El confidente de Lady Di desvela c¨®mo fue su ¨²ltimo verano y su plan secreto: ¡°Quer¨ªa ser embajadora del Reino Unido¡±
Cuando se cumplen 25 a?os del fallecimiento de Diana de Gales, su ¨ªntimo amigo Roberto Devorik narra a EL PA?S los proyectos que ten¨ªa entre manos la ¡°princesa del pueblo¡± para su nueva vida tras divorciarse de Carlos de Inglaterra
Diana Spencer naci¨® con los tratamientos de honorable y lady, se convirti¨® en princesa de Gales tras su matrimonio con Carlos de Inglaterra y se gan¨® a pulso la fama de ¡°princesa del pueblo¡± y ¡°reina de corazones¡±. Pero con 36 a?os y los papeles de su divorcio del heredero al trono ya firmados, sent¨ªa que esos t¨ªtulos no eran suficiente. Pocos meses antes de morir, Lady Di empez¨® a idear en secreto un plan para convertirse en embajadora del Reino Unido. En enero de 1997, puso en marcha su estrategia con un pol¨¦mico viaje a Angola, un pa¨ªs devastado por 25 a?os de guerra civil y marcado por una estad¨ªstica escalofriante: uno de cada 334 angole?os sufr¨ªa alg¨²n tipo de mutilaci¨®n o amputaci¨®n por culpa de los doce millones de minas antipersona plantadas durante el conflicto. Diana aterriz¨® radiante en Luanda, con unos vaqueros azules y una chaqueta blazer azul marino, y se dirigi¨® directamente a Cu¨ªto, la ciudad con m¨¢s minas terrestres de ?frica. Su objetivo era pedir abiertamente la prohibici¨®n de esos artefactos explosivos y dar visibilidad al drama humano, pero al mismo tiempo quer¨ªa empezar a dar forma a su nuevo perfil p¨²blico, m¨¢s pol¨ªtico y diplom¨¢tico que protocolario u ornamental.
Durante el trayecto entre la capital angole?a y la provincia de Bi¨¦, la princesa pudo ver con sus propios ojos las secuelas de la guerra en ese pa¨ªs: cientos de hombres, mujeres y ni?os sin piernas, deambulando por las calles en sillas de ruedas o muletas. Los representantes de la Cruz Roja y de la Fundaci¨®n Halo Trust que la acompa?aban le advirtieron que la visita iba a ser peligrosa. Unos d¨ªas antes de su llegada, siete ni?os hab¨ªan muerto jugando al f¨²tbol en una zona que, supuestamente, estaba limpia de bombas. El Gobierno brit¨¢nico, liderado por el conservador John Major, estaba furioso con Diana. Major y su Gabinete consideraban que el viaje entraba en conflicto con la agenda de Downing Street ¡ªel Reino Unido era productor de esos explosivos¡ª. Adem¨¢s, lo interpretaban como un respaldo al partido laborista, que estaba a favor de la desmilitarizaci¨®n del pa¨ªs africano. El viceministro de Defensa Earl Howe describi¨® p¨²blicamente a la princesa como una ¡°bala perdida¡± y ¡°mal informada¡± con respecto al tema.
¡°Es una distracci¨®n innecesaria. Qu¨¦ tristeza. Hago una labor humanitaria, no pol¨ªtica¡±, dijo Lady Di como respuesta a las cr¨ªticas. Solo 24 horas despu¨¦s, hizo lo que ning¨²n pol¨ªtico o miembro de la realeza se hab¨ªa atrevido a hacer antes. El 14 de enero de 1997, vestida con una camisa blanca, unos pantalones kaki y protegida con un chaleco antibalas, camin¨® por un campo minado que Halo Trust hab¨ªa limpiado parcialmente. Los fot¨®grafos no consiguieron la imagen buscada y le preguntaron si pod¨ªa repetir el arriesgado paseo. Para sorpresa de todos, Diana, que sab¨ªa c¨®mo manejar a los medios de comunicaci¨®n, accedi¨® y volvi¨® a arriesgar su vida. Esas instant¨¢neas dieron la vuelta al mundo. Al final, los tories pagaron un precio por la confrontaci¨®n abierta con la ¡°princesa del pueblo¡±. Pocos meses despu¨¦s, perdieron las elecciones y el laborista Tony Blair, su aliado en esta causa, se convirti¨® en el nuevo primer ministro.
¡°Aquella visita transform¨® la campa?a mundial para la prohibici¨®n de las minas terrestres. Verla con un chaleco antibalas en un campo minado atrajo la atenci¨®n de los medios internacionales sobre el tema y cambi¨® la actitud del p¨²blico mundial¡±, explica Paul McCann, director de comunicaci¨®n de Halo Trust, en conversaci¨®n con EL PA?S. ¡°Antes, la gente ve¨ªa las minas terrestres como un problema puramente militar. La compasi¨®n y conexi¨®n de Diana con las v¨ªctimas de las minas en Angola, sentando en su regazo a una ni?a peque?a que hab¨ªa perdido una pierna, transform¨® el asunto en un problema humanitario¡±, a?ade McCann.
Seg¨²n Roberto Devorik, uno de los mejores amigos de Diana y su confidente durante 16 a?os, el viaje a ?frica iba a ser el principio de la nueva vida que quer¨ªa la princesa tras su divorcio de Carlos de Inglaterra. ¡°Al volver a Londres, quedamos a almorzar¡±, recuerda Devorik en conversaci¨®n telef¨®nica con este diario. ¡°Estaba entusiasmada. Ten¨ªa las ideas muy claras. Ese d¨ªa me dijo: ¡®Roberto, quiero convertirme en revolving ambassador de mi pa¨ªs en el mundo. Quiero ser embajadora de buena voluntad o itinerante¡±, explica el empresario, que inici¨® su relaci¨®n con la princesa como asesor de imagen, en 1980, y termin¨® convirti¨¦ndose en uno de sus grandes apoyos, junto a Luc¨ªa Flecha de Lima, lady Elsa Bowker, lady Rosa Monckton y lord Peter Palumbo.
Tras divorciarse del pr¨ªncipe Carlos, en agosto de 1996, Diana se hab¨ªa visto obligada a renunciar al patrocinio de casi 100 organizaciones ben¨¦ficas. En medio de sus duras negociaciones con la casa real brit¨¢nica, hab¨ªa solicitado a su suegra, la reina de Inglaterra, ser embajadora de buena voluntad: una diplom¨¢tica del m¨¢s alto rango, una ministra acreditada para representar al pa¨ªs y a la monarca a nivel internacional. Isabel II se hab¨ªa negado tajantemente. Con su viaje a Angola, la ¡°reina de corazones¡± lanz¨® un ¨®rdago a Buckingham: estaba dispuesta a todo para conseguir el lugar que cre¨ªa que merec¨ªa. ¡°Incluso me coment¨® que iba a hablar con el Foreign Office (el Ministerio de Asuntos Exteriores brit¨¢nico) para discutir su papel dentro de la diplomacia. No quer¨ªa terminar como una princesa dedicada a besar beb¨¦s y cortar cintas o, mucho peor, como una princesa en el exilio, cruzada de brazos¡±, subraya su amigo.
Seg¨²n Devorik, la popularidad y las pretensiones de Lady Di exasperaban a la familia real. ¡°En junio de 1996, cuando acababa de divorciarse de Carlos, los Windsor no la invitaron a Ascot. Entonces, ella y yo nos fuimos a Roma. Al d¨ªa siguiente, la foto de portada del diario The Times no fue la reina de Inglaterra paseando en carruaje en las carreras de caballos. La portada fue para Diana, saliendo del Caff¨¨ Greco, en la Via Condotti. ¡®Cual Cleopatra, conquista Roma¡¯, fue el titular del peri¨®dico londinense. Detalles como ese pon¨ªan muy nerviosos a los funcionarios de palacio¡±, apunta el empresario.
La princesa de Gales comenz¨® a organizar una gira mundial a otros pa¨ªses con campos minados como Vietnam, Camboya y Kuwait. En contra del criterio de la casa real y del Gobierno brit¨¢nico, redobl¨® su apuesta por causas que entonces eran pol¨¦micas o espinosas para los Windsor y los conservadores: las minas antipersona, las desigualdades sociales o el sida. ¡°No le interesaba la pol¨ªtica, pero s¨ª sent¨ªa inquietud por la parte humana y social de la pol¨ªtica¡±, dice Devorik. El 25 de junio de 1997, solo dos meses antes de su muerte, subast¨® 79 vestidos de c¨®ctel y de noche de su armario en la sede neoyorquina de Christie¡¯s. M¨¢s de mil personas asistieron a la velada, en la que se recaudaron m¨¢s de tres millones de d¨®lares ¡ªel doble de lo esperado¡ª. Destin¨® todo el dinero a organizaciones contra el sida y el c¨¢ncer. ¡°Cuando subast¨® su ropa unos meses antes de morir, reuni¨® fondos sustanciales para apoyar una amplia gama de instituciones ben¨¦ficas, incluidas algunas de las causas menos populares, como el VIH y la lepra¡±, recuerda Said Cyrus, viudo de Catherine Walker, una de las dise?adoras favoritas de la princesa. ¡°Al final, us¨® sus vestidos para salvar vidas¡±, a?ade Cyrus en conversaci¨®n con EL PA?S.
En agosto de 1997, su ¨²ltimo verano, Lady Di se fue de vacaciones a Francia con su novio, el millonario de origen egipcio Dodi Al Fayed. Concedi¨® una entrevista a un peri¨®dico franc¨¦s en la que volvi¨® a encender la pol¨¦mica sobre las minas antipersona. Cuando se le pregunt¨® acerca de la pol¨ªtica del Reino Unido sobre la abolici¨®n de estas bombas, calific¨® la gesti¨®n del Gobierno conservador, que acababa de perder las elecciones, de ¡°in¨²til¡±. Y a?adi¨® que cre¨ªa que la nueva administraci¨®n laborista de Tony Blair iba a hacer ¡°un trabajo fant¨¢stico¡±. Nunca antes un miembro de la familia real inglesa hab¨ªa hablado en esos t¨¦rminos de un pol¨ªtico. Nunca un Windsor se hab¨ªa significado pol¨ªticamente de esa manera, por lo que sus palabras desataron una tormenta pol¨ªtica en Londres.
La princesa iba a regresar a la capital brit¨¢nica el 28 de agosto, pero la controversia la oblig¨® a cambiar sus planes y extender su viaje tres d¨ªas m¨¢s. ¡°Estaba disgustada. Las cr¨ªticas la forzaron a retrasar su vuelta a Inglaterra. Ten¨ªa que volver porque est¨¢bamos organizando un estreno de la pel¨ªcula H¨¦rcules, de Disney, en el teatro Leicester Square para recaudar fondos para la lucha contra las minas. Sus hijos, los pr¨ªncipes Guillermo y Enrique, iban a acudir con ella al estreno. Iba a ser algo grande¡±, recuerda Devorik.
Seg¨²n Colin Tebbutt, ex ch¨®fer de la princesa de Gales, su jefa no se habr¨ªa quedado en Par¨ªs la noche de su muerte si no hubiera sido por las cr¨ªticas de los pol¨ªticos conservadores. ¡°No volvi¨® el d¨ªa que ten¨ªa previsto porque los tories la estaban atacando de nuevo¡±, revel¨® Tebbutt el a?o pasado a la prensa inglesa. ¡°La acusaron de usar la campa?a contra las minas para impulsar su propia imagen, lo cual le molest¨®. Si hubiera vuelto cuando deb¨ªa hacerlo, tal vez hoy seguir¨ªa viva¡±.
La tr¨¢gica muerte de Lady Di en un t¨²nel parisino, la noche del 31 de agosto, trunc¨® su sue?o de ser embajadora del Reino Unido, pero no su cruzada contra las minas. ¡°Unos meses despu¨¦s de su fallecimiento prematuro, se firm¨® el Tratado de Prohibici¨®n de Minas de Ottawa. Es el tratado internacional de control de armas m¨¢s exitoso de la historia¡±, se?ala Paul McCann a EL PA?S. M¨¢s de 100 gobiernos se adhirieron al acuerdo para eliminar la producci¨®n y el uso de estos artefactos explosivos. ¡°Cientos de millones de minas terrestres han sido destruidas como consecuencia de su trabajo. Gracias a ella se han salvado innumerables vidas¡±.
La sombra de la princesa de Gales es tan alargada que sigue opacando a la familia real brit¨¢nica. ¡°Todos, incluida la reina, act¨²an en p¨²blico de manera premeditada. Todo est¨¢ planeado y ensayado. Diana no era as¨ª. Era espont¨¢nea, indomable, no ten¨ªa filtros. Pose¨ªa lo que no ten¨ªan los dem¨¢s: naturalidad. Eso irritaba a los Windsor. Pero, al final, aprendieron de ella. Ahora todos la imitan¡±, concluye Devorik. ¡°Muri¨® hace 25 a?os, pero est¨¢ m¨¢s viva que nunca¡±.
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