De Medina Sidonia a Goytisolo: las casas y las fortunas que se levantaron en Espa?a con el dinero de la esclavitud
Centenares de espa?oles levantaron sus fortunas, compraron t¨ªtulos nobiliarios y construyeron sus palacios con el dinero que obtuvieron con la trata o con la mano de obra esclava
¡°Yo no tengo coraz¨®n para tener a alguien privado de libertad¡±. Cuentan las cr¨®nicas que Pedro de Guzm¨¢n y Pacheco, XIV duque de Medina Sidonia, contest¨® as¨ª a su madre cuando esta le ofreci¨® una joven esclava negra como regalo. Hoy parece una respuesta l¨®gica, pero en el siglo XVIII era extempor¨¢nea tanto en el tiempo que le toc¨® vivir al noble como en la ciudad en la que ten¨ªa uno de sus palacios, Sanl¨²car de Barrameda, tan acostumbrada de anta?o a la presencia de esclavos que hasta un marinero pod¨ªa permitirse tener uno.
La esclavitud en Espa?a pas¨® de la normalizaci¨®n al silencio y despu¨¦s al olvido. Sin embargo, movimientos sociales como el #BlackLivesMatter han removido conciencias y provocado un cambio en la forma en que miramos los monumentos hist¨®ricos y nos invitan a poner sobre la mesa un pasado no siempre tan brillante como su arquitectura. En nuestro pa¨ªs muchos de estos edificios est¨¢n relacionados directa o indirectamente con la trata de esclavos o con los negocios que florecieron gracias a la mano de obra esclava. Los herederos de este legado han sido en ocasiones los principales interesados en reconciliarse con su pasado.
Ya entonces la aparente concienciaci¨®n de Pedro de Guzm¨¢n no oculta que parte de la fortuna de esta influyente familia vino del ingente tr¨¢fico esclavista que se vivi¨® en el sur peninsular entre los siglos XV y XVIII. Los Medina Sidonia ¡°usaban esclavos, aunque ellos mismos no traficaban¡±, explica Liliane Dalhman, historiadora, presidenta de la Fundaci¨®n Medina Sidonia y viuda de la XXI duquesa, Luisa Isabel ?lvarez de Toledo. Tampoco lo necesitaban. El enriquecimiento vino por la alcabala, un impuesto por el cual la casa se quedaba el 10% de cualquier venta que se produjese en su jurisdicci¨®n de Sanl¨²car en un momento, el siglo XV, en el que el Guadalquivir era uno de los puntos centrales del comercio esclavista mundial, gracias a su posici¨®n geogr¨¢fica privilegiada. Solo por la ruta atl¨¢ntica, desde ?frica hasta Am¨¦rica, llegaron a trasladarse forzosamente a unas 12 millones de personas entre los siglos XVI y XIX.
El historiador Antonio Moreno Ollero est¨¢ acostumbrado a encontrar en el valioso archivo de la Fundaci¨®n Medina Sidonia multitud de referencias a los esclavos que viv¨ªan en el palacio. ¡°Lleg¨® a tener 50 hombres y mujeres¡±, cuenta el experto. Todos ellos atend¨ªan una opulenta residencia que hoy en d¨ªa se conserva casi intacta, gracias a la cuidadosa restauraci¨®n acometida por Luisa Isabel ?lvarez de Toledo. El edificio es una rara avis para el estilo arquitect¨®nico que se espera de un palacio sevillano (de planta cuadrada o rectangular, con un gran patio central, abierto y porticado, en torno al cual se articulan las estancias y jardines traseros). Este ¡°se levant¨® en el siglo XV sobre un antiguo alc¨¢zar musulm¨¢n que condiciona la distribuci¨®n¡±, explica Moreno.
La actual sede de la Fundaci¨®n Medina Sidonia se erige de forma longitudinal sobre la parte alta de Sanl¨²car. Con las rentas que obten¨ªan, entre ellas las de la alcabala, se levant¨® tanto este edificio, como el que la familia tuvo en Sevilla, hoy desaparecido, en la actual plaza del Duque. La ¨²ltima gran obra del edificio de Sanl¨²car es el fastuoso Sal¨®n de Embajadores, levantado en 1640. La sala conserva el techo de yeso con las armas del duque. ¡°Sirve para distribuir dependencias¡±, describe Liliane Dalhman, actual moradora del palacio, de ah¨ª sus seis puertas.
Sevilla: Pedro de Morga, el negrero receptor de la Inquisici¨®n
Con sus impuestos ¨Cque cesaron con el fin de su jurisdicci¨®n en Sanl¨²car en 1645¨C, los Medina Sidonia se convirtieron, seg¨²n cuenta Dalhman, en el punto de uni¨®n de dos ciudades, C¨¢diz y Sevilla, dedicadas al comercio de ultramar entre los siglos XVI y XVIII, en las que pocos eran los comerciantes que no estaban vinculados a la venta de esclavos. Catalanes, vascos, c¨¢ntabros, asturianos o riojanos. Muchas de las grandes fortunas que se levantaron sobre la trata ejercieron su actividad comercial en C¨¢diz y Sevilla.
En la capital andaluza, la primera en despuntar en los intercambios con Am¨¦rica, el banquero vizca¨ªno del siglo XVI Pedro de Morga destaca de entre todos aquellos que hicieron fortuna con el tr¨¢fico de personas, tal y como apunta el historiador vasco Javier Ortiz, autor de la tesis La comunidad vasca en Sevilla y la trata de esclavos (siglo XVI).
¡°A ver qui¨¦n se arriesgaba a llevarse mal con esa persona¡±, esgrime Ortiz. Comerciante y receptor de bienes de la Inquisici¨®n ¨C"era quien confiscaba las propiedades a los condenados"¨C, De Morga lleg¨® a hacerse con varias fincas contiguas en el sevillano barrio de Santa Cruz. Una de ellas ha llegado hasta hoy con sus rasgos de palacete renacentista pr¨¢cticamente intactos e integrado en la clausura del convento carmelita de San Jos¨¦ desde 1576. Santa Teresa de Jes¨²s compr¨® a De Morga el edificio, del que destaca su patio de dos plantas con esbeltas columnas y sus artesonados mud¨¦jares.
M¨¢s rural es el estilo de la Hacienda de Bertendona, que adquiri¨® en Dos Hermanas Jimeno de Bertendona, socio de De Morga. ¡°Muchos de los que hicieron fortuna con el comercio de esclavos fundaron despu¨¦s mayorazgos¡±, cuenta Ortiz. La hacienda, con un patio grande pavimentado con cantos rodados, se destin¨® al almac¨¦n de aceitunas, seg¨²n la descripci¨®n de edificios singulares del ayuntamiento.
La tipolog¨ªa de casa-palacio sevillana de De Morga fue la que el comerciante gaditano adapt¨® para s¨ª cuando tom¨® el testigo como potencia del comercio de ultramar, a partir del traslado a C¨¢diz de la Casa de la Contrataci¨®n en 1717.
C¨¢diz: los nobles que mor¨ªan pobres
De los burgueses gaditanos dedicados al comercio con las Indias se dec¨ªa que se pasaban buena parte de su vida persiguiendo vivir bien y hacerse con un t¨ªtulo nobiliario, pero que acababan muriendo pobres. En ese anhelo, el empresario de C¨¢diz construy¨® notables palacetes neocl¨¢sicos de hasta cuatro plantas en las que la planta baja y la entreplanta se dedicaban a mercanc¨ªas y oficinas, la principal se destinaba a las estancias nobles y la superior y la azotea, al servicio. Muchas de estas casas, tal y como quedan descritas en C¨¢diz: gu¨ªa art¨ªstica y monumental, de los hermanos Alonso de la Sierra, estaban coronadas de torres-miradores, esbeltos salientes que serv¨ªan para controlar la entrada y salida de barcos desde el puerto.
El mobiliario, en buena parte de caoba americana, habla de ese hedonismo que sorprend¨ªa incluso a los nobles venidos de Madrid, como recuerda en sus memorias el pol¨ªtico del XIX Antonio Alcal¨¢ Galiano. Todo ese esplendor era evidente en grandes fortunas como las de Pedro Colarte, un comerciante de origen flamenco, que falleci¨® en 1701 con una inmensa herencia, en la que se contaban 15 fincas y siete esclavos ¡°con edades comprendidas entre los 14 y los 60 a?os¡±, como recoge su testamento.
El comercio de personas en el C¨¢diz de esos a?os conecta a diversas personalidades. ¡°Quien m¨¢s o quien menos, muchos estaban relacionados¡±, apunta el historiador Arturo Morgado. As¨ª es como se cuela el nombre del marquesado de Purullena en la fundaci¨®n de la Compa?¨ªa Gaditana de Negros, creada en septiembre de 1765, primera sociedad de este tipo surgida en Espa?a. Aunque siete a?os despu¨¦s fue a la quiebra, sus escrituras sirven para saber que Jos¨¦ Ortu?o, sobrino del VII marqu¨¦s de Purullena y consorte de la ¨²nica hija de este, se embarc¨® en tal empresa.
El palacio de los Purullena, en El Puerto de Santa Mar¨ªa, sigue siendo hoy una de las muestras de arquitectura dom¨¦stica m¨¢s sobresalientes de la localidad. El VII marqu¨¦s, Agust¨ªn Ortu?o-Ram¨ªrez, fue el responsable de adquirir el edificio a los anteriores propietarios y darle la apariencia actual. ¡°Es uno de los pocos palacios que ten¨ªan una decoraci¨®n rococ¨® tan exuberante¡±, recuerda el historiador local Miguel ?ngel Caballero.
Los descendientes, entre ellos su sobrino e hija, mantuvieron y ampliaron el patrimonio de esa casa, que, como toda vivienda de comerciante que se precie, se articula en torno a un patio abierto del que parte una gran escalera ¨Cen este caso, de estilo imperial¨C, tan espacioso como para ser ¨²til a la entrada y salida de mercanc¨ªas, tan lujoso que pudiese servir para recibir a un embajador.
Cantabria: de Antonio L¨®pez al omnipresente marqu¨¦s de Comillas
Ya en el siglo XIX ¨Cilegalizado el tr¨¢fico de esclavos en Espa?a, aunque no la esclavitud, a partir de un acuerdo con Reino Unido en 1817¨C, el c¨¢ntabro Antonio L¨®pez y L¨®pez termin¨® eligiendo C¨¢diz como sede de operaciones para incrementar su fortuna y hacerse un nombre a su regreso de Cuba. La historia de este conocido esclavista tiene varias versiones, seg¨²n apunta el historiador de la Universidad Pompeu Fabra especializado en la esclavitud en el siglo XIX Mart¨ªn Rodrigo y Alharilla. ¡°Su madre enviud¨® cuando sus hijos eran peque?os, lo que induce a pensar que creci¨® con pocos recursos econ¨®micos¡±, explica. ¡°Pero cuando Antonio se encontraba en Cuba y a¨²n no era un rico empresario, su hermana se cas¨® con un notario en Comillas, lo que a la gente del pueblo le hace sospechar que en realidad ten¨ªan una buena situaci¨®n¡±.
Al morir su marido, Antonia L¨®pez de Lamadrid se emple¨® como limpiadora en la casa de una familia potentada en Comillas, los Fern¨¢ndez de Castro. Seg¨²n el archivo de esta familia, Antonio L¨®pez se embarc¨® de urgencia a Cuba tras verse envuelto en una reyerta callejera. ¡°O tambi¨¦n pudo ser para evitar el servicio militar¡±, matiza Rodrigo y Alharilla. Cuentan las cr¨®nicas de la ¨¦poca que Antonio L¨®pez malviv¨ªa con los ingresos de un baratillo que hab¨ªa montado en Santiago de Cuba, hasta que se prometi¨® con la hija del propietario del local que alquilaba, un catal¨¢n de dinero. De modo que ¡°entre la dote de la joven Luisa Bru Lass¨²s y la inversi¨®n de su suegro en el negocio, la econom¨ªa de Antonio L¨®pez comenz¨® a despuntar¡±.
La boda se celebr¨® en Barcelona, donde, al poco, compr¨® en la Rambla el Palacio Moja, una casa se?orial de estilo neocl¨¢sico. Este edificio del arquitecto Jos¨¦ Mas Dordal, autor tambi¨¦n de la bas¨ªlica de La Merced, se convirti¨® en la casa familiar hasta que se terminaron las obras, a pocos metros, del majestuoso palacio colonial que Antonio L¨®pez encarg¨® al arquitecto Oriol Mestres. A?os m¨¢s tarde, la familia decidi¨® transformar el edificio en la sede de la Compa?¨ªa General de Tabacos de Filipinas. Hoy lo ocupa el lujoso Hotel 1898.
En C¨¢diz comenz¨® con una compa?¨ªa naviera que cubr¨ªa la ruta C¨¢diz-Marsella, que con la guerra de ?frica (1859-1860) se transform¨® en la compa?¨ªa oficial para llevar el correo y pertrechos a las Antillas espa?olas. El Banco de Cr¨¦dito Mercantil, el Banco Hispano Colonial, la Compa?¨ªa de los Caminos de Hierro del Norte, la Compa?¨ªa Trasatl¨¢ntica Espa?ola, plantaciones de tabaco en Cuba y en Filipinas y, por supuesto, esclavos... La reputaci¨®n de Antonio L¨®pez y L¨®pez crec¨ªa al ritmo de sus negocios y Alfonso XII le otorg¨® el t¨ªtulo de marqu¨¦s de Comillas, con estatuas en su honor en C¨¢diz, Comillas y Barcelona (el ayuntamiento de Ada Colao la retir¨® en 2018).
Adem¨¢s del patrimonio arquitect¨®nico que dej¨® en Barcelona (promovi¨® tambi¨¦n la urbanizaci¨®n del Ensanche), el marqu¨¦s se construy¨® en su ciudad natal el Palacio de Sobrellano, una fantas¨ªa neog¨®tica de aires venecianos del arquitecto historicista catal¨¢n Joan Martorell, con muebles de Antonio Gaud¨ª y Eduardo Llorens y esculturas de Joan Roig.
A 60 kil¨®metros, en Santo?a, construy¨® su palacio Juan Manuel Manzanedo, marqu¨¦s de Manzanedo y duque de Santo?a, ¡°amigo de la infancia de Antonio L¨®pez, que tambi¨¦n se dedic¨® al comercio de esclavos¡±, seg¨²n revela Rodrigo y Alharilla. ¡°Fue el primer presidente de la C¨¢mara de Comercio de Santander y mont¨® una naviera que se llama P¨¦rez y Garc¨ªa, que a¨²n funciona¡±.
El palacio de Manzanedo, del arquitecto Antonio Ruiz de Salces, es uno de los centenares de ejemplos de arquitectura indiana que se extienden por la cornisa cant¨¢brica. De planta casi cuadrada, estilo neocl¨¢sico y con su caracter¨ªstica palmera en la entrada, el de Santo?a era el palacio de veraneo de la familia, que se estableci¨® en Madrid a su regreso de Cienfuegos (Cuba) en 1853, donde Manzanedo fue el principal promotor de la Puerta del Sol y del barrio de Salamanca.
La misteriosa fortuna de los indianos de Asturias
Poco se sabe de la relaci¨®n de sus vecinos asturianos con la esclavitud, pese a la proliferaci¨®n de palacios de indianos, s¨ªmbolo de las fortunas hechas desde cero en Cuba. ¡°Es un aspecto que hemos estudiado poco en Asturias¡±, admite el historiador Francisco Erice, autor del libro Los asturianos en Cuba y sus v¨ªnculos con Asturias. ¡°Es posible que muchos de los indianos adinerados tuvieran esclavos, pero no se sabe cu¨¢ntos ni qui¨¦nes¡±.
El archivo de indianos situado en La Quinta Guadalupe, en Colombres, tampoco guarda ninguna documentaci¨®n que relacione la emigraci¨®n asturiana con la esclavitud. ¡°Estaba la compa?¨ªa Noriega, Olmos y C¨ªa., del empresario asturiano Jos¨¦ Noriega y su socio Francisco Olmos¡±, apunta Mart¨ªn Rodrigo y Alharilla. N.O.C. dirig¨ªa La Compa?¨ªa Territorial Cubana y fueron de los mayores accionistas fundadores del Banco Espa?ol de la Isla de Cuba. Pero la crisis de 1857 llev¨® a la empresa a la quiebra y la pista de Noriega se pierde desde ese momento.
M¨¢s conocida es la historia de los marqueses de Arg¨¹elles y de Argud¨ªn. En 1864, Jos¨¦ Antonio Su¨¢rez Argud¨ªn, un funcionario colonial nacido en Cuba pero cuyo padre hab¨ªa nacido en Soto del Barco, fue acusado de apropiarse de 140 ¡°negros bozales¡± de un alijo ilegal. Asegura Erice en su libro que Argud¨ªn lleg¨® a merecer el ¡°poco honroso t¨ªtulo del mayor traficante de esclavos del mundo¡±. Llegado a Espa?a construy¨® su palacio en la calle Goya de Madrid.
Ram¨®n de Arg¨¹elles, gran propietario de esclavos y tratante, acab¨® siendo un reconocido empresario en La Habana, con tantos t¨ªtulos que lograron tapar su pasado negrero. El palacio de la marquesa de Arg¨¹elles en Llanes guarda ese estilo colonial neocl¨¢sico de los palacios indianos.
Pa¨ªs Vasco: Zulueta, el negrero m¨¢s importante de Cuba
¡°El legado arquitect¨®nico relacionado con la esclavitud en Espa?a viene sobre todo de la inmigraci¨®n de retorno de Cuba en el siglo XIX¡±, explica Rodrigo y Alharilla. Son estas fortunas las que sembraron de escuelas, hospitales y obras de beneficencia el norte de Espa?a.
El ejemplo m¨¢s grandilocuente es la Universidad de Comillas que Antonio L¨®pez don¨® a la ciudad. Pero hay muchos m¨¢s. Como el Hotel Portugalete u Hotel del Puente colgante, que leg¨® el empresario vizca¨ªno Manuel Calvo y Aguirre a la ciudad de Portugalete para que con sus beneficios se alimentara a los pobres. Calvo lleg¨® a ser vicepresidente de la Compa?¨ªa Trasatl¨¢ntica Espa?ola del marqu¨¦s de Comillas, con quien trabaj¨® tambi¨¦n en el Banco Hispano Colonial.
La relaci¨®n del portugalujo con la esclavitud queda reflejada en el Diario de la Marina, seg¨²n indica Jon Ander Ramos Mart¨ªnez en su trabajo Manuel Calvo y Aguirre, una eminencia en la sombra: ¡°Poniendo a uno sobre otro, hombro y pie, los negros importados por Calvo de la costa de ?frica [...] pasar¨ªan el l¨ªmite de la atm¨®sfera terrestre¡±. Calvo form¨® parte de la delegaci¨®n cubana de la Junta Protectora de Inmigraci¨®n (p¨®nganse todas las comillas a ¡°Inmigraci¨®n¡±, en un momento en el que el comercio de personas empezaba a estar mal visto).
Aunque ¡°el negrero m¨¢s importante de Cuba¡±, se?ala Rodrigo y Alharilla, ¡°fue el alav¨¦s Juli¨¢n Zulueta y Amondo¡±, alcalde de La Habana y marqu¨¦s de ?lava, quien aprovech¨® su cargo para lucrarse con sus negocios privados. De aquella fortuna que amas¨® con el tr¨¢fico de personas queda en Vitoria el palacio Augustin-Zulueta, un edificio de estilo ecl¨¦ctico declarado en 1962 Monumento Hist¨®rico-Art¨ªstico, que se construy¨® para el matrimonio formado por su hija Elvira Zulueta y Ricardo August¨ªn, y hoy convertido en Museo de Bellas Artes, en el que adem¨¢s se hacen representaciones de la vida del negrero Juli¨¢n Zulueta.
Desde su hangar en el puerto de La Habana env¨ªa a Espa?a az¨²cares y otros productos de ultramar; de regreso, mercanc¨ªas provenientes de Europa y de ?frica. Cuando se trataba de personas, el desembarco se produc¨ªa al abrigo de la noche.
Temerosos por un comercio de personas que ya se acababa, otros muchos de los espa?oles en las colonias decidieron regresar a lugares de industria pujante, como Catalu?a, para invertir el dinero ganado en sus campos de az¨²car o algod¨®n, mantenidos con mano de obra esclava.
Catalu?a: la cara B del desarrollo industrial
El marqu¨¦s de Comillas fue solo uno de los potentados negreros que destacaron en la sociedad catalana moderna. La regi¨®n se convierte en uno de los ejemplos de la importancia que Espa?a adquiri¨® en el tr¨¢fico de personas en el siglo XIX, despu¨¦s de que Inglaterra lo prohibiera en 1807 y comenzara a presionar internacionalmente para evitar este comercio. ¡°En teor¨ªa, en 1817, los espa?oles ya no pod¨ªan traficar. Las autoridades lo encubr¨ªan con supuestos barcos de vac¨ªo o que sal¨ªan a otros destinos. Descargar 400 esclavos sin que nadie se d¨¦ cuenta no es f¨¢cil¡±, asegura Gustau Ner¨ªn historiador especializado en el colonialismo espa?ol en ?frica.
Aunque los estudios de Ner¨ªn y otros expertos han arrojado mucha luz a la trata de estos a?os, el tambi¨¦n antrop¨®logo cree que a¨²n hay mucho margen para nuevos descubrimientos: ¡°Sabemos que el tr¨¢fico de esclavos influy¨® en el urbanismo de las ciudades espa?olas. Pero es arriesgado decir a¨²n que tuviese un gran impacto¡±. Lo que el historiador da por seguro es que se dej¨® sentir en barrios barceloneses como el Eixample, donde notables comerciantes adquirieron o promovieron la construcci¨®n de decenas de edificios, como es el caso del c¨¢ntabro Antonio L¨®pez o de la familia Goytisolo, ascendientes de los escritores.
No est¨¢ claro que la familia Goytisolo se dedicase al tr¨¢fico de esclavos, apunta el historiador Mart¨ªn Rodrigo y Alharilla, ¡°pero s¨ª se sabe que tuvieron centenares de ellos trabajando en las fincas de az¨²car¡±. A su regreso a Espa?a, el patriarca no quiso recalar en Lekeitio, de donde era natural. ¡°Su descendiente, el escritor Juan Goytisolo, dijo que fue porque era hijo bastardo de un carpintero del pueblo¡±. As¨ª que se instal¨® en Barcelona y, ¡°en un momento determinado, fue el principal propietario del Ensanche. En la ciudad dej¨® dos edificios, uno en la calle Pelayo y otro en el n¨²mero 46 del Paseo de Gr¨¤cia¡±.
Los Goytisolo emparentaron con los Taltavull, una familia de origen menorqu¨ªn con negocios en Cuba, entre ellos plantaciones de az¨²car en las que trabajaban esclavos. El matrimonio, abuelos del escritor, se construy¨® un palacio morisco en el Eixample, que ya no existe, para el que seg¨²n el autor de Los Goytisolo, Miguel Dalmau, se inspiraron ¡°lejanamente en el modelo de la Alhambra de Granada¡±.
S¨ª se mantiene en pie el Palacio G¨¹ell, que mand¨® construir Eusebi G¨¹ell i Bacigalupi, mecenas de Gaud¨ª e hijo del empresario y pol¨ªtico Joan G¨¹ell i Ferrer, vinculado a la trata en la investigaci¨®n Negreros y esclavos. Barcelona y la esclavitud atl¨¢ntica (siglos XVI-XIX). Eusebi G¨¹ell se cas¨® con Isabel L¨®pez Bru, hija del marqu¨¦s de Comillas, un matrimonio que prueba la relaci¨®n que los grandes esclavistas espa?oles en las colonias mantuvieron a su regreso a Espa?a, cuya fortuna permiti¨® vivir a generaciones enteras.
Tambi¨¦n han quedado las promociones inmobiliarias de Josep Xifr¨¦, que desembarc¨® en la plaza de Palau para construir un imponente conjunto de cinco edificios recorridos por una zona baja porticada, en una manzana conocida hoy como la Casa Xifr¨¦ o Los Porxos d¡¯en Xifr¨¦. Las representaciones del Comercio, la Industria, la Marina, Mercurio, Neptuno y Am¨¦rica decoran una fachada coronada por un reloj. Aunque el exterior que da a la plaza y al paseo Isabel II tienen un aspecto homog¨¦neo, su interior est¨¢ compartimentado como casas independientes.
Mientras Xifr¨¦ levantaba su inversi¨®n inmobiliaria procedente del dinero negrero, los hermanos Vidal-Quadras ¨Cascendientes del pol¨ªtico del PP catal¨¢n Alejo Vidal-Quadras¨C hicieron lo mismo en 1839 con id¨¦ntico origen de su liquidez. Escogieron tambi¨¦n el paseo de Isabel II para levantar una manzana entera proyectada por Antoni Rovira Riera, en la que tambi¨¦n siguieron el esquema compositivo de p¨®rticos, en los que ubicaron la sede de su Casa de Banca.
Los Vidal-Quadras invirtieron parte de su patrimonio en Sitges. Es en estas zonas de la costa donde las fortunas indianas ¨Ccon dinero procedente del mercado negrero o no¨C dieron m¨¢s rienda suelta a la exportaci¨®n de elementos de la arquitectura colonial, bien sea en la reforma de casas existentes o en levantar edificios de nueva planta. En zonas urbanas como Barcelona se dejaron influir por corrientes neocl¨¢sicas, modernistas ¨Clas mayoritarias¨C o novecentistas, la suma de las dos anteriores. Bien de una forma m¨¢s profusa o recatada, tanto las fincas costeras como las urbanas, destacan por sus fastuosas escaleras y por murales que, en no pocas ocasiones, rememoran escenas del Caribe, como playas paradis¨ªacas o jardines y plantas ex¨®ticas, como explica la Red de Municipios Indianos de Catalu?a.
Es en estas 11 localidades o en la misma capital donde a¨²n queda mucho por estudiar de la vinculaci¨®n entre estos indianos y el origen de su fortuna. ¡°Focalizarlo en una persona es como buscar un chivo expiatorio para no culpabilizar al resto cuando hab¨ªa una connivencia masiva. Parec¨ªa que era un tema intocable, pero ahora hay inter¨¦s. Estas investigaciones deben ir asociadas a una reflexi¨®n colectiva y vinculada a los derechos de la alteridad¡±, reflexiona Ner¨ªn.
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