?Comprar¨ªa estos cuadros si no los firmara Bob Dylan?
El m¨²sico expone sus pinturas estos d¨ªas en Londres: su visi¨®n del puente colgante de Manhattan cuesta casi 4.000 euros la l¨¢mina, de una edici¨®n ¡°limitada¡± de 295 reproducciones
El a?o pasado Bob Dylan pint¨®. Mucho. Y complet¨® una carpeta de ilustraciones ¨Ctitulada The Beaten Path¨C con los instantes de un viaje que le llev¨® por los paisajes m¨¢s t¨®picos y diversos de los EE UU, desde el puente Golden Gate con niebla, a una granja de Iowa con la bomba de agua parada y un coche destartalado en primer plano. Todas ellas se exponen en Bob Dylan Editions hasta el 31 de enero de 2021 en la Halcyon Gallery de Londres. Una buc¨®lica calle del barrio de lujo Brooklyn Heights en el oto?o neoyorquino, unas cuantas gasolineras repartidas en medio de ninguna parte y hasta el puente de Manhattan visto desde el Downtown neoyorquino.
Esta imagen del puente colgante que cruza el East River desde Washington Street es probablemente una de las vistas de la ciudad m¨¢s instagrameadas, y tambi¨¦n una de las m¨¢s recurrentes del compositor y Nobel de Literatura en su carrera como artista. Dylan ha pintado este souvenir tur¨ªstico de noche, al atardecer y de d¨ªa, con un cielo azul brillante. Y vibrante: no esconde las pinceladas bajo una masa de color, como no diluye las im¨¢genes m¨¢s surrealistas de sus canciones. Deja los golpes de azul y blanco a la vista y se ensortijan unas encima de otras, en un eco evidente (y taimado) de los cielos de uno de los paisajes urbanos m¨¢s famosos de todos los tiempos.
Lo pint¨® Vincent Van Gogh en 1889, desde su habitaci¨®n en el asilo de Saint-R¨¦my-de-Provence (al sur de Francia), justo antes del amanecer. El artista holand¨¦s riz¨® al extremo los cielos de La noche estrellada, a partir de un movimiento circular de clara referencia a lo que Hokusai hab¨ªa hecho cinco d¨¦cadas antes en La gran ola de Kanagawa. La fuerza emocional del color del artista japon¨¦s ¨Cexplicaba por carta a su hermano Theo¨C resid¨ªa en su incorrecci¨®n. Y reconoc¨ªa compartir con Hokusai ese inter¨¦s, aunque para Van Gogh la realidad fuera solo un recurso expresivo y no el fin en sus piezas.
¡°Las obras evocan una sensaci¨®n de fugacidad, un viaje desde la metr¨®poli al mundo natural a trav¨¦s de la carretera, el puente, el ferrocarril y el aire. Juntas presentan una visi¨®n panor¨¢mica del paisaje estadounidense desde la perspectiva particular de Dylan¡±, dijo Bill Flanagan, comisario de la primera retrospectiva dedicada a la obra del artista, titulada Retrospectrum, que se expuso en el Modern Art Museum Shanghai y sum¨® cerca de 100.000 visitantes en tres meses. ¡°Sus obras de arte invitan a participar en un viaje por las ciudades, durante todo el d¨ªa y todo el calendario. Dylan sigue siendo incansablemente creativo, recorriendo el marino con los ojos bien abiertos¡±, a?adi¨® Flanagan.
Dylan, pintor amateur desde mediados de los a?os sesenta, se ha sentido atra¨ªdo por Van Gogh desde sus primeras grabaciones. En esa ¨¦poca, con 25 a?os, compuso e interpret¨® en una habitaci¨®n de un hotel de Denver (Colorado) la canci¨®n a la que llam¨® Positively Van Gogh y que nunca grab¨® en estudio. Acababa de publicar Blonde on Blonde (1966) y esta qued¨® perdida en el olvido, pero recogida en una grabadora. Lo que ha llegado de aquella madrugada, con Robbie Robertson a la guitarra y el periodista Robert Shelton (a la postre, bi¨®grafo), es una composici¨®n apenas improvisada, a pesar de que las im¨¢genes escritas y pulidas se superponen sin tener realmente una historia clara. Es una visi¨®n sobre lo que le provoca Van Gogh y no fue un experimento aislado, porque estuvo retocando la letra una y otra vez. Volvi¨® al pintor durante la segunda parte de la gira Rolling Thunder Rewe (1976), en la que que interpreta el tema Vincent Van Gogh, una canci¨®n m¨¢s plana sobre el recorrido vital y art¨ªstico en seis estrofas, que remat¨® con un ir¨®nico y juguet¨®n: ¡°Now where did Vincent van Go?¡± (?d¨®nde est¨¢ ahora Vincent van Gogh?).
La noche estrellada lleg¨® al Museo of Modern Art (MoMA) en 1941 gracias a la coleccionista Georgette van Stolk, quien hizo un intercambio con la pinacoteca: su Van Gogh por dos obras de C¨¦zanne y una de Toulouse Lautrec. Era la primera obra del pintor de los girasoles que ingresaba en la instituci¨®n neoyorquina, fruto del inter¨¦s internacional que hab¨ªa adquirido su trabajo en los a?os cuarenta. No es dif¨ªcil imaginar a Dylan ¨Cque tambi¨¦n tiene entre sus obras unos girasoles, pero con fondo norteamericano¨C delante del cuadro, pasando ratos largos y entreteni¨¦ndose en esas pinceladas que se arremolinan sin fin en el cielo nocturno. Esos t¨ªmidos recuerdos al expresionismo postimpresionista de las visiones que el m¨²sico y poeta siembra en acr¨ªlico sobre el papel est¨¢n templados con una actitud pop, mucho menos atrevidos que la l¨ªrica de sus canciones y que la mirada de Vincent.
Y son infinitamente m¨¢s caros que la recompensa que tuvo el pintor. Van Gogh solo vendi¨® dos obras en vida, ninguna fue La noche estrellada, con la que a los 36 a?os ¨Cunos meses antes de morir en unas circunstancias que conocemos con m¨¢s hip¨®tesis que certezas¨C hab¨ªa hecho cumbre en el que ser¨ªa uno de los grandes hitos del paisajismo. Dylan y sus marchantes venden su visi¨®n del puente colgante de Manhattan a casi 4.000 euros la l¨¢mina, de una edici¨®n ¡°limitada¡± de 295 reproducciones.
El cantante se ha convertido en un rey Midas, que lo mismo lanza con ¨¦xito canciones, esculturas que son puertas hechas con chatarra, pintura o dibujos en tinta china. En la muestra que se puede ver estos d¨ªas presenta la ampliaci¨®n de la carpeta de dibujos Mondo Scripto, una serie que realiza desde 2018 a pluma, tinta china y papel, en la que ilustra con dibujos las letras de algunas de sus canciones m¨¢s famosas escritas de su pu?o y letra.
Estos dibujos son una nueva relaci¨®n entre la m¨²sica, la palabra y la imagen, y entre el artista y el mercado. Los precios disparatados en los que se venden estas impresiones en serie son justificados por sus galeristas por esa man¨ªa de su autor de revisar y modificar, una y otra vez, las letras de las canciones. ¡°En Mondo Scripto algunas canciones han cambiado algunas l¨ªneas, mientras que otras tienen versos completamente reescritos¡±, aseguran en sus promociones de venta. As¨ª, la l¨¢mina de The Times they Are A-Changin, con la letra de la canci¨®n manuscrita y la imagen de una mano que escribe con una pluma en un cuaderno, sube a 5.625 euros, mismo precio que la ilustraci¨®n de Mr. Tambourine Man.
Estas estrategias comerciales tan descaradas ser¨ªan imperdonables en cualquier otro artista, pero en Dylan pasan sin tacha. Pero en su prolongado salto de la m¨²sica al arte, de la industria popular a la industria del lujo, Bob Dylan no solo no es Van Gogh, solo es Robert Zimmerman.
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