Pr¨ªncipe de la sastrer¨ªa: el estilo de Felipe de Edimburgo, en im¨¢genes
En ba?ador, con trajes de Savile Row, chaqueta de caza, uniformes arqueol¨®gicos y coches deportivos, las apariciones p¨²blicas del duque de Edimburgo son un diccionario visual de la indumentaria masculina cl¨¢sica
Felipe de Edimburgo, fallecido el pasado 9 de abril a los 99 a?os, fue un hombre ajeno a la moda. Sin embargo, solo con su archivo gr¨¢fico podr¨ªan ilustrarse manuales enteros de estilo. Esta afirmaci¨®n podr¨ªa parecer una paradoja, pero no lo es tanto. Hasta los a?os sesenta, la moda ¨Cel cambio coordinado del gusto, la evoluci¨®n de la est¨¦tica aceptada por un grupo social significativo¨C centraba sus esfuerzos en el imaginario femenino, mientras el guardarropa masculino, que hab¨ªa realizado su renuncia metaf¨®rica al boato ¨Cpero no a la elegancia¨C un siglo y medio antes, se nutr¨ªa de m¨ªnimas variaciones sobre un repertorio de prendas afinadas durante d¨¦cadas por sastres de todo el mundo, pero especialmente por los ingleses. El traje, la etiqueta, la ropa de sport: ese fue el territorio en el que el marido de la reina Isabel II, uno de los ¨²ltimos arist¨®cratas de la vieja Europa, se encontr¨® siempre c¨®modo. Adem¨¢s, tuvo ocasiones para cultivarlo. Seg¨²n datos de la propia casa real brit¨¢nica, a lo largo de 22.219 compromisos individuales, 5.496 discursos y 637 viajes oficiales al extranjero.
Los primeros trajes
En esta imagen Felipe de Edimburgo era solo el lugarteniente Philip Mountbatten, prometido de la princesa, pero su atuendo ya apunta las claves de su estilo. La chaqueta de tweed, un tejido de lana grueso, resistente y de aspecto r¨²stico, era la prenda clave del sport, el c¨®digo de vestimenta que imperaba en los momentos de ocio o esparcimiento campestre. La corbata de franjas diagonales es propia de la etapa formativa.
Los or¨ªgenes militares
Parece que el episodio de The Crown en que Felipe de Edimburgo sostiene una conversaci¨®n con los tripulantes del vuelo de la NASA a la luna tiene m¨¢s de recreaci¨®n po¨¦tica que de rigor hist¨®rico, pero lo cierto es que el pr¨ªncipe siempre fue un apasionado de la aviaci¨®n que recordaba con orgullo sus a?os como militar. Una vez que sustituy¨® el uniforme por el traje de etiqueta, siempre se preocup¨® de que hubiera una cierta contenci¨®n castrense en su atuendo, incluso cuando se enfundaba las equipaciones deportivas a las que era tan aficionado.
C¨®mo llevar una chaqueta cruzada
Esta imagen, una de las m¨¢s famosas de la entonces pareja de pr¨ªncipes, es tambi¨¦n una lecci¨®n magistral sobre c¨®mo llevar una chaqueta de doble botonadura o cruzada, una alternativa algo m¨¢s formal y r¨ªgida a la chaqueta sencilla. Elaborada en un tejido de verano y en un tono gris ¨Cla sastrer¨ªa inglesa tradicional no da cabida a tonos mucho m¨¢s ligeros que este¨C, esta chaqueta cruzada representa la contenci¨®n atl¨¦tica que hizo famoso al duque de Edimburgo.
El pr¨ªncipe deportista
Por cada imagen de Felipe de Edimburgo en traje de gala, hay otra de ¨¦l practicando deporte. Jugando al polo en bicicleta, bateando o probando el esqu¨ª acu¨¢tico durante una de sus giras oficiales, la imagen del marido de la reina haciendo ejercicio y jugando contribuy¨® a rejuvenecer la imagen de la instituci¨®n e imprimirle un cierto dinamismo. Su tono bronceado, su constituci¨®n esbelta y atl¨¦tica, su rostro siempre afeitado y su cabello perennemente peinado hacia atr¨¢s, sus equipaciones deportivas y sus trajes flexibles eran un contrapunto a la nostalgia extravagante del duque de Windsor, que acaparaba titulares y fotograf¨ªas en aquellos mismos a?os.
La solapa exacta
Esbelto, con largas piernas y hombros anchos, Felipe de Edimburgo parec¨ªa hecho para llevar traje, especialmente en unos a?os en que la sastrer¨ªa brit¨¢nica cultivaba una silueta de hombros rectos, chaqueta armada y formas generosas. Aqu¨ª presume de solapas anchas en pico, camisa con gemelos y corbata, en un retrato que respira elegancia hollywoodiense. No en vano su boda, la primera retransmitida por televisi¨®n, catapult¨® a la joven pareja a un tipo de celebridad planetaria entonces reservada a las estrellas del cine.
Esta segunda imagen, tomada pocos a?os despu¨¦s, muestra su elegancia en plena forma, con un traje en raya diplom¨¢tica, corbata de club y bronceado a prueba de flashes.
¡®Sport¡¯ no solo significa deporte
En la sastrer¨ªa inglesa, el sport es una ampl¨ªsima categor¨ªa que no tiene nada que ver con el ch¨¢ndal ni con la ropa t¨¦cnica, y que abarca todas las prendas y complementos adecuados para llevar en cualquier situaci¨®n relajada que no exija traje de d¨ªa ni indumentarias de etiqueta. En ella caben desde la chaqueta de tweed hasta la gabardina, pasado por los polos, las camisas de cuello abotonado o los pantalones de sport que, a diferencia de los de traje, nunca se llevan en el mismo tejido y color que la chaqueta. En esta imagen de 1959 Felipe lo cumple a la perfecci¨®n con una chaqueta de tweed de grandes bolsillos, pantal¨®n negro y zapatos.
En esta segunda imagen, tomada en 1974, el estilo sport se refina hasta un punto que podr¨ªa desmentir el proverbial clasicismo de Felipe de Edimburgo. La chaqueta de tweed y el pantal¨®n est¨¢n cortados en tejidos de color similar, pero de material y textura diferentes, y el resultado es una especie de sport elevado que respira glamur setentero. El Range Rover, las gafas de sol y la corbata de fantas¨ªa subrayan esa imagen de bon vivant que durante d¨¦cadas cultiv¨® el marido de la reina Isabel II.
La altura del pantal¨®n
La espontaneidad no entra, en principio, en los planes de la sastrer¨ªa inglesa tradicional, concebida como una armadura que debe disimular las peculiaridades f¨ªsicas ¨Cuna espalda algo encorvada, una barriga prominente, unas piernas demasiado cortas¨C del com¨²n de los mortales. La complexi¨®n atl¨¦tica del duque de Edimburgo le permit¨ªa gestos de naturalidad como esta, que demuestra c¨®mo se llevaba un pantal¨®n a la cintura en 1980.
El traje adecuado
A lo largo de la mayor parte de su vida, Felipe de Edimburgo visti¨® el uniforme de millones de hombres occidentales: traje de diario, camisa clara y corbata oscura. Fiel a un pu?ado de proveedores, durante el ¨²ltimo medio siglo su sastre de confianza fue John Kent, de Kent, Haste and Lachler, una sastrer¨ªa fiel al estilo y a los m¨¦todos tradicionales de Savile Row. All¨ª fue perfeccionando su traje de madurez: de chaqueta sencilla y hombros rectos, con solapas m¨¢s moderadas que las que hab¨ªa llevado en los cincuenta, siempre en tonos ortodoxos ¨Cgrises, azul marino¨C y con corte cl¨¢sico. El hedonismo lo dejaba para los coches, para su bronceado perenne, para su pol¨¦mico ¨Cy frecuentemente grueso¨C sentido del humor y, sobre todo, para sus corbatas, que oscilaban entre las franjas diagonales de sus a?os de estudiante y la fantas¨ªa crom¨¢tica de los a?os setenta y ochenta.
El esmoquin
Este retrato tomado en 1980 en Nueva York refleja otro de sus atuendos m¨¢s frecuentes: el esmoquin, obligatorio en eventos sociales vespertinos y cenas. Siempre eligi¨® modelos cl¨¢sicos, en el tono negro de rigor, con camisa blanca y pajarita negra.
Con las botas puestas
?Llev¨® alguna vez ch¨¢ndal y deportivas el duque de Edimburgo? Si lo hizo, no ha quedado constancia de ello. En sus apariciones p¨²blicas, posiblemente este sea el registro m¨¢s relajado, excluyendo las equipaciones deportivas. Chaqueta encerada, camisa, jersey de cuello de pico, pantalones chinos y esas botas de campo a las que la familia real era muy aficionada en sus escapadas campestres.
Lecciones de historia
En las ocasiones diurnas m¨¢s o menos formales, desde una boda hasta una exhibici¨®n ecuestre, el duque de Edimburgo demostr¨® una gran soltura a la hora de desempolvar prendas pr¨¢cticamente obsoletas ¨Ccomplicados chaqu¨¦s, trajes de semietiqueta¨C que ¨¦l luc¨ªa con naturalidad. Representante de un tipo de aristocracia todav¨ªa marcada por convenciones estrictas y r¨ªgidos c¨®digos de modales e indumentaria, Felipe de Edimburgo logr¨® bajar a la tierra prendas que solo aparec¨ªan en los libros de historia. ?Fue el marido de la reina Isabel II un hombre que vivi¨® para vestir? A la vista de sus obituarios, su papel fue algo m¨¢s complejo ¨Cy, en ocasiones, espinoso¨C de lo que parece. En todo caso, est¨¢ claro que el pr¨ªncipe Felipe pas¨® buena parte de su vida decidiendo c¨®mo vestir. Y los resultados permiten entender qu¨¦ fue la realeza europea del siglo XX y por qu¨¦ adquiri¨® fama planetaria las d¨¦cadas menos mon¨¢rquicas de todas.
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