John Booth, el dise?ador que renuncia a los ordenadores: ¡°En Londres hay una obsesio?n con aparentar ser serio y conceptual, puede llegar a acomplejarte¡±
El artista escoc¨¦s ha recorrido un largo y muy particular camino hasta ser uno de los dise?adores m¨¢s osados de la capital inglesa
John Booth (Escocia, 37 an?os) inventa objetos felices. Desde un pequen?o taller en el barrio londinense de Hackney y casi exclusivamente con sus manos, este artista elabora productos u?nicos y en pequen?as series, con colores capaces de iluminar la misma muerte. No es exageracio?n: tras la pandemia, disen?o? cinco urnas con estampados de flores en tonos alegres para la coleccio?n A Colorful Life de la empresa Farewill. ¡°Muchas personas eligen una urna como su lugar de descanso final,...
John Booth (Escocia, 37 an?os) inventa objetos felices. Desde un pequen?o taller en el barrio londinense de Hackney y casi exclusivamente con sus manos, este artista elabora productos u?nicos y en pequen?as series, con colores capaces de iluminar la misma muerte. No es exageracio?n: tras la pandemia, disen?o? cinco urnas con estampados de flores en tonos alegres para la coleccio?n A Colorful Life de la empresa Farewill. ¡°Muchas personas eligen una urna como su lugar de descanso final, pero rara vez hablamos de c¨®mo pueden ayudarnos a expresar qui¨¦nes somos¡±, comenta el artista a trav¨¦s de una videollamada.
Dej¨® Escocia poco despu¨¦s de nacer. Creci¨® en un peque?o pueblo en el norte de Inglaterra. Un lugar rodeado de lagos y monta?as llamado Cumbria, que a Booth le parec¨ªa ¡°tan bonito como aburrido¡±, y al que ahora querr¨ªa poder ir m¨¢s a menudo para escapar de la fren¨¦tica vida londinense. ¡°Cuando viv¨ªa ah¨ª lo ¨²nico que hac¨ªamos era ir a beber y drogarnos al bosque. Un modo de vida que potencialmente te acaba cansando¡±, comenta.
Desde muy peque?o, Booth ped¨ªa lo mismo en cada Navidad y en cada cumplea?os: un estuche de rotuladores nuevos. ¡°Mi parte predilecta del proceso creativo siempre ha sido dibujar. Cuando est¨¢s dibujando todo es posible¡±. Le encantaba experimentar con los colores. Tambi¨¦n le gustaba copiar los dise?os que ve¨ªa en las pocas revistas que llegaban a su pueblo. En ellas escuch¨® hablar de una escuela de arte y dise?o de Londres: la prestigiosa Central Saint Martin. ¡°Les pregunt¨¦ a mis padres si pod¨ªa ir, pero no les convenci¨® la idea. As¨ª que decid¨ª ponerme a trabajar para ahorrar dinero y poder pagarme la matr¨ªcula¡±, recuerda.
A los 19 a?os entr¨® en el grado de estampados de moda. No le dio pena dejar su pueblo y tampoco tard¨® en entusiasmarse con los miles de posibilidades que le ofrec¨ªa su nueva vida en la capital inglesa. ¡°Lo que m¨¢s me impact¨® fue encontrar esa mezcla imposible de gente que solo se da en las grandes ciudades¡±. El mejor ejemplo eran sus propios compa?eros de pupitre. ¡°Era un ambiente en el que coincid¨ªamos en una misma clase la hija de un magnate del petr¨®leo y gente que, como yo, ven¨ªamos de clases trabajadoras¡±.
La filosof¨ªa de la escuela estaba enfocada a la creaci¨®n con las manos, utilizando solo los materiales m¨¢s b¨¢sicos. Aprendi¨® una forma de trabajar, basada en la elaboraci¨®n artesanal, que con los a?os se convertir¨ªa en uno de los sellos de su marca personal. Perfeccion¨® esta metodolog¨ªa en los meses que pas¨® haciendo pr¨¢cticas en los talleres de Zandra Rhodes y John Galliano. Este ¨²ltimo tambi¨¦n pas¨® por Saint Martin antes de convertirse en una leyenda de la moda. ¡°Estudiar con ¨¦l fue una de las experiencias m¨¢s importantes de mi vida. Me qued¨¦ asombrado de ver c¨®mo eran capaces de hacer cosas incre¨ªbles con m¨¦todos anal¨®gicos, sin ayuda de ning¨²n ordenador¡±.
Al terminar la carrera empez¨® directamente a dar clases en la escuela (tarea que todav¨ªa sigue ejerciendo). El sueldo de profesor le permiti¨® subsistir econ¨®micamente mientras pon¨ªa en marcha sus propios proyectos. Arranc¨® con el dise?o textil. Se fue encontrando con su estilo a medida que combinaba colores luminosos y expresivos en composiciones que rebosaban energ¨ªa, siempre con procesos artesanales. ¡°El color es el elemento central de mis obras. Me gusta que mi estilo sea reconocible y que haya continuidad en todas mis piezas¡±, dice.
En su obsesi¨®n por trabajar sin ordenadores perdi¨® algunas oportunidades de colaborar con marcas. ¡°Algunas exigen hacer todo el proceso de dise?o digitalmente¡±, explica. Pero la tradici¨®n est¨¢ de moda. En 2017, Fendi encontr¨® en Booth al artesano moderno que buscaba para dise?ar su nueva colecci¨®n de ropa masculina. Le pidieron piezas exclusivas, peque?as obras de arte hechas a mano. Al final, la colaboraci¨®n se prolong¨® durante las siguientes tres temporadas. ¡°Fue el proyecto que lanz¨® mi carrera, y uno de los que me siento m¨¢s orgulloso¡±.
Su trabajo con Fendi le dio la oportunidad de trabajar con otras grandes firmas como Paul Smith, Globe-Trotter, Lou Dalton, Beam T o Studio Voltaire. Pronto se anim¨® con el dise?o de toda clase de objetos. Desde camas o libros infantiles, hasta caracoles de cer¨¢mica que recientemente ha expuesto en una galer¨ªa de Londres. ¡°Me gustan los objetos porque tienen un per¨ªodo de vida mucho m¨¢s duradero que la ropa. Las cosas de moda pueden crear impacto en el momento, pero seis meses despu¨¦s lo m¨¢s probable es que todo el mundo se haya olvidado¡±, asegura.
A medio camino entre el dise?o y las bellas artes, Booth confiesa haber tenido que luchar contra sus propios complejos para considerarse plenamente un artista. ¡°Siempre me ha dado mucho miedo llamarme as¨ª. Lo que hago es arte aplicado que tiene que ver mucho m¨¢s con lo decorativo que con lo conceptual. Esto es algo dif¨ªcil de llevar en un ambiente elitista como el de Londres, donde hay una obsesi¨®n con aparentar ser muy serio y conceptual. Ya desde mis tiempos como estudiante sent¨ªa como la gente de bellas artes nos miraba por encima del hombro a los de dise?o de moda¡±.
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