La coronaci¨®n de Carlos III y el destierro de ¡®S¨¢lvame¡¯
El final del programa de televisi¨®n result¨® m¨¢s trascendente que el inicio de un reinado. Aunque esperada, la noticia no perdi¨® el impacto de lo inaudito, como inaudita ha sido la espera del monarca brit¨¢nico
Asistimos a la coronaci¨®n de Carlos III en casa de nuestra amiga Daniela, que se coron¨® con un men¨² que sumaba a la coronation quiche platos que simbolizaban tanto la diversidad del reino del nuevo monarca como la alborotada vida sentimental que ha pasado esperando esa coronaci¨®n. Hubo conatos de ...
Asistimos a la coronaci¨®n de Carlos III en casa de nuestra amiga Daniela, que se coron¨® con un men¨² que sumaba a la coronation quiche platos que simbolizaban tanto la diversidad del reino del nuevo monarca como la alborotada vida sentimental que ha pasado esperando esa coronaci¨®n. Hubo conatos de mot¨ªn por el horario de la convocatoria y porque en casa de nuestra anfitriona no hay una gran pantalla plana, sino un trasnochado monitor ubicado en una habitaci¨®n remota donde todav¨ªa vive encastillado el fantasma de Lady Di. Lo que ninguno de los asistentes pudo prever durante el almuerzo era que la ceremonia de coronaci¨®n no tendr¨ªa la misma repercusi¨®n que la cancelaci¨®n de S¨¢lvame. En una misma semana, una coronaci¨®n y un destierro.
El domingo, la noticia de que el programa con 14 a?os de reinado se apagar¨¢ el 16 de junio ¨Dfinalmente aplazado hasta el 23 de junio¨D, era un tema mucho m¨¢s analizado y debatido, en la prensa seria, que la aparatosa y fr¨ªa coronaci¨®n de Carlos y Camila. El final del programa de televisi¨®n result¨® m¨¢s trascendente que el inicio de un reinado. Aunque esperada, la noticia no perdi¨® el impacto de lo inaudito. Como inaudita ha sido la espera de Carlos III, que es heredero y pr¨ªncipe de Gales desde que fue investido en 1969, el a?o de nacimiento de Eugenia Mart¨ªnez de Irujo y de la llegada del hombre a la Luna. Muchos no acaban de entender el cese de un programa que sigue cosechando datos de dos d¨ªgitos en sus emisiones. Como muchos tampoco entienden la necesidad de un largo rito medieval en pleno siglo XXI. Aunque puedo confesar que mi momentazo favorito durante la ceremonia fue la unci¨®n, cuando el monarca se despoj¨® de trastos y trajes para ocultarse, tras cuatro bellas pantallas enteladas, junto al arzobispo de Canterbury, recibiendo aceite derramado sobre su piel. Dos hombres en intimidad invisible. Y la jarra de aceite. Me ha dejado excitado, casi m¨¢s convencido, de la relaci¨®n posible y pel¨ªn misteriosa entre un rey con un ser superior.
El otro momento de la coronaci¨®n fue la reina Letizia. Estaba en plena emisi¨®n de radio en Por fin no es lunes y en los monitores del estudio apareci¨®, casi como otra unci¨®n divina, la imagen de los Reyes abandonando la residencia de la Embajada de Espa?a en Londres camino a la abad¨ªa de Westminster y ?zas!, Letizia se coron¨® con esa pamela color mandarina y el vestido rosa de Carolina Herrera. La elecci¨®n de tonos, un acertado gui?o al sentido del color de los ingleses, que mezclan naranja con cobalto o rosa con el gris del cielo sin ning¨²n miramiento. El resultado en Espa?a fue, ?c¨®mo no?, un¨¢nime. Letizia y su equipo de estilismo fueron vitoreados. En cenas y cen¨¢culos se coment¨®, especulando siempre si la Reina de Espa?a viaja con varios modelos y elige despu¨¦s sobre la marcha. Un poco como lo que pas¨® con aquel Versace de Pen¨¦lope Cruz en la gala de los Oscar de 2007, en la que estaba nominada a la estatuilla por primera vez. Se hab¨ªa comunicado que Cruz vestir¨ªa de John Galliano y al final acudi¨® con el Versace rosa empolvado que, al igual que el Carolina Herrera de Letizia, pas¨® a la historia. Esto podr¨ªa ser un tema de debate vespertino en el programa que sustituya a S¨¢lvame.
Y as¨ª como en muchas cenas se come y habla de qu¨¦ va a pasar con la familia de S¨¢lvame, en otras tambi¨¦n se discute si algo pasa con Charlene de M¨®naco. Err¨¢tica en vestido, en gesto y con evidentes ganas de estar, como Meghan, en cualquier sitio menos en Londres. Y en todas las mesas se habl¨® de la reina Camila, la verdadera hero¨ªna del atroz cuento de hadas que fue el matrimonio de Carlos con Diana. Una demostraci¨®n de que la que r¨ªe ¨²ltima, r¨ªe mejor. O de que la que resiste gana. Aunque llegues cansada.