Pantal¨¢n s¨ª, ¡®photocall¡¯, no
A Juan Carlos I probablemente le mole m¨¢s verse sobre la r¨ªa, mareando las horas antes de comerse un buen rodaballo que cocinarlo pendiente de Hacienda. ?Donde est¨¦ un pescado gallego que se aparte el tabul¨¦!
Escuch¨¦, una de estas ma?anas en Hoy por Hoy, que durante la visita de Juan Carlos I a Sanxenxo, el municipio elegido para visitarnos desde su Camelot en Abu Dabi, no se celebrar¨ªa ning¨²n photocall y que las ¨²nicas im¨¢genes que podr¨ªan obtenerse del monarca ser¨ªan durante el...
Escuch¨¦, una de estas ma?anas en Hoy por Hoy, que durante la visita de Juan Carlos I a Sanxenxo, el municipio elegido para visitarnos desde su Camelot en Abu Dabi, no se celebrar¨ªa ning¨²n photocall y que las ¨²nicas im¨¢genes que podr¨ªan obtenerse del monarca ser¨ªan durante el paseo por el pantal¨¢n del n¨¢utico donde se entrenar¨¢ para las regatas.
Estas ser¨ªan las claves del encuentro. La imperfecta divisi¨®n entre lo p¨²blico y lo privado de una visita que no hace m¨¢s que navegar entre esos conceptos. Pantal¨¢n s¨ª. Photocall, no. Me gustar¨ªa ahondar en por qu¨¦ escribimos photocall. Se trata de otra confusi¨®n sorprendente, porque pese a incluir el t¨¦rmino call (llamada, en ingl¨¦s), su verdadera nomenclatura en ese idioma es Step and Repeat. Algo que aprend¨ª durante mis d¨ªas en Miami trabajando para la televisi¨®n hispana. Es la forma genuina de llamar a ese ejercicio de pararse y repetir pose ante los fot¨®grafos congregados para un evento promocional. El photocall ser¨ªa el fondo estampado con el logo de la empresa patrocinadora delante del que posas.
Pero regresemos al pantal¨¢n, que es tambi¨¦n un escenario patrocinado, flotante y no siempre accesible, a menos que seas miembro de un club n¨¢utico como el que preside Pedro Campos (?cu¨¢nto hemos extra?ado en esta ocasi¨®n a su esposa y su poco discreta melena oxigenada, haciendo de camar¨®grafa entusiasta de la visita real!). Un ejemplo m¨¢s de cancelaci¨®n. Solo un buen barco es m¨¢s gratificante que un buen pantal¨¢n. La brisa marina eleva el ¨¢nimo, las endorfinas reales y todo eso que santifica la literatura de autoayuda. Tambi¨¦n puede mejorar los ocasionales sinsabores de un exilio libre de impuestos proclive a los bajones emocionales para quienes lo viven, arrastrados por circunstancias pol¨ªticas o econ¨®micas complicadas. Un clima extenuante, sumado al aburrimiento de un desierto nuevo, rico, sin regatas revitalizantes que, como muchas personas me han asegurado, es la realidad en un Emirato.
Hay que asumir todo esto para entender el empe?o de Juan Carlos I en visitarnos, sin la intenci¨®n de vivir aqu¨ª. Probablemente le mole m¨¢s verse en ese pantal¨¢n sobre la r¨ªa, mareando las horas antes de comerse un buen rodaballo que cocinarlo pendiente de Hacienda. ?Donde est¨¦ un pescado gallego que se aparte el tabul¨¦!
El problema radica en que, para ejercer ese placer privado, el rey em¨¦rito debe convencernos de que ya no es alguien p¨²blico. Y que, privado de responsabilidad, octogenario e inocente por la ley de la inmunidad, puede hacer lo que considere. Cosa que, para muchos, no ha dejado de hacer nunca.
Pantal¨¢n si, photocall no. Un equilibrio complicado, no tanto porque su rostro estampe millones de monedas de un euro (moneda en la que no tributa) sino porque es la ¨²nica persona capaz de desviar, por un momento, la atenci¨®n medi¨¢tica sobre Ana Obreg¨®n, la ¨²nica estrella del papel cuch¨¦ capaz de tener tres portadas exclusivas en un mes.
En mi casa, gallega de cocina, org¨¢nica de esp¨ªritu, estamos atentos a lo car¨ªsimo que le ha salido a Fox News respaldar los improperios de Donald Trump contra una f¨¢brica de m¨¢quinas de votaci¨®n Dominion, se?al¨¢ndolas como c¨®mplices del supuesto fraude electoral que le birl¨®, seg¨²n sus pensamientos, la reelecci¨®n a la presidencia de los Estados Unidos. La empresa de Rupert Murdoch desembols¨® in extremis 720 millones de euros para impedir la continuaci¨®n de un juicio que podr¨ªa dejarlos muy mal parados por la falta de la veracidad que se espera de un medio de comunicaci¨®n y dejar claro que sus responsables contribuyeron a difundir una mentira y enga?ar a sus espectadores. Un poco como hace Juan Carlos I, estos presentadores estrellas, reyes de sus franjas horarias, ahora no hablan, no declaran. Suben la ventanilla de sus coches blindados y sue?an con verse caminando sobre los alegres pantanales en direcci¨®n a sus embarcaciones. Siempre a flote.