?Puede ir un pol¨ªtico en pantal¨®n corto? El debate estalla en el Senado estadounidense
El Congreso estadounidense est¨¢ sumido en un caos sin precedentes, pero gran parte del debate lleva semanas centr¨¢ndose en un detalle: si un senador puede ir en pantal¨®n corto
Mientras el Congreso de Estados Unidos se sume en el caos tras la destituci¨®n de Kevin McCarthy, sacrificado por sus propios compa?eros republicanos en una moci¨®n de censura por pactar con los dem¨®cratas, en los pasillos del Senado la conversaci¨®n ya lleva un tiempo tomando un rumbo imprevisto. El senador de Pensilvania, el dem¨®crata John Fetterman, regres¨® a finales de abril a su esca?o, tras una baja por depresi¨®n, luciendo una camisa de manga corta y bermudas de baloncesto. Aquello fue el detonante de la actual reforma del c¨®digo de vestimenta que estos d¨ªas ha debatido la instituci¨®n, y del debate sobre el sentido que tiene, o deja de tener, obligar a los representantes p¨²blicos a vestir traje y corbata en las sesiones plenarias. Seg¨²n Chuck Schumer, presidente del Senado, que se reserv¨® el voto final, los legisladores pueden llevar ¡°lo que quieran¡±.
Pero dejar a la gente hacer lo que quiera result¨®, otra vez, una idea intolerable para los republicanos: 46 senadores de ese partido (y hay 49) exigieron la vuelta del anterior reglamento. Dec¨ªan que que las prendas informales ¡°faltan al respeto a la instituci¨®n a la que sirven y a las familias americanas a quienes representan¡±. ¡°No es dif¨ªcil vestirse como un adulto¡±, tuite¨® Rick Scott, senador de Florida. Susan Collins, de Maine, ironiz¨® con la posibilidad de lucir biquini.
La c¨¢mara superior de EE UU es conocida por su apego a la tradici¨®n. A las mujeres solo se les permiti¨® llevar pantalones en 1993; los vestidos sin mangas y los zapatos que mostrasen los dedos, en 2017. Cuando la tradici¨®n falla, la indumentaria senatorial viene marcada m¨¢s por normas impl¨ªcitas que por reglas definidas: hasta 2019 no se admiti¨® el uso de indumentaria religiosa, y eso solo fue tras el nombramiento de las primeras senadoras musulmanas.
Patrycia Centeno, periodista y especialista en comunicaci¨®n no verbal, recuerda que los movimientos en EE UU se han dado en otros pa¨ªses. ¡°A medida que nuevos grupos logran ocupar espacios de poder que antes no ten¨ªan, cambian la est¨¦tica de este espacio, y esto permite expresiones mucho m¨¢s ricas¡±, afirma. Era previsible, prosigue, que el debate desencadenado por Fetterman acabara afectando al conjunto de la r¨ªgida etiqueta masculina.
Centeno cree que el Senado acierta al defender la libertad de expresi¨®n (y de vestuario), pero yerra en el mecanismo elegido para ello. ¡°En una democracia se debe estimular la pluralidad de indumentaria porque es un aspecto fundamental de la expresi¨®n personal, pero de la manera en que se hizo se interrumpi¨® el debate¡±, explica. Sin embargo, Centeno se pregunta si, en el delicado momento que atraviesa la geopol¨ªtica en general, la vestimenta de Fetterman no deber¨ªa ser, como poco, una cuesti¨®n secundaria.
Derek Guy, m¨¢s famoso como el cr¨ªtico de moda masculina @dieworkwear en Twitter, cree que Fetterman deber¨ªa llevar traje. Es la ¨²nica manera de zanjar la pol¨¦mica y liberar al Senado para dedicarse a temas m¨¢s urgentes. ¡°Nos acercamos a un posible cierre del Gobierno [el vig¨¦simo segundo en 50 a?os], un hecho con consecuencias terribles, y estamos discutiendo sobre lo que debe vestir una persona. Frente a esta situaci¨®n, las prendas no importan¡±. Guy califica el furor republicano de ¡°victoriano¡±, y destaca que usar un traje nunca ha sido garant¨ªa de esa ¡°respetabilidad¡± que se arroga el partido conservador. Opina que someter la indumentaria de cualquier persona a un juicio de valor es algo clasista y muy problem¨¢tico. ¡°Hay gente horrible que lleva traje todos los d¨ªas y gente buena que ni siquiera tiene uno. El respeto al Senado va mucho m¨¢s all¨¢ de la ropa que llevas¡±.
?Qu¨¦ hace Fetterman mientras tanto? El senador suplica dejar de ser el foco de atenci¨®n. Asegura que a ¨¦l nadie le ha preguntado, que ¨¦l no ha pedido cambiar ning¨²n reglamento, y argumenta que la tormenta medi¨¢tica republicana es una estrategema no para discutir formas de respetabilidad de los representantes p¨²blicos sino para distraer la atenci¨®n del votante de asuntos mucho m¨¢s urgentes. El pol¨ªtico aparentemente menos interesado por la moda resumi¨® impecablemente la situaci¨®n con toda una declaraci¨®n de intenciones: ¡°Si ellos dejan de intentar bloquear nuestro gobierno y empiezan a apoyar completamente a Ucrania, entonces salvar¨¦ la democracia e ir¨¦ con traje a mi esca?o la semana que viene¡±.
Libertad sin bermudas
Las cámaras españolas conservan un código de vestimenta propio, aunque permiten todo tipo de atuendos en el hemiciclo. Desde que el exministro de Economía, Miguel Sebastián, acudió al congreso sin corbata en 2011, se establecieron reglas que prohiben las bermudas y camisetas sin mangas o sin tirantes para los hombres. Sin embargo, se observa una libertad de indumentaria mucho mayor que en otros países. Para Patrycia Centeno, esta liberalización de la estética empezó con los partidos de izquierda minoritarios a nivel autonómico, y pronto se extendió al Congreso y el Senado. ¿La clave? Que los votantes se identifiquen con sus representantes.
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