El interiorismo en la escena de un crimen: as¨ª era ¡®Nest¡¯, la revista de decoraci¨®n m¨¢s macarra de la historia
Se burlaba de sus posibles anunciantes y parec¨ªa empe?ada en incumplir todas las reglas del mundo editorial, que entre 1997 y 2004 vivi¨® desconcertado con las fechor¨ªas de ¡®Nest¡¯. Sus 26 n¨²meros llegaron a costar a su propietario seis millones de d¨®lares
En 2002, la revista de interiorismo Nest public¨® un reportaje sobre el palacio de Buckingham. No hubiera extra?ado encontr¨¢rselo en una cabecera m¨¢s can¨®nica. El texto estaba firmado por la historiadora del dise?o Pat Kirkham, las fotograf¨ªas hab¨ªan salido de la c¨¢mara de Derry Moore, y Joseph Holtzman, el extravagante director de la revista, hab¨ªa resistido la tentaci¨®n de aparecer acurrucado sobre las alfombras de la reina Isabel II, como s¨ª hizo en un n¨²mero anterior con las de la casa de David Cholmondeley, lord gran chambel¨¢n de la monarca. Pero hab¨ªa truco. En la p¨¢gina que preced¨ªa al reportaje, Holtzman hab¨ªa colocado un anuncio del Hemsley Palace, un conocido hotel de Manhattan edificado sobre una antigua y opulenta mansi¨®n repleta de columnas de m¨¢rmol y l¨¢mparas de ara?a. La imagen mostraba a la empresaria Leona Helmsley, apodada ¡°La Reina del Mal¡± por sus fechor¨ªas, dando la bienvenida a sus hu¨¦spedes a los pies de la dorada escalinata de su ¡°palacio¡±, de manera que las estancias de Buckingham que ven¨ªan a continuaci¨®n parec¨ªan estar dentro del ostentoso hotel.
?Quiso Holtzman equiparar con esta triqui?uela ambos edificios? Pues s¨ª, lo mismo que un a?o despu¨¦s el molde de la dentadura infantil de Jackie Kennedy le pareci¨® una pieza decorativa tan buena como cualquier otra para que su marido, Carl Skoggard, escribiera un art¨ªculo analizando su dise?o. Era el tipo de historias que uno pod¨ªa encontrar en esa especie de compendio de las patolog¨ªas decorativas que era Nest. En otro art¨ªculo de la revista, se criticaba la ¡°inofensiva y banal¡± decoraci¨®n del apartamento del playboy ruso Serge Rubinstein en Nueva York, con la notable singularidad de que las fotograf¨ªas que lo ilustraban eran las de la escena del crimen que acab¨® con su vida.
Nest arranc¨® en 1997 con el reportaje del dormitorio de un escaparatista de Ikea obsesionado con Farrah Fawcett: estaba forrado con las portadas de revista protagonizadas por la actriz. Diecis¨¦is a?os despu¨¦s de su cierre, la editorial Phaidon ha recuperado esa y otras historias en The Best of Nest. Una selecci¨®n que no solo abarca los 26 n¨²meros de la revista, sino que tambi¨¦n reproduce muchos de los troquelados, aplicaciones de purpurina de cobre y desplegables con los que Holtzman, director de arte adem¨¢s de fundador de la revista, marcaba distancias con el dise?o minimalista de otras publicaciones como Wallpaper. El lector sab¨ªa que Nest era una revista distinta de las dem¨¢s con solo tenerla entre las manos, aunque hab¨ªa que andarse con ojo: en 2003, el propio Joseph Holtzman se lacer¨® un dedo con la placa imantada que cubr¨ªa una foto de Amy Sedaris semidesnuda en la portada del n¨²mero 22, y que finalmente, claro, hubo que retirar.
Poco debieron importarle a Holtzman esas gotas de sangre que perdi¨® al acariciar su invento en comparaci¨®n con los cerca de seis millones de d¨®lares que, seg¨²n declar¨® al diario The New York Times en 2004, tuvo que pagar de su bolsillo para financiar los 26 n¨²meros de Nest, y eso sin contar el bronce de Matisse que se vio obligado a vender en una ocasi¨®n para salvar una revista que a menudo se burlaba de sus posibles anunciantes y parec¨ªa empe?ada en incumplir todas las reglas del mundo editorial.
Una revista contra el mono de Prozac
El dinero, sin embargo, no fue nunca un problema demasiado importante en Nest. Nacido en 1957 en el seno de una familia de Baltimore que se hab¨ªa hecho rica vendiendo art¨ªculos de viaje, Holtzman ten¨ªa a su disposici¨®n los medios suficientes para pagar caprichos como ese o, si as¨ª se le antojaba, contratar a dos paseantes de Central Park, quitarles la ropa, y hacerles pasar unos d¨ªas en el Ed¨¦n de pl¨¢stico que el arquitecto paisajista Ken Smith dise?¨® para el reportaje de portada del n¨²mero 9. Si Holtzman decidi¨® cerrar la revista fue porque hab¨ªa comenzado a aburrirse de dirigirla y pensaba que eso se notar¨ªa, algo que se entiende mejor si se tiene en cuenta que la diversi¨®n que le hab¨ªa producido fundarla fue lo que logr¨® apartarle de las pastillas de Prozac y las telenovelas que hasta entonces le hab¨ªan mantenido en su cama.
La idea de Nest se la dio Derry Moore, un arist¨®crata brit¨¢nico conocido por sus fotograf¨ªas de las grandes casas de Reino Unido y sus retratos de la familia Windsor. ¡°Derry ten¨ªa unos libros precisos de interiores ingleses y yo quer¨ªa actualizarlos. Le ped¨ª que fotografiara la casa de Aiden Shaw, un actor porno gay que adem¨¢s era escritor y activista contra el sida. A Derry le intrig¨® la elecci¨®n y me dijo que deber¨ªa lanzar mi propia revista, cosa que hice¡±, declaraba Joseph Holtzman en una entrevista concedida recientemente a 032c.
Para entonces, el fundador de Nest ten¨ªa ya 39 a?os y no contaba con ninguna experiencia en el negocio de las revistas, aunque el tiempo que hab¨ªa pasado contemplado el techo desde su cama de Baltimore no ser¨ªa en balde: la experiencia le sirvi¨® para escribir una apasionada defensa de los techos ornamentados en su carta del director del n¨²mero 3. ¡°?Somos decoradores o somos avestruces?¡±, lamentaba Holtzman la man¨ªa de dejar sin decorar la parte superior de las habitaciones.
Alg¨²n que otro redactor de la revista se quej¨® de que, tras el reportaje de la habitaci¨®n de Farrah Fawcett, cualquier lun¨¢tico se crey¨® que podr¨ªa publicar su dormitorio atiborrado de mu?ecos de Garfield. Lo cierto es que en Nest no solo las gamberradas decorativas ten¨ªan cabida. Escritores como Chuck Palahniuk y fot¨®grafos como el dise?ador Karl Lagerfeld son solo algunos de los prestigiosos colaboradores que le dieron lustre a una publicaci¨®n en la que uno lo mismo pod¨ªa encontrarse un reportaje sobre la decoraci¨®n de las sillas el¨¦ctricas en Estados Unidos, que un erudito art¨ªculo del poeta Agha Shahid Ali sobre la casa de la familia Kothari en Rayast¨¢n o uno sobre la vida dentro de un igl¨².
En la portada del n¨²mero 24, un retrato de Jesucristo anunciaba un especial sobre ¡°decoraci¨®n para hogares cristianos¡±, que inclu¨ªa tanto un art¨ªculo del escritor Matthew Stadler sobre la arquitectura de la nueva biblioteca p¨²blica de Seattle, que una pieza sobre los Diez Mandamientos de la Decoraci¨®n. ¡°VIII: aquel que rehuya el confort, y ame la silla desvestida en vez del almohad¨®n, ser¨¢ sancochado, desollado y envuelto en zarzas, y ciertamente morir¨¢¡±.
Joseph Holtzman cuenta en el libro de Phaidon que ocurrencias como esta echaron al traste su negociaci¨®n con el grupo editorial Cond¨¦ Nast, interesado en comprar la revista. Pero dio igual. Para entonces, Nest ya era el becerro de oro del dise?o.
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