7 millones de euros.
Se sumaba as¨ª a distintas joyas que han sido subastadas en las ¨²ltimas d¨¦cadas y han despertado verdadera fascinaci¨®n entre los coleccionistas. Alexandra Kindermann, directora de Comunicaci¨®n de Christie¡¯s Europa, enumera por correo electr¨®nico las que considera que han sido las ¡®subastas estrella¡¯ de joyer¨ªa en su firma: ¡°Joyas para la Esperanza fue una gran venta, en la que Lily Safra [fil¨¢ntropa y socialit¨¦ brasile?a] ofreci¨® algunas de sus posesiones m¨¢s espectaculares para recaudar fondos para obras ben¨¦ficas. La venta de las joyas de Elizabeth Taylor fue otro momento para el recuerdo, en el que se vendi¨® el anillo de compromiso que le dio Richard Burton. Y tambi¨¦n destacan la tiara nupcial de la princesa Margarita o la fant¨¢stica colecci¨®n de perlas negras de Nina Dryer¡±. Aunque, sin duda, recuerda que una de las pujas m¨¢s fren¨¦ticas fue la del diamante Oppenheimer Blue, una piedra preciosa de 14,62 quilates, que en 2016 alcanz¨® el astron¨®mico precio de 51,3 millones de euros, convirti¨¦ndose en la joya m¨¢s cara vendida nunca en una subasta hasta ese momento (r¨¦cord batido un par de a?os despu¨¦s, cuando el diamante rosa Pink Star fue vendido en Hong Kong por 66,7 millones de euros).
?Qu¨¦ hace especiales ciertas joyas, qu¨¦ lleva a pagar por ellas esas cifras inesperadas? ¡°Todos los ejemplos anteriores ten¨ªan diferentes puntos que los hac¨ªan atractivos, siempre hab¨ªa una calidad muy alta pero, sobre todo, en su mayor¨ªa, no hab¨ªan estado disponibles en el mercado durante d¨¦cadas. Adem¨¢s, ten¨ªan detr¨¢s historias fascinantes para los compradores¡±, subraya Kindermann. Esa exclusividad enriquecida con an¨¦cdotas personales es la que ha ayudado a batir r¨¦cords a piezas como la archiconocida perla La Peregrina, que Christie¡¯s Nueva York subast¨® en 2011 junto a otras pertenencias de la actriz Elizabeth Taylor: su exmarido Richard Burton se la hab¨ªa regalado por San Valent¨ªn, y adem¨¢s antes hab¨ªa pertenecido a la familia real espa?ola y a Jos¨¦ Bonaparte, una trayectoria digna de pel¨ªcula que justific¨® su venta por nueve millones de euros.
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